Continúa la historia de Final Fantasy VII tras el original de PSOne y Advent Children. Ahora tomarás el papel de Vincent Valentine, y tendrás que desenvolverte a punta de pistola en este típico shooter, un género poco conocido para Square-Enix para una secuela sobre el mundo de FFVII.
Dirge of Cerberus pertenece a la llamada Final Fantasy VII Compilation formada por seis capítulos; el primero de ellos va destinado a móviles y se llama Before Crisis, continuamos con Advent Children y Last Order (Película y Corto de 25 minutos respectivamente), el siguiente es el original de PSOne Final Fantasy VII, y los restantes son Crisis Core para PlayStation Portable y el título que analizaremos a continuación: Dirge of Cerberus
Aquí tomaremos el papel de Vincent Valentine tres años después de la caída del meteorito. La WRO liderada por Reeve trabaja por restaurar el planeta en un tiempo de paz y relativa tranquilidad. Pero esta tranquilidad no durará mucho tiempo, ya que Kalm es atacada y Vincent se ve obligado a ayudar a la WRO en la lucha contra el ejército Deepground que ataca a la población.
De nuevo aparecerán personajes conocidos como Cloud, Barret o Tifa, aunque también otros nuevos. El guión está bien trazado, al menos no resulta tan enrevesado como Advent Children, y llegando incluso a conocer algunos de los misterios que esconde el carismático protagonista.
Tomando el control de Vincent
El planteamiento de Dirge of Cerberus es el de un shooter en tercera persona con todo lo que eso conlleva, y adaptado al mundo de FFVII. Tenemos varios modos de control para la fijación de objetivos: automático, semiautomático y manual. Sin duda alguna es el fijado manual el que reporta una mayor precisión, ya que el automático presenta algunos errores de fijado como el de apuntar a enemigos abatidos en vez de a los que nos atacan. Con este control tenemos los pulgares ocupados en los dos analógicos, y usaremos R1 para disparar, R2 para cambiar de arma y L2 para recargar.
También podremos atacar de cerca y encadenar un combo simple desde el suelo o bien saltando. El control de la cámara es muy parecido al del Kingdom Hearts II, totalmente configurable
Como todo Final Fantasy que se precie, debe contar con un mínimo de toque RPG, y éste título no iba a ser menos, aunque sea meramente anecdótico. La evolución de nuestro personaje se contabiliza por niveles, que aumentan conforme vamos eliminando enemigos, consiguiendo así aumentar sus cualidades, pero no adquirir nuevas habilidades.
Por otra parte podremos construirnos hasta tres tipos de armas que llevar simultáneamente, usando diferentes cañones o bases para crearnos una escopeta, subfusil, pistola o francotirador, y configurándole la relación cadencia-potencia-alcance. Igualmente podemos asignar al arma una Materia (magia) que nos permitirá lanzar ataques mágicos de hielo, fuego o trueno, con L1, teniendo en cuenta la pertinente barra de PM, o también podremos acoplarle un objeto potenciador.
La munición para nuestras armas la podremos recoger bien de enemigos abatidos, o dispersa por distintas zonas del escenario. Junto a la munición tampoco faltarán los típicos objetos del tipo “poción”, que restaurarán nuestra vida o magia.
Encañonando posibles objetivos
Este juego está dividido en misiones donde lo principal será llenar de plomo (o de lo que estén hechas las balas en FF) a todo bicho viviente maligno, protegiendo a los indefensos civiles. La libertad que tenemos es muy reducida ya que será casi imposible perdernos, y no por que esté muy bien indicado todo, sino por las paredes invisibles que nos guiarán a nuestro pesar. Para contrarrestar esta monotonía, porque en ocasiones se hace monótono, es innegable, nos enfrentaremos de vez en cuando a enemigos finales más temibles y que le dan su toque de espectacularidad.
Un aspecto a favor es que podremos escoger el capítulo a jugar una vez realizado y también podremos salvar en el punto que queramos antes de apagar la consola para después continuar por ahí, aunque a costa de 700kB de memoria. Para aumentar la rejugabilidad del juego y con la ausencia en occidente de modo online, se ha incluido un modo extra de dificultad (un verdadero reto) y 40 pequeñas misiones extras.
Técnica oscura basada en la acción
El apartado gráfico aprueba sin más y con todo lo visto hasta la fecha en aprovechamiento del hardware de PS2, supone un paso atrás. Los modelos de los personajes tienen un bajo nivel de detalle, sobre todo en los soldados enemigos. Los escenarios también se encuentran vacíos y llenos de paredes invisibles y no hay prácticamente nada con lo que interactuar. Por otra parte, las animaciones faciales son muy buenas y no sólo en las espectaculares cinemáticas de las que hace gala, sino a lo largo de todo el juego.
Dirge of Cerberus se encuentra traducido en su totalidad al castellano, con un doblaje más que decente en inglés. El apartado sonoro es bastante aceptable en términos de efectos de audio, y excepcional en su banda sonora, que recuerda, aunque no alcanza, a la del FFVII original.
Square-Enix no ha conseguido un título a la altura del original FFVII de PSOne. El resultado es un shooter en tercera persona totalmente lineal y carente de complejidad. Los alicientes que puede tener este título, aparte de unas cinemáticas extraordinarias y una banda Sonora excepcional, es completar la historia de esta séptima parte de la saga Final Fantasy.
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