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Por Murmullo10012
Hace 11 años / Respuestas: 4 / Lecturas: 184

Balada a la Luna Triste. Capítulo 2: Honor

@Murmullo
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Buenas a todos. Aquí viene el 2º capítulo de mi saga. Se que no ha tenido mucha fama el 1º, que yo sepa, solo lo ha leído @Daragace, pero en fin, la esperanza es lo ultimo que se pierde, y con que una sola persona ya lo lea, yo seré feliz Disfruten leyendolo
Capitulo 2: Honor [b]Honor[/b], furia, sangre y fuego. Toda la capital ardía ante sus ojos, la gente gritaba sin parar mientras huía de ésta. Y entre el humo gris, aparecía la figura de un joven de cabello negro y rizado, ojos felinos de color ámbar, armadura negra, una espada florete y una rosa negra en el pelo. Él le reconoció de inmediato, pese a lo pálido que estaba y a la herida que llevaba en el pecho era Ser Tyrell, caballero de la guardia real. Tenía los ojos ensombrecidos de furia… Se despertó sudando, la cicatriz del pecho le ardía y le dificultaba la respiración. Consiguió relajarse. Estaba en su habitación, como de costumbre. Olía a una mezcla de madera, olor a meado y a vomito recién echado. A cualquier persona le hubiera hecho vomitar ese olor nada más entrar a esa habitación. A él le ocurrió lo mismo la primera vez, pero después de 5 años se acabó acostumbrando. No podía pedir una habitación mejor, dado su estatus social. De hecho, daba gracias a la Dama Luna por haberle permitido dormir siquiera en ese sitio, era mucho más de lo que podía pedir, y al menos no tenía que dormir al desamparo de la noche. Era una habitación de tan siquiera 4 metros cuadrados. No tenía ni ventanas, ni mesas, ni sillas…solo una humilde cama echa de paja y una puerta brusca de madera que ni siquiera estaba bien hecha, y había que empujar para que se abriera, ya que era demasiado alta para el sitio donde la habían encasquetado. Un tenue rayo de luz se entreveía a través de la madera desgastada de la pared. Se acostó sobre la cama, ajeno ya al dolor del pecho. Se mantuvo largo rato mirando al techo de paja. No sabía el porqué, pero eso le relajaba siempre después de tener un mal sueño. No era la primera vez que había soñado cosas a simple vista extrañas: había soñado con el ataque al reino de unos seres de piel como la nieve, pelo de un blanco tan puro que dolía solo con mirarlos y ojos rojos de sangre. Había soñado con que la luna caía sobre el reino, ya cansada de mirar desde el cielo. Siempre acababa levantándose sudoroso, y con la cicatriz del pecho ardiéndole. Pero nunca antes había soñado con algún ser humano. Él solo conocía a Ser Tyrell de vista. Era un ejemplo para el pueblo llano. Bastardo de un padre soldado vasallo, con su heroicidad, valentía y poder pudo escalar peldaños en la sociedad, de simple guerrero de a pie, carne de cañón, luego estuvo al nivel de su padre, combatiendo junto a él codo con codo en diversas batallas, hasta que logró a entrar a la corte y convertirse en caballero de la Guardia Real a la temprana e inaudita edad de 21 años, hacían ya 5 años de aquello. Cualquier niño querría ser como el…Pero, ¿por qué había aparecido él en su sueño? ¿Sería el causante del incendio de la capital? Recordó la mortal herida que tenía en el pecho, su tez blanca y sus ojos llenos de furia, ojos inhumanos. Se estremeció, esos ojos, solo los podía tener un monstruo, o un espectro… El dolor ya se le había pasado. Se levantó de su cama. Tanteó a ciegas en la oscuridad para no darse contra nada y logró ponerse sus botas. Abrió la puerta. Hacía un día esplendido. La Dama Luna ya había desaparecido, y el Sol se alzaba majestuoso sobre cualquier ser viviente del mundo. Se había pasado la mitad de la noche, limpiando los establos, y la otra mitad durmiendo. Se preguntó porqué tenía que durar tanto la noche. Allí los días tenían 12 horas, y había un día entero de sol, seguido de dos días de Luna, así durante los 32 meses que duraba el año. 2 días enteros bajo la luz de las sombras, la gente rezaba porque la luz del sol volviera a salir, y todos los seres de la noche desaparecieran, aunque el sol solo durara en la cima durante la mitad de tiempo de lo que lo hacía la Luna, los día de sol los disfrutaban lo más que podían. Aquel era el décimo-tercer día del décimo-tercer mes del año, temía que algo malo fuera a ocurrir. Empezó a caminar hacia el palacio a través del sendero del bosquecillo de hayas, cipreses y matorrales. Aquellos árboles medían cerca de dos metros cada uno. A él no le infundían ningún respeto. Nacían y morían. Se dejaban pasar por la vida y su recuerdo se quedaba en vacío, solo quedaban sus cuerpos por la eternidad. Había escuchado que al Norte, los árboles solían alcanzar con normalidad los 10 metros de altura y que vivían mil años. Se ruborizó solo de pensarlo. Tal vez aquellos árboles milenarios fueran los padres de los del sur, tal vez sus hijos hubieran emigrado para no tener que soportar los desconcertantes cambios de clima que se decía que habían en el norte. Una zona podría haber un sol que quemaba cuanto hubiera debajo de él, zonas en donde incluso en las noches, la Dama Luna abrasaba a los seres vivos si estos no se resguardaban debidamente, pero, 10 metros más adelante, un viento polar congelaba toda forma de vida. Él soñaba con viajar hacia esas lejanas tierras. Se decía que casi nadie había ido y vuelto con vida, los pocos que lo hacían, al llegar, el Rey les daba su peso en oro y los convertía en soberanos de algún castillo o fortaleza remotas. A esos se les llamaban los [b]Señores de la Piedra[/b], habían 7, y en la cadena de mando de la monarquía, eran los segundos, después del Rey. A lo largo del reino se oían las historias y peripecias de “Lord Victorio el Grande, señor del castillo de la Cascada Emergente” o “Lord Igmel, señor de la fortaleza de Punta Lanza” o de “Lord Norio y Lady Cathrina, señores de Lago Fausto” Salió del bosquecillo, ese lugar era el sitio destinado a las viviendas para todos los que trabajaban en el palacio, incluido el, que era mozo de cuadras. Empezó a imaginarse siendo un caballero de la Guardia Real, como Ser Tyrell, y consiguiendo cruzar el continente y siendo nombrado un Lord Señor de la Piedra. Había escuchado que Lord Tyrell había partido también hacia el norte. Las últimas noticias que escuchó de él fueron que había pasado “Bosque Frondoso” y estaba en medio del ecuador, cruzando el “Río Plata” y cerca de “Bosque Profundo”. De eso haría medio año, ahora seguramente ya estaría de vuelta. De pronto recordó el sueño, y a Ser Tyrell, muerto y con ojos furiosos. Tembló, pero se consoló así mismo recordándose que Ser Tyrell era el comandante jefe de la Guardia Real, y había ido al Norte con un séquito de 20 hombres de los 50 de la guardia. Se había llevado a los mejores de la guardia, como “Ser Barringan”, “Ser Audie” o “Ser Nervoir”. Había dejado a la Guardia Real en paños menores, de los veteranos solo quedaban “Ser Claudio, Ser Merissa y Ser Lingdinton”. Era imposible que muriese, y aún menos que volviera del más allá para quemar la capital del reino. “Tal vez mi sueño fuera un mensaje codificado-pensó mientras surcaba ya las callejuelas del inicio de la ciudadela, habiendo traspasado ya la entrada principal de la ciudad-tal vez necesite ayuda” -Seguía pensando sin darse cuenta de que las callejuelas estaban inusualmente vacías. Donde antaño estaban los niños jugando con los perros vagabundos ahora soplaba una ligera brisilla. Pero de pronto, el sonido de unas trompetas le alzaron de sus pensamientos. Eran las trompetas imperiales, una apoteósica fila de trompetas de plata que imbuían por ambos lados las murallas de la puerta que daba al patio principal de enfrente del palacio, haciendo que su sonido dulce y metalizado sonara por toda la capital. Las trompetas se usaban para anunciar las llegadas de nobles a las cortes, de noticias urgentes o, por ejemplo, la llegada de la partida de expedición al norte, con Ser Tyrell a la cabeza. Entusiasmado emprendió la marcha hacia el camino real para recibir a los visitantes. Le costó mucho esfuerzo hacerse paso entre la muchedumbre que se acoplaba en torno al camino real, se puso por el lado derecho. A lo lejos vio llegar un caballo y un hombre montado encima de él. Iban de color negro, lo cual le complació, era el color de la Guardia Real, Negro y Plateado. Pero ahí se acabó, solo había un caballo. Mientras pasaba, la gente empezaba a soltar gritos de espanto. A medida que se iba acercando, la tensión fue aumentando. Hasta que pasó al lado de él. Se quedó estupefacto, un escalofrío le corrió el cuerpo, de repente, todo su mundo se le vino encima. Montado sobre el caballo negro, que sufría una herida en el costado derecho, estaba el caballero Ser Barringan. Apenas se podía mantener sobre su montura. De complexión fuerte y grande, con los hombros caídos. Tenía la cabeza baja. Su densa melena marón, rizada y revuelta estaba echada hacia atrás, dejando ver una herida muy fea en su frente, que se extendía hasta los ojos, y la cual le dejaría probablemente una marca el resto de su vida. Tenía los ojos cerrados, llorosos. Las lágrimas le corrían a través de los ojos, llegando hasta su nariz ganchuda, desde donde caían a su espesa barba. Tenía los labios apretados por los dientes, no sabía si era por el dolor o por la tristeza, evitando así llorar en público. Pero lo peor fue fijarse en su brazo izquierdo. Se lo habían cortado. No había nada donde antes estaba de el medio brazo hacia abajo. Solo un montón de trapos que se había puesto para detener la hemorragia. Se llevaba la mano derecha al brazo con un gesto de angustia y se sujetaba lo que le quedaba de su brazo. -¡Por la Dama Luna! ¿Qué demonios ha pasado aquí? Todo el mundo volvió la vista a la puerta de entrada al patio principal del palacio. El rey, junto a la reina, sus hijos, y todo su séquito de nobles y cortesanos habían aparecido enfrente de ella. El caballo llegó a unos pocos metros antes del rey. Ser Barringan se tambaleó, pero tuvo las fuerzas suficientes como para poder bajarse el solo de su corcel, sin ayuda de nadie. Casi a rastras se dirigió hasta el rey, sin hacer reverencia siquiera. Esto para cualquier otra persona habría sido la muerte, pero Ser Barringan y el Rey habían sido amigos desde niños, cuando los padres de estos, el antiguo Rey y un noble que era Señor de la Piedra habían juntado sus casas, por lo que ahora la hermana de ser Barringan era la Reina. Se tambaleó aún más y cayó en los brazos del rey, sin fuerzas. El rey se quedó de rodillas, sujetando el cuerpo de su amigo. Y entonces, Ser Barringan comenzó a llorar. Todo el camino Real se quedó callado de golpe, se hizo un silencio infernal. -Barringan, viejo amigo, ¿qué te ha pasado?¿Donde está el resto de la guardia real? -Muertos…-dijo entre sollozos- ¡Muertos! ¡Los Ellos los han matado a todos, han aniquilado a la Guardia Real! Todo el camino Real se hizo un caos. La gente que estaba más cerca de la situación empezó a gritar, y los que estaban más alejados, hacia el principio del camino real, empezaron a preguntar, agobiados, que pasaba. Él, sin saber por qué, acopló todo su valor y le gritó a Ser Barringan: -¿Y Ser Tyrell! ¿Han matado a Ser Tyrell? -¡Jollen!-gritó estupefacto uno de los mozos de cuadra llamado Tommy. Dirigirse al rey y a un caballero sin el debido respeto…la insolencia cometida le podía costar cara. Pero no le hicieron nada, Ser Barringan y el rey se limitaron a mirarlo, demasiado conmovidos por la noticia como para fijarse en eso. Ser Barringan bajó la mirada. A Jollen le dio un vuelco el corazón. -Logró escapar, se adentro en el Bosque de las Rosas Negras, aquél que no tiene nombre. Los Ellos le persiguieron, no sabemos si logró escapar… Se cayó de rodillas, aún podía seguir vivo, al fin y al cabo, era uno de los mejores caballeros del reino, si no el que más. Lo único que hacía que no se cayera desmayado en ese momento era la esperanza de que así fuera. -Pero, después de la aniquilación, luchando contra uno de Ellos, el que me arrebato el brazo, vi que tenía esto-dijo, sacando algo de debajo de la negra capa. La vio perfectamente, era “Rosa Florette”, la legendaria espada de Ser Tyrell. Toda la hoja estaba manchada de un rojo muy oscuro, que, junto con el color negro de la hoja de la espada, pasaba casi inadvertido. Y ahí, ante la imagen de esa bella arma, no pudo aguantar más. Empezó a hiperventilar a causa del impacto emocional, y cayó tendido de bruces en el suelo, desmayado, pensando: -Pasaría mil noches seguidas solo porque el sol no hubiera salido hoy. Fin del capítulo 2
EDITADO EL 25-06-2012 / 14:53 (EDITADO 4 VECES)
Dagarace74Hace 11 años1
Cada vez me gusta mas   este esta mas claro lo unico que cambiaria seria al principio cuando dice olor a meado lo cambiaria por olor a orina me suena mejor para un libro y en el dialogo:
 -¡Jollen!-gritó uno de los mozos de cuadra, Tommy, estupefacto, dirigirse al rey y a un caballero sin el debido respeto… acababa de hacer una insolencia que le podría costar cara.
lo cambiaria para que no fuese tan lioso y sonase mejor al leerlo por :
-¡Jollen!-gritó estupefacto uno de los mozos de cuadra llamdo Tommy, dirigirse al rey y a un caballero sin el debido respeto…la insolencia cometida le podía costar cara.
 
Murmullo10012Hace 11 años2
@Dagarace
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Cada vez me gusta mas este esta mas claro lo unico que cambiaria seria al principio cuando dice olor a meado lo cambiaria por olor a orina me suena mejor para un libro y en el dialogo: -¡Jollen!-gritó uno de los mozos de cuadra, Tommy, estupefacto, dirigirse al rey y a un caballero sin el debido respeto… acababa de hacer una insolencia que le podría costar cara. lo cambiaria para que no fuese tan lioso y sonase mejor al leerlo por : -¡Jollen!-gritó estupefacto uno de los mozos de cuadra llamdo Tommy, dirigirse al rey y a un caballero sin el debido respeto…la insolencia cometida le podía costar cara.
Ok, muchas gracias, lo de la frase tienes razón, la cambiare. lo del olor a meado, date cuenta de que Jollen es un mozo de cuadras, no es que sea muy "culto" por así decirlo no dirá olor a orina
Dagarace74Hace 11 años3
Tienes razon imaginate a un mozo de cuadra diciendo:no me agrada este olor a orina en mi habitacion        
Murmullo10012Hace 11 años4
@Dagarace
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Tienes razon imaginate a un mozo de cuadra diciendo:no me agrada este olor a orina en mi habitacion
Bueno, es un chaval bastante listo como verás en el cap 3
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Foros > Cine, series y libros > Balada a la Luna Triste. Capítulo 2: Honor

Hay 4 respuestas en Balada a la Luna Triste. Capítulo 2: Honor, del foro de Cine, series y libros. Último comentario hace 11 años.

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