Full Throttle marcó una nueva etapa de aventuras gráficas para LucasArts con la llegada del CD-ROM, el audio digital y un nuevo sistema de navegación. Más de veinte años más tarde, regresa con esta remasterización que sigue el camino trazado por Day of the Tentacle.
Siempre he pensado que hay que entender Full Throttle en su contexto, pues su legado histórico no deja en un lugar tan alto a la aventura de LucasArts como pudo ser el legado de grandes títulos como Monkey Island o Day of the Tentacle. La obra de Tim Schafer supuso un paso de gigante con respecto al clásico sistema de acciones que poseían los juegos anteriores, y todo comenzó con la llegada del CD-ROM.
El nuevo formato que solventaba el problema de los cada vez más abundantes discos de 3 y 1/4 permitía crear sprites más grandes, animaciones más complejas, banda sonora digital y voces durante toda la aventura. Este es el paso de gigante al que me refería, pero en el camino también se simplificaron muchos términos con los que no todos los jugadores estuvieron de acuerdo. El sistema de verbos se cambió por una rueda con acciones que reducían todo a mirar, hablar, interactuar y patear, manteniendo un escueto inventario. Esto, sumado a la eliminación del "pixel hunting", con un sistema que resaltaba claramente los objetos interactuables del escenario, dio lugar a muchas críticas por lo sencillo de las combinaciones posibles para el jugador.
En el fondo, era el camino escogido por LucasArts que ya había comenzado con Sam & Max, apostando por un estilo más visual que escapara poco a poco y tímidamente del sistema de verbos, a la vez que se experimentaba con otra idea que intentaba añadir algo de acción a la aventura: minijuegos donde podíamos pelear con moteros en la carretera, demasiado simples y forzados que no lograron tanto atractivo como los combates a puñetazos de los Indiana Jones y que afortunadamente fueron desapareciendo del nuevo libro de estilo.
Como demostró más tarde The Curse of Monkey Island, con su doblón y acciones similares, el problema no fue tanto el cambio de verbos (por mucho que lo añoremos) como su estructura en sí misma. Full Throttle era y es un juego sencillo, con pocos puzles, algunos bastante absurdos y desvinculados de la trama principal para una historia que se antoja algo más seria que otras obras de LucasArts. También preciosa y uno de los mejores ejemplos de la época de animación y diseño de sprites, con un gran uso de la iluminación y primeros planos que auguraban que los tiempos estaban cambiando. Pero lo importante (sobre todo en la época) para una buena aventura gráfica, era el reto y el de Full Throttle era menor y, sobre todo, corto. LucasArts se estaba probando a sí misma, y dio todo en el aspecto gráfico, lo que posiblemente redujo el tiempo de desarrollo para crear una aventura con más variedad de escenarios, puzles y por último, longitud. De hecho, en algunos comentarios del propio Tim Schafer en este Full Throttle Remastered, se deja entrever que muchos aspectos de la historia fueron recortados. Es por ello que The Curse of Monkey Island se antoja como la obra que refinó lo que Full Throttle había comenzado.
El guerrero de la carretera
Jugar de nuevo a Full Throttle es realmente interesante. Lo que muchos vimos en su momento como una aventura sencilla puede ser ahora una ventaja para jugadores que no quieran enfrascarse en puzles complejos, pero que requiera pararte a pensar de vez en cuando. Una aventura, en definitiva, más accesible. Para los aficionados que provengan de la época, seguirán viendo un juego a medio cocer jugablemente, que tuvo que hacer bastantes concesiones para que el motor SCUMM alcanzase un nuevo techo tecnológico.
Gráficamente, el resultado de la remasterización es más detallado incluso que el de Day of the Tentacle: Special Edition, pues ha habido lugar para profundizar más aún en sus sprites. El hecho de ver la cara de Ben o de Maureen clavadas a los de sus primeros planos mientras estás jugando puede no sorprender si comienzas la aventura en el modo remasterizado, pero solo hace falta un leve vistazo a la versión original para ver que ha habido trabajo tanto en los escenarios como en los personajes, aunque sobre todo en estos últimos, que han sido representados fielmente respetando el diseño original, a diferencia de las remasterizaciones de los dos primeros Monkey Island. Por ejemplo, el primer plano de Maureen es el utilizado ahora para su representación en el juego. Los escenarios, sin embargo, tampoco se quedan muy atrás pues aprovechar el modo 16:9 ha requerido su ampliación en los laterales para rellenar la pantalla.
Es imposible olvidar algunos momentos de la historia de Full Throttle
El trabajo gráfico es quizá el factor determinante a la hora de jugar o rejugar Full Throttle, ya que las voces y la banda sonora compuesta por The Gone Jackals también haya sido remasterizada, es en este aspecto donde más notaremos la diferencia. Una que no tiene por qué ser del gusto de todos, ya que al igual que Day of the Tentacle, el detalle y la suavidad de esta versión elimina los píxeles y puede que (como yo) seas un amante del píxel tal y como fue creado en su momento. Por y para ello, existe también la versión original con la que puedes intercambiar en cualquier momento.
Como las últimas remasterizaciones de Double Fine, uno de los extras más suculentos es el de poder activar los comentarios del director y escuchar mientras juegas algunos detalles del desarrollo del juego por parte de sus protagonistas. Eso sí, es aconsejable escucharlos una vez que ya has jugado a la aventura, ya que pueden contener spoilers. También a medida que vas jugando se desbloquean bocetos de diseño del juego y canciones de The Gone Jackals.
"Cuando pienso en Maureen, pienso en dos cosas. Asfalto… y problemas". "Cuando estoy en la carretera soy indestructible". Es imposible olvidar algunos momentos de la historia de Full Throttle. Curiosamente, a medida que avanzaba la trama, me costó más recordar algunos de los hechos que sucedían hasta haber jugado esta remasterización. No. Full Throttle no pasará a la historia como la mejor aventura gráfica de la historia de LucasArts, pero al igual que ocurre actualmente, con juegos que sirven como un adelanto del futuro, sobre todo en el aspecto técnico, sí que tiene su lugar en la década de los 90 y merece la pena jugarla y estudiarla. Comprobar cómo el maravilloso motor INSANE creó algunas animaciones que acercaban la aventura gráfica a una película de dibujos animados, mientras la era del CD-ROM sucedía al MIDI, y las voces digitalizadas a los clásicos subtítulos de colores.
Fue interesante ver el cambio. Y ha sido bonito recordarlo ahora.
Puede que Full Throttle no sea la mejor aventura gráfica de todas las que produjo la otrora gran LucasArts, por su sencillez, poca variedad y corta duración, pero tecnológicamente fue un portento y la piedra angular sobre la que se asentó el último gran bastión del género. Algo que merece la pena rememorar.
- Buen trabajo de remasterizado tanto en escenarios como en los personajes
- Los extras: comentarios del director, canciones y bocetos
- Aunque marcó época, no es la mejor aventura de Lucas. Es más sencilla y corta
- El remasterizado gráfico no es para todos los gustos. Habrá quien prefiera los píxeles originales
