Adéntrate en el intrigante mundo de OIO con este gran plataformas bidimensional cargado de ingeniosos rompecabezas y desafiantes pruebas de habilidad. Un fantástico título de corte tradicional con el que pasar muy buenos momentos, aunque al que le ha faltado algo de ambición para ser más grande.
A veces sobran las palabras. Algo que OIO The Game demuestra a las mil maravillas al sumergirnos en un apasionante viaje por un mundo desconocido poblado por unos seres, de naturaleza arbórea, que han quedado petrificados por un misterio que nuestro protagonista, único superviviente de tal calamidad, deberá descubrir. Y así da inicio esta fantástica aventura de plataformas bidimensional en la que tendremos ocasión de recorrer doce niveles distintos, a cada cual más complicado, superando infinidad de saltos imposibles e ingeniosos puzles. Una de esas aventuras que tras una apariencia bastante sencilla, esconden en su interior una preciada joya que los amantes de los plataformas disfrutarán enormemente.
Y de la semilla brotó la vida
Los primeros compases de esta obra de Uncanny Games no distan mucho de cualquier juego de plataformas bidimensional del mercado, con unos niveles iniciales francamente sencillos en los que nos limitaremos a recoger las cien esferas luminosas de turno, más aparte los tres pergaminos mágicos que se esconden en cada nivel del juego. ¿Cómo? Pues realizando sencillos saltos y esquivando alguna que otra trampa. Pero una vez se nos concede la habilidad especial para hacer brotar en determinados puntos del suelo raíces sobre las que apoyarnos y alcanzar así zonas inaccesibles el cuento cambio por completo, y lo que antes era sencillo se convierte en un ingenioso juego de plataformas y puzles realmente atractivo.
Esta habilidad, que únicamente podemos usar en puntos concretos del terreno donde existen brotes verdes, nos permitirá hacer crecer hasta tres extensas raíces tanto vertical como horizontalmente, pudiendo combinarlas entre sí para crear las plataformas artificiales que nos convengan y cruzar así grandes abismos, alcanzar zonas demasiado elevadas como para llegar con un simple salto, e incluso más adelante, para activar determinados mecanismos. Y lo mejor es que aunque siempre hace falta tener un poco de ingenio para dar con la solución correcta, el llegar a ésta es un proceso tan natural como sencillo de ejecutar. No en vano, bastará con apuntar con el ratón en la dirección deseada para lanzar las semillas que queremos que germinen y, en caso de equivocarnos, usar el botón derecho para borrar la raíz lanzando otro tipo de semillas.
Los saltos imposibles, las trampas, abismos, plataformas móviles e incluso terreno que cederá ante nuestro paso son solo algunos de los elementos clásicos del género de las plataformas que harán acto de presencia en el juego, aunque a éstos debemos sumar otros más ingeniosos que aparecerán progresivamente, planteándonos algunos de los retos más apasionantes de este título que combina de forma fantástica los momentos de calma, con puzles y plataformas basados en el uso de nuestras habilidades especiales, con otros mucho más frenéticos.
Como principales pegas, el juego puede ser superado completamente, recogiendo por el camino las 100 esferas luminosas y los tres pergaminos de cada nivel, en unas dos o tres horas, lo que lógicamente se nos antoja algo escaso. Bien es cierto que se han incluido una serie de logros que nos invitan a rejugar cada nivel con retos como superar una zona sin morir o realizar proezas tales como morir aplastados por una de las raíces creadas por nosotros mismos (sí, lo descubrimos al sufrir una muerte así); pero al final nos quedamos con ganas de mucho más. Y es una verdadera lástima, porque tanto el diseño de los niveles, como la forma de narrarnos una bonita historia sin decir ni una sola palabra por el camino, son aspectos que convierten a este OIO en un título genuino.
Ciertamente no estamos ante un título espectacular a nivel técnico ni es una obra tan única en lo artístico como para dejarnos prendados con cada uno de sus doce escenarios, pero la forma en la que éstos niveles van evolucionando, planteando cada vez mayores retos en escenarios completamente distintos, es un grandísimo acierto que denota el gran talento que se esconde tras Uncanny Games.
Para el futuro, eso sí, esperamos que corrijan algunos errores francamente molestos como el visto al final del nivel 4, en el que si morimos en una zona concreta –algo fácil de lograr ya que es uno de esos tramos complicados- nuestro protagonista reaparecerá en un punto de control ubicado bajo las plataformas sobre las que debería aparecer, generando un bucle infinito de muertes que nos obligará a reiniciar el nivel. No podemos olvidarnos tampoco de algún que otro tramo excesivamente rebuscado que puede provocar que nuestro protagonista muera en exceso, ya sea por unos saltos algo imprecisos, o por un control demasiado rígido (si no saltamos al milímetro en algunas plataformas el personaje caerá sin remedio al vacío). También hemos echado en falta un acompañamiento musical más variado y animado, aunque las melodías que amenizan la partida casan muy bien con el misterioso mundo por el que nos moveremos.
Con unos puzles muy ingeniosos y unos niveles de plataformas tan divertidos como desafiantes, OIO se presenta como un gran título que ningún aficionado al género debería dejar escapar. No es perfecto, porque tiene sus fallos y resulta algo corto, pero es uno de esos juegos que sin saber muy bien por qué te atrapan de principio a fin.
