¿El tráfico te pone de los nervios? Acelera, cierra los ojos y estámpate contra todos esos vehículos que bloquean tu camino. No llegarás a tu destino, pero al menos disfrutarás con una gran cadena de explosiones. ¿Te gusta la idea? Pues Burnout Crash! es tu juego.
Reconozcámoslo. Nos encanta destrozar cosas, y cuantos mayores sean los destrozos, explosiones y accidentes, más contentos nos ponemos. Con esta idea tan poco cívica nació en el fantástico Burnout 2: Point Impact el adictivo [/b]modo Crash[/b]. Una suerte de pruebas en las que debíamos encaminar a nuestro vehículo hasta una intersección atestada por el tráfico, con el único fin de causar el mayor accidente posible. Una auténtica locura y espectáculo gráfico que ahora se ha convertido en un divertido y adictivo juego independiente de vista cenital aderezado por un interesante componente estratégico que le sienta realmente bien.
El arte de estallar
A través de 18 intersecciones distintas ambientadas en localizaciones como las cercanías de un aeropuerto, un complejo militar en Roswell o un paradisíaco entorno costero, Burnout Crash! nos propone causar el mayor daño posible a nuestro alrededor provocando accidentes cada vez más espectaculares. ¿Cómo? Especialmente gracias al uso de los CrashBreaker, con los que detonaremos a nuestro vehículo, y el AfterTouch –ya visto anteriormente en la serie-, con el que controlaremos a nuestro bólido envuelto en llamas tras cada explosión. Dos acciones con las que Criterion ha dotado de un interesante componente estratégico a un juego que esconde mucho más de lo que parece a simple vista.
Sobre el papel, este título puede parecer un juego extremadamente simple puesto que estrellarse y dañar a muchos vehículos se trata, lógicamente, de una tarea realmente sencilla de lograr; pero conseguir que todos los automóviles de un escenario estallen en mil pedazos llevándose consigo edificios y mobiliario urbano ya es otro cantar. Y es aquí donde radica el mayor encanto de este Burnout Crash! Un título que bebe de los mejores arcades al incitar a los jugadores a batir sus marcas realizando movimientos cada vez más arriesgados y espectaculares con tal de obtener las cinco estrellas de recompensa de cada escenario.
Multiplicadores de puntos, combos, carambolas, bonificaciones por realizar acciones concretas… las formas de conseguir grandes cantidades de dinero en el juego son muy variadas, pero la base siempre será la misma: explotar en el momento preciso y caer en el lugar adecuado justo para crear un nuevo accidente. Y así sucesivamente, ya que cuanto mayor sea el caos que nos rodee, más rápido se llenará la barra de energía CrashBreaker que nos permita ejecutar otra detonación.
Con estos elementos jugables como base Criterion nos plantea tres modalidades de juego distintas. La principal, bautizada como Road Trip, nos propone eliminar a un número concreto de vehículos apoyándonos en varios eventos especiales que se activarán al llegar a un determinado volumen de colisiones. Taxis corriendo a lo loco, camiones cisterna que estallarán causando graves daños a su alrededor e, incluso terremotos que abrirán una gran grieta en la carretera son solo algunos de los eventos menores que precederán a las grandes debacles que se producirán al final de cada nivel, siempre y cuando evitemos a toda costa que se escapen cinco vehículos durante la partida.
Algunos vehículos como las ambulancias, que nos quitarán una penalización por fuga si logran cruzar con vida las intersecciones, o los camiones blindados, que soltarán sacos de dinero si los destrozamos, añaden a las partidas un elemento de variedad que nos ha encantado, porque en caso de aprovecharlos adecuadamente, pueden hacernos sumar grandes cantidades de dinero. Pero si hablamos de componente estratégico, las partidas Pile Up se llevan la palma. En éstas debemos detener al mayor número posible de coches sin hacerlos estallar para que al llegar al modo Infierno, gracias al multiplicador de puntos que nos brindará, podamos destrozarlos envolviéndolo todo en llamas.
Y si lo nuestro es la destrucción sin sentido, Hour Rush supone la guinda a este alocado pastel. Noventa segundos para causar el mayor destrozo posible antes de terminar con una gran explosión que lo dañará todo a nuestro alrededor. Lo que no nos ha gustado de esta modalidad es que los repartidores de pizza, que desencadenarán diversos eventos a través de una peculiar ruleta de la fortuna, dotan a estas partidas de un componente de aleatoriedad que le resta algo de encanto al hecho de buscar la mayor puntuación posible. No en vano, un jugador que consiga una bonificación X3 saldrá claramente beneficiado frente a otro que tenga que sufrir una densa niebla durante diez segundos.
Piques entre jugadores que se ven favorecidos por el empleo del sistema Autolog visto en Need for Speed, gracias al cual podemos retar a nuestros amigos a que superen nuestras puntuaciones con suma facilidad. Un aspecto que, unido al ya de por si adictivo sistema de juego de este Burnout Crash! que nos incitará a pelear hasta el final para conseguir las 270 estrellas de recompensa, garantiza horas y horas de diversión.
Para terminar, resulta inevitable no echar en falta el espectacular apartado técnico de los anteriores Burnout en los que sus accidentes se convirtieron en una de sus señas de identidad. Sin embargo, el nuevo estilo visual por el que se ha apostado tampoco le sienta nada mal al juego, que destaca por su colorido y loco sentido del humor. Eso sí, los vehículos y explosiones podrían haber mostrado un mayor nivel de detalle. Y en cuanto al apartado sonoro, los temas musicales escogidos resultan agradables y muy divertidos, si bien es cierto que esta vez los comentarios y las voces del locutor resultan en ocasiones algo cargantes. Los efectos de explosiones y los sonidos propios de una máquina de pinball que sonarán cuando realicemos carambolas tras algunas explosiones, cierran este notable apartado.
El juego perfecto para juntar a los amigos y echarse unas risas. Lo nuevo de Criterion no es el Burnout que muchos seguidores esperaban pero es un gran divertimento al que recurrir en esos momentos en los que no sabes a qué jugar pero te apetece hacer estallar cosas.
