La popular saga de velocidad Colin McRae ya tiene nueva entrega, y ésta se llama DiRT 2. Tras la notable brillantez de la primera parte, Codemasters presenta una secuela incluso superior al original merced a un profundo trabajo de lavado de cara y mejora.
Es cierto. El aficionado a los rallys en los videojuegos espera como agua de mayo a DiRT 2, la necesaria continuación del notabilísimo Colin McRae: DiRT de 2007. Han pasado ya dos años de su lanzamiento, y desde entonces ningún videojuego ha logrado reeditar su legado y eso que han sido muchos los que lo han intentado con más bien poco acierto en su mayoría.
Codemasters ha trabajado duro y presenta en 2009 un videojuego de velocidad francamente redondo. Quizá no perfecto, pero sí uno de los más interesantes lanzamientos de este ajetreado final de verano y, definitivamente, el mejor videojuego de off-road que se puede disfrutar en estos momentos.
Jinetes de Cuatro Ruedas
Nuestros primeros pasos en DiRT 2 tendrán lugar definiendo a nuestro personaje. Grandes de la velocidad como Travis Pastrana, Ken Block o Dave Mirra nos acompañarán a modo de “padrinos”, comentándonos con su propia voz –doblada a nuestro idioma- los pasos que debemos dar uno por uno.
El videojuego cuenta con la posibilidad de definir el sexo, nombre, etcétera de nuestro protagonista y también la del nombre propio con el que el programa se va a dirigir a nosotros. Se trata de una medida de similar estilo a la de Grid, también de Codemasters, donde elegíamos el nombre de entre una larguísima lista para que el narrador nos llame por nuestro nombre real.
Por lo demás el videojuego está planteado de una forma mucho más dinámica que la excesivamente convencional primera parte. En este sentido ahora DiRT 2 es algo así como vivir una historia, con diferentes personajes y una trayectoria clara que seguir. La idea es seguir la carrera de un piloto novato, el jugador, desde sus duros inicios hasta su coronación como número 1, y los dos elementos mencionados –personajes y trayectoria- ayudan a enganchar al usuario. Por sencillo que parezca el concepto, su acertada formulación le otorga una mayor profundidad a lo que, en esencia, continúa siendo únicamente un videojuego de carreras.
Así pues cada vez que terminemos una prueba recibiremos diferentes mensajes de otros personajes célebres del mundillo, que nos emplazarán a otras carreras o pruebas de las que tomar parte. ¿Cómo hacerlo? Desplazándonos a nuestra caravana y echando un vistazo al mapa del mundo con todas las pruebas y desafíos disponibles.
Con este sistema tan orgánico no sólo tenemos unos menús muy vistosos estéticamente, sino que también ganamos en velocidad a la hora de desplazarnos por ellos. Todo resulta tremendamente intuitivo de este modo, y con apenas un giro de palanca y apretar un par de botones nos plantaremos del interfaz principal del Modo Historia al Multijugador con sólo salir de la caravana y echar un vistazo a nuestro alrededor.
La estética general ha cambiado muchísimo, y ya era uno de los detalles más interesantes a nivel artístico del original. En esta ocasión el estilo parece más desenfadado, más urbano… Un cambio de look tremendamente acertado. Sin embargo los elementos de verdadera importancia están en las pistas, y es ahí donde centraremos nuestra atención desde aquí hasta el final del análisis.
Ídolos de Barro
Antes de cada prueba podremos escoger tres parámetros fundamentales. La dificultad, los daños y los ajustes del vehículo. La dificultad no grada únicamente el reto de una IA bastante hábil, sino que también determinará los puntos de experiencia que recibiremos en base a cada prueba superada. Como es lógico a más reto más experiencia. Sumando experiencia iremos alcanzando nuevos niveles con nomenclatura numérica, y con ellos accederemos al desbloqueo de nuevos elementos y carreras alrededor del mundo.
De nuevo con Grid como referencia, DiRT 2 recoge del otro videojuego de velocidad de Codemasters la presencia del rebobinado. Al igual que en aquel en determinados niveles de dificultad contaremos con la posibilidad de retroceder en el tiempo para mejorar una curva, optimizar un trazado o, sencillamente, evitar la colisión con otro vehículo. Los seis niveles de dificultad de DiRT 2, de Fácil a Salvaje, no sólo afectan a la habilidad de la IA o al comportamiento del vehículo, sino que también lo hacen al número de flashbacks que irán reduciéndose de los cinco disponibles en Fácil a los cero de Salvaje.
Esta opción siempre nos ha parecido una interesante moda en los videojuegos de velocidad, puesto que permite al propio usuario ser quien decide en mayor medida que nunca el nivel de dificultad del videojuego. Aquí, como en otros lanzamientos, se puede decidir si activarla o no, y esta repetición manual siempre puede no ser utilizada si deseamos la experiencia más realista posible.
De esta forma el Modo Carrera se desarrolla dentro de lo esperable, con una serie de alternativas para personalizar la experiencia jugable dentro del grado de realismo que desee el usuario y con una gran variedad de pruebas que nos permitirán, por ejemplo, protagonizar veloces rallys en el Reino Unido o recorrer vastas superficies en Norteamérica con buggies o camiones descomunales. Sin embargo hay más opciones y es que, lógicamente, las carreras de exhibición también están presentes. Aquí tendremos oportunidad de saltar a la pista sin mayores problemas ni exigencias, decidiendo únicamente las reglas a fijar y el circuito a recorrer para entrenarnos y ganar puntos de experiencia para el Modo Carrera.
Toda la experiencia individual gira en torno al modo carrera y a la progresión de nuestro protagonista a través de los niveles que le permitirán desbloquear diferentes elementos y pruebas, sin embargo el multijugador funciona con otro sistema. Similar, pero paralelo.
En la faceta on-line tenemos la oportunidad de enfrentarnos junto a otros siete pilotos en diferentes modalidades que en esta ocasión sí permiten la disputa de las carreras compartiendo el mismo espacio físico. Nos explicamos… Los que ya disfrutaran de la primera parte ya estarán al tanto, pero el original no permitía que hubiera competición directa entre los jugadores en la misma pista, lo que fue una sorpresa desagradable para algunos aficionados.
En la segunda parte, sin embargo, las opciones se activan. Quienes no tengan mayor interés en la faceta competitiva de la experiencia on-line pueden contentarse con disfrutar de los tablones de rankings, los logros y trofeos y la exploración de los datos de nuestros amigos. Toda esta información estará disponible, y con algunas sorpresas tremendamente exhaustivas que harán las delicias de los fans de las estadísticas.
Los fans de lo competitivo tendrán un número máximo de ocho usuarios que pueden competir al mismo tiempo en DiRT 2, en una decisión que finalmente restringió los números inicialmente previstos de 12, ya que según sus propios creadores acababa siendo “demasiado caótico”. La práctica totalidad de modalidades jugables del modo individual está también presente en el on-line, con lo cual la oferta es amplia.
Al Volante
Volvemos a mencionar Grid, y es que es la otra gran saga de velocidad de Codemasters, y a pesar de intentarlo en ocasiones resulta imposible no compararlas porque comparten muchos elementos, incluido motor gráfico. Aquí la conducción, sin embargo, es mucho más cercana a lo que podría considerarse un simulador, por el toque más arcade de Grid.
No es que DiRT 2 sea esencialmente realista, más bien deberíamos calificarlo de veraz, puesto que si bien no alcanza las cotas necesarias para considerarlo una simulación, sí es cierto que contiene algunos elementos que lo alejan meridianamente de la consideración arcade. En este sentido los pasos en pos de una experiencia lo más cercana a la realidad posible son notables en la segunda parte, y tanto los vehículos responden de forma mucho más realista como los escenarios ofrecen una respuesta mucho más cercana a lo esperable cuando lo salpican charcos de barro, curvas peraltadas, etcétera.
El Force Feedback de un periférico de volante pocas veces ha resultado tan realista como en esta ocasión, y es que en DiRT 2 reacciona de forma más veraz que nunca. La experiencia con pad tampoco desmerece, y la precisión de los sticks es notable, sin embargo cualquier aficionado a los títulos de velocidad sabrá sobradamente que un videojuego con volante gana muchísimos enteros, y el que nos ocupa es uno de los que mejor trata esta alternativa de control.
En lo que se refiere a la personalización estética sí esperábamos mayores pasos hacia delante. Quizá esta sea la faceta más pobre del videojuego, puesto que sólo nos permite alterar el diseño de la pintura de la carrocería en base a algunos patrones predeterminados que iremos bloqueando, además de escoger otros elementos francamente prescindibles como el tono del claxon o los divertidos pero olvidables muñecos para el salpicadero y el parabrisas.
Por otra parte la configuración de las características y el rendimiento del vehículo sí son elementos que cuentan con más trabajo a sus espaldas. Aquí podremos escoger al detalle algunos patrones que definirán cómo rendirá sobre la pista. Éstas serán la Relación de Cambio entre Corta y Larga, la Carga Aerodinámica entre Alta y Baja, la Suspensión entre Dura y Blanda, la Altura de Conducción entre Alta y Baja, el Diferencial entre Duro y Blando y el Reparto de Frenada entre la parte trasera y delantera del vehículo. El recomendar una u otra configuración desde este análisis sería un tanto absurdo, pero sí emplazaremos al lector a optar por un extremo u otro muy en función de sus necesidades en lugar de escoger un punto medio. Así será como sacaremos el mayor partido posible al vehículo en función de nuestras necesidades y del tipo de prueba al que hagamos frente.
Humo, Polvo y Partículas
En lo que se refiere al aspecto visual es obvio que el videojuego continúa utilizando el mismo motor gráfico, y de nuevo con un rendimiento sencillamente fantástico. Quizá tras dos años de desarrollo esperábamos un avance algo más notorio, sin embargo con la nueva entrega hay que seguir calificando a la saga DiRT como una de las que mejor aspecto tienen del panorama actual del género de velocidad.
Los vehículos, como es lógico, han sido el principal foco de atención de los programadores del título. Su trabajo con ellos es sencillamente apabullante, y han mejorado notablemente en su carga poligonal, detalle de texturas y, sobre todo, en la calidad de los destrozos que provocan las colisiones. Si el trabajo sobre el garaje de bólidos ya era fantástico en la primera parte, en la segunda es todavía mejor.
Por su parte los decorados continúan con la fascinante atención por el detalle de la que hacen gala los productos que emplean el EGO Engine. Si ya nos quedamos verdaderamente sorprendidos con lo logrado por DiRT y Grid, en DiRT 2 todos los escenarios siguen una línea muy similar, con texturas y niveles de detalle fantásticos para el suelo, y con brillantes ejecuciones para las construcciones y el público. Los efectos de partículas como el polvo o el barro, como siempre, de diez.
En el original ya insistimos mucho en la vertiente tecnológica, merced al brillante comportamiento en cuanto físicas de los vehículos, y también por las fascinantes reacciones de éstos en las colisiones. Como decimos la segunda parte amplia esta vertiente con nuevos puntos de choque para los coches, y con destrozos todavía más realistas.
Resulta chocante, sin embargo, que el maravilloso trabajo de interacción con el entorno del que goza DiRT 2 no se traduzca en todos los elementos del escenario. Ver cómo determinadas partes del vallado se destruyen al ser atravesadas con el coche, o ver también cómo los muretes de piedra caen hechos pedazos son factores que contrastan con la rigidez de otras partes del decorado. Coincidimos con los chicos de Codemasters en que dar la oportunidad al conductor de atravesar las partes del mapa en las que hay público sería una destroza innecesaria del propio concepto del videojuego, sin embargo no deja de resultar algo forzado que partes aparentemente muy endebles del recorrido resulten completamente infranqueables.
La única pega que se le puede poner al, por lo demás, brillante apartado tecnológico es que los tiempos de carga continúan siendo de una duración exagerada. Cierto que el videojuego hace todo lo posible por amenizarlos con una estética y una exposición de estadísticas que, a buen seguro, hará que el tiempo pase algo más rápido; sin embargo siguen siendo unos tiempos muertos demasiado dilatados.
En la faceta del audio hay que destacar que el lanzamiento llega a nuestro país totalmente doblado a nuestro idioma y con un nivel francamente bueno. La banda sonora, por su parte, contiene una interesante mixtura de temas rockeros y alternativos entre los que destaca Talons de Bloc Party, Sister de Queens of the Stone Age, Warriors Dance de Prodigy, Y Control de Yeah Yeah Yeahs y la fantástica Grounds for Divorce de Elbow.
Los efectos de audio, por último, suenan exactamente como esperábamos, con unos tratamientos impecables de los rugientes motores de estas bestias de metal, y con unos sonidos para recorrer diferentes superficies impresionantemente bien conseguidos. Las colisiones y los aterrizajes de los bólidos tras los saltos merecen mención aparte.
DiRT 2 consigue algo que parecía difícil, mejorar su brillante primera parte. Con esta entrega la saga de conducción de Colin McRae consolida una de sus mejores entregas de la historia, y nos ofrece el mejor videojuego de off-road de la actual generación de videoconsolas. DiRT 3 tendrá el listón altísimo.
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