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Por Shadowj500020546
Hace 6 años / Respuestas: 5 / Lecturas: 431

Una pequeña historia que escribí : "La estatua"

Buenas a todos los que se dignaron al darle click al titulo del post para ver de que se trataba. Hace cosa de dos semanas me decidí por pulir mis habilidades de escritura para ver si no daban mucho asco, por lo que simplemente me puse a escribir una historia sin contexto alguno por que puedo y nadie me lo niega, ya que vivo en un país libre.
La cosa es que amontonaba cualquier cosa que se me ocurrió plasmar en este relato que de seguro es un insulto a la inteligencia y por lo visto me quedo medio coherente así que se los voy a compartir con ustedes como una especie de experimento, a ver si no se mueren de paso.

A esta historia la titule [b]"La estatua"[/b]

[i]Entraron en aquella cueva, esos cinco mercenarios armados hasta los dientes contratados por los tres magos que vestían con caras túnicas que iban por detrás de ellos. Todos y cada uno de aquellos fieros guerreros se veían amenazantes, estaba completamente claro que eran capaces de matar a cualquier bestia con solo la mirada. No por nada los hechiceros que iban en la retaguardia les pagaron muy bien para que les acompañaran en esta intrépida travesía en lo más profundo de la caverna inundada de oscuridad.

 Todo el grupo tenia una apariencia imponente, la cual avisaba a todos de que no debían de meterse con ellos… de lo contrario no saldrían con vida.

Los mercenarios cargaban con pesadas y formidables armas de hierro, sus rostros estaban curtidos por fieras y notables heridas que les atravesaban toda la cara, aquellos músculos con los que fácilmente destrozarían incluso a las bestias más salvajes de Urkum, y esas armaduras con varias abolladuras y perforaciones las cuales mostraban indicios de crueles batallas. Estos guerreros debían de ser tomados completamente enserio cuando mirasen a alguien con mala cara. Incluso los magos tampoco se quedaban atrás, pues aunque no tuviesen rasgos de haber atravesado incontables peleas como los mercenarios que los acompañaban, tan solo había que echarles un pequeño vistazo para ver todo el poder que emanaban de sus figuras. Aquella arrogancia que potaban era símbolo de un poderío extremo, nada en este mundo estaba fuera del alcance de estos hechiceros.

Pero sin embargo, había alguien que no encajaba en este peligroso grupo, alguien que simplemente desentonaba por completo. Tal persona era un joven de no mas de veinte años, un flacucho que se hacia llamar Erik. Tenía un rasgo que lo diferenciaba de todos los demás, y eso era su piel pintada de un color gris oscuro, pero más allá de esa curiosa y extraña característica el muchacho no destacaba en absolutamente nada más. No parecía ser fuerte ni tampoco ser alguien inteligente y mucho menos valiente, con tan solo ver a los magos y a los mercenarios este chico se orinaba en los pantalones. Los demás simplemente lo dejaron unírseles para utilizarlo como mula de cargas y como carnada si la situación lo ameritaba, además de que no cobraba más allá de unas simples cinco tajaderas. Era alguien que simplemente sobraba.

Esta cueva poseía dimensiones un poco extrañas, incluso para los magos que estaban acostumbrados a toda clase de cosas de naturaleza singular. La caverna estaba situada en una montaña hueca de no más de doscientos metros, pero en el interior el techo estaba a unos quinientos metros de sus cabezas y para rematar las paredes estaban separadas por al menos un kilómetro, cosa totalmente insólita. Esto desconcertaba totalmente a los hechiceros quienes no podían dar explicación alguna, inclusive los mercenarios quedaron totalmente estupefactos ante esto. Por su parte el enclenque chico de piel gris quedo maravillado abriendo la boca hasta el suelo de lo impresionado que quedo.

En el interior se extendía una ciudadela laberíntica con un gran edificio alto en el centro, calles perfectamente empedradas y grandes y gigantescas murallas en los interiores de esta ciudad que separaban las calles. Al avanzar pronto notaron que no todo era tan oscuro como se lo imaginaban, la inconmensurable cueva era iluminada por grandes setas luminosas distribuidas por todas partes. Todo esto era fascinante, incluso para los mercenarios.

El grupo se adentro hasta las puertas de la alucinante ciudad, al llegar hasta allá vieron con claridad que todo estaba destrozado. Las murallas se caían a pedazos y la piedra que las componían estaban un poco erosionadas, todo esto daba señal de que se trataba de una ciudadela de bastante tiempo, quizás desde antes de que la civilización de los hombres existiese. Los magos en su curiosidad analizaron y examinaron cuidadosamente los ladrillos de las murallas y por el desgaste de estas les dieron aproximadamente unos mil quinientos años de antigüedad, cosa que les maravillo demasiado, se mostraron completamente entusiasmados ante esto. No obstante, los mercenarios y el muchacho no entendían la fascinación de los hechiceros, por lo que en su ignorancia el chico preguntó tímidamente.

-Dis… disculpen ¿Por qué es… es tan bueno que sea una ciudad tan vieja?

Uno de los magos al escuchar esta pregunta por parte del enclenque muchacho se sintió casi ofendido y le lanzo una mirada inquisidora, al mismo tiempo que le contestaba con bastante hastío y poco modales.

-Urrrg. Porque es un gran patrimonio de la historia. Idiota. Solo un ignorante como tu no serie capaz de comprender tal importancia, más te vale que la próxima no abras la boca, se te paga para que lleves nuestras cosas, no para que nos molestes.

El joven no supo que decir, tan solo se disculpo y agacho la cabeza apenado.

Apenas entraron en la ciudad advirtieron algo muy extraño que los dejó desconcertados. Había estatuas por todas partes, en cada esquina e incluso en mitad de las calles, cosa que dejo intrigados a cada uno de los miembros de esta empresa. Tales esculturas retrataban a hombres fornidos con orejas puntiagudas y adornados con decenas de joyas y perforación por todo el cuerpo, estaban esculpidas con un gran detalle nunca antes visto por ninguna obra de arte. Toda esta prolijidad era totalmente insólita para los magos, no había mano alguna que pudiera representar la forma humana de manera tan exacta, les era imposible creer que eran justamente iguales a la figura de un hombre de manera cien por ciento real, e inclusive estas estatuas no se veían afectadas por el paso del tiempo, cosa que dejaba completamente perplejos a todos. Simplemente parecían personas pintadas del color del mármol, pero lo más sorprendente es que no era solamente con una sola escultura en específico, era básicamente con todas con las que se topaban a lo largo del trayecto por la ancestral ciudad.

Pero no todo era color de rosas.

Las estatuas de cierta forma eran atemorizantes, transmitían algo siniestro que incomodaba a los mercenarios. Los guerreros se sentían observados por estas esculturas, los magos simplemente les decían que era simplemente paranoias suyas, pero los mercenarios no estaban seguros de tal cosa. Las estatuas les ponían la piel de gallina, se sentían completamente incómodos con ellas por todas partes.

Siguieron avanzando por horas, pero las laberínticas callas sumadas a las enormes murallas que separaban las calles solo los hacían dar vueltas en círculos, esto los canso. Ya fatigados y cansados de caminar y no ir a ningún sitio, todos tomaron la decisión de que lo mejor era parar por algunas horas para reponer algunas energías, además de que gracias a uno de los magos que llevaba consigo un reloj de cuerda se dieron cuenta de que ya eran altas horas de la mañana.

Como lugar de descanso eligieron una casa de dos pisos un poco pequeña y estrecha, pero que de cierta forma les permitiese el alojamiento para cada uno de ellos. Total, solo seria por esta noche y después se pondrían de marcha nuevamente. Al entrar en este no tan lujoso lugar notaron que estaba casi todo en ruinas, la mayoría de los muebles que estuvieron aquí hace muchísimo tiempo ya no eran más que simples escombros, todas las demás cosas de la edificación se caían completamente a pedazos, básicamente si uno de los mercenarios decidiera darle una patada a una de las paredes esta vieja vivienda toda ella se vendría debajo de lo frágil que era. Las dos únicas cosas que parecieron sobrevivir el paso del tiempo en esta ciudad fueron las enormes murallas que la rodeaban y atravesaban junto con todas las estatuas que había en cada lugar.

El grupo al ver esto decidieron que lo mejor era que nadie se aventurase al piso de arriba por lo peligroso que era, todos tendrían que dormir en la planta de debajo de la casa, y así se hizo. Cada uno de los mercenarios y los magos improvisaron unas modestas colchas con unas cuantas pieles de animales, pero para desgracia no eran muchas, por lo que algunos se tenían que ver obligados a dormir juntos, cosa que no entusiasmo a nadie precisamente. Pero, aun así no podían andar quejándose en estos precisos momentos, tenían que hacerlo les gustase o no.

Por más que todos estuvieran dentro de aquel ancestral y deslucido hogar, algunos mercenarios no se encontraban totalmente cómodos con las estatuas que había por todas partes. Aun sin verlas, aquellas esculturas ponían a más de uno muy nervioso. Varios de los fieros guerreros por alguna extraña razón se veían atemorizados por estas inmóviles imágenes de piedra, ellos no sentían que esas cosas no transmitían nada bueno, incluso hasta uno de ellos aseguro que las estatuas veían sus almas, Los magos se encontraban confusos con esto ¿Cómo era posible que unos valientes y aguerridos combatientes curtidos en cientos de batallas se encontrasen totalmente temerosos ante simples figuras de piedra? Era totalmente insólito. Pero para calmar las cosas, uno de los magos, una joven alta elfo de buen ver, con un largo y lacio pelo rubio se ofreció a hacer guardia fuera de la casa. Todo para intentar calmar aunque sea un poco a los mercenarios que habían contratado.

Al ver esto, los otros dos hechiceros se preguntaron a si mismos porque razón buscaron la ayuda de guerreros tan miedosos como estos ¿Qué acaso no eran fieras que habían sobrevivido sangrientas luchas? Si sabían que iba a pasar esto mejor se hubieran venido solos, pues, ni siquiera el joven enclenque se veía asustado por las estatuas. Pero esto no importo en lo absoluto, simplemente la alto elfo salio fuera de la casa a montar una pequeña guardia por si algo sucedía, aunque nunca sucedería absolutamente nada en una ciudad abandonada.

La joven mujer mientras dejaba pasar el tiempo, con una pluma y una libreta que llevo consigo se sentó al lado de la puerta del casi deshecho hogar y comenzó a describir cada cosa que se habían topado por la laberíntica ciudad en una pequeña bitácora. Describió con exactitud todo lo que había visto, las detalladas estatuas, las enormes murallas, los fosforescentes hongos que iluminaban todo el lugar, los maravillosos edificios junto con su arquitectura milenaria, las antiguas vasijas, los indescifrables jeroglíficos tallados a los pies de los entramados muros. Estos últimos les dedico un apartado para ellos solos, ella se encargo de analizarlos lo mas objetivamente que pudo, hablo de que en tales jeroglíficos se escenificaban la vida diaria de los habitantes de la ciudad y demás cosas. No obstante, lo que más le llamo la atención fue lo que parecía ser el ritual de los muertos, el cual por lo que se podía ver en los pictogramas consistía en un extraño proceso de petrificación con magia.

Es en ese entonces donde ella alza la cabeza sorprendida y anonadada por este hecho, mirando perpleja a todas las estatuas que había por la ciudad. Ella simplemente no lo podía creer. Se levanto, dejo su libreta en el suelo y dio unos pasos hacia delante para seguir observando a todas las esculturas mientras trataba de digerir aquella información. Al final simplemente hecho una pequeña carcajada, le pareció muy hilarante que estuviera caminando todo este tiempo entre cientos y cientos de cadáveres.

De pronto dos manos la sujetan fuertemente de la cintura y unos dientes muerden una de sus puntiagudas orejas de elfo. Ella no presento resistencia alguna.

-¿De que te ríes amor?-Preguntó la persona que la estaba sujetando.

La mujer cruzo su brazo hacia atrás y tomó la cabeza de su amante con suavidad al mismo tiempo que sonreía placidamente y contestaba la interrogante de su amado.

-De las estatuas, me estoy riendo de las estatuas.

-¿Por qué?-Pregunto nuevamente el.

-Porque son cadáveres petrificados-Respondió ella sin pelos en la lengua.

-¿Qué cosa?

Enseguida el soltó a la alto elfo, retrocediendo unos pasos hacia atrás sorprendido por tal hecho. La mujer se volteo y vio el rostro de su querido amor: un orco de piel verde y pequeños colmillos que sobresalían de la parte inferior de su boca. Poco le importaba a ella que los orcos no fuesen considerados como los más atractivos del mundo, le daba completamente igual, pues su amor hacia aquel fiero guerrero superaba tales barreras.

Se acerco lentamente hacia el mercenario y enseguida lo calmo acariciando sus mejillas con ambas manos, para acto seguido posar sus brazos en sus hombros y acercarse lo suficiente a su rostro para darle un amoroso beso en los labios. Después lo miro directo a los ojos con mucha ternura mientras volvía a acariciar sus mejillas con sus suaves manos.

-Tranquilízate-Dijo ella-, son solo muertos, no pueden hacerte nada. Están muertos.

-Eso solo lo hace aun más espeluznante-Confeso el orco intranquilo por este hecho-. Puede que a mis chicos solo les angustie mucho mas eso, puede que sean fieros guerreros, pero son asquerosamente supersticiosos. Si ellos se enteran que estamos interrumpiendo en alguna clase de tumba, que los dioses nos amparen… Saldrán corriendo como gallinas.

La alto elfo carcajeo levemente.


-Y yo que te daba a ti y a tus muchachos por valientes-Dijo-, no sabía que esta clase de cosas les asustara. Me imaginaba que no le temían a nada en la faz de Urkum. Entonces me pregunto para que te contrate junto con ellos.

-Porque me amas-Dio por hecho el orco al mismo tiempo que besaba su amada de forma muy cariñosa y acto seguido continúo hablando- Además, mis hombres creían que si no aceptaba la oferta de tus amigos nos lanzarían maldiciones a mi y a todos ellos. No obstante no me queda claro una cosa.

-Dime que es.

-¿Para que trajiste a ese enclenque con la piel gris? Digo, es alguien muy extraño. ¿No viste la forma en la que se nos acerco en la taberna para solicitar el trabajo? Parecía que contenía el aire en todo momento y no movía sus extremidades para nada, es como si fuera de las estatuas que están por todas partes.

-No cobraba mucho, tan solo no más de veinte tajaderas y también es útil mula de carga. Ahora quiero yo hacerte una pregunta.

-Adelante

-¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar durmiendo con los demás?

-Pues precisamente aprovecho que los demás duermen. Quería jugar al muerto y al vivo contigo.

-¿El muerto y el vivo? ¿Cómo se juega a eso?

-Tu te tiras al suelo y te haces la muerte, mientras que yo me hago el vio-Explico el orco mientras le guiñaba un ojo a su amor.

La alto elfo abrió la boca sorprendida, pero no por ello molesta. No rechazo la idea, al contrario, prosiguió con ella. En aquellos momentos en que ambos se encargaban de jugar nadie del grupo los oyó, todos se encontraban profundamente dormidos.

Horas después del reconfortable descanso el grupo alisto sus cosas y prosiguió explorando las laberínticas calles de la ciudad repletas de estatuas. Mientras avanzaban la elfo hechicero y el orco mercenario iban bien pegados el uno al otro, hablaban entre ellos y a menudo se les escapaban unas cuantas risas. Aunque a algunos esto les parecía molesto, los demás simplemente los ignoraban. Una hora después de que avanzaran sin encontrarse con nada y estar dando vueltas y vueltas por el mismo lugar llego a enojar a más de uno, algunos de los mercenarios se pusieron a insultar a cuanta cosa se les cruzara por la cabeza, mientras que los magos se detuvieron a reflexionar buscando sus errores en la trayectoria que habían tomado explorando este antiguo lugar. Otros por su parte le echaron la culpa al joven de piel gris, aseguraban que les traía muy mala suerte y que por eso estaban perdidos, incluso hasta uno intento agredirlo.
El joven muchacho se disculpo por cualquier problema que ocasiono aunque no tuviera culpa alguna, el solo se limito a apartarse de los demás entristecido por el rechazo. Los demás no le dieron importancia alguna. 

Estuvieron parados unos quince minutos ideando como salir de este apuro cuando un ruido capta la atención de todos. Un silbido. Todos volteaban la cabeza como lechuzas buscando de donde provenía tal ruido totalmente alarmados, pues sonó tan de repente que asusto a más de uno. Se vieron entre ellos comprobando que nadie era quien provocaba tal extraño pitido y enseguida prosiguieron a tratar de encontrar su origen. Alguno de ellos entro en pánico dificultando la busca.

-¡Son fantasmas, son malditos fantasmas!-Aseguraba uno de ellos con todo su cuerpo apoderado por el miedo.

-Cálmate-Le dijo otro de los mercenarios.

El supersticioso guerrero quedo totalmente paralizado, se híper ventilaba agitadamente y sudaba como si se estuviera muriendo de calor. Nada podía calmar a este “fiero” combatiente.

Se volvió a escuchar otro silbido, pero este fue tan fuerte que casi les destroza los tímpanos al grupo entero. Unos cuantos pasos se oían a la lejanía del lugar, se sentían movimientos. Todos y cada uno de los mercenarios se rindió ante el pánico, tenían miedo hasta en la última fibra de sus cuerpos. El orco trato de calmarlos a todos, pero en vano, no atendían a razones, incluso hasta el líder de los mercenarios se sentía completamente nervioso, sin que se diera cuenta también su cuerpo temblaba como el de los demás. Los magos levantaron sus manos listos para neutralizar cualquier amenaza que se les presentara, ellos ni siquiera estaban atemorizados, pues acostumbraban a tratar con esta clase de cosas ocasionalmente. Ellos estaban totalmente confiados y seriamente defraudados por el comportamiento de tan “valientes” combatientes.

Se acercaba, ellos lo presentían, entre en medio de las estatuas. Cada paso que se escuchaba detenía por unos instantes los corazones de los mercenarios algo se presento enfrente de todos ellos, pero al ver de lo que se trataba no sintieron miedo alguno de estar presentes ante tal cosa, al contrario un increíble enojo y cólera los hizo estallar de rabia de forma increíble. El joven piel gris estaba caminando y silbando tranquilamente como si nada sucediese, al ver al grupo no entendió porque todos ellos estaban mirándolo con miradas fulminantes de enfado. Unos dos mercenarios se lanzaron contra el con la intención de asesinarlo en este preciso instante, pero su líder los separo del muchacho, quien había recibido unos buenos golpes. No obstante, el orco cuando lo miro directo a los ojos le dio un buen golpe que lo tumbo al suelo.

Cuando el chico se volvió a parar se escucho con mucha claridad como una ráfaga de viento corría en medio de la inmensurable cueva. Todos creyeron que se trataba nuevamente del muchacho, que estaba nuevamente intentando asustar a los demás, pero lo vieron claramente que no hacia absolutamente nada, tan solo estaba parado enfrente de los demás. Entonces el miedo volvió a invadirlos a todos y cada uno de ellos, sus espaldas se helaron en horrendo escalofrío, esta vez no era ninguna travesura del joven. Se trataba de algo más.

La corriente de viento provenía de una de las innumerables, precisamente de un notable orificio en medio de la frente de tal escultura. Quedaron desconcertados, no tenían ni la más minima idea de lo que estaba sucediendo. Uno de los magos se acerco de forma cautelosa para indagar de qué se trataba, dando cuidadosamente sus pasos estuvo cara a la imagen de piedra, acerco su rostro de forma curiosa al agujero de donde salía el aire, de pronto… la estatua abrió los ojos.

Un largo cuerno salio velozmente de la abertura atravesando el cráneo del mago de forma abrupta y de paso arrancándole la cabeza del cuerpo salpicando sangre por todos lados. La estatua comenzó a moverse y retiro la cabeza de su victima de su cornamenta. En ese preciso instante al grupo entero quedo perplejo ante tal cosa, a cada uno se les helo la sangre por completo, no podían comprender que era lo que estaba pasando delante de sus ojos. Sus corazones latían a la velocidad de galope de un caballo, de pronto uno no pudo contenerse mas y grito inmensamente horrorizado. La escultura miro a todos y cada uno de los miembros de aquel grupo con una mirada fulminante analizándolos de pies a cabezas, enseguida se dio cuenta de que no eran rival alguno para el.

El con una expresión apática en su rostro se acercaba lentamente hacia ellos sin apuro alguno, mientras observaba con mucha claridad como el grupo entero palidecía ante la intimidante figura de la estatua. De un momento a otro se lanzo velozmente contra ellos sin previo aviso, esto tomo por sorpresa a todos quienes desenfundaron sus armas y preparaban sus mas mortíferos hechizos. La atemorizante escultura viviente fue directo contra uno de los magos decidido a matarlo, pero uno de los mercenarios que blandía un escudo lo detuvo en plena marcha frenándolo bruscamente, el guerrero intento atacarlo con una apuñalada de su espada en el abdomen, sin embargo esto resulto en vano. Con inmensa rapidez la estatua salto en el aire y miro directo al hechicero que tenia planeado matar, de pronto su cuerno se estiro de forma inverosímil haciendo que se clavase directamente en el pecho de su victima dejándola gravemente herida.

Ya cuando la estatua toco el suelo, los cinco mercenarios se precipitaron sobre ella, aunque estaban completamente atemorizados, la adrenalina les dio el suficiente valor como para luchar en pos de la supervivencia de todos. Tal cosa fue inútil, a la escultura viviente le basto con solo empujarlos con ambas manos para despachárselos. Cualquiera que osase acercársele era simplemente empujado al suelo con gran fuerza.

Aquel temible adversario era simplemente implacable, no parecía emplear esfuerzo alguno para superar con creses a sus oponentes, no estaba utilizando aunque sea un mínimo de su incalculable fuerza para realizar tales hazañas. Al final uno de los guerreros se canso de que aquella estatua estuviera burlándose de ellos de tal manera, por lo que empuño una ballesta mientras sus demás compañeros batallaban con la inhumana criatura. Justo cuando dos de sus colegas se dispusieron a atacar el apunto a la cabeza del monstruo preparado para dispararle en dirección a la cabeza, no obstante la estatua se dio cuenta de ello. Enseguida aparto a los dos luchadores que cargaban contra ellas con unos simples empujones y enseguida con una rapidez digna de cualquier felino ya se encontraba enfrente del ballestero. Le basto con simplemente apretar levemente ambas manos para reventarle la cabeza por completo. Los restos de materia gris se resbalaron entre sus dedos.

Todos quedaron terriblemente perplejos por tal hecho, no podían creer lo que tenían enfrente suyo. Aquella imagen les hizo perder toda la moral que les quedaba. Se acobardaron por completo ante tal criatura que lucia una fuerza incalculable. La alto elfo incluso se quedo perpleja. Ella trataba de sanar las letales heridas de su compañero caído con magia, pero era inútil, le había atravesado el corazón con el cuerno de la estatua, ya había muerto.

Cuando la estatua volteo la vista a los que quedaban con vida se quedo parada sin moverse exhibiendo su inclemente e imponente figura magistral, esperando a recibir más ataque por parte de los mercenarios, total. No serian capaces de causarles ni el más mínimo rasguño. Es en ese instante en que ellos comprendieron el destino que les aguardaban si seguían luchando contra este invencible enemigo. Decidieron emprender la retirada, pues, no tenían otra opción si querían seguir con vida, no tenían de otra que dejar los cadáveres de sus compañeros ahí tirados. 

Cuando comienzan a escapar la estatua no hace más que mirarlos con esa inamovible expresión de apatía en su rostro, simplemente levanta un poco su cabeza y su cuerno vuelve a estirarse de manera anormal nuevamente y termina por empalar a uno de los guerreros que osó darle la espalda al enfrentamiento que le había ofrecido. Pudo simplemente alcanzar a los demás fugitivos con suma facilidad, pero simplemente decidió tomarlo con mucha calma, comenzó a caminar lentamente dejando que sus adversarios huyeran. El simplemente sabía que no tenían oportunidad alguna de salir con vida de esto.


Los que quedaban del grupo corrieron lo más rápido que sus piernas podían, temiendo por completo que sorpresivamente terminasen empalados por la espalda. No dejaron de correr hasta que sintieran que estuvieran los suficientemente alejados de la estatua que acababa de humillarlos, estuvieron alrededor de unos diez minutos escapando por las calles mientras un inmenso horror les carcomía el estomago a cada uno de ellos. Les inquietaba enormemente el hecho de que hubiera esculturas por todas partes, pues temían que otra de ellas cobrase vida y los masacrara por completo, por lo que al final decidieron que lo mejor era escabullirse en algún sitio en el que pudieran estar seguros. Mientras todavía mantenían la carrera divisaron un templo en el que perfectamente podrían esconderse, entraron inmediatamente en el y trancaron todas las entradas que tuviese el edificio. Una vez terminada la conmoción pudieron asimilar los sucesos.

-¿Qué mierda fue eso? ¿Qué mierda fue eso? Dioses…-Expreso su angustia uno de los mercenarios dejando salir toda su histeria.

-¡Que hijo de la gran puta! Mato a tres de los nuestro con mucha facilidad ¡Hijo de la gran puta! ¡Hijo de puta!-Manifestó otro.

 -¿Dónde esta la mula de carga?-Pregunto uno.

Enseguida todos se quedaron en completo silencio, al no saber contestar tal pregunta tan solo se limitaron a mirarse entre si sin saber como responder.

-De seguro esa cosa lo mato… Ya no hay nada que hacer-Hablo uno sin apenarse.

La hechicera se aparto un poco de los mercenarios y se sentó cerca del altar del templo. Suspiró por la boca y comenzó a mirar al suelo fijamente mientras tragaba saliva constantemente. El orco al ver esto se acerco a ella mientras sus dos compañeros fueron a vigilar cada una de las entradas del templo, mientras caminaba en dirección a su amada el notó que sus manos temblaban y respiraba agitada. Esto lo preocupo inmensamente.

-¿Estas bien?-Pregunto muy preocupado.

Ella solo se limito a alzar la vista y afirmar con la cabeza. No salio ni una palabra de su boca. El orco supuso que estaba muy asustada y nerviosa por lo sucedido, el mismo pensó que ella estaba inmensamente horrorizada con esa cosa que se encontraron, el también lo estaba como al igual que sus compañeros. El debía de calmar el descomunal miedo que poseía aquella maga, así que se acerco a ella, la miro fijamente a los ojos y la abrazo con mucho cariño.

-Te aseguro que no te pasara nade, mientras yo viva nada te sucederá-Afirmó el orco con un susurro intentando calmar a su amada-. No tienes de que preocuparte, saldremos con vida de esto.

La alto elfo se aferro con fuerza a los brazos del jefe de los mercenarios. Sabia muy bien que el orco cumpliría tal promesa a toda costa, lo conocía muy bien. Se sintió extremadamente cómoda y segura al estar pegada junto a el, no cambiaria por nada aquel momento de felicidad, ningún otro momento seria capaz de remplazar este. Ella lo miro directo a los ojos y sonrío con una felicidad inconmensurable, para después apoyar su cabeza en uno de sus hombros.

-Se que cumplirás con tu palabra-Susurro ella tan contenta.

De pronto, un fuerte golpe interrumpió aquel emotivo momento. Todos los presentes reaccionaron alarmados, temieron lo peor. Otro intenso golpe oyó. Inmediatamente e inevitablemente cundió el pánico entre los sobrevivientes, desenvainaron sus armas y tomaron una posición de defensa frente a la puerta blandiendo aquel mortal armamento. El miedo corría por cada una de sus venas, sus corazones latían al ritmo de la velocidad de la luz, sus pieles quedaron empapadas por la transpiración, tragaban saliva cada parpadeo que daban, apretaban los dientes hasta tal punto que parecía que terminarían por quebrarlos y sostenían con mucho vigor aquellas armas que los hacían sentir seguros. Finalmente un tercer golpe se escucho, las puertas cayeron en picada al suelo generando un fuerte sonido que hizo eco por todos lados y ahí es cuando el grupo lo vio, la estatua, parada ahí delante de ellos luciendo su imponente figura que intimidaba con solo su presencia. El miedo que sintieron es imposible de describir con palabras, tan solo los petrifico por un instante provocando un extremo escalofrío. La escultura los observo con su inamovible expresión de apatía, después prosiguió a lanzarse velozmente contra ellos, quienes ni siquiera fueron capaces de percatarse de tan inconmensurable velocidad. Con una fuerza inclemente despecho a dos de los mercenarios reventándoles la cabeza con unos simples manotazos, dejando a la hechicera y al jefe de los mercenarios como los dos únicos con vida.

-¡Atrás de mi!-Ordeno el guerrero a la elfo al ser testigo de la muerte de sus únicos compañeros restantes.

Ella obedeció con el corazón a punto de ser despedido de su pecho. El orco sabia que no era rival para aquel monstruo que tenía enfrente, pero aún así no estaba dispuesto a irse presentar pelea. Seria capaz incluso de plantarle cara a las mismísimas criaturas mas fieras de Urkum si su amada se encontraba en peligro, no dejaría ni que los dioses le tocaran un pelo. Se enfrentaría valientemente a la escultura con tal de defender a su ser querido, daría batalla sin importar como. Se preparaba a lanzarse con fiereza, pero noto algo que lo perturbo mucho mas de lo que estaba en esos momentos. La estatua solo se limitaba a observarlo estando completamente estática sin realizar acción alguna. Esto hizo dudar al orco por unos segundos, pero aun así supo que esto era una oportunidad, por más de que se tratase de una trampa, se dispuso a atacar cuando un gran dolor se presento en su espalda. Una daga atravesando su carne.

El fiero guerrero cayó de rodillas al suelo, sorprendido por aquella apuñalada. Sin saber de que se trataba, miro hacia atrás y vio el rostro de la hechicera con una expresión igual de apática que el de la estatua. El orco no supo que pensar de esto, tan solo se quedo completamente estupefacto de la acción que tomo su amada. Ella acerco sus labios a los suyo y se despidió con un beso, después la estatua prosiguió a quebrarle el cuello matándolo inmediatamente.

-Ojala descanses en paz amado mío-Dijo ella muy arrepentida.

Miro directo a los ojos de la estatua y sus labios se deformaron en una sonrisa siniestra, la escultura se arrodillo mostrando súbito respeto ante ella, ante su ama y señora, ante la mujer que lo devolvió a la vida. La hechicera le dio la orden de levantarse y la criatura obedeció sin queja alguna, cumpliendo tal orden con mucho placer. Ella miro alrededor suyo, tan solo vio a los cadáveres sin cabeza de los que solían ser sus acompañantes, al verlos tendidos sobre el suelo sin vida no sintió remordimiento alguno por ellos, al contrario, pensó que les hizo un favor proporcionándoles una muerte rápida e indolora.

-Muy bien, ahora me llevaras donde esta el disco de obsidiana-Le ordeno a su sirviente.

La estatua la guió fuera del templo a través de las calles hasta donde estaba la gran torre en medio de la milenaria ciudad. No tardaron mas de veinte minutos en llegar atravesando por las laberínticas calles repletas de esculturas, una vez llegaron hasta su destino entraron por la gigantesca entrada principal del edificio, subieron mas de quince pisos y se encontraron con lo que ella buscaba. La sala en donde se guardaban los tesoros, justo en la punta de la estructura, blindada con grandes portones de metal para evitar que cualquier intruso se colase y robara todo el contenido de la habitación. Aquella criatura se molesto en tirarla con su inconmensurable fuerza física sin que su ama se lo ordenase, esto le agrado muchísimo a ella.

La hechicera entro en la sala mientras su sirviente se quedo de guardia en la puerta. Aquella habitación estaba repleta de monedas de oro por todas partes, joyas valiosísimas que comprarían a un imperio entero, complejas obras de artesanía de valiosa calidad y cientos de ropajes caros regados por todo el suelo. La alto elfo sintió que se encontraba en el mismísimo paraíso, al ver todo esto no pudo contener tanta emoción en su interior por lo que comenzó a reír descontroladamente rebosando de una infinita felicidad. Esto remplazo por completo aquel momento que paso con su amado, pues eso no fue nada en comparación con lo que tenía alrededor suyo. No obstante, toda esta riqueza era poca cosa con aquello que tenia delante de sus ojos, algo que la hizo excitar aun más de lo que estaba.

Un disco de obsidiana.

Un objeto que le ofrecería un riguroso aumento de sus poderes mágicos, lo más codiciado entre los magos de todo el mundo, la razón de innumerables guerras y matanzas, algo por lo que todos estarían dispuestos a dar la vida. El disco de obsidiana estaba delante suyo en una especia de altar en mitad de la sala, ella no podía creerlo. Luego de contemplarlo maravillada con la boca abierta se decidió tomarlo y reclamarlo como suyo, cuando toco el valioso objeto sintió como una poderosa ola de energía atravesaba abruptamente cada fibra de su cuerpo, al sentirlo le quedo completamente la piel de gallina. Ninguna otra sensación en el universo podía compararse con esto, ni siquiera los ordinarios placeres corporales le llegaban a los talones, la gula y la lujuria eran poca cosa a partir de ahora. La risa de felicidad de la hechicera se escucho por todo el interior de la montaña.

-¡Soy la nueva diosa de los mortales!-Anuncio ella.

Sin embargo tal espectáculo fue interrumpido por lo que parecía ser aplausos provenientes de fuera da la sala, esto dejo muy confundidos a la estatua y a la maga, se preguntaron que demonios era ese sonido. De la oscuridad entrando en la habitación surgió el joven de piel oscura aplaudiendo con mucha energía.

-¡Bravo! ¡Bravo!-Decía mientras aplaudía.

La alto elfo quedo muy confundida al ver esto, no sabia de que se trataba, ni porque aquel sujeto seguía aun con vida. Quedo inmensamente perpleja ante aquella imagen que estaba delante de sus ojos.

-¡Que gran actuación!-Felicito el joven a la maga-. Debo de darte mucho merito la verdad, incluso hasta por unos instantes me la llegue a creer ¡Simplemente una actuación exquisita! Mucho mejor que la mía ¿Te has planteado estudiar teatro? Porque la verdad un talento como eso no se puede desperdicia. Engañar en todo momento a tu amado y a los demás del grupo para después traicionarlos sin que se den cuenta tiene merito, todo lo que se puede esperar de un nigromante como tú. Ni yo lo hubiera hecho mejor. Definitivamente tengo que salir del papel de chico tímido, siento que me estanca mucho ¿Tu que opinas? Siempre me gusto el teatro, es un sueño frustrado.

Al escuchar todo esto la alto elfo no sabia de que manera asimilar lo que había escuchado, se le quedo arrugado el rostro por la confusión. Pensó que se trataba de una broma de poca monta, un mal chiste pésimamente contado. No sabia si reír o llorar, quedo completamente desorientada.

-¿Qué?-Pregunto ella sin saber que decir- ¿Quién eres tu, mi estatua no te había matado?

-¿Quién soy? Pues digamos que un simple hombre que acepto un trato con un demonio luego de morir, y no. La estatua no me mato, de hecho ni me encontró luego de que huyeras con los demás al templo, simplemente me quede observando dichos eventos y ni tu ni nadie se dio cuenta de que los espiaba. Tengo un talento para eso, en mi juventud me dedicaba a espiar a las mujeres de mi pueblo ¡Y ni se daban cuenta! Que buenos tiempos aquellos… antes de morir, me da mucha nostalgia. Pero bueno supongo que tengo que dejar de divagar, es un muy mal hábito mío. Ni siquiera la inmortalidad que me confirieron junto con los prolongados lapsos de soledad que tuve fueron capaces de solucionar eso. Definitivamente tengo que buscar ayuda, a veces mis enemigos se mueren de aburrimiento antes que los mate.

Harto de tanta habladuría, la estatua procedió a intentar arrancarle la cabeza al muchacho de un manotazo, pero el resultado de tal acción lo dejo gravemente impactado. Su cabeza seguía pegada a su cuerpo, al parecer su rostro no tenia indicio de daño alguno, como si nada le hubiera pasado ¿Qué tan duro es este sujeto? Se pregunto la escultura a si misma mientras retrocedía estupefacta, no era capaz de entender el porque su fuerza fue suficiente como para causarle el mas mínimo rasguño. Entendió que quizás este sujeto decía la verdad cuando menciono el trato con los demonios confiriéndole la inmortalidad, supo que estaba delante ante un autentico ser indestructible.

El hombre después de recibir el ataque no hizo mas que sobarse suavemente donde lo habían golpeado, para después escupir un poco de sangre.

-La estatua si que es fuerte-Lo reconoció-, pocos son capaces de tomarme por sorpresa de esa manera, también es demasiado rápido. No obstante, si hubiera esperado un ataque como ese jamás lo hubiera recibido. La verdad espero que esta información logre intimidarlos a ambos y disuadirlos de rendirse, de lo contrario me veré obligado a tomar represalias.

Al escuchar esto tanto la hechicera como la estatua se quedaron impactados, no obstante, ella no renunciaría al tesoro que tenia entre manos. Sabia muy bien porque tal sujeto se encontraba delante de ella en estos momentos, no por nada estaría aquí. El también quería apoderarse del disco de obsidiana, las razones del porque no le importaron en lo absoluto, ella estaba decidida a conservarlo a toda costa. Pese a las advertencias dadas decidió ignorarlas y mando a atacar a la estatua nuevamente, la escultura se sometió totalmente a la voluntad de la elfo y la cumplió sin queja alguna, se lanzo sin previo aviso contra el sujeto de piel negra. El hombre no hizo mas que suspirar con fastidio, de verdad el esperaba solucionar este asunto de manera pacifica, pero por lo visto no iba a ser así, tendría que ensuciarse las manos como de costumbre en estas situaciones. 

Antes de que siquiera la estatua le tocase un pelo, el alzo su dedo apuntando directo a su adversario antes de que el pudiera hacer el mas mínimo de los movimientos. Sin previo aviso y sin explicación alguna la escultura comenzó a arder en llamas de forma violenta, el fuego apareció por todas partes de su cuerpo, esto detuvo su marcha contra el misterioso hombre. La hechicera quedo asombrada ante esto, antes de que siquiera pudiera parpadear el sujeto al que se enfrentaba ya estaba junto enfrente de su sirviente, aquella criatura se retorcía en una dolorosa e insoportable agonía, el calor era lo suficientemente alto como para provocarle dolor a un ser envuelto en piedra. Para acabar con este sufrimiento el muchacho de piel negra apretó sus dedos en un puño y golpeó con fuerza la cabeza de la estatua reventándola en miles de escombros que se esparcieron por toda la habitación, finalizando con su vida. Ella no podía creer lo que veía, pensaba que sus ojos la engañaban ¿Cómo un flacucho podía vencer a un ser que mato a varios hombres armados con suma facilidad? Tal cosa parecía irreal.

-¿Ahora estas dispuesta a rendirte?-Pregunto el sujeto con suma seriedad.

No, ella no dejaría que nada en el mundo le arrebatase el disco de obsidiana, estaba totalmente dispuesta a luchar. No se dejaría intimidar ni ante los dioses, pues con aquel tesoro entre sus manos podía darle pelea a cualquier cosa en este mundo y en otros. Un mago ya de por si es muy peligroso, pero uno que potencio sus poderes hasta mas allá de lo inimaginable era simplemente una fuerza de la naturaleza desatada, nada se encontraba por fuera de sus limites y aquel hombre lo sabia muy bien. No por nada trago saliva y dio un paso atrás, incluso un inmortal debía de tener cuidado.

La hechicera comenzó a elevarse unos metros por encima del suelo mientras sus ojos se volvían totalmente blanco, sus manos comenzaban a despedir pequeñas chispas de electricidad en todas direcciones y el disco de obsidiana empezaba a orbitar alrededor de ella. Pese a que esto incluso intimidaría a los más valientes del universo, el hombre decidió mantener la calma sin perder la compostura, a simple vista parecía inconmovible pero en su interior sentía el peligro al enfrentarse a un enemigo de esta talla.

-Mira todo el poder que tengo a mi alcance-Presumió ella-, quiero comprobar que tan inmortal eres ¿Tu ultima voluntad antes de morir?

-Si-Contesto el sujeto mientras siguió manteniendo la calma-. Quiero revelarte uno de mis poderes.

La hechicera alzo la caja al escuchar esto.

-Soy capaz de teletransportarme a cualquier lugar y dirección, así es como escape de la estatua, no obstante. El rango máximo es de veinte metros, mas allá de eso no soy capaz de llegar.

-¿Y porque confiesas eso?-Pregunto la maga.

-Porque estamos a quince metros de distancia.

Una espada apareció entre las manos de aquel hombre, acto seguido se desvaneció del lugar dejando un pequeño rastro de partículas en el aire. La elfo reacciono aterrada, lo ultimo que pudo sentir en su vida fue un intenso dolor en mitad del pecho.
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Si han llegado hasta este punto significa que pudieron sobrevivir ¿Les gusto el relato? ¿Algún error que remarcar? Aceptare cualquier sugerencia?
2 VOTOS
SELKU7929Hace 6 años1
Apenas lo he leído pero parece interesante , buen trabajo 2/10.
Aliance-Gamer3458Hace 6 años2
Pequeña historia dice...
1 VOTO
Macintosh5792Hace 6 años3
Ala, corta dice, pues no hay aqui kilometros de pagina ni nada.
1 VOTO
Mortis3529
Hace 6 años4
Si es una de las primeras historias que escribes, no está mal. De hecho, está por encima de fan fiction de varios autores.

Los consejo que voy a dar son muy básicos, pero surgen de fallas que creo que son fáciles de arreglar una vez descubiertas.

La falla más grande es el cómo manejas la exposición. Por dar un ejemplo: En los primeros párrafos el narrador reitera varias veces que los mercenarios son guerreros implacables, cuya fiereza reina suprema y cuya experiencia se ve reflejada en sus heridas y en su equipaje malgastado. Basta con que describas esto último, y quizá con diálogo o con una escena de acción corta, para establecer en la mente del lector que estos tíos son rudos. Cuando, en cambio, el narrador nos repite cien veces que son machísimos, cansa.

Reitero que no es el único ejemplo. El amor entre la hechicera y el orco es similar.

Por lo demás, vendría bien un proceso de edición más extendido. Se dejan pasar unos cuantos errores de ortografía y gramática en total. Ahora, cuando cada párrafo tiene un puñado de errores, distrae.

Al momento de editar, también saca la tijeras y corta contenido. Hay varias palabras, oraciones, y hasta párrafos que no cumplen un propósito, o son redundantes. La redundancia es una herramienta que un autor usa para dar enfásis, pero sólo funciona si es usada con mesura.

Algo que lograste bien fue presagiar que el chico enclenque escondía algo. Hubiese sido mejor si no hubieses revelado su nombre, y sólo el suyo, al principio. Eso alerta al lector, cuando sería preferible que las pistas alzaran sospechas progresivamente.
2 VOTOS
Goku1934272
Expulsado
Hace 6 años5
Los dos parrafos que he leído me hacen pensar que promete, pero me da pereza leerlo ahora.
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Foros > Cine, series y libros > Una pequeña historia que escribí : "La estatua"

Hay 5 respuestas en Una pequeña historia que escribí : "La estatua", del foro de Cine, series y libros. Último comentario hace 6 años.

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