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Por Murmullo10012
Hace 11 años / Respuestas: 2 / Lecturas: 226

Balada a la Luna Triste. Capítulo 5: Caballero

@Murmullo
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Bueno, llegamos hasta el capítulo más largo de todos. Ya casi estamos al final de la 1ª Épica, haber si les gusta. Espero que lo disfruten como es debido y saboreen cada palabra. Gracias, y espero sus comentarios
[url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/13785991/0/balada-a-la-luna-triste-capitulo-1-ellos/]Capítulo 1: Ellos[/url] [url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/13808219/0/balada-a-la-luna-triste-capitulo-2-honor/]Capítulo 2: Honor[/url] [url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/13832745/0/balada-a-la-luna-triste-capitulo-3-leyenda/]Capítulo 3: Leyenda[/url] [url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/13858961/0/balada-a-la-luna-triste-capitulo-4-trece/]Capítulo 4: Trece[/url] Capitulo 5: Caballero Convertirse en un [b]Caballero[/b]. Ser Barringan había ya olvidado por que se había convertido en uno, aunque en el fondo de sus pensamientos, sospechaba que más bien lo hizo ante una obligación impuesta por su padre más que por deseo propio. De pequeño jugaba a las espadas con el Rey, al que por aquel entonces le llamaban Adriel. El nunca estuvo predestinado a ser el soberano del reino, fue más bien obra de la mano que se llama suerte. Por esas épocas, Adriel era un jovencito parlanchín que se jactaba a beber leche con miel y de reírse de todos los nobles, aún siendo él uno de ellos. Era el hijo de “Lord Menys”, Guardián de “Muralla Marfil”, solemne Señor de la Piedra y hermano del Rey Alexander II. Era el caballero más poderoso del reino. Bravo y Valiente, consiguió la increíble proeza de haber cruzado el continente dos veces seguidas. Se esperaba que su hijo siguiera sus pasos, pero el joven Adriel ya desde pequeño se empezó a interesar más por la política que por las espadas. Al ser único hijo varón, su padre intentó por todos los medios que cambiara de parecer, y casi lo consigue, hasta que sucedió el trágico accidente. Michell, hijo del Rey Alexander II, murió en una cacería con su padre, y este, a causa de su perdida se puso terriblemente enfermo. Michel era hijo único de su padre, por lo que este no tenía a nadie a quien legarle el reino. Intentó legárselo a su hermano, pero este, al ser un caballero trotamundos, se negó. Entonces la responsabilidad recayó en los hombros del joven Adriel. Su padre al principio se negó “¿Quién cuidará Muralla Marfil cuando yo muera?”-decía, usándolo como pretexto para que su hijo no se hiciera Rey. Pero nada sirvió, y cuando el Rey Alexander II murió, Adriel fue enviado a la Capital para su coronación. Recordaba las ultimas palabras que este le dijo antes de convertirse en Rey: -Este mundo se pudre. Las manzanas ya no saben bien, los animales mueren antes de que nosotros les cacemos y los bosques se pudren lentamente. La muerte se asoma en cada esquina. Si dejamos que un muerto tome el control del Reino, todo el mundo sucumbirá. Para contrarrestar a la muerte , la única opción de vencer es la vida. Mi vida - Pasaron muchos años hasta que Ser Barringan y Adriel volvieran a cruzar sus caminos. En la ceremonia de Ser Barringan para convertirse en Guardia Real. Desde entonces, este había sido la mano derecha del Rey. Pero desde que llegó del Norte, no habían tenido una charla amistosa, por eso le sorprendió gratamente que Adriel le hiciera ir a sus aposentos privados. Se presentó ante la puerta, y esta se abrió, dejando ver la estancia privada del Rey. Era una amplia habitación, abarrotada de extraños artilugios, papeles de cuentas y enormes libros forrados en pieles de terneros, a los que mataban poco después de nacer para hacer con ellos las preciosas tapas de los libros. El Rey estaba sentado en una silla de madera, con patas que imitaban a las de un León y almohadas rojas, bordadas en seda dorada y llenas de pequeñas estrellas de dicho color. Estaba leyendo un enorme libro de solapa roja, amarillenta por la grasa de los centenares de dedos que habían pasado por ella. Al lado del Rey, había una mesita de una sola pata, de madera de Roble, con un astrolabio apoyado en ella, y al lado, otra silla igual que en la que el Rey estaba sentado, pero más pequeña. La paredes de la estancia estaba llena de estanterías repletas de libros y antiguos cuadros. Al fondo había una amplia ventana por donde entraba abundante luz, y delante de esta, un escritorio. Una mesa de madera echa con los Pinos que crecían en el Bosque Real. Estaba repleta de hojas y con una pluma tirada encima de estas, chorreando la tinta que aún le quedaba, y el tintero al lado. Al verlo, el Rey sonrío: - ¡Barringan, viejo amigo! –detestaba que le llamara “viejo amigo”, y el Rey lo sabía, pero aún así se lo decía- Su Majestad –dijo haciendo una reverencia mientras las puertas tras suya se cerraban. - Ahórrate las formalidades –dijo entre risas el Rey, mientras ambos se fundían en un fuerte pero sincero abrazo. - -¿Para que me habéis llamado, “Mi Señoría”? –dijo Ser Barringan en tono burlón. - Hay, amigo mío, debo contarte algo –dijo, con cara de amargura, indicándole que se sentase en la silla pequeña al lado suya- ¿De que se trata? –inquirió el caballero. - De mi hermana –contestó el Rey con cierta amargura. Ser Barringan se esperaba lo peor- Va a tener un hijo –el Caballero soltó una risa contenida- ¿Y puedo saber que tiene eso de malo? –le dijo al Rey. - Bueno, tu sabes que la relación con mi hermana nunca ha sido del todo…buena –lo sabía. Adriel al convertirse en Rey abandonó a su familia en Muralla Marfil, en vez de llevarlos a la Capital. Los abandonó en medio de la nada, y cuando su padre estaba enfermo, el nunca apareció. Por suerte, Lord Menys era un hombre fuerte, y sobrevivió, pero perdió la visión a causa de la enfermedad que tenía. Había una Ley que establecía que si algún Señor de la Piedra se quedaba incapacitado de alguno de los 5 sentidos, se le debería retirar el título. Era una Ley estúpida, el mismo Adriel podría haberla borrado sin mayor problema, pero no lo hizo y le quitó el titulo de Señor de la Piedra a su padre, el cual quedó destrozado. Su hermana le odió por eso. Se hizo con el control de “Muralla Marfil” y nunca se casó, pero si tuvo varios amantes para algún día mantener su dinastía y que a la vez, el apellido de su familia siguiera vigente. - ¿Y que? ¿Prohibirás que tu hijo y tu nieto jueguen juntos? –dijo Ser Barringan sin entender la situación –No, no es eso –dijo el Rey- Verás, hay algo que debo contarte. Según la ley de legado que impuso mi tío Alexander II, el que debía sucederle, debía de ser un miembro de la familia de mi padre. Como mi hermana no podía al ser mujer, recayó sobre mi. – - Eso ya lo se –le dijo Ser Barringan- - Ya, pero aún hay más. –eso cogió por sorpresa a Ser Barringan, que se dispuso a escuchar- Verás, esa Ley también se aplica a mi sucesor –añadió- - ¿Qué quieres decir? –Ser Barringan se levantó de golpe, alarmado. - Que mi hijo no tiene por que ser mi sucesor, mi sobrino podrá reclamar el derecho al Trono si lo desea. Y su madre se asegurará que lo haga – - -Se avecina…¿una guerra? –dijo Ser Barringan, incrédulo- - Rezo a la Dama Luna por que no. Pero entre el terrible rencor que me guarda mi hermana y lo luchadora que es… -era cierto. De pequeños, Catheryn, la hermana de Adriel, jugaba con ellos a las espadas. Era tan buena en el manejo de esta que podía vencer a Adriel y a él juntos, en justo combate. Ser Barringan estuvo mucho tiempo enamorado de ella en secreto. Era 8 años mas joven que ellos dos. Fuerte, lista y bella por igual. Con su larga cabellera rubia y sus ojos azules, conquistaba los corazones de los hombres, y con su espada los ensartaba. Adriel y ella eran opuestos hasta en la apariencia. Mientras que el había salido a su madre, con una densa cabellera marrón y los ojos negros como el carbón, ella había salido en semejanza a su padre. Ambos tenían el pelo liso y rubio y los dos ojos de diferente color. Mientras que su padre tenía el ojo derecho de un azul oscuro como la noche, ella tenía de ese color el ojo izquierdo, y mientras que su padre tenía el ojo izquierdo de un azul puro como el cielo con el Sol, ella tenía ese mismo color en el ojo derecho. - Es probable que vuestro padre apoye a vuestra hermana – sentenció Ser Barringan. Aquello le dolió al Rey, que hizo una mueca. Pero él sabía que sería lo más probable. - Bueno, aún falta mucho para que el momento de la guerra llegue. El niño todavía ni ha nacido, ahora mismo es el menor de mis problemas. - ¿A que otros problemas te refieres? –pregunto Ser Barringan intrigado. - Al maldito mozo de cuadras –contesto el Rey. Eso ya era el colmo, ¿por qué tendría el Rey tanto capricho por que Jollen muriera?- No se por qué. Entiendo que estés enfadado por la falta de respeto que te hizo, pero date cuenta de que has enviado a una autentica legión tras él solo para darle caza.¿ No ves lo que estas haciendo? -¡No me infravalores! –le espetó el Rey, estaba rojo de furia – En primer lugar, el batallón es para ir al Norte a buscar a Ser Tyrell y a Ser Audie. Encontrar y matar al chico es solo una misión secundaria. - Adriel, mírame –dijo Ser Barringan, con cara serie. El Rey le miro con cara de pocos amigos- ¿Una misión de búsqueda con nada mas que 38 hombres? No creas que soy estúpido –el Rey se serenó y le miro con cara entrañable. Luego dirigió la vista a la ventana y comenzó a hablar- -Barringan, viejo amigo, ¿sabes cual es el nombre de la Capital? – Aquello cogió desprevenido a Ser Barringan. A decir verdad, nunca se lo habían dicho. Su silencio fue respuesta suficiente para Adriel. -Tranquilo, no te la sabes ni tú, ni nadie. El Rey Agnaroon, más conocido como “Aknar, Cabeza de León” nunca le quiso poner un nombre. Solía decir que una Capital no era nada, solo un símbolo. No se le podía tratar como a un ser vivo. En cambio, la Familia Real si era un ser vivo, tenía nombre, y por lo tanto honor –Ser Barringan no sabía adonde quería ir a parar Adriel- Mi honor se está desmoronando –prosiguió el Rey- Esos malditos Señores de la Piedra se mofan de mi, se ríen en mi cara. Y les da igual. Si ellos quisieran, podrían plantarme cara en una batalla, y ganarme en un combate justo. El muchacho…no es mas que un símbolo –aquello sorprendió al Caballero, ya sabía a donde quería llegar su amigo. -Ambos sabemos que ese crío es un bastardo de algún Señor de la Piedra, por lo que la carta nos dijo. Si matamos al chico, le estaremos mostrando a los Señores de la Piedra que vamos enserio, y que ellos no son ninguna amenaza para nosotros. - ¿Te estas oyendo?¡Párate a pensar!¿Y si no ocurre eso?¿Y si al matarlo hacemos enfurecer a los Señores de la Piedra?¿Piensas llevar al Reino a una guerra solo por tu estúpido honor? –Ser Barringan se había vuelto a levantar, tan bruscamente que la silla en la que estaba sentado se cayó hacia atrás, provocando un ruido infernal. - ¡Lo haré por el bien del Reino! –gritaba el Rey- ¡Maldita sea, trátame con más respeto, soy tu Rey! - ¡Pues intenta aparentarlo! –gritó Ser Barringan y salió estrepitosamente de la habitación, con el paso aligerado, y cerrando bruscamente la puerta detrás de sí. Los soldados que estaban montando guardia en la puerta de la estancia, le miraban desconfiados y alertados por los ruidos que habían ocurrido dentro de la sala. La barba le hacía respirar con dificultas, se la quería cortar. Miro hacia el Sol que ya despuntaba en el horizonte, y rezó a la Dama Luna Poniente, rezó por que Jollen llegara sano y a salvo hasta Fortaleza Cumbre. Convertirse en [b]Caballero[/b]. Jollen recordaba perfectamente cuando quiso ser uno. Estaba muerto de hambre en una acera, a punto de morir. Miraba a la Luna, rezando por que le acogiera entre sus brazos. Justo cuando ya se iba a sumir en el Sueño Eterno, una figura se paró enfrente suya. Era un caballero de brillante armadura dorada. En su Yelmo, llevaba escrito “Morir sin valentía es como vivir muerto”. Se quitó su Yelmo, dejando al descubierto su cara. Llevaba el pelo castaño y ondulado, el cual le llegaba a la altura de los hombros. Tenía unos ojos audaces y llenos de vitalidad, de un color verde, un verde oscuro, pero que brillaba con luz propia. Sin dirigirle la palabra siquiera, se agachó, hasta que sus cabezas estuvieron a la misma altura, y le extendió un trozo de pan. Sonriendo, se levantó y se dio la vuelta, mostrando una capa roja, con el emblema de los “Cazadores de Puente Nube”. El emblema era una Águila dorada, desafiante y con las alas abiertas de par en par. Aquella visión le trasmitió la valentía para seguir viviendo durante unos días más, hasta que le llegó la invitación para ser Mozo de Cuadras en el Palacio de la Capital, hacía ya 5 años. -Ey, Jollen, deja de pensar anda, si la cabeza la tienes llena de paja, de poco te va a servir – Jonne le sacó de sus pensamientos. Llevaban juntos menos de dos días de Luna y ya era como si fueran amigos de toda la vida. Jonne era el jefe del grupo. Muy arrogante, siempre se estaba alabando y contando proezas que había echo, que según Peeter, eran todas mentiras. Este ultimo era muy sereno y calmado. La vida parecía haber podido con él y con sus canosos y largos cabellos. Se lo tomaba todo con calma, por que según el, a su edad, y siendo “Caballero de Fortaleza Cumbre”, se iba a morir en cualquier momento, ya fuera de un ataque al corazón o devorado por un Oso Carámbano, y como ya había hecho todo lo que quería hacer en la vida, simplemente se dejaba llevar a donde le guiara el destino, sin prisas. Aunque era el más sabio del grupo, y sus brillantes ojos detrás de sus gafas daban muestra de ello. Luego estaba el bonachón de Gúron, que siempre y cuando no estuviera comiendo algo que encontraba, tenía tiempo para contarle viejas historias del Norte que le había contado el Maestre de Fortaleza Cumbre. Los gemelos Ned y Ted son los que le daban vida al grupo, Ted era hiperactivo como el que más, mientras que Ned era el más maduro de los dos, y esto provocaba que se pelearan a menudo. Una vez, Peeter le había comentado que antes, Ned era igual que su hermano, pero desde que recibió la herida que le había hecho esa enorme cicatriz en la cara, había madurado y se había vuelto más cauto y sereno. Les llevo unas 11 horas llegar hasta la falda de la montaña, en cuya cima se hallaba la Fortaleza Cumbre. Habían partido de la granja abandonada cuando la Luna aún seguía en el cielo, y habían llegado cuando el Sol ya estaba casi en la cima de este. - Ahora viene la parte más difícil, menos mal que los constructores de la Fortaleza diseñaron también un camino hacia ella, que si no, tener que subir y bajar cada vez esta ladera –comentaba Jonne mientras resoplaba. Jollen jamás había visto algo tan grande en su vida, aunque estirara el cuello, no podía alcanzar a ver la cima. Era una empinada montaña rocosa. En la falda de esta, las margaritas, ajenas a la cima, crecían alegremente. Después el terreno se volvía más escarpado y empinado, y ninguna flor crecía en él. Jollen alcanzaba a ver que en lo más alto se acumulaba la nieve. Una vez le habían contado que la nieve era la aparición más pura del agua en la tierra, ya que bajaba directamente desde el cielo, desde los dominios de la Luna, y a menudo se pensaba que había sido tocada por esta. Se usaba para quitar maldiciones y demás cosas. Por el lado derecho de la montaña empezaba un camino de piedra rugosa, estaban pegadas a las otras sin cemento, sino por la fuerza que ejercían unas a otras. El camino bordeaba la montaña entera ascendiendo. -Nos llevará poco más de medio día de Sol llegar hasta arriba, esperemos que los Osos Carámbanos no estén con ganas de comer, pero de todas maneras, para cuando la Luna ya este en lo alto, estaremos tan cerca de la Fortaleza Cumbre que no nos atacarán. Son animales salvajes, pero también muy listos, no se meterán en problemas solo por 6 harapientos platos de carne –dijo con una sonrisa. Jollen quería pensar que sería así, pero igualmente pensaba que un “Verdugo” no le atacaría si estaba en el Camino real, y aún así uno le atacó a él. “El mundo se está volviendo loco”, le dijo una vez Willy, el sabio y regordete cocinero del Palacio Real. Y parecía que tenía razón, se comentaba que en las Tierras Salvajes del continente todas las bestias estaban atacando y aniquilando poblados enteros sin motivo alguno. Emprendieron la marcha cuesta arriba. Iban a paso acelerado para que la noche no les cayera encima. - Y a todas estas, ¿Para que quieres ir tu a Fortaleza Cumbre? –le preguntó Gúron. Los otros le miraban con cierta curiosidad. - Voy a buscar a cierta persona –dijo Jollen sin rodeas, pero ante las miradas insistentes de sus compañeros por algún detalle más, dijo- Voy a buscar a Tyron. - ¿Tyron, el demonio? –dijo Peeter con cara perpleja- ¿Aquel que lleva el 13 en su cabeza? - Es verdad, yo he oído hablar de el, se dice que no tiene ni que acercarse a sus enemigos, quienes le han visto dice que el desenvaina la espada a casi dos metros del enemigo y este se corta por la mitad como por arte de magia. Eso es brujería, seguro. - es probable que use una espada encantada –apuntó Ted. Jollen se encontraba confuso. ¿Acaso Tyron pertenecía a la misma fortaleza que ellos?¿Por que hablaban como si no le hubieran visto en la vida?. No necesitó formular la pregunta, Ned le dio la respuesta: - Pero, ¿Qué hace él en Fortaleza Cumbre? - ¿Cómo?,¿No es caballero de Fortaleza Cumbre? –dijo Jollen, consternado. Jonne le miro, incrédulo: - Pues claro que no Jollen, el pertenece a la “Guardia de Punta Lanza”, no a nosotros. Además –añadió- no nos llames caballeros a los que servimos en Fortaleza Cumbre, llámanos Soldados, somos los “Soldados de Fortaleza Cumbre”. Nosotros somos de la fracción “Soldados Exploradores”, una de las tres fracciones que hay en la Fortaleza. - -Caballeros, soldados…que más dará –espetó Jollen. Jonne se le quedó mirando, con cara de pocos amigos: - Oye, no se de donde habrás salido, pero aquí, en el mundo real, los títulos son muy importantes. Los pertenecientes a cada Fortaleza, Castillo o Palacio se sienten muy orgullosos de llevar su emblema y armaduras característicos, al igual que sus títulos. No nos puedes llamar “Caballeros de la Fortaleza Cumbre” al igual que no puedes llamar a la Guardia Real “Guerreros del Rey”, seguramente te decapitarían por blasfemia, ¿no crees? “O algo peor”, pensó Jollen. El Reino estaba compuesto por fracciones, así los “Soldados de Fortaleza Cumbre” llevaban armaduras grises y pieles de lobo u oso, los “Caballeros de la Guardia Real” llevaban armaduras negras y plateadas con capas plateadas también. Cada uno llevaba su uniforme, y eso le distinguía de los demás. Se pregunto de donde parecería el, con su camisa de Lino y un abrigo de piel de oso normal, que le habían prestado para que no pasase frío… Cuando estaban a mediados del camino, este giraba y en vez de rodear la montaña, se “metía” a través de esta. Iban felices, cantando canciones sobre antiguas batallas y mirando al cielo. Aún era de día cuando llegaron a la zona nevada, allí, el camino dejaba de estar marcado y las escaleras de rocas se acababan. - Je, ya estamos cerca, y ni siquiera es de noche –comentó Jonne sonriendo. De pronto, los hechos se precipitaron. 4 sombras enormes se abalanzaron sobre ellos. De un placaje, los tiraron hacia atrás. Como los otros 5 llevaban armaduras, esta les protegió del impacto, y no tardaron mucho en reponerse y levantarse. Pero a Jollen solo le protegía una camisa de lino y un abrigo de oso. Se quedó tumbado sobre la nieve al borde del barranco de la empinada montaña, que caía hacia el infinito, con sus ojos vacíos, mirando pero no viendo. Le costaba respirar. Todo se volvió lento, escuchaba ruidos a su alrededor. Se fijo en una escena, ajena a todo lo que estaba pasando. Parecía una visión divina. Al borde el abismo, aguantada solo por un pequeño pedrusco, había una rosa, tan roja que dañaba la vista. Los copos de nieve caían en sus hojas y espinas, y se deshacían lentamente, en formas de gotas. Estaba sola, ante la muerte. El pedrusco se caería en cualquier momento, pero ella seguía ahí, sin miedo, fuerte y bella. Esa visión le dio fuerzas y se levantó, no sin esfuerzo. Preferiría haberse quedado donde estaba, ajeno a todo. Los 5 soldados exploradores estaban luchando contra 4 bestias. Eran Osos enormes, estaban cerca de los 3 metros de largo y 2 metros de ancho, y eso sin erguirse, con lo que podían alcanzar sin problema los 4 metros. Tenían el pelo blanquecino y con tonos grisáceos, y puntiagudos como agujas. Tenían los bigotes de las mejillas negros y largos, y el pelo de las mejillas hacia afuera, que le recorrían toda la barbilla también, haciendo que parecieran mas Linces que Osos. Una mancha en forma de raya negra surcaba todo su cuerpo. Empezaba el hocico y seguía por la frente, atravesándola y a través del lomo hasta llegar a su pequeña cola en forma de bola, que estaba totalmente negra. Tenían dos grandes cuernos que les crecían antes de las orejas, en la densa frente, y se estiraban hacia atrás como carámbanos de hielo, de un color blanco acuoso, casi trasparente. Sus dientes estaban terriblemente blancos y afilados y se podían vislumbrar sus pequeños ojos en comparación con lo demás en medio del denso pelaje. Eran de un azul celeste, pero aún así su furia se veía a través de ellos. Tenían unas garras tan blancas que se mimetizaban con la nieve, y tan afiladas que podían cortar el tronco de un árbol de un zarpazo, por no hablar de un cuerpo humano. Aquellos eran los Osos Carámbanos. Peeter disparó con su ballesta a uno, impactándole en el brazo. Este empezó a gritar de dolor y furia. Parecía el rugido de un León. De pronto, se le vinieron unas imágenes a la cabeza, de un campo de flores rojas, con Leones Alados plateados tendidos sobre el suelo, al lado de esqueletos de Oro. Se sacudió la cabeza. ¿Qué le pasaba? No tenía tiempo para pensar en eso. Sacó sin vacilar a “Rossa Florette” de su funda. Aunque no supiera usarla, algo debía hacer. Jonne se le quedó mirando perplejo: - Tu…¿De donde has sacado esa espada? Es…¿Rosa Florette?. La había reconocido, pero no podía dar explicaciones ahora. Uno de los osos estaba luchando contra Gúron, pese a la fuerza de este, es como si el Oso jugara con un niño, parando cada golpe de su hacha. No lo dudó ni un momento, era su única oportunidad, no le estaba viendo. Sin pensarlo, lanzo un mandoble. El golpe rebotó, el Oso Carámbano ni lo había sentido, ¿Por qué? - ¡Idiota, es una Espada Florete, solo tiene la punta afilada de verdad! –le grito Jonne Se fijo, era cierto. ¿Cómo podría Ser Tyrell luchar con eso? Sin pensarlo, lanzó una potente estocada contra la pata izquierda trasera del Oso. Esta vez si que lo sintió, ya que soltó un gruñido ensordecedor y se viró para atacarle. Sus ojos estaban frente a frente y Jollen notaba su aliento apestoso y caliente en la cara. Pero Gúron no desperdició esa oportunidad. De un hachazo le cortó las piernas traseras. El Oso gritaba de dolor. Para no hacer sufrir más a la pobre bestia, Gúron dió un hachazo vertical descendiente, el cual se enterró en la cabeza del animal, matándolo al instante. Los otros 3 se percataron de la muerte de su compañeros, pero en vez de huir, se enfurecieron todavía más y se pusieron a dos patas, dejando ver su panza negrusca y también como los pelos de la mejilla y la barbilla le seguían a través de los hombros. Atacaron con más fiereza. Jonne no podía aguantar mucho más. Gúron corrió a ayudar a Peeter, que lo pasaba mal, mientras que Ned y Ted intentaban confundir al animal dando vueltas a su alrededor en sentido contrario cada uno y de vez en cuando disparándole flechas. No podrían aguantar mucho más. La situación se volvió a peor cuando Jonne cayó hacia atrás, derrotado y con una herida muy fea en el pecho. Ted y Ned se habían caído y Peeter estaba exhausto, el único que se mantenía en pié era Gúron, pero ni el podría aguantar mucho más contra las 3 béstias. De repente el oso que había derribado a Jonne se fijo en el, y corrió para atacarle. Se puso en guardia, pero de manera mala y patosa. El Oso saltó hacia él. En el aire alzó la garra. Jollen no estaba preparado para defenderse de ese ataque. Le iba a matar. Cerró los ojos. Se oyeron unos pasos rápidos y sintió como alguien saltaba al lado de él. Abrió los ojos y vio como de repente, una hoja invisible cortaba la mano del Oso. Este empezó a rugir de dolor. La sombra miró al Oso, y de una rápida estocada le atravesó la cabeza de oreja a oreja. Miró a Jollen, tenía unos penetrantes ojos ámbar. - Vengo a cazar porque me aburría y me encuentro con esto…maldita Luna, se nota que me odias –dijo con un resoplido. Se giró y Jollen vio como tenía un Trece rapado en la parte izquierda de la cabeza. El Oso que había derribado a Ned y a Ted se dirigía hacia el. Se puso en guardia de manera elegante, dejando ver su arma. Un espadón de casi 2 metros de largo. ¿Cómo podía luchas con tanta rapidez con semejante monstruosidad? El Oso se abalanzó sobre él, y este, con un rápido giro de muñecas realizó y mandoble invisible de lo rápido que lo hizo. En unos instantes, el Oso tenía los dos brazos cortados. - Mierda, fallé –dijo el Caballero. Llevaba una armadura negra y de bordes rojos sangre, con pieles de lobo en los repliegues del cuello de la armadura, para protegerle del frío. De una estocada mató a la bestia. Pero el otro que faltaba intento darle un zarpazo. El se alejo acrobáticamente, dejando su espada clavado en el cadáver del Oso muerto. El otro Oso se estaba interponiendo entre su arma y él. Flexionó lar rodillas y empezó a correr hacia el Oso vivo. Este le iba a hacer un placaje, pero el caballero saltó por encima de su cabeza , corrió a través de su cuerpo y aterrizó junto a su arma. La bestia estaba confusa, pero cuando se fue a girar, ya era demasiado tarde. El caballero realizó otro mandoble y la cabeza del Oso Carámbano cayó rodando a su lado. Jollen observó la escena. El caballero negro envainó la espada. Todo estaba lleno de sangre, la cual la nieve absorbía, tomando su color rojizo alrededor de él. Jollen lo supo al instante, [b]Tyron, El Demonio[/b] había aparecido. Fin del capítulo 5
EDITADO EL 29-06-2012 / 18:06 (EDITADO 6 VECES)
Dagarace74Hace 11 años1
Que buena pinta tiene la historia me voi a leer el sexto despues de desayunar  
1 VOTO
Murmullo10012Hace 11 años2
@Dagarace
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Que buena pinta tiene la historia me voi a leer el sexto despues de desayunar
Ok, muchas gracias, mañana sin falta empezaré con la 2ª Epica
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Foros > Cine, series y libros > Balada a la Luna Triste. Capítulo 5: Caballero

Hay 2 respuestas en Balada a la Luna Triste. Capítulo 5: Caballero, del foro de Cine, series y libros. Último comentario hace 11 años.

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