Outlast 2: Terror, sectas y una videocámara

Outlast 2: Terror, sectas y una videocámara
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Ya no está de moda el ser todopoderoso, todo lo contrario. En el terror se lleva ser cada vez más débil y pusilánime. La nueva ola del Survival Horror sigue plantándonos sin armas ante el mal y, en esta ocasión, tenemos un Outlast 2 que lo mezcla todo con aterradores rituales satánicos. Más variedad de escenarios y un renovado brío técnico son sus claves. ¿Listo para pasar miedo?

El terror está pegando fuerte. De eso no hay duda. Estudios como Red Barrels, que debutaron en 2013 con el Outlast original, nos demuestran que hay sitio para propuestas que puede que no sean en sí mismas tremendamente originales, pero que cuando incorporan una serie de elementos icónicos atraen a muchísima gente ávida de experiencias de fuerte intensidad. Y es que la primera parte de 2013 no era esencialmente una revolución, era un videojuego ambientado en un sanatorio mental abandonado y en el que, recogiendo el testigo de la película española Rec, hacíamos uso de una videocámara con visión nocturna y en la que la duración de las baterías era un auténtico dolor de cabeza.

Las claves de aquel título están muy claras y siguen sobre la mesa para que la franquicia no pierda ni un ápice de identidad con esta continuación, sin embargo también hay algunos elementos que se prometen mejorar y otros que deben incrementar la calidad de aquel para que su secuela no se limite a ser un “más y más grande”, sino que más bien se incline por ser un “más y mejor”. La introducción de una propuesta narrativa sobre los rituales satánicos que parece mucho más focalizada puede ser el principal punto de mejora del videojuego, pero no nos olvidamos de una variedad de escenarios y de un trabajo mucho mayor en el aspecto y comportamiento de los enemigos para acabar con aquel descenso brusco de interés que experimentaba la entrega anterior a partir de su segundo tercio.


Sólo Sobrevivir

El nuevo título de Red Barrels se ambienta en el mismo universo que la primera parte, aunque no es exactamente una continuación al uso. En este sentido las primeras informaciones son algo confusas, pero desde el principio se quiso dejar claro que todo lo que sucedió en el sanatorio mental de Mount Massive tiene algún tipo de proyección en esta secuela, aunque no se ha especificado cómo. El estudio se ha volcado principalmente en mostrar la faceta jugable, pero eso no quiere decir que no hayan dado algunas pistas sobre de qué va a ir esta segunda parte desde la óptica narrativa. Ambientado en un lugar recóndito de los cañones de Arizona encarnamos a Blake Langermann, un profesional de la imagen que viaja por la zona con su compañera (todavía no está claro si novia o mujer, pero parece que con un vínculo sentimental), Lin, y tratando de investigar la muerte de una joven embarazada de ocho meses y residente en la zona.

Outlast 2: Terror, sectas y una videocámara


El hecho de apostar por escenarios abiertos a menudo no le va a restar ni un ápice de terror a la fórmula habitual Outlast.
El hecho de apostar por escenarios abiertos a menudo no le va a restar ni un ápice de terror a la fórmula habitual Outlast.


En un viaje en helicóptero para sobrevolar el área, adivina adivinanza, el vehículo tiene un accidente y se estrella como manda la tradición en los videojuegos. Cuando Langermann despierta no hay rastro de Lin, y comienza su búsqueda a la desesperada. No tardaremos en averiguar que a ella la retienen un grupo de miembros de una suerte de secta satánica que opera en una población cercana, con aterradoras costumbres. El grupo de aldeanos cree que el fin de los tiempos está cerca, y perpetra todo tipo de tropelías y asesinatos en masa que nos hacen pensar que a la joven le queda poco tiempo si no nos damos prisa para averiguar su paradero.

El nuevo título de Red Barrels se ambienta en el mismo universo que la primera parte, aunque no es exactamente una continuación al uso

El espíritu opresivo de la primera entrega parece que va a quedar en un juego de niños en comparación con el monumental esfuerzo que están haciendo sus creadores para superarse a sí mismos en la segunda parte. Para promocionar el título han presentado inquietantes tráilers trufados de cruces invertidas y mensajes que hay que escuchar al revés para que tengan sentido. La ambientación del Outlast de 2013 en un manicomio, por otro lado algo tópica como hemos dejado claro anteriormente, garantizaba a Red Barrels un entorno cerrado en el que sentirse seguros para desarrollar su obra de debut. En esta ocasión, sin embargo, han decidido apostar por liberarse de esos corsés, abrir la óptica del aficionado y abarcar una aldea completa, un lugar aparentemente abandonado que esconde no sólo muchos secretos en sus entrañas sino que, además, también ofrece la necesaria variedad para que podamos disfrutar de una experiencia que ofrezca más diversidad en este campo que el anterior título. Estaba bien recorrer el sanatorio, pero al cabo de unas horas echábamos en falta una cierta variedad que no llegaba hasta la recta final del programa con la introducción de un segundo escenario que, por supuesto, evitaremos describir para evadir spoilers.


En esta ocasión ya hemos llegado a ver hasta tres ramas bien diferenciadas que alberga el propio poblado, por un lado ese maizal que ya los aficionados han visto en el vídeo de demostración y que es una ingeniosa reformulación del gato y el ratón. Pero por otro también hay mucho jugo que extraer a ese colegio abandonado y a las propias casas maltrechas y ruinosas de la población que también se han podido ver. En el PAX East, donde algunos afortunados ya han tenido oportunidad de probar el videojuego, se han podido ver todas esas localizaciones, y los vídeos de gameplay que circulan por la red ya hacen referencia a algunas de ellas, con algunas secuencias que ponen los pelos de punta. Algunos, de hecho, ya han encontrado similitudes entre algunas de las cosas que se cuentan en el videojuego y la secta que operaba en Indianápolis, y que provocó la infame Masacre de Jonestown a finales de los setenta, con varios asesinatos y una serie de suicidios en masa, pero lo cierto es que parece que se apoyen o no en hechos reales la imaginería visual que presentan para el título es de auténtica pesadilla y totalmente única.

Outlast 2: Terror, sectas y una videocámara


El interfaz de la videocámara ha cambiado notablemente, pero no lo ha hecho su enorme utilidad como visión nocturna.
El interfaz de la videocámara ha cambiado notablemente, pero no lo ha hecho su enorme utilidad como visión nocturna.


Para la faceta puramente jugable el juego se sigue apoyando en el uso de la videocámara con visión infrarroja y en la limitación constante del uso de baterías. Así pues la exploración del escenario no se basa únicamente en descubrir sus secretos, sino que también vuelve a ser capital para dar con todas esos packs de pilas que aparecen en los lugares más insospechados. ¿Tiene sentido encontrar por el suelo de una aldea baterías de videocámara? Pues no mucho, pero una vez se entra en el sentido de suspensión de la incredulidad que propone el universo de Outlast 2, lo cierto es que le podemos perdonar cualquier licencia menor de este tipo que se tomen los chicos del estudio canadiense.

Sus responsables ya han prometido que a la diversidad de escenarios se va a sumar una notable variedad de enemigos y una importante atención por la IA

Al final por muchos trucos y resortes que trates de presentarle al jugador para asustarle o tensar su aguante al límite, hacen falta una serie de recursos a largo plazo que hagan que la fórmula no se resienta. Momentos como el del uso del sonido en la escuela y lo aterradoras que son las taquillas que veremos en ese recinto de la segunda parte son ese tipo de cosas que a este grupo de talentos, no en vano veteranos de sagas como Splinter Cell o Prince of Persia, dominan a la perfección. Y la inclusión de lugares donde esconderse como ese abrevadero que los aficionados ya han visto en alguno de estos vídeos son fascinantes, con un empleo de la angustia de ahogarse ante la amenaza de lo que espera fuera del agua como potentísimo elemento con el que agobiar al aficionado. Sin embargo, hace mucha falta trabajar también aspectos como los enemigos para que el conjunto no sufra con una campaña que se pretende de una duración estimable, y no suceda esa caída tan brutal del interés que se sufría en la segunda mitad del, por lo demás, notabilísimo Outlast original. Sus responsables ya han prometido que a la diversidad de escenarios se va a sumar una notable variedad de enemigos y una importante atención por la IA de éstos para superar algunos errores algo groseros del anterior videojuego, de modo que todo son motivos para pensar en positivo. Cada vez queda menos para saberlo todo sobre esta pesadilla.

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