Nos sumergimos más de cuatro horas en la tercera (y última) entrega de Dark Souls. Sorteamos las tres primeras zonas de juego y acabamos con los tres primeros jefes. Suficiente para ver algunos de los cambios introducidos, sus enemigos y conocer la propia estructura del título y sus menús. Prepárate a morir por última vez.
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Era el momento de salir de dudas, ese en que FromSoftware revela todos los menús que ha ocultado hasta el momento así como las zonas de más frecuente uso. Y Dark Souls III vuelve a mezclar conceptos de anteriores entregas, creando su particular nexo, pero con el sistema de hogueras clásico de la saga. Las tres primeras zonas nos revelan lo que ya no dudábamos: unos niveles laberínticos, llenos de secretos, donde el escenario es el enemigo principal; uno que se retuerce hasta desbloquear todos sus atajos y hacernos la vida más fácil. Uno donde en muchas ocasiones llegaremos jadeando hasta la siguiente hoguera.
No son muchas las novedades, pero si FromSoftware logra que el jugador las entienda y las use, puede crear uno de los Dark Souls más rejugables. Las Weapon Arts, esas nuevas habilidades exclusivas de cada set de armas, son tu forma de cambiar las reglas si estás saturado de la danza de espada y escudo. Unas demoledoras, otras aumentan el ataque, otras realizan ofensivas en área y otras nos permitirán realizar movimientos tan interesantes como el esquive heredado de Bloodborne o lanzar flechas a la velocidad de Légolas. Escoger las adecuadas o forzarse a cambiar para variar la experiencia puede hacer que este Dark Souls III te saque de tu zona de confort. Tiene un precio: una barra de concentración, que convive con el maná de los magos, y que hay que rellenar por medio de unos nuevos estus azules. Incluso puedes variar los estus entre salud o concentración. La decisión es sólo tuya.
Jefes que alteran su estado para aprender nuevos patrones. Sorpresas y trampas en las que caerás por muy experto que seas. Ya sabes, Dark Souls. Uno que se siente familiar, pero al que ayuda ser el primer Souls completamente pensado para la nueva generación (con el permiso de Bloodborne), regalando paisajes de ensueño donde la luz vuelve a ser protagonista y que se comporta con una suavidad de las mejores que hemos apreciado por lo visto hasta el momento. Sus mecánicas son férreas, su multijugador se expande con seis jugadores en partida en modo tres contra tres. No hay problemas aquí; el único que se nota a la distancia es ese continuismo que empieza a aflorar de una serie de juegos que ha ofrecido lo mejor en cinco entregas, pero durante siete años. Sabes que quieres más, aunque sea de lo mismo. Pero disfrútalo, porque puede ser la última vez.
Puntos Clave
- Las Weapon Arts son la firma de esta tercera entrega. Cada set de armas tiene su habilidad propia. Echa cuentas y multiplica por la inmensa cantidad de armas que contendrá.
- Mejora de clases, con estilos como la doble espada, las dagas y el arco muy evolucionados. Nuevos objetos y estados alterados que descubrir.
- Jefes que cambian el patrón, a lo Bloodborne. Niveles brillantemente diseñados que recuperan lo mejor de un nexo y lo mejor de una hoguera.
- Multijugador de hasta seis jugadores en una misma partida, en las que enfrentarse tres contra tres.