Análisis de Hearts of Iron IV. Alta Estrategia

Análisis de Hearts of Iron IV. Alta Estrategia
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En la Segunda Guerra Mundial se libraron grandes batallas, pero no todas tuvieron lugar sobre el fango. Diplomacia, espionaje, industrialización, política nacional… en el mundo de Hearts of Iron IV las armas son importante, pero no lo son todo. Descúbrelo en el análisis de este apasionante videojuego de alta estrategia que nos propone guiar los pasos de un país en mitad de este convulso período histórico.

Decía Julio César: "Si quieres la paz, prepárate para la guerra". Qué razón tenía. Más cuando te enfrentas a los años previos al mayor conflicto bélico en la historia de la humanidad. Fabricar armas, establecer alianzas con otras naciones, fortalecer la industria de tu propio país, mejorar los tratados comerciales, diseñar potentes vehículos de guerra, ser partícipe de grandes descubrimientos tecnológicos, científicos… cualquier medida es válida con tal de sobrevivir a un período histórico tan convulso como lo fue la Segunda Guerra Mundial. Y no hablamos solo de la intensa lucha armada entre el Eje y los Aliados tantas veces recreada en cine y videojuegos.

El politiqueo, el espionaje, ¡los rifirrafes entre países! Con gran brillantez, Hearts of Iron IV recrea una de las épocas más dramáticas a la par que apasionantes de los tiempos modernos, logrando, por difícil que parezca, que de verdad te sientas al frente de uno de los muchos países envueltos en ese maremágnum de traiciones, amenazas, de tiras y aflojas que durante años tuvieron en vilo a todo el planeta. Bastaba una chispa para incendiar ese mar de gasolina en el que el mundo entero se bañaba… y ahora, gracias a lo nuevo de Paradox, puedes formar parte de este truculento ambiente de entreguerras con un realismo asombroso. Mejor aún. Tienes el poder de reescribir la historia, de cambiar el curso de los acontecimientos con inteligentes decisiones políticas o ágiles estrategias militares. ¿Cuál será tu papel en este conflicto?


Y saltó la chispa

Liderar el imperio japonés hasta convertirlo en amo y señor de Asia y parte de Europa, contemplar cómo Estados Unidos se convierte en un país comunista, dejar que la Italia de Mussolini se haga con el control de África, y de ahí, pase a ser la fuerza hegemónica en el viejo continente por encima de la Alemania nazi… por poder, Hearts of Iron IV nos permite evitar la Segunda Guerra Mundial mediante la diplomacia o, por qué no, el juego sucio, provocando golpes de estado en los países capitales en este conflicto, apoyando movimientos políticos que estén alineados con nuestra causa, asfixiándoles con el ataque a sus líneas de suministros o en definitiva, con cualquier otra triquiñuela que se os ocurra. Las opciones son increíblemente altas, sorprendentemente divertidas y, ante todo, siempre realistas. Por raro que suene ahora mismo imaginar un escenario en el que Hitler no se convierte en el principal enemigo a batir por las fuerzas Aliadas. Es más. ¿Quién dice que deba existir tal alianza?

Hay siete grandes naciones con su propio Árbol de Enfoque, mientras el resto, entre ellas España, comparten uno común pero igualmente repleto de opciones.
Hay siete grandes naciones con su propio Árbol de Enfoque, mientras el resto, entre ellas España, comparten uno común pero igualmente repleto de opciones.


En la línea del genial Stellaris, del que en su día ensalzamos su enorme capacidad para sorprenderte una y otra vez con un sinfín de historias a cada cual más emocionante, Hearts of Iron IV construye pieza a pieza un increíble escenario de guerra en el que toda decisión, por pequeña que se nos antoje, deja su marca en el curso de los acontecimientos. Las alianzas que establezcamos, los enemigos que nos granjeemos, el tipo de tecnología que investiguemos, la apuesta o no por la industria militar… hay tantas variables, tantos posibles caminos a seguir en una misma partida, que es increíble cómo lo nuevo de Paradox te mete de lleno en este gran conflicto bélico, y lo hace además cambiando tu propia percepción de la guerra.

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La mayoría estamos acostumbrados a lidiar con juegos de estrategia en los que comandas a unas pocas tropas a las que llegas a cogerles cariño. Aquí no. Casi que te conviertes en una persona insensible; alguien que mira la guerra desde la perspectiva de los fríos números. Las tropas mueren a millones, pero a ti poco te importa si has logrado conquistar un nuevo territorio o defender uno propio. Y lo mismo pasa con los ciudadanos. Pasarán hambre, sufrirán ante las inclemencias del conflicto, pero tú les forzarás a seguir adelante; a imbuirse de ese sentimiento patriótico que les impulse a trabajar sin descanso por un bien común. No es fácil, claro, pues aparte de los enemigos en el exterior también pueden surgir problemas políticos en nuestra nación.

Es todo tan real, está todo tan bien representado, que echar una partida a Hearts of Iron IV es un placer te guste o no esta clase de videojuegos

Un buen ejemplo sería el de España, que en 1936 se vio sumida en una cruenta Guerra Civil. Podemos evitar el conflicto armado, claro que podemos, pero si no sabemos manejar ese cóctel explosivo de ideologías políticas tan diametralmente opuestas que regía el país en aquel entonces, las consecuencias futuras podrían ser catastróficas. ¡O no! ¿Quién sabe? Al final todo depende de nosotros; de nuestro pulso a la hora de acometer esta clase de situaciones estableciendo leyes que nos beneficien, sin enturbiar el ambiente, o rodeándonos de sabios consejeros que nos concedan ese plus de confianza entre la ciudadanía y otros partidos políticos. Y es genial. Cómo no iba a serlo cuando sientes que el escenario que recrea Hearts of Iron IV responde de manera tan realista a todas tus acciones. Hemos visto de todo y la sensación ha sido siempre la misma: emoción y ganas, muchas ganas de seguir explorando este mundo en guerra que nunca deja de sorprender. Tiene mérito.

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Anticiparse o morir

La cita de Julio César a la que aludíamos al inicio de este análisis tiene gran valor en un videojuego de las características de Hearts of Iron IV, pues sin anticipación no hay victoria posible. Así de claro. Pensad que construir un gran buque de guerra, en el mejor de los casos, puede llevar meses de trabajo; meses que en mitad de un conflicto armado contra otra nación pueden suponer una derrota sin paliativos. Por eso siempre es bueno pensar en futuro: ¿interesa fabricar tanques aunque no estemos en guerra con nadie? ¿Qué hacemos con las armas? ¿Y los planos de esos nuevos aviones? ¿Dedicamos los esfuerzos de nuestros investigadores a potenciar la industria civil o desarrollamos un nuevo tipo de bomba? Hay tantas preguntas, tantos "y si" en el horizonte, que a veces puedes sentirte abrumado ante ese mar de posibilidades.

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Antes de entrenar a las tropas hay que suministrarles armas, vehículos y hasta equipo médico. También sois libres de personalizar aviones, barcos y tanques.
Antes de entrenar a las tropas hay que suministrarles armas, vehículos y hasta equipo médico. También sois libres de personalizar aviones, barcos y tanques.


Poco ayuda el discreto tutorial con el que Paradox nos sorprende, para mal, cuando uno de sus principales objetivos era precisamente abrir esta serie de estrategia a un mayor abanico de jugadores. Aporta muy poca información, la mínima, emplazándote a leer la Wikipedia para aprender los fundamentos básicos del videojuego. No nos parece la mejor de las soluciones; menos cuando, insistimos, hablamos de un título con tantas posibilidades de juego. Afortunadamente, la interfaz de usuario es más intuitiva que nunca y ciertamente se han dado pasos en la dirección adecuada: este nuevo Hearts of Iron es más amigable que sus antecesores, que no simple, así que es apto incluso para los neófitos. Pero requiere de práctica, muchas horas de dedicación, de ensayo y error, para entender al completo sus fundamentos. Y es una pena. Más viniendo de un videojuego como Stellaris, que sí hizo un trabajo admirable al respecto.

Hay avances, claro, como por ejemplo la gestión de las tropas. Ahora es más fácil que nunca agruparlas en una división, establecer sus patrones de conducta, atrincherarlas, hacerlas fuertes en la frontera, indicarles que avancen, que mantengan la posición o que defiendan su territorio. Todo ello de forma intuitiva, con los clics justos y necesarios para realizar estas acciones sin complicaciones. No es baladí. Cuando tienes varios frentes abiertos, tener un buen plan de ataque es esencial para alzarse con la victoria. En este sentido, Hearts of Iron IV lo pone relativamente fácil. Puedes impartir órdenes, crear un plan maestro, y esperar a ejecutarlo en el momento oportuno. Las tropas actuarán en consonancia y por norma, de forma eficiente, comportándose con la inteligencia esperada. Hay más.

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También es importante controlar las líneas de suministros, mantener a las tropas siempre provistas de nuevas armas, de nuevo equipo defensivo; de ahí que antes habláramos de la importancia de adelantarse a los acontecimientos. Las armas no se fabrican de un día para otro; las tropas tampoco viajan instantáneamente, a veces pueden tardar meses, así que o planeáis bien las ofensivas o estáis perdidos. Igualmente, el apoyo de aviones y la flota naval desempeña un papel crucial en muchas escaramuzas, aunque desgraciadamente la gestión de estos vehículos es un tanto engorrosa; no está bien explicado su sistema de mando, cuesta entender cómo demonios se traslada la aviación de un aeropuerto a otro, o cómo lanzarla a la ofensiva. Y es una lástima. Adoramos que haya opciones tales como decidir la hora del ataque, pues por la noche es más fácil evadir el fuego de los antiaéreos a costa de rebajar la precisión de la ofensiva, o que podamos lanzar suministros y paracaidistas tras las líneas enemigas. Es todo tan real, está todo tan bien representado, que echar una partida a Hearts of Iron IV es un placer te guste o no esta clase de videojuegos.

Hay tantas posibilidades a seguir, que te metes de lleno en este gran conflicto bélico… y además cambiando tu propia percepción de la guerra

¿Pegas? Siendo un videojuego tan centrado en las estadísticas, en los fríos números, sorprende que no siempre se nos brinde toda la información necesaria para entender, por ejemplo, cómo de efectivo es el uso de ciertas armas frente a otras; cómo influye el aprendizaje de una nueva tecnología, de nuevas tácticas de combate… y es un engorro. Al final, claro, apuestas por seguir tu instinto, por centrarte en lo que crees que le viene bien a tu ejército, pero no habría estado de más profundizar en estos datos. Más teniendo en cuenta los avances que se han llevado a cabo en la interfaz de usuario.

En cuanto a la inteligencia artificial, esta responde muy bien en la mayoría de ocasiones: los enemigos atacan con contundencia, aprovechando sus ventajas, buscándonos siempre las cosquillas; pero también buscan otras alternativas, no se cierran a las negociaciones, al comercio, a la diplomacia. Lo malo es cuando estableces una alianza, pues a partir de entonces da la sensación de que la IA aliada pasa a un modo pasivo; esperan a que movamos nosotros fichas, no toman la iniciativa. También nos sorprende el poco peso que tiene el uso de las bombas nucleares. Lo lógico, como se vio durante la Guerra Fría, es el que el simple hecho de contar con una de estas armas mortíferas atemorizara a cualquiera; no es el caso en Hearst of Iron IV. Hemos llegado a lanzar algunas bombas y nada, la respuesta fue tibia. Obviamente la tensión mundial, ese curioso medidor que sirve de "excusa perfecta" para declarar guerras y movilizar ejércitos, creció; pero no del modo más lógico.

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Otro avance importante tiene que ver con la apariencia gráfica del videojuego. Luce francamente bien, con una interfaz clara, un diseño del mundo vistoso, con montones de patrones para estudiar el mapa desde la perspectiva deseada y, más importante, funcionando todo con gran fluidez. Cierto es que en los compases finales de la partida el juego puede ralentizarse algo, es normal también teniendo en cuenta la cantidad de datos que maneja en tiempo real, pero también en este punto se nota gran mejoría. ¡Los tiempos de carga son muy breves! Y qué decir de la banda sonora; maravillosa, simplemente genial. Los temas acompañan perfectamente a la acción, tanto si nos encontramos de gestiones, como si andamos envueltos en una guerra. Cada tema es una pasada, y llegado el punto terminaréis tarareándolos.

Como los últimos trabajos de Paradox, el videojuego también ha sido traducido al español, tiene multijugador para 32 jugadores, que es una locura, y cuenta además con soporte para mods, que de seguro nos brindará grandes alegrías en los próximos meses. Lo agradecerán sobre todo nuestros lectores de América Latina, pues si hablamos de sus líderes políticos, hay pocos que tengan un retrato retal.

Excelente

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Hearts of Iron IV

Por: El equipo de 3DJuegos
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El realismo con el que Hearts of Iron IV te transporta a una época tan turbulenta como es la Segunda Guerra Mundial y la libertad que te concede para hacer lo que quieras, dentro de los límites de la lógica, son dos pilares que hacen de este uno de los mejores videojuegos de alta estrategia del momento. Es un gran espectáculo, una obra de las que te atrapan durante horas y no quieres abandonar por nada del mundo. Se echa en falta una interfaz de usuario más trabajada en cuanto a la gestión de aviones y navíos, y un mejor tutorial, pues los nuevos usuarios pueden sentirse abrumados. Pero si le das una oportunidad, lo nuevo de Paradox te enamorará.

  • Te hace sentir inmerso en la locura política y militar de 1936 a 1948
  • Diplomacia, guerra, comercio… no le falta de nada
  • Una interfaz de usuario clara e intuitiva…
  • … aunque se echan en falta más datos en la gestión de las tropas
  • Tutorial muy pobre. Algunos fallos con la inteligencia artificial
Jugadores: 1-32
Idioma: Textos en español
Duración: Incalculable
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