Mark of Chaos es uno de los juegos de estrategia más esperados por los fans en los últimos años. Gran fidelidad a las reglas del juego de mesa, y una dirección artística de gran calidad son sus principales bazas. Toma asiento, la enésima guerra entre el bien y el mal ya ha comenzado.
El éxito de Warhamer 40.000 Dawn of War de Relic, ha despegado en las compañías desarrolladoras un inusitado interés por todo lo que hace referencia a la franquicia de Games Workshop, que llevaba algún tiempo olvidada debido a la escasa calidad de los productos que habían hecho uso de ella en el pasado.
La historia de este Warhammer Mark of Chaos sigue un argumento bastante tedioso que incluye el enfrentamiento entre las fuerzas del bien (humanos y elfos) y las del Caos (Orcos y otros humanos poseídos de grandes proporciones), que se enfrentan en una tierra devastada, sin más objetivo aparente que el de destruir al rival lo más rápidamente posible.
Múltiples referencias
Warhammer no es una propuesta precisamente innovadora, y es que el producto de Black Hole bebe a partes iguales de numerosas fuentes de inspiración entre títulos de estrategia reciente. Para empezar el juego compendia elementos de rol y de estrategia, y jugando a Mark of Chaos uno tiene una cierta sensación de estar ante un refrito de los elementos más brillantes de otros grandes títulos de estrategia como la saga Total War o La Batalla por la Tierra Media.
El rol está presente, aunque de forma menos clara que el componente táctico. Nuestro personaje principal irá ganando puntos de experiencia que podremos repartir entre diferentes habilidades para personalizar su estilo de combate. Por otro lado, los hombres a nuestras órdenes también ganarán experiencia, y podremos elegir las armas y protecciones que llevarán en el combate comprándolas con el dinero que obtengamos de nuestras victorias. Así mismo en las batallas recogeremos algunos ítems que nos servirán a modo de pociones mágicas para restablecer la energía de nuestro héroe o restaurar su maná.
En la campaña sólo disponemos de dos ejércitos para elegir, el bien y el caos, y el desarrollo de las misiones es muy similar en ambos bandos. El juego en este modo se desarrolla en un estilo mezcla de la estrategia por turnos y el tiempo real. El táctico es obviamente el elemento que prima por encima de los demás. En las batallas controlaremos a nuestras unidades, aunque, al más puro estilo Total War, sin la posibilidad de erigir construcciones.
En los combates hay una cierta variedad. En ocasiones se presentarán como pruebas para demostrar la valía de nuestro héroe ante múltiples desafíos, otras veces se producirán asedios a fortalezas, y otras, las más, se tratará de enfrentarse a un ejército rival sin más objetivo que el de destruir por completo a la facción enemiga.
Las armadas contrarias también acostumbran a estar lideradas por héroes, que nos desafiarán en mitad del combate a enfrentarnos con ellos de forma directa con nuestro campeón. Mientras los ejércitos se baten a muerte a su alrededor, los dos generales se enfrentarán el uno al otro haciendo uso de todo su poder. De nuestra habilidad gestionando la magia, los golpes especiales y los ítems de nuestro personaje dependerá fundamentalmente su éxito.
Para llegar a estas batallas deberemos mover nuestras tropas en un entorno por turnos en el que dominarán los aspectos más estratégicos del juego. Por ejemplo, al acceder a las ciudades tendremos la posibilidad de equipar a nuestras unidades, e incluso de comprar ítems o armamento para nuestros héroes. Tanto los ejércitos como los líderes de cada facción conservan su estrategia y sus mejoras de una batalla a otra, con lo cual la gestión de nuestros recursos militares se presenta como un factor imprescindible para hacerse con la victoria. Así mismo también realizaremos una tarea similar a la de un entrenador deportivo, ya que de entre toda la plantilla de soldados de la que disponemos, deberemos escoger entre los más adecuados para cada batalla, pues generalmente los combates tienen plazas limitadas.
El modo multiplayer tiene algo menos de interés que la campaña, aunque gracias a la presencia de humanos controlando el rival, se palia de forma importante los serios defectos de una IA bastante subdesarrollada. Hasta 6 jugadores pueden darse cita en escaramuzas de todo tipo, incluyendo captura de puntos de control o asedios a edificios.
A todo esto se une un editor, que permitirá a los fans personalizar sus propios ejércitos eligiendo entre una gran variedad de modelos, y presentándole la posibilidad al usuario de colorearlos a su gusto.
Combate de fantasía
El apartado gráfico es notable. El modelado de personajes es francamente bueno, y todos han sido realizados con buen gusto y pericia. Sin embargo algunos están bastante limitados en su número de animaciones, y el nivel de detalle no es igual de bueno siempre. Por si fuera poco en algunos momentos observaremos efectos desagradables en los combates, como personajes que mueren a pesar de no recibir impactos o construcciones con unas texturas muy pobres. Los escenarios a veces convencen y en ocasiones decepcionan, pero todos consiguen transmitir de forma muy correcta la sensación de estar sobre un tablero de juego viviente.
La optimización es buena en líneas generales, aunque el conjunto se resiente de forma ostensible en las batallas realmente multitudinarias, algo realmente imperdonable en un juego de estrategia.
El sonido es otro buen apartado. La música ha sido muy cuidada, y a pesar de una cierta carencia en el número de partituras, todas son de excelente calidad y transmiten la épica y la violencia de un mundo convulso. El juego llega a nuestro país completamente localizado aunque con un nivel desigual en el doblaje. Por un lado los héroes principales de las facciones han recibido un tratamiento excelente, con actores habituales del doblaje cinematográfico que realizan un, en líneas generales, muy buen trabajo; por otro lado algunas unidades de los ejércitos parecen dobladas por voces de amateurs, con poca o ninguna habilidad para transmitir ninguna sensación, y llegando en algunas ocasiones incluso a producirnos sonrojo por sus pésimas interpretaciones.
La traducción también ha sufrido algunas discutibles decisiones, como el hecho de que el héroe del caos, una bestia de la guerra que mide tres metros y supera ampliamente los 200 kilos, llame “alfeñiques” a sus enemigos.
El juego ha recibido numerosos parches. Hasta el momento de nuestro análisis el juego va por su versión 1.6., sin embargo todavía quedan errores importantes. En algunos momentos las voces no están sincronizadas, y se aceleran o se ralentizan cambiando el timbre de los protagonistas de un modo casi cómico. También hemos percibido algunos bugs como voces en inglés que se solapan con las españolas y desagradables efectos de clipping.
Warhammer Mark of Chaos es un juego que queda a medias en varios niveles. Los fans de la serie de Games Workshop quedarán decepcionados por muchos aspectos, sobre todo los que hacen referencia a las razas jugables; y los consumados estrategas encontrarán un producto con no especial profundidad en lo táctico. Igualmente estamos ante un producto notable, con buenos gráficos y dos campañas bastante completas, que podría solucionar sus carencias de facciones y campañas fácilmente con algún más que probable pack de expansión.
