Dying Light: Impresiones E3

Dying Light: Impresiones E3
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Los chicos de Techland vuelven con más zombis y mundos abiertos, pero en esta ocasión encontramos más variedad, más géneros entremezclados y más tensión. Dying Light logra superar el concepto propuesto por Dead Island añadiendo agilidad a nuestro personaje, enfrentándonos a criaturas más terribles que los zombis. Buenas noches y buena suerte.

Dying Light puede ser la pieza del rompecabezas para entender qué pasó con Dead Island 2. Nuevo publisher, ahora aliados con Warner, y una nueva generación por delante son razones suficientes como para replantearse su saga de zombis y convertirla en algo mucho más grande. El resultado es Dying Light. Sí, Mirror's Edge con zombis.

Quizá no tanto. Es cierto que Dying Light se apoya mucho en el concepto mostrado por DICE, de hecho hay movimientos clavados como el de saltar de tejado en tejado o desde una tubería que has escalado, pero lo principal es que nos encontramos ante un mundo abierto donde, a diferencia de los anteriores juegos de Techland, somos ágiles, y eso cambia toda la estructura del juego, permitiéndonos jugar con las alturas y despachar a los zombis mucho más rápido.

Luces y sombras tropicales
El concepto detrás de ese "Good Night, Good Luck" que decora Los Ángeles es muy atractivo. Somos un grupo de supervivientes que tienen que salir del refugio para conseguir los suministros que se lanzan en ciertos puntos de la ciudad desde un helicóptero. Tenemos que conseguirlos antes de que se esconda el último rayo de sol, porque si bien por el día no tendremos muchos problemas con los zombis que encontremos a nuestro paso, por la noche la cosa cambia dado que aparecen las criaturas más peligrosas de todo el juego: los Volátiles. Estas criaturas son más grandes y fuertes y, por lo visto en la demostración del juego prácticamente letales si nos alcanzan.

Lo bueno de ellas es que nos permiten experimentar diferentes mecánicas a las que nos tenían acostumbrados los chicos de Techland. Si bien por el día creamos armas, exploramos tranquilamente, acabamos con algunos zombis y ahora en Dying Light también saltamos, trepamos y hacemos un poco de parkour; por la noche todo se basa en el sigilo y en la huída. Mientras que logres que las criaturas no te vean, el juego se convierte de la noche a la mañana (nunca mejor dicho) en un título de infiltración, donde tendremos que ocultarnos en las sombras y lejos de la visión de estas criaturas. Como único aliado tenemos la habilidad conocida como "Pulse", que nos permite lanzar una especie de onda a modo de sonar que al rebotar nos indicará la situación de los Volatiles. Puede que nos vean o puede que por puro guión nos persigan, y será entonces cuando tendremos que demostrar todo lo que hemos aprendido yendo de tejado en tejado durante el día, para salir corriendo y lograr la fluidez necesaria en nuestros saltos entre tejados y obstáculos para que no nos alcancen.

El concepto de día y noche es muy atractivo, y por el momento genera dudas, ya que la misión que vimos del juego hacía vislumbrar que el sol estaba más bien guionizado, en vez de ocultarse a un ritmo más natural. Techland ha declinado nuestras preguntas por el momento prometiéndonos más información en el futuro, pero nos ha confirmado que habrá un ciclo día y noche natural, dejando entrever que puede que en algunos momentos lo controlen ellos y que cuando exploremos libremente volverá a la normalidad. Será interesante ver los líos en los que se mete el jugador por querer ir demasiado lejos y encontrarse con el anochecer a una distancia considerable de la base. Sobrevivir entonces toda una noche ocultándose de estas criaturas puede ser una idea muy interesante, ya que podríamos escondernos en un interior y esperar, pero, como jugadores inquietos que somos, seguramente no lo haremos e intentaremos seguir adelante.

Dying Light: Impresiones E3

Sobrevivir en un mundo zombi
No es difícil que ocurra. El juego nos propone una misión principal, pero en el camino tendremos algunas secundarias que nos costará dejar pasar. Un ejemplo es la que nos mostró Techland. Estábamos llegando al lugar de entrega de suministros señalado con humo teñido, pero en el camino oímos unos gritos provenientes de una casa. Después de despejar el camino tuvimos que encontrar el modo de entrar. Al hacerlo, fuimos mordidos en la pierna por un zombi y conseguimos librarnos de él. No parece ser problema, ya que según nos contó Techland, nuestro personaje ya está infectado.... lo único que sabemos en este momento de la historia de Dying Light.

Ahora sí, abrimos un armario de donde provenían los gritos y encontramos a una niña pequeña preocupada porque su padre "estaba muy enfadado", totalmente en estado de shock. Y, por el camino, la noche se acerca. Para más inri, al llegar a nuestro destino descubrimos que una especie de grupo militar organizado ha tomado el control de los suministros y nos apunta con un arma. De una forma semejante a la propuesta cinematográfica de Stay Alive, nos alejamos poco a poco y buscamos otro punto de entrega, preguntándonos por el camino qué papel jugarán estos otros supervivientes.

Visualmente Dying Light luce muy bien gracias al acabado de nueva generación que crea un mundo consistente. Su escala es considerable, creando bellas estampas cuando saltamos de un tejado a otro y contemplamos la magnitud de la ciudad. Destaca sobre todo la iluminación, tanto de día como de noche, ya que es el leit motiv de este juego que, siguiendo la estela de títulos anteriores de la compañía, tiene lugar en una isla tropical que se antoja mucho más nueva, renovada y llena de posibilidades.

Dying Light: Impresiones E3

En cuanto a las armas y el combate, vemos algunos elementos conocidos y otros nuevos. El diseño de las armas pasa una vez más por el banco de trabajo para modificarlas, muy al estilo de Dead Island. Podemos potenciar machetes y martillos con con gasolina, electricidad... cualquier cosa que sirva para freír o cortar en pedacitos a un zombi. Pese a que sigue ralentizando nuestro ritmo a la hora de desplazarnos, el combate ha mejorado mucho con respecto a la franquicia estrella de Techland. Ahora podemos despachar los zombis de forma mucho más ligera y las armas son más variadas, aunque las animaciones se antojan bastante parecidas.

Dying Light puede ser un juego de zombis más en una era llena de videojuegos del género, pero ha logrado algo que pocos tienen; primero, agilizar las partidas, sumando ese concepto plataformero de Mirror's Edge a su mundo abierto con toques de rol. Y, por si fuera poco, le ha añadido elementos de sigilo y persecución que dan más variedad al conjunto. Y todo ello redobla nuestro interés por el título, aunque matar zombis en esto de los videojuegos sea ya deporte nacional.

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