Wreckfest: Impresiones

Wreckfest: Impresiones
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Velocidad, destrucción y espectacularidad. Tres palabras clave para el nuevo proyecto de unos auténticos veteranos de la conducción más arcade. Hasta 24 coches en pista para un videojuego exagerado y divertidísimo, que va a poner a prueba nuestras habilidades al volante en circuitos imposibles. ¡Abróchate el cinturón!

Los creadores de Flatout quieren poner patas arriba el género de la conducción en PC, y para ello cuentan con el nombre provisional de Next Car Game. Lejos quedan los tiempos de sus brillantes aportaciones a PlayStation 2, ahora toca el turno de sacar partido del hardware de compatibles para proponer un nivel de destrucción que alcance cotas que hasta ahora no habíamos visto. El reto está ya sobre la mesa.

De acuerdo en que la nomenclatura del proyecto está todavía en el aire, pero es algo que carece de la menor importancia cuando lo que tienen entre manos sus responsables tiene un acabado tan tangible y un aspecto tan prometedor. Ya hace tiempo en fase alpha, el lanzamiento está haciendo las delicias de quienes han tenido la fortuna de probarlo, exhibiendo una furiosa agresividad y unas cotas de diversión formidables que lo llevan más allá de ser una mera demostración de destrucción.

Nueva Conducción

Equilibrio entre entretenimiento y cólera. Eso es precisamente lo que busca Next Car Game, una serie de señas de identidad que han caracterizado a las obras de Bugbear Entertainment hasta la fecha. Eso sí, para esta ocasión buscan algunas mejoras que acerquen algo más al producto a la simulación sin, por ello, rechazar su empeño por maximizar la diversión y olvidarse de cualquier elemento que pueda entorpecerla.

Por ejemplo, y en contraposición con lo que veíamos en su momento en Flatout, los bólidos aquí no tienen esa sensación de flotar sobre el asfalto que nos perseguía en el pasado. En determinadas curvas en las que poníamos a prueba el motor de físicas del programa descubríamos sus flaquezas, con una escasa veracidad en cuanto a los derrapes y la forma de trazar los giros más osados. Aquí todo eso desaparece, con una percepción del volante como algo más serio a lo que nos tendremos que acostumbrar y, también, con una sensación de pesadez más lógica que nos va a venir realmente bien en un producto donde las golpes están a la orden del día.

Nos ha gustado particularmente la forma en la que los coches se dañan en todo este demoledor proceso. Los vehículos se deforman con las colisiones con una enorme naturalidad que contrasta con los a menudo imposibles escenarios, y en el caso de los choques más fuertes llama la atención el realismo y la veracidad con las que las piezas metálicas y de chapa vuelan por los aires. Es fácil que al cabo de pocos minutos las pistas estén plagadas de partes de los coches, convirtiéndose en una suerte de cementerio de elefantes. En la balanza de realismo y perfil arcade, el estudio ha puesto muchos pesos en uno u otro lado. Logrando así que en algunos sentidos, como la respuesta del auto, su videojuego sea muy veraz, y en otros como la frecuencia de las explosiones apueste por una frecuencia que roza el desvarío.

El videojuego de Bugbear no es el clásico título de conducción, tiene muchas particularidades que los aficionados agradecerán.
El videojuego de Bugbear no es el clásico título de conducción, tiene muchas particularidades que los aficionados agradecerán.

Pero nuestros automóviles en marcha están lejos de ser chatarra, aunque acaben a menudo convertidos en ella al concluir cada prueba. El primer paso, como es lógico, es el de escogerlos, y tenemos que ser muy inteligentes optando por unos u otros. Por ejemplo sería bastante estúpido utilizar uno con un motor en la parte frontal si vamos a introducirnos en una prueba de destrucción, puesto que las posibilidades de sufrir daños graves en nuestra capacidad motriz será disparatada.

Por otra parte también nosotros vamos a formar parte como sujeto activo de nuestras prestaciones sobre la pista. De hecho podemos personalizar y mejorar las distintas partes de nuestro carro, y en realidad incluso Bugbear ha ideado todo un mercadillo para que los usuarios puedan vender piezas a otros aficionados, aunque los detalles en este sentido aún están por determinar. Todo será tan accesible y sencillo, que no simple, como en el resto de facetas del programa, así que a pesar de que habrá profundidad, el aficionado no debe esperar algo que pueda abrumarle.

En cuanto a modos jugables Bugbear todavía está guardándose muchos ases en la manga. Sabremos que habrá una amplia variedad, y que habrá multijugador como es lógico, pero los detalles están todavía en el aire. El modo práctica nos va a venir muy bien para definir las configuraciones y escoger los vehículos que más nos interesen, y probarlos sin el estrés ni las sensaciones de caos absoluto de las partidas contra oponentes. Todo entrenamiento será bienvenido antes de sumergirnos en las partidas de un máximo de 24 bólidos que son tan hilarantes como espectaculares.

A nivel visual Next Car Game nos va a dejar muchos momentos espectaculares gracias a su impactante aspecto y a sus alocados momentos.
A nivel visual Next Car Game nos va a dejar muchos momentos espectaculares gracias a su impactante aspecto y a sus alocados momentos.

De hecho la demo ofrece algunos momentos para regodearse en el poderío técnico y de aparatosidad de su propuesta, como el que nos permite lanzar objetos muy diferentes y pormenorizables sobre los escenarios o sobre otros vehículos. ¿La utilidad? Como casi todo lo que plantea Next Car Game: divertir y, de paso, demostrar el impresionante trabajo técnico y de físicas del que hace gala el programa.

Next Car Game pretende lanzarse este mismo año, en un momento todavía por determinar del 2014, pero ya se encuentra disponible para los aficionados a través de las clásicas iniciativas de Acceso Anticipado que brinda Steam. Queda todavía mucho tiempo para trabajar en el necesario pulido de las aristas que todavía muestra el videojuego, pero con la promesa de llevar ideas como las de Destruction Derby a un nuevo nivel cuesta mucho no ser optimistas con esta obra.

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