Siempre resulta interesante comprobar nuevos movimientos en el mundo del entretenimiento. En Final Fantasy no es la primera vez que vemos un planteamiento online, pero sí uno que parte de una experiencia "single player" como FFXV. ¿Cuál ha sido el resultado?
Final Fantasy-XV: Hermanos de armas nos llamaba la atención por dos razones. La primera tiene que ver con el añadido de multijugador cooperativo -hasta cuatro jugadores- dentro de la fórmula FFXV, importante por la proliferación de experiencias online en la industria. La segunda tiene que ver con el intento por ahondar en la historia original, tratando esos 10 años en que no sabemos nada de Noctis, con el mundo sumido en la más apocalíptica oscuridad.
Hermanos de armas se inserta dentro del pase de temporada de Final Fantasy XV, uniéndose así al episodio Gladiolus, Prompto e Ignis (este último aún por lanzar), aunque también se puede adquirir por separado: 20 euros. Lamentablemente hemos de decir que no está a la altura del resto. De hecho, queda muy lejos de lo que se podría esperar. El DLC sufrió un pequeño retraso hacia mediados de octubre, pero ahora sabemos que no fue suficiente para paliar los numerosos errores con los que se ha lanzado.
La experiencia contiene frecuentes y larguísimas pantallas de carga, aparte de una serie de "bugs" que Square Enix deberá reparar con urgencia. Son aspectos que se pueden solventar son relativa facilidad, y confiamos en que los japoneses estén trabajando en ello, pero este contenido descargable tiene un problema de fondo mucho mayor, y es que el planteamiento resulta repetitivo y poco ambicioso, más teniendo en cuenta la superproducción que supone FFXV y la experiencia acumulada en otros grandes productos como Final Fantasy XIV Online.
Resistencia multijugador
Lo interesante de FFXV: Hermanos de armas era comprobar el planteamiento cooperativo. ¿Sería en mundo abierto? ¿Trataría la narrativa de forma interesante? ¿Resultaría variado y ambicioso, algo nunca visto? Desgraciadamente, nada de esto. La estructura es muy similar a la de un Monster Hunter. Llegamos a una ciudad y desde allí accedemos a misiones que nos trasladan a escenarios delimitados (el instanciamiento es total) para acabar con una serie de enemigos. Poco queda de la potente exploración de FFXV… y es una lástima.
Si resultamos victoriosos se nos premia con puntos de experiencia, dinero y puntos de electricidad que sirven para recuperar la luz del mundo y desbloquear nuevas misiones. Luchar, progresar, desbloquear y volver a luchar. El ciclo no cambia, y podría resultar entretenido si funcionase bien. No obstante, los tiempos de carga y errores de programación lastran la experiencia.
Por otra parte, la historia es absolutamente prescindible y no os hará sentiros más conocedores de la epopeya de Noctis. Lestallum ha quedado como último bastión de la humanidad. Nosotros nos ponemos en el papel de los Glaives reales, unidad sublevada durante la ocupación del Imperio y que ahora lucha por la supervivencia dentro de un mundo en caos. El asunto daba para mucho, pero al igual que ocurrió en FFXV, no ha sabido aprovecharse el marco narrativo. Todo se resume a batallas, una tras otra, que no aportan demasiado.
Era una buena oportunidad para que Square Enix experimentase
Por supuesto, FFXV: Hermanos de armas tiene aspectos interesantes, y aquí hemos de mencionar la personalización de nuestro propio avatar. Está cuidada al detalle, con cantidad de opciones para crear un personaje a medida. Lo más llamativo es que podemos escoger entre varias ciudades de origen, algo que nos da mejores atributos en ofensiva, magia, curación, etc. Es decir, el juego parte de una buena base, con un sistema de comunicación sencillo (comandos de texto), pero aún así suficiente.
También hemos notado que el sistema de batalla está retocado con respecto a la aventura "single player". Parece más dinámico, pero dado que no tenemos exploración ni historia, el interés jugable recae sobre unos combates que se vuelven anodinos en muy poco tiempo. Ese es al final el mayor problema que arrastra este DLC. Requería de un mayor empeño, de misiones carismáticas, que hablaran por sí mismas. No obstante, al final todo se resume en mejorar armas, tener el nivel suficiente y mantener apretado el botón de ataque.
El videojuego permite jugar hasta a cuatro personas en cooperativo, pero el emparejamiento es extraño, y puedes compartir partida perfectamente con alguien con varios niveles superiores a ti, provocando desequilibrios jugables. Sólo en el caso de que juegues con la IA (sin necesidad de estar conectado) el videojuego se hace más justo, lo cual no habla demasiado bien de un contenido basado en una experiencia en línea.
Y no es que esperásemos demasiado de FFXV: Hermanos de armas, pero creíamos que era una buena oportunidad para que Square Enix experimentase. De aquí se podría haber sacado algo muy potente. No ha sido el caso, y para ser claros nos encontramos ante un DLC que será difícil enderezar, a no ser que se le meta un buen repaso. Por esta razón, es algo que recomendaríamos exclusivamente a los más acérrimos seguidores de la saga Final Fantasy, y siempre teniendo en cuenta todos los aspectos mencionados.