Análisis de Splinter Cell Blacklist. Espías del siglo XXI

Análisis de Splinter Cell Blacklist. Espías del siglo XXI
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Sam Fisher está de vuelta, y continúa en buena forma con un Blacklist que recoge lo mejor de Conviction en cuanto a la acción, y que recupera también buena parte del encanto y espíritu de los primeros episodios. El nuevo Splinter Cell presenta montones de posibilidades para el usuario a la hora de formular el sigilo como lo desee, y cuenta además con el habitual sello de calidad de todas las entregas de esta veterana serie en PC. Así son los espías del siglo XXI.

Por suerte para disfrutar de Blacklist hemos tenido que esperar mucho menos tiempo de lo que tuvimos que aguardar para hacernos con el genial Conviction. El desarrollo de esta nueva entrega, en comparación con aquella, ha sido una tranquila balsa de aceite, y el hecho de tener las ideas claras desde el principio también ha ayudado a que la campaña promocional del programa haya hecho que los aficionados tengan las ideas más claras. Por ejemplo ya desde el principio se planteó el título como una triple vertiente de estilos de combate que convergerían en aportar al usuario infinidad de posibilidades para sacar adelante las situaciones, una verdadera bendición para los aficionados al sigilo.

Por el camino hemos sorteado cierta polémica de unos aficionados que en algunos casos no han entendido la necesidad de presentar un Sam Fisher más joven que el de Conviction, a pesar de que el juego se desarrolla a modo de secuela estándar, y especialmente en Norteamérica tampoco se ha comprendido la sustitución del emblemático Michael Ironside. Un icono de la Serie B cinematográfica que en el mundo de los videojuegos se ha caracterizado por prestar su voz al afamado espía. No obstante si nos abstraemos de estos elementos lo cierto es que la experiencia Blacklist es muy placentera también en compatibles, a pesar de que recomendemos encarecidamente utilizar pad. Un producto perfectamente aderezado de modalidades individuales y multijugador, y con lo mejor de los últimos episodios bien mezclado para ofrecer uno de los entretenimientos de sigilo más completos y cargados de contenidos de los últimos tiempos dentro del género.

La Lista Negra

En primer lugar hay que matizar que la historia de Blacklist es muy diferente de la de Conviction, ya desde la base por el hecho de que el argumento de su predecesor estaba centrado en Sam y en una serie de acontecimientos relacionados con su vida personal, mientras que en este caso volvemos a las conspiraciones internacionales. De hecho en esta ocasión hablamos de un grupo terrorista llamado Los Ingenieros, que amenaza a los Estados Unidos con la aniquilación de una serie de objetivos con una frecuencia de tiempo de letal exactitud y escasa capacidad de maniobra. En una situación límite como ésta sólo cabe recurrir a Fourth Echelon, un grupo de élite de agentes especiales comandado por el mismísimo Fisher, pero con una serie de acólitos que nos pondrán las cosas más fáciles durante la campaña y que en esta entrega ganan particular protagonismo.

Para lograr esta sensación corporativa y, especialmente, para conseguir en el jugador el sentimiento de que todo lo que hace avanza en una misma dirección, el juego propone que todo parta desde la base de operaciones de la organización. Este lugar es móvil y está ubicado en los cielos, y es que se trata de un avión que sobrevuela el mundo acercando a sus hombres a los lugares calientes del globo donde van a protagonizar sus misiones. Así tras el breve prólogo, ciertamente prescindible en términos narrativos, saltamos directamente a la "panza" del aeroplano, un lugar en el que podemos movernos con libertad para interactuar con nuestros compañeros de fatigas, donde adquirimos las mejoras para Sam Fisher (y para el propio avión entre otras cosas), y también es el lugar desde el que accedemos al tablón de misiones que nos permite sumergirnos en encargos individuales, competitivos o cooperativos.

El mundo depende una vez más de Sam Fisher, y es que las amenazas terroristas exigen al mayor y más hábil de los héroes.
El mundo depende una vez más de Sam Fisher, y es que las amenazas terroristas exigen al mayor y más hábil de los héroes.

Los primeros minutos son algo confusos, quizá por un planteamiento demasiado rápido a la hora de presentarnos todas las alternativas ante nosotros, pero cuando al cabo de poco tiempo empezamos a manejarnos en el centro neurálgico nos damos cuenta de lo acertado que es desde cualquier punto de vista este planteamiento. En primer lugar porque nos hace percibir que todas las modalidades (off-line y on-line) van encaminadas en una misma dirección: la de combatir la amenaza terrorista que nos presenta la intro. En segundo lugar porque elimina los interfaces en el más puro estilo de la palabra, y porque fulmina también de este modo los típicos problemas de falta de inmersión que se derivan de tener que entrar y salir de este tipo de menús y apartados.

Puede parecer que el guión de Blacklist no pasa de lo estereotípico para un lanzamiento de estas características, pero lo cierto es que hace los deberes con sobrada eficacia para ponernos en situación y hacernos sentir como un ente importante. El retorno de la franquicia a las amenazas globales parece más fiel no sólo al espíritu Tom Clancy, sino también a lo que tradicionalmente habían venido ofreciendo los primeros capítulos de la franquicia. Personajes que vuelven y otros que debutan son los que forman parte de nuestro equipo, como Anna Grimsdottir o el irritante Charlie Cole, entre otros, hacen buena labor a la hora de que percibamos que formamos parte de un equipo con el que ya no podemos ir a lo nuestro y en el que todo es un esfuerzo colaborativo conjunto. Tanto en lo que se refiere a su poderío en las modalidades como en cuanto a arrimar todos los personajes el hombro y remar en la misma dirección.

Splinter Cell: Blacklist logra ser así mucho más orgánico, y Sam hace uso de una serie de estilos que beben de todos los juegos anteriores. Es como si Fisher retuviera todos los conocimientos y movimientos especiales de lo que fue como agente especial en las primeras entregas de la serie, pero como si también hubiera aprendido la visceralidad que exhibió en el demoledor Conviction. Ahora contamos con un agente que es muy versátil, y que por fin aúna a la perfección lo que Ubisoft deseaba ofrecer de la marca en esta generación: un juego que permita al usuario sigilo, pero que no le convierta en un cero a la izquierda cuando sea descubierto. Esto significa no sólo que podamos trabajar en silencio sino que, además, seremos una verdadera máquina de matar cuando nos detecten, aunque debemos matizar que el soporte de ratón-teclado no está a la altura de lo que esperábamos, de modo que sin un pad los tiroteos son menos precisos de lo que deberían. Especialmente traumático resulta el uso del ratón, con un lag mínimo pero notorio y un cierto efecto de intermitencia: el conocido como stuttering. No obstante, como decimos, el programa cuenta con soporte para mando, opción que recomendamos, y que hace mucho más placentera la vía de optar por una u otra línea de acción para Sam en cualquier momento, y especialmente en función de lo que creamos que es lo mejor para el desarrollo de una misión que siempre estará enteramente en nuestras manos.

Los escenarios están llenos de rincones donde esconderse y de rutas de carácter secundario que seguir para llevar a cabo emboscadas.
Los escenarios están llenos de rincones donde esconderse y de rutas de carácter secundario que seguir para llevar a cabo emboscadas.

Todoterreno

Un Sam con capacidades más diversas hace que la experiencia del aficionado sea también mucho más cargada de alternativas. Entre los juegos de este género hay pocos que ofrezcan más opciones que este Blacklist, y es que consigue brindar abrigo a los aficionados que gustan de una sofisticada acción shooter y de buen ritmo con gadgets además de un brutal cuerpo a cuerpo, pero también tiene sitio para los que desean pasar inadvertidos, llevar a cabo ejecuciones silenciosas (letales o no) y que prefieren explorar bien el escenario tratando de dar con la ruta más adecuada para conseguir sus objetivos minimizando problemas y choques.

El programa, de hecho, bautiza las tres vertientes que ofrece con otros tantos nombres, permitiéndonos valorar al final de cada misión cómo de bien hemos rendido en cada una de éstas de una forma muy clara. Fantasma, por ejemplo, es en la que encuentran acomodo los más puristas puesto que todo gira en torno a evitar la detección y al uso de técnicas no letales. Este estilo puede ser mezclado con los otros dos en las proporciones que desee el usuario, pero es la que ofrece más puntos. Pantera, por otro lado, tiene bastante en común con aquel, pero trata de que seamos tan letales como la criatura que le da nombre. El concepto es el de ser tan sigiloso como antes para impedir la detección, pero matando a los enemigos con ejecuciones cuerpo a cuerpo y armas con silenciador. En última instancia encontramos el estilo Asalto, que es el que ofrece las posibilidades del combate abierto puro y duro. Aquí los gadgets que podemos emplear son los más ruidosos y de tipo explosivo, y además es una vía que renuncia al uso de tácticas de sigilo o de silenciadores, puesto que importa poco si somos vistos por nuestros enemigos o no.

Ceñirse a uno sólo de los estilos es divertido y desafiante, y una forma más de afrontar la campaña o el multijugador del programa puesto que ahora todas las mecánicas jugables están perfectamente bien trazadas para ser cómodas, y reflejar lo que debería ser un agente especial de estas características: una élite todoterreno preparada para cualquier circunstancia y escenario posible. No obstante desde la redacción recomendamos también la vía de la mezcla, que enriquece el conjunto de manera notable, y que nos deja que seamos nosotros los que elijamos cuál de ellas es la idónea para cada momento y situación. Lo apasionante es que en el mencionado tablón de puntos de cada final de nivel se nos anima indirectamente a rejugar cada nivel probando unas y otras vertientes, a veces de manera independiente y otras mezclándolas con habilidad para batir nuestros propios récords. Una mecánica de incentivo tan vieja como los propios videojuegos, pero que alegra saber que continúa funcionando.

La personalización de Sam nos permite adaptarlo como un guante a nuestro estilo de combate, una obsesión de Ubisoft en el producto final.
La personalización de Sam nos permite adaptarlo como un guante a nuestro estilo de combate, una obsesión de Ubisoft en el producto final.

La práctica totalidad de los niveles están plagados de cosas que hacer y de rutas alternativas que tomar, lo que se traduce en una riqueza jugable que sin duda el aficionado agradecerá. ¿Los mejores? En los que reina la oscuridad, puesto que la impunidad que nos otorga la falta de luz nos permite contar con muchas más posibilidades que los que están bañados por el sol que, por el contrario, a menudo casi nos obligan a recurrir a la acción o que, como mínimo, lo cierto es que recortan bastante nuestras posibilidades. En cambio todos tienen muchos retos de plataformas para demostrar el nivel acrobático con el que cuenta un Sam sorprendentemente rejuvenecido. El espía siempre ha sido un tipo ágil y capaz, sin embargo en esta entrega llega hasta cotas estratosféricas moviéndose casi como si de un "Assassin" se tratara por unos decorados que, sabedores de esta posibilidad, se regodean a la hora de ofrecernos zonas naturales plagadas de riscos que escalar y otras urbanas repletas de ventanas y alféizares que recorrer.

En esta política de maximizar las opciones para el usuario también encaja la personalización del aficionado, que se fundamenta en un sistema que nos da dinero por una serie de objetivos o acciones conseguidas en las misiones. La idea es que el equipamiento en el que invirtamos estos fondos acabe consolidando que nuestro estilo se traslade a la pantalla de mejor forma. Así podremos liberar gadgets, modificadores de apariencia, métodos de visualización mejorados y un largo etcétera de elementos. Blacklist es algo generoso en cuanto al dinero que nos proporciona por la consecución de nuestras metas, así que va a ser muy fácil que vayamos personalizando nuestros renglones de equipo con todo lo necesario para que Sam sea exactamente el estilo de agente que deseemos.

Espías contra Mercenarios es la modalidad competitiva que ofrece el título, con cinco alternativas en su interior.
Espías contra Mercenarios es la modalidad competitiva que ofrece el título, con cinco alternativas en su interior.

Agente de Campo

Tal y como se presentan las misiones en Blacklist, todas siguen un patrón muy familiar. Al movernos por el avión que ejerce de base de operaciones con libertad escogemos hablar con nuestros compañeros de Fourth Echelon para mejorar al personaje, para conocer información o para acceder a las misiones, y después las cosas comienzan a estructurarse de la misma manera. Presenciaremos un pequeño informe con todas las características de los objetivos que tenemos que llevar a cabo, y a continuación escogeremos los accesorios y armas con los que contaremos. Casi todas las metas a conseguir tratan sobre salvar a un VIP, asesinar un objetivo, recuperar información y similares. Aunque el producto tiene la suficiente fuerza para hacernos percibir los distintos capítulos del nuevo Splinter Cell como situaciones razonablemente nuevas.

Eso sí, no todas las partes de los niveles están a la misma altura. No hablamos de cosas graves, pero resulta bastante molesto cuando Blacklist nos obliga a superar situaciones fuertemente basadas en scripts que estropean la sensación general. Se trata de algunas secciones muy específicas en las que, por ejemplo, tenemos que llevar a cabo las cosas de una forma muy concreta o, por mencionar otro caso, cargar con un rehén sobre nuestro hombro. No sólo son pobres desde el punto de vista jugable, sino que además se llevan por delante la libertad y el sentido de banco de pruebas de situaciones que tiene el resto del título.

Es en el resto de contextos cuando el título es verdaderamente divertido, cuando ponemos a prueba a nuestros enemigos y donde nosotros mandamos sobre cada situación que se presente. Nosotros decidimos cómo utilizar las ventajas que nos da la luz y la oscuridad, y también cómo sacar partido de un sistema de coberturas que se basa en lo que veíamos en Conviction pero que sigue progresando a buen ritmo para ofrecer toda la agilidad que necesita un protagonista como el nuestro para sacar adelante las situaciones límite en las que habitualmente se va a encontrar.

El cooperativo brilla especialmente cuando nos propone algunas tácticas colaborativas para que llevemos a cabo conjuntamente.
El cooperativo brilla especialmente cuando nos propone algunas tácticas colaborativas para que llevemos a cabo conjuntamente.

También contamos con la ayuda de otras mecánicas que regresan, como la del Marcar y Ejecutar que debutó con tanto éxito en el terriblemente innovador Conviction. El concepto vuelve a ser el mismo, se trata de ejecutar a enemigos para ir rellenando sus ranuras (que se muestran en la parte inferior derecha de la pantalla). ¿Qué nos permite una vez que esté cargado? La posibilidad, como su propio nombre indica, de señalizar con el ratón a tantos enemigos como nos permita nuestro número de cargas, y después ejecutarlos en fracciones de segundo mostrando la letal eficacia con las armas del propio Sam. A nivel de diversión y desafío puede ser algo menos estimulante que en su predecesor, principalmente por la diferencia de ritmo entre uno y otro, sin embargo hay distintas situaciones en las que en las dificultades más altas se antoja poco menos que imposible superarlas sin tener que recurrir a esta mecánica.

Por lo demás el título ofrece también un ramillete de decisiones que son mejores o peores en función del prisma desde el que se observen. Por ejemplo nos ha agradado mucho el hecho de que los enemigos cambien sus posiciones y trayectorias cuando nos vemos obligados a volver a cargar un checkpoint, lo que hace que no podamos recurrir al clásico recurso del ensayo-error en el que en los momentos más frustrantes algunos tienden a caer. No nos han agradado tanto, como es lógico, algunos problemas derivados de la falta de precisión en determinados momentos de la navegación, los ya mencionados problemas con el ratón, ni tampoco una inteligencia artificial enemiga a la que es muy fácil verles las costuras.

Espionaje en Compañía - Multijugador-

La oferta de carácter individual de Blacklist es muy interesante, con una campaña de una duración que ronda las 6-8 horas (en una cifra aproximada en función de nuestro estilo) que hará las delicias de los fans de la serie. Sin embargo Ubisoft durante la campaña promocional se volcó en dejar claro que habían prestado mucha atención al multijugador, y desde luego pasando cierto tiempo con él es fácil darse cuenta de que es una faceta que cada vez está ganando más y más importancia en los lanzamientos de la serie.

El gran titular es, seguramente, el de Espías contra Mercenarios: el representante competitivo del título. Los primeros son al más puro estilo de la serie, con gran agilidad, perspectiva en tercera persona y con armas y blindajes ciertamente débiles ante el poderío de sus enemigos. Los Mercenarios, por el contrario, son manejados por otros usuarios en perspectiva de primera persona y con un arsenal y una resistencia tan robustos que salen ganando en cualquier enfrentamiento cara a cara contra sus oponentes. Con esta modalidad, que recordemos regresa, se crea un divertido entretenimiento al más puro estilo del gato y el ratón, y que depende mucho de la especialidad que hayamos escogido.

La estética de imprimir los nombres sobre el escenario vuelve a dar un resultado visualmente dramático.
La estética de imprimir los nombres sobre el escenario vuelve a dar un resultado visualmente dramático.

Por ejemplo entre los mercenarios podemos elegir ser Cazador, Pacificador o Disruptor. El primero despliega un dron volador que se maneja a control remoto y que resulta letal contra los enemigos. El Disruptor, por otra parte, puede impedir las habilidades de los espías, así como desactivar algunos de sus dispositivos. Por último el Pacificador cuenta con un plus de adrenalina que le permite por tiempo limitado disparar sus capacidades de velocidad y visión en la oscuridad... Muy útil contra nuestros oponentes. Por otro lado entre los espías hay también tres clases: el Explorador que tiene la capacidad de destacar a los enemigos cercanos y advertir de su presencia a sus compañeros, el Depredador que se vuelve invisible con su traje, y el Saboteador que lleva a cabo poderosas descargas capaces de hacer volar por los aires las granadas y artefactos explosivos de quien esté cerca.

No sólo hay posibilidad de personalizar a nuestro personaje con gadgets, trajes y armas, sino que también hay hasta cinco sub-modalidades dentro de todo este enfrentamiento de espías contra mercenarios. En Clásico hay dos equipos de parejas sin personalización, volcado en la oscuridad de los espías y la linterna de los mercenarios. Lista Negra y Extracción son muy similares, plantando a dos equipos de cuatro contra cuatro para hackear varios terminales o robos de datos, y haciéndonos cambiar de bando entre ronda y ronda. Control de Envíos tiene la particularidad de ofrecer equipos mixtos en cuanto a clases, mientras que Combate a Muerte por Equipos no admite mayores explicaciones puesto que su nomenclatura ya es lo suficientemente descriptiva.

Si el competitivo es francamente divertido y no se parece en demasía a otras propuestas que se encuentren en la actualidad en el mundillo del sigilo en PC, lo cierto es que el cooperativo es algo más convencional aunque también bastante interesante. Narrativamente se justifica con el hecho de que uno de los dos sea Sam Fisher, mientras que el otro sea nuestro compañero de Fourth Echelon, y son encargos más o menos breves que podemos disfrutar casi siempre en solitario o acompañados pero que están especialmente pensados para sacarles partido con un amigo a nuestro lado, puesto que suelen incluir secciones inaccesibles si vamos solos. El conjunto no está nada mal, aunque eso no debe ser óbice para que dejemos claro que a veces algunos encargos dan la sensación de que no están tan bien trazados como cabía esperar para ser disfrutados con un aliado, puesto que no fomentan particularmente la colaboración, y transmiten más que jugamos con alguien pero no juntos más allá de algunas acciones meramente cosméticas como la ayuda para escalar un muro, por ejemplo.

Los rostros no siempre están a la misma altura. La cara de Sam Fisher está muy lograda, pero el resto no son tan brillantes.
Los rostros no siempre están a la misma altura. La cara de Sam Fisher está muy lograda, pero el resto no son tan brillantes.

Generación de Espías -Gráficos y Tecnología-

Desde la óptica estética Blacklist es un videojuego vistoso, aunque dista mucho de los lanzamientos punteros que hemos venido disfrutando en algunos de los productos de carácter Triple-A que se han puesto a la venta a lo largo de este año en el caso de los multiplataforma, y especialmente si hablamos de versiones para PC. El nuevo Splinter Cell es compacto desde el punto de vista artístico, gráfico y tecnológico, aunque no hace ningún esfuerzo por destacar más allá de uno o dos detalles realmente conseguidos, con esta edición para compatibles algo por encima de las de consolas, pero sin grandes avances más allá de la iluminación y la notable aplicación de algunos filtros.

Por ejemplo Sam Fisher es el gran titular visual del programa también en ordenador, con un modelado sobresaliente y con unos resultados en general a años luz del resto de elementos que conforman el nuevo Splinter Cell. Su modelado es francamente bueno y, salvo algunos pequeños peros que interponer al encadenado de animaciones en momentos muy puntuales, la verdad es que el resultado es extraordinario. Sus clásicas luces verdes nos ayudan a identificarlo con mucha elegancia en una oscuridad más definida aquí, y a nivel de texturas, carga poligonal y nivel de detalle general no hay ninguna matización que interpelarle.

Lamentablemente el resto de personajes no están a la misma altura, algo que se percibe rápidamente si por ejemplo prestamos atención al tratamiento de sus rostros en los primeros planos de las conversaciones. El acabado general de todos ellos es netamente inferior, aunque algo por encima de lo visto en PlayStation 3 y Xbox 360, y tanto en aliados como en enemigos observamos resultados ligeramente por debajo de las expectativas. Los escenarios, en cambio, disfrutan de un buen nivel de detalle, con una arquitectura cuidadísima para poder sacarles enormes réditos desde el punto de vista jugable y con diseños originales y muy variados entre sí.

La iluminación es clave a la hora de crear unos escenarios naturales y con un aspecto extraordinario.
La iluminación es clave a la hora de crear unos escenarios naturales y con un aspecto extraordinario.

En cuanto a la perspectiva tecnológica el título hace los deberes con eficacia gracias al veterano Unreal Engine, que cuenta en esta ocasión con una versión fuertemente modificada. Salvo algunos problemas puntuales con determinados drivers de Nvidia que se solventarán con algún parche inminente, lo cierto es que la tasa de imágenes por segundo es fluida y estable en los equipos que estén por encima de los Requisitos Mínimos, aunque como siempre en estos casos habrá que llevar a cabo algunos recortes en las opciones gráficas. Por suerte Blacklist es un juego particularmente generoso en este ámbito, lo que se traduce en que entre los parámetros generales a configurar y los avanzados tenemos más de una decena de baremos con los que jugar tales como las calidades de texturas y sombras, el efecto parallax o la teselación, así como sincronía vertical y filtros como el anisotrópico o la olcusión ambiental. El juego, además, permite sacar partido de las librerías DirectX11 en caso de que contemos con una gráfica que las soporte, y ofrece gracias a ellas una iluminación fenomenal a coste de un importante coste en el rendimiento.

Por otra parte, en términos de físicas y otros detalles, el resultado es bueno, aunque no va mucho más allá gracias a un uso bastante convencional del engine Havok. La iluminación, sin embargo, era ya el gran punto a favor del producto en consolas, pero en la edición de compatibles está especialmente bien, con unos tratamientos de luces y sombras impresionantes, y con unos efectos lumínicos para los rayos de sol naturales que generan unas estampas extraordinarias. Por otro lado salvo algún bug puntual, el título está bien terminado y cuenta, además, con un código de red excelente que permite disfrutar de partidas a través de internet sin apenas rastro de lag.

En el ámbito sonoro el producto está a un nivel excelente. La banda sonora no hace gran acto de presencia más allá de momentos puntuales donde trata de acentuar el frenesí o el dramatismo, en función de las circunstancias, pero siempre con composiciones que suenan interesantes e inspiradas. En España el juego se distribuye con el equipo de traducción habitual de la serie, así que aquí nos evitamos los polémicos problemas que han tenido los anglosajones al cambiarse en su versión original la tradicional voz de Michael Ironside por la de un actor más joven y con algo menos de presencia. El resto de las voces son de un nivel dramático fantástico, y será fácil reconocer a multitud de dobladores de cine entre los personajes secundarios. Cabe matizar que podemos escoger el idioma de audio y subtítulos. Los efectos hacen su trabajo con solvencia.

Excelente

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Splinter Cell: Blacklist

Por: El equipo de 3DJuegos
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Blacklist aúna lo mejor de todos los Splinter Cell precedentes y crea una mezcla explosiva y cargada de calidad. El título cuenta con contenidos en un número muy generoso, y con modalidades off-line y a través de internet que están muy parejas en términos de calidad e interés. Sam Fisher, en resumidas cuentas, vuelve en forma con una aventura quizá no tan memorable o sorprendente como sus predecesoras, pero que definitiva es capaz de cautivarnos y satisfacer a los más fans del sigilo.

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