Un rotulador mágico capaz de convertir en objetos tus creaciones va a ser tu principal herramienta para completar este buen juego de plataformas de WiiWare pero… ¿estará al nivel de los grandes?
Saltos imposibles, caídas tontas en el último instante u obstáculos insalvables que nos han mantenido largas sesiones de juego dándole al botón de salto para averiguar de qué forma podíamos superar un gran muro que nos cerraba el paso. ¿Quién no ha deseado alguna vez contar con la posibilidad de crear objetos de la nada para facilitar las cosas en un juego de plataformas? Si eres uno de ellos, y ya has disfrutado de títulos como Drawn to Life, este Max & the Magic Marker seguro que te puede interesar.
Creatividad limitada
Con un planteamiento de juego basado en los clásicos plataformas bidimensionales, este título de WiiWare nos plantea superar 15 niveles distintos ambientados en tres zonas de juego diferenciadas, con la ayuda de un rotulador mágico capaz de dar forma física a nuestros dibujos. Sin embargo, debe quedar claro desde un principio que no hablamos de un nivel de libertad como el visto en el fantástico Crayon Physics. Aquí las opciones “creativas” disponibles se limitan a crear formas básicas como sencillas escaleras, improvisadas pasarelas o barreras para protegernos de determinados elementos peligrosos por citar algunas de las más recurrentes.
¿Te resulta imposible saltar el pozo de lava que bloquea tu camino? Crea un sencillo puente sobre él y cruza sin problemas. ¿Un gran muro frena tu avance? Da forma a una escalera y trepa poco a poco. ¿Caen rocas sobre tu cabeza? Cúbrete con un semicírculo. Este tipo de situaciones se entremezclan con otras propias de los clásicos en el género; a saber: sucesiones de saltos milimétricos sobre plataformas mortales, trampas que pondrán fin a nuestra vida si no nos movemos con cuidado, y algún que otro enemigo –todos iguales- situado en el peor lugar posible solamente para fastidiar.
Tampoco faltan los clásicos objetos a recolectar durante cada nivel para mejorar nuestra puntuación al final del mismo. El más básico se trata de las esferas de tinta naranja, que como podéis imaginar, recargarán nuestro rotulador para que cada vez podamos realizar dibujos más complejos –o más dibujos a la vez-. Éste es un recurso limitado en número aunque ilimitado una vez lo hemos adquirido. ¿Qué queremos decir? Que las esferas de energía son las que son en cada escenario, pero una vez hemos adquirido la tinta, siempre podemos borrar las obras creadas para recuperar esa tinta y probar con otra solución. Pero no penséis que llegaréis al final de cada nivel con la barra de tinta hasta los topes; cada escenario se encuentra dividido en varios puntos de control en los que toda nuestra tinta será absorbida, teniendo entonces que recolectar más en el nuevo tramo que estamos a punto de afrontar.
Luego nos encontramos con los orbes de energía amarilla, que recolectaremos sin demasiada complicación, y los de energía negra, que son más escasos y plantean retos más originales basados en la interacción con el entorno. Para que os hagáis una idea, evitar que nos metan un gol nada más empezar un escenario, o quedarse quieto durante unos segundos delante de una cámara de fotos nos supondrá ganar estos orbes.
Fácil y breve
Conseguir todos estos objetos, y encima terminar los niveles en el tiempo récord marcado por los desarrolladores puede suponer un auténtico desafío, pero en líneas generales, Max & the Magic Marker es excesivamente sencillo de superar y muy corto. Además, conforme avanzamos en la aventura nos damos cuenta del potencial que atesora el título, planteándonos cada vez retos más originales en los que se juega tanto con la creatividad a la hora de dibujar como con el motor físico del título, que resulta muy trabajado y consistente. Así, por ejemplo, podremos crear un balancín, situarnos en uno de sus laterales y, sobre el otro lado, crear un garabato consistente –cuando más pintemos, más pesará- para que al caer, nos lance por los aires y podamos llegar a una zona inaccesible.
Tampoco se le ha sacado todo el jugo a la posibilidad de parar el tiempo para dibujar determinados elementos con calma, quedándonos como decíamos con la sensación de que el juego podría haber dado mucho más de sí. Y es una pena, porque artísticamente es una obra muy interesante –con una estética que casa a la perfección con la idea de un mundo creado por un niño- que plantea un sistema de juego atractivo y con muchas posibilidades que no se han explotado al máximo.
Divertido, con un sistema de juego que atrapa de principio a fin y la opción de dar rienda suelta a tu ingenio para superar la aventura. ¿Quién podría resistirse a algo así? La pena es que el juego anda algo escaso de contenidos y nos deja con la sensación de que no se han explotado del todo sus grandes opciones jugables. Aun así, una compra muy recomendable por su atractivo creativo e ingenio.
