La hora del recreo también llega a Nintendo DS con la sana intención de realizar un viaje al pasado y rememorar con nostalgia juegos inocentes o traviesos de esa llamada “tierna infancia”.
Si hace unos días analizábamos la versión Wii de PlayGround, ahora es el turno de la edición de su hermana pequeña, la doble-pantalla de Nintendo DS. Toda la mecánica de juego se repetirá en esta versión obviando las diferencias de hardware y algunos minijuegos, así que empecemos a ver qué nos ofrece este particular patio de recreo.
Asignatura pendiente: Recreo
Repitiendo esa mecánica de Wii, podremos elegir personaje (aunque aquí sólo chico o chica), ponerle nombre y comenzar nuestras peripecias. Desde una perspectiva isométrica controlaremos a un joven preadolescente en la curiosa tarea de convertirnos en el auténtico Rey de las Pegatinas.
Para ello disponemos de cuatro zonas diferentes donde buscar oponentes a a los que retar a un determinado juego, Patio de recreo, Camino, Estadio y Casa del árbol, que por cierto no estarán todas desbloqueadas desde el principio sino que se irán abriendo poco a poco para así poder cumplir nuestros objetivos. Tras cada victoria obtendremos alguna pegatina y canicas con las que a su vez podremos comprar más pegatinas.
Los juegos del recreo en versión DS
Tras haber desafiado a un muchacho/a, él nos propondrá las condiciones del desafío, es decir, puntuación determinada, tiempo límite y objetivos variados. Variando entre tres o cuatro desafíos por chaval, que una vez completados nos proporcionarán acceso a otros chavales con sus mismos desafíos pero con un nivel mayor de dificultad.
Las pegatinas mencionadas servirán o bien para marcar nuestros progresos, o para conseguir importantes ítems o power-ups con los que facilitar (o en otros casos simplemente hacer posible) nuestra victoria en un determinado juego.
Los minijuegos que veremos en esta versión para DS ofrecen un uso intensivo de la pantalla, botones e incluso micrófono opcionalmente.
Veámos estos juegos uno por uno:
Aros: Esto es simplemente baloncesto, pero sólo centrado en el tiro a canasta. Se realiza preferiblemente con los botones, con los que moveremos a nuestro protagonista y lo colocaremos en diferentes zonas de puntos. A más puntos más difícil será conseguir con éxito el tiro, ya que tendremos que pulsar el botón de disparo dos veces e intentar paralizar un indicador en su zona verde para encestar. A mayor distancia del aro, más pequeña será la zona verde.
Caza de bicho: Con el stylus nos moveremos por la pantalla capturando toda mariposa o libélula que nos encontremos, evitando a toda costa las abejas asesinas que vuelan libremente y que nos quitarán uno de nuestros corazones limitados. Este juego resulta divertido y facilón, a no ser que aparezca una abeja roja que se dedica a perseguirnos sin disimulo por la pantalla, contra las que habrá que usar repelentes para quitárselas de encima.
Balón prisionero: Es el clásico mate. Se juega tres contra tres y consiste en derribar al contrario con la pelota. Una vez derribado el equipo contrario ganas, y si consigues coger el balón (pulsando el botón L justo antes de que te golpee) salvarás a un compañero derribado. Casi sin dudar, este es el mejor minijuego del patio de recreo.
Patadas: Tres factores a tener en cuenta: Coger el balón, tirar a portería y, si no tienes balón, buscar a un contrincante a quién quitárselo. Consiste en anotar el mayor número de goles, sabiendo que hay diferentes tipos de balones con diferentes modificadores como velocidad, x2, x3 o imparable.
Rayuela: Nada que ver con el original. Simplemente es la excusa para realizar un juego tipo “Simon dice”. En el que tras ver (y oír) una secuencia, tendremos que repetirla al compás siguiente teniendo en cuenta el ritmo. Este minijuego tiene una total carencia de originalidad, aunque resulta entretenido para ver hasta donde podemos llegar sin equivocarnos.
Coches teledirigidos: Evocando a las míticas carreras de micro machines por tres recorridos diferentes y con todo tipo de armas como dardos, aceite resbaladizo, bomba, escudo o campo eléctrico.
Trampolín: Consiste en ir botando en una cama elástica teniendo en cuenta que la distancia caída es la mitad que el salto que daremos al siguiente. Dependiendo del desafío tendremos que evitar los pájaros que vuelan impidiéndonos llegar más alto, coger el máximo de globos, o simplemente llegar al espacio.
De entre todos los minijuegos, éste es el más aburrido, ya que no hay apenas espacio para maniobrar en el aire, ni da tiempo a esquivar los obstáculos… y tampoco recuerdo haber jugado a esto en el cole.
Cerbatana: Por duro que parezca para un niño de primaria, las misiones de cerbatana no son más que misiones de francotirador, pero eso sí, con el clásico “boli hueco” y bolitas de papel con los que tendremos que acertar a los chavales que no dejan de correr en la distancia contraatacando con pegajosos papelitos enrollados. Como curiosidad podremos disparar tanto con el gatillo L como soplando al micrófono.
Cerbatana es el minijuego que más precisión exige (junto con el siguiente) ya que las bolitas de papel son limitadas y los “objetivos” no paran de correr.
Monopatín: Esto no es un Tony Hawk. El minijuego consiste en unir unos puntos numerados que aparecen en la pantalla táctil mientras que nuestro personaje está en el aire sobrevolando el half-pipe para hacer un truco. Si fallas en el truco, perdemos un corazón, y por cada acierto el bonus crecerá a la par que la dificultad.
Repaso final
Terminar al 100% este título no nos llevará más de cinco horas, y tras eso sólo nos quedará conseguir aumentar nuestro récord y sentir la satisfacción de habernos convertido en el auténtico rey de las pegatinas. Tampoco hay que olvidar que este Playground DS incluye multijugador en red local (multitarjeta) con el que competir con los amigos a cada minijuego.
Técnicamente hay que decir que los programadores se han centrado más en la jugabilidad y diversión de cada minijuego. Aún así, decir que el título está realizado completamente en 2d, tanto en esa perspectiva isométrica empleada cuando caminemos por las zonas habilitadas, como dentro de cada minijuego. Los sprites son grandes y detallados, y salvo alguna animación brusca sobre el monopatín, resultan suaves, agradables a la vista y acordes al resto del juego, aunque ligeramente desfasados.
La melodía que escuchemos salvo en un par de minijuegos será siempre la misma, pero con diferentes arreglos, haciéndose monótona y repetitiva a medio plazo. En cuanto a voces, decir que carece de ellas, salvo algún pequeño gemido o palabra al hablar con un chaval. El resto de efectos son correctos.
La apuesta de EA por Playground en DS conforma una buena recopilación de minijuegos infantiles destinado, como es lógico, al público más joven de la consola. Su duración no es muy extensa, aunque presenta un buen contenido rejugable y explota todas las características de control de la máquina de Nintendo.
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