La esperada secuela de Dark Souls está cada vez más cerca, y a medida que nos aproximamos a Marzo vamos conociendo más detalles sobre el nuevo mundo de Drangleic, el reino donde moriremos una y otra vez hasta superar todos sus desafíos.
Hay un denominador común en todas las extrañas historias que nos sumergen en un juego de la saga Souls. En sus universos desangelados todo el mundo ha perdido la esperanza, y pocos personajes que nos encontramos en nuestro camino parecen encontrar la voluntad para seguir adelante. Como jugadores de los anteriores Demon's Souls y Dark Souls, es lo que más entendemos. Muchos jugadores abandonan, no pueden con el reto que tienen delante, pero es cuando no te rindes, cuando sigues insistiendo una y otra vez, que logras tu objetivo. Los juegos que han dado un nuevo nombre a la japonesa FromSoftware son a menudo tildados de difíciles, pero no benefician al jugador experimentado, al que es más hábil con el mando en las manos, sino al paciente que encuentra la motivación de no rendirse. Jamás. Así se vence un Souls.
El comienzo de Dark Souls II deja patente este hecho, con una introducción mucho más larga, que nos intenta sumergir en este nuevo y viejo mundo a la vez. Hay más personajes secundarios, pero todo sigue respirando la misma esencia, continuando con su particular modo de ampliar detalles a través de los objetos, pero dando más información desde el principio para hacernos entender qué significa realmente ser un no muerto. Un maldito.
Primeros pasos
El tutorial sigue estando muy bien implementado, y nos ayudará a reconocer de nuevo los controles con pocas variaciones en su haber. Quizá la más destacable sea el salto, en el que se sustituye la doble pulsación del círculo o el botón B por pulsar el stick izquierdo, pero permitiendo a los jugadores ya acostumbrados disfrutar de la forma tradicional. Es también muy de agradecer que, si bien las animaciones de nuestro personaje han sido creadas desde cero con la técnica "motion capture", se sigan comportando con el mismo patrón que siempre, pudiendo reconocer perfectamente los tiempos necesarios entre ataques, volteretas y levantamiento de escudo.
Pronto llegamos a una zona abierta que será nuestro punto de partida -como lo fue en su momento el Santuario de Enlace de Fuego-, bañada por el océano y el atardecer en una de las más bonitas estampas que regala de vez en cuando esta saga, antes de sumergirse en las oscuras estancias más adelante. Es un buen momento para descubrir lo mucho que se beneficia Dark Souls II de una gran iluminación y el potencial artístico que imprime siempre FromSoftware a sus escenarios.
En esta amplia zona encontraremos algunos personajes secundarios importantes, como el primer herrero al que todavía no podremos acceder hasta encontrar la llave de la herrería. También hallaremos algunos de los primeros pactos del juego a los que unirnos y un pilar donde ver algunas estadísticas de juego, como la cantidad de muertes totales. Sin embargo, la figura más importante la protagoniza de nuevo un personaje femenino que será la que mejore nuestros frascos estus y nos permita subir en nivel, elemento rescatado de Demon's Souls a diferencia de la forma de subir de nivel mediante la hoguera. Pese a que tenemos confirmado que algunas hogueras no serán accesibles mediante viaje rápido, sí lo veremos desde el principio del juego, y esta zona será un punto muy importante al que acudir cada vez que queramos gastar nuestras almas al subir de nivel.
Al igual que en el Santuario de Enlace de Fuego, aquí podremos tomar varios caminos. Algunos están bloqueados, pero otros nos pueden llevar a zonas con algunos enemigos muy por encima de nuestro nivel, como ocurría en las Ruinas de Nuevo Londo. Todos estos pequeños detalles recuerdan a la obra original que esta secuela respeta profundamente.
Pero Dark Souls II no es sólo un nuevo mundo que descubrir, las mejoras son sustanciales. La que más hemos disfrutado es sin duda la nueva inteligencia artificial de los enemigos. Es un placer volver a enfrentarse a un oponente común y darse cuenta que ha aprendido a zafarse de nuestros constantes ataques por la espalda. En ocasiones, tendremos que enfrentarnos a un número bastante superior y no nos será tan fácil ir atrayéndolos dando pequeños pasos para combatirlos uno por uno. El cambio que más notaremos a nuestro paso tiene que ver con la salud y la cantidad de veces que morimos: si lo hacemos muchas veces, veremos que algunos enemigos pueden no volver a aparecer (aunque tendrán que ser muchas veces), mientras que un anillo específico puede volverlos más fuertes como si se tratara de una "Nueva Partida+" para aprovechar el viaje y ganar unas cuantas almas.
Cuando morimos nos convertimos en no muerto, y poco a poco nuestro total de vida se irá reduciendo más y más, hasta el 50%, viendo también como nuestro cuerpo se pudre poco a poco. De hecho, los invasores que tengan un alto rango de pecados podrán llegar a bajar hasta el 90% si no se andan con ojo. Por el contrario, si queremos restablecer la barra del todo, tendremos que encontrar una efigie humana para recuperar nuestro cuerpo.
Sorpresas en cada esquina
La beta nos había permitido jugar un buen puñado de horas a Dark Souls II, pero técnicamente esta versión se nota muy mejorada en todo. El mundo tiene más consistencia y tanto la definición como la iluminación y las texturas pueden llegar a sorprender incluso para las consolas que dejamos atrás, con permiso de lo que nos pueda sorprender esa misteriosa versión de PC que llegará más adelante. Uno de los aspectos polémicos de la beta fue el de las gemas de vida, estas nuevas piedras que nos curaban lentamente y que parecía soltar cada enemigo que vencíamos. Ahora no serán tan frecuentes y están muy bien niveladas con el desafío que tenemos por delante. Habiendo concluido varias veces Demon's y Dark Souls, puede que no cayéramos en tantas trampas como cuando nos iniciamos, pero los enemigos de esta secuela seguían arrinconándonos y el aprender de los errores estaba a la orden del día. Las piedras además generan una interesante jugabilidad con la vida, ya que al principio sólo tendremos un frasco de Estus, por lo que si abusamos de ellas por mucho que nos parezca que tenemos de sobra, puede llegar a causarnos problemas más adelante.
El inventario también ha sufrido modificaciones, intentando ser más intuitivo pero conservando la fórmula original sin pausas. Ahora tendremos una perspectiva de nuestro personaje para poder ver cómo nos quedan nuestras nuevas armas y armaduras, y también tendremos ranuras para hasta cuatro anillos.
Lo que prácticamente no ha variado es la pantalla de estadísticas y subida de nivel, siendo tan profunda como antaño. FromSoftware se ha permitido incluso el lujo de añadir un objeto que, si lo encontramos y lo llevamos a un punto concreto, nos permitirá resetear nuestras estadísticas, de forma que podamos atribuir de nuevo todos nuestros puntos de experiencia. Subir de nivel mediante las almas que recogemos de cadáveres es también mucho más fácil, ya que podemos usar todas las que queramos de una vez en lugar de pasar por el proceso de absolberlas poco a poco hasta alcanzar el número deseado.
Los escenarios siguen siendo de lo mejor que ofrecer el estudio japonés. Vuelven a encontrar formas novedosas de engañarnos con giros que ocultan cofres, mobiliario que tapa cuerpos con almas y pequeñas cornisas que salvar que esconden suculentas recompensas. Siguen sin regalarnos nada, dispersando algunos enemigos de mucho nivel al principio para caer en la tentación de derrotarlos, mientras que las hogueras mantienen su distancia lo suficiente como para que estemos ansiosos por encontrar el siguiente checkpoint. De alguna forma, incluso teniendo la ayuda de las piedras de vida, el viaje rápido desde el principio, etc., seguimos teniendo la misma sensación desafiante de siempre, lo cual no es sencillo si pensamos que ya llevamos dos juegos de experiencia a nuestras espaldas.
Invasor de mundos
En cuanto a las funciones online, Dark Souls II se ha esmerado mucho. Los servidores dedicados se van a notar al ofrecer un matchmaking mucho más elaborado, permitiéndonos incluso jugar con personas de nuestra misma región y como novedad, usar un chat de voz para nuestras partidas en cooperativo. Encontrar a jugadores afines a nosotros será clave tanto para el PvP como el cooperativo. Es por ello que tendremos múltiples herramientas, como un anillo que encontrará jugadores afines a nuestro pacto. Además, el filtro para los jugadores invasores estará mucho más definido. Seguirán pudiendo atacarnos en el momento menos pensado, pero no tendremos que avisar de sus pecados para que los vayan acumulando, sino que se incrementarán automáticamente. Asimismo, los jugadores que quieran desarrollar el PvP dispondrán de zonas específicas para ello, e incluso tendrán un destello en su aura mucho más pronunciado a medida que vayan ganando combates consecutivos.
El modo de invadir mundos es ahora mucho más ordenado también, de forma que se prioriza la invasión a jugadores con un rango alto de pecados, pasando después a jugadores en cooperativo, luego jugadores vivos y por último, no muertos, que esta vez también corren el peligro de ser invadidos, pero con una tasa poco probable. Existirán además objetos concretos que nos permitirán aumentar el tiempo posterior a ser invadidos para no sufrir de nuevo un ataque, quemándolos en las hogueras.
Con las primeras horas jugadas más las anteriores oportunidades que hemos tenido con el título en el último año, Dark Souls II está cumpliendo todas nuestras expectativas. Sigue siendo el mismo viejo conocido, con un mundo nuevo por explorar, ese reino de Drangleic que nos cautiva por su belleza y horror por igual. A su vez, FromSoftware ha apostado por desarrollar un motor nuevo que luce espectacular y que puede ser la primera piedra para la saga en el futuro de la nueva generación. Ya solo queda seguir siendo pacientes, como todo buen jugador de Dark Souls, para su lanzamiento el 14 de marzo.