La primera expansión de Fallout: New Vegas ya está entre nosotros, y con ella nuevos materiales para un juego de rol fantástico. Esta exclusiva de Xbox Live trae consigo más horas de un entretenimiento que puede resultar algo repetitivo, pero que aportará exactamente lo que el aficionado menos exigente busque de él.
Fallout 3 amplió notablemente su vida útil con un buen puñado de contenidos descargables que contribuyeron no sólo a añadir más misiones y materiales, sino también a ofertar un nuevo final para el juego. Dead Money no ofrece una conclusión alternativa, tampoco lo necesita, pero sí trae consigo algunas misiones enmarcadas alrededor del mítico casino de Sierra Madre.
Difícil hasta rozar el masoquismo, la primera expansión de New Vegas da la sensación de querer prolongar su vida más de lo que realmente daba de sí su premisa. Esto acaba generando un añadido moderadamente interesante, pero que no goza del trepidante ritmo de sus predecesores y que no da la sensación de estar tan bien exprimido como la mayoría de los add-ons de su predecesor.
Reventando la Banca
En Dead Money visitaremos el casino de Sierra Madre, un lugar mítico del universo de New Vegas, no tanto por su construcción como por contener un enorme tesoro en sus entrañas. Asistiremos a la inauguración del centro gracias a una misteriosa señal radiofónica, y rápidamente nos daremos cuenta de que nada es lo que parece.
Los vagabundos del desierto, de hecho, llevan años narrando historias sobre el tesoro de un mundo antiguo enterrado en las profundidades de su cámara, y con una promesa tan suculenta en un mundo de abandono y desesperación como el de la arrasada Nevada que propone el juego, la idea de un tesoro resulta especialmente tentadora para unos y otros bandos.
La historia se desarrolla con habilidad en Dead Money, y ese es sin duda el mayor punto a favor de este añadido. Los personajes tienen un carisma más que razonable para un título de estas características, y sus diálogos y propuestas se siguen con atención. El mayor problema son, sin embargo, las propias misiones que resultan repetitivas y alto tediosas.
Y es que la exploración es una de las principales características de las series Fallout, y si bien ésta se veía seriamente recortada en el propio New Vegas con respecto a Fallout 3, en este añadido todavía lo es mucho más. ¿El principal motivo? Está relacionado con el argumento, obviamente, pero era francamente prescindible. El caso es que hay diferentes trampas a nuestro alrededor que nos obligan a seguir caminos muy concretos, como decimos son mecanismos contextualizados con lo que se nos cuenta en términos de guión, pero que parecen más un pretexto para limitar las relativamente escasas posibilidades de exploración con las que ya contaba el original.
La duración, rondando las cinco horas, seguramente satisfará a los más aficionados a Fallout, aunque lo cierto es que la sensación que nos deja el material que se nos ofrece es algo irregular. El escenario es ciertamente aburrido, y no sólo por las limitaciones anteriormente mencionadas, sino porque también es genérico y algo reiterativo, sensación a la que no contribuyen precisamente a combatir las misiones. Éstas, como hemos adelantado, son ciertamente repetitivas especialmente en las que al rescate de los tres personajes se refiere, y el nivel de dificultad altísimo que exponen es más una obligación de recurrir a superarlo con niveles de nuestro héroe más altos que a planteárselo como un reto real.
El salvar la partida habitualmente va a ser poco menos que una obligación en el universo de Dead Money, y es que nuestra vida o muerte está tan sujeta a factores del azar que a menudo se convertirá en un mero testeo de paciencia y de ensayo-error. Este punto resulta especialmente notorio en lo tocante a algunas mecánicas nuevas como las del collar, que son ciertamente irritantes en relación con la dependencia que crearán de los altavoces en la recta final de la expansión.
La expansión, por si fuera poco, comenzará sin nada de nuestro material en el inventario, una forma más bien poco imaginativa de aumentar el desafío, y a partir de entonces recogeremos algunas armas nuevas y complementos inéditos, algunos de ellos de los más interesantes que hemos visto en la saga. El mayor problema en este sentido es que, a pesar de que enriquecen de forma obvia la experiencia, estos añadidos al arsenal no son percibidos como una recompensa en el jugador en ningún momento, un usuario que acabará viendo su avance como una mera repetición de situaciones que puede acabar por aburrirle a medio plazo. Por último hay que señalar que Dead Money, y continuando con el detalle de sus aumentos, trae consigo un incremento de nuestro límite de experiencia en cinco niveles más.
En cuanto al juego a nivel visual, sonoro y tecnológico, éste se mueve en idénticos términos a Fallout: New Vegas, desgraciadamente, contando también con abundantes bugs y fallos de programación; algunos de ellos de relativa gravedad.
5 horas de duración es una longevidad más que generosa para un DLC, sin embargo Dead Money no está a la altura del fantástico nivel que la saga Fallout garantiza por una serie de elementos. Una dificultad mal calibrada, un recorte de exploración importante y escasa recompensa para el jugador son sus principales pegas. El universo Fallout, sus virtudes.
