PlayerUnknown's Battlegrounds es un juego de disparos en tercera y primera persona que se puede englobar en un género aparte, el de los battle royale. No es el único de su especie en el mercado, pero después de llegar a los 2 millones de unidades vendidas y de ver su trasiego por el mundo de las retransmisiones y el contenido en redes que genera, nos hemos parado a pensar cuáles son las claves de su éxito.
Una de las verdades absolutas es la de que el ser humano es violento por naturaleza; hablamos de una de las especies del planeta más sádicas que existen. La idea detrás de los videojuegos de perfil battle royale nació como experimento narrativo que buscaba ahondar en esa identidad, recordemos que el nombre de esta especie de subgénero homenajea a un libro/película japonesa del mismo nombre en la que un grupo de estudiantes se enfrentan a muerte para sobrevivir.
Es impensable imaginarse un medio interactivo como el nuestro en el que no existiera una traslación de este perfil de experiencias. Como cada representación que ha tenido en el mundillo del entretenimiento interactivo contaba con reglas algo distintas, vamos a centrarnos en la premisa que marca Battlegrounds, obra de Brendan Greene, todo un veterano de este tipo de propuestas puesto que ha sido el principal desarrollador a cargo del propio Battle Royale de Arma y del King of the Hill de H1Z1.
Cuando empezamos una partida, después de una fase de preparación, nos unimos a otros 99 jugadores dentro de un avión de transporte que sobrevuela una isla de 8 km2. Podemos ir acompañados de una pareja o de otros tres locos, pero cuando saltamos de ese avión empezamos a sentir lo que quiere transmitir el juego: la lucha por la supervivencia pura y dura. Algo completamente radical, básico y, hasta cierto punto, natural dentro de su forma de ver el mundo. Tras ese viaje llegar al suelo significa que estamos a merced del resto de los jugadores… y ellos a la nuestra, claro.
Una experiencia brutal
Ya desde que leemos el título del juego —escrito en mayúsculas— entendemos que nos vamos a enfrentar a una experiencia desmesurada y brutal, y cuando aparecemos en ese avión lo que nos deja sordos no es tanto el ruido del motor, sino los gritos del resto de jugadores que, micro abierto, se dedican a lanzar improperios y a gritar como si estuvieran en el bus camino a la granja-escuela. Es en ese momento en el que, si aún no teníamos ganas de matar, algo nos posee y nos llena de una furia asesina que acrecienta con cada segundo en esa tumba con alas. Una vez que saltamos y nos dirigimos como balas hacia el suelo ya vamos pensando en colarnos rápidamente en cualquier edificio para encontrar armas, una mochila, un chaleco antibalas; cualquier cosa para salir a cazar. Hay toda clase de elementos, desde vendas o granadas de varios tipos a ropa y cascos de moto, pasando por lo que de verdad nos abre las pupilas cuando aparece en el suelo de una habitación: una buena AK-47 o una clásica M16.
Cada partida es dinámica
El juego no quiere que nos estanquemos, así que a los minutos nos pide movimiento. En el mapa se muestra una zona segura fuera de la cual vamos perdiendo vida, al igual que una zona de color rojo que se va emplazando aleatoriamente y que es objetivo del fuego de morteros. La zona segura no es realmente "segura" por mantenernos a salvo, sino porque fuera de ella perdemos vida y dentro no… hasta que encontramos a otro jugador. Ahí es donde Battlegrounds prefiere no perder el tiempo como algunos de sus hermanos mayores; el único medio de comunicación en esta isla es la violencia. No se plantean desventajas por atacar a otro compañero como en DayZ o la zona oscura de The Division. En este caso la experiencia no quiere plantear nada nuevo, sino darnos la experiencia battle royale más purista y sádica. Pongamos que es un gran todos contra todos en el que el mayor protagonismo lo tenemos los jugadores y no tanto el diseño de escenario, por lo que se reducen los elementos externos. Lo mejor es que aunque cada partida pueda tener un desarrollo muy variable (según cuánto lleguemos a sobrevivir), el sistema de creación de partida es muy ágil y, como la comunidad está tan volcada en el juego ahora mismo, nunca nos encontramos con largas esperas a la hora de jugar. ¡Así no se pierde el mojo entre partida y partida!
La muerte acecha siempre
El título de Greene presenta los elementos preferidos de los aficionados del género, proporcionando una variedad justa de objetos para ajustar el estilo de juego y también dejándonos enfrentarnos a quien queramos y cuando queramos. El equilibrio entre riesgo y recompensa está siempre ahí. Cada edificio que encontramos puede esconder el equipo que podría darnos la ventaja ideal para la partida, pero también alojar a un paciente enemigo que está deseando que abramos la puerta para vaciar dos cartuchos de escopeta en nuestro pecho. La elección siempre es nuestra, pero tampoco podemos pararnos mucho a pensar porque el tiempo corre y la zona segura cada vez es más estrecha. El mapa por otra parte, ayuda a que nos centremos en la acción porque permite marcar un lugar que luego vemos en la interfaz de juego, pero también añade tensión cada vez que lo sacamos.
El jugador está al mando
Por otra parte, Battlegrounds presenta un buen equilibrio entre elementos aleatorios y decisión del jugador. Es como un H1Z1 más dedicado al jugador. Mientras que en el juego de zombis el punto de aparición se escoge al azar, los jugadores siempre han buscado un método de aparición más divertido. Battlegrounds lo encuentra con ese salto al vacío en masa. Es un sistema dinámico que propone dos fases para definir nuestro punto de aparición: saltar del avión y abrir el paracaídas. De esta forma tenemos un control mucho más amplio de dónde queremos empezar la partida, aunque ligeramente definido por la trayectoria de vuelo del avión.
Acceso anticipado con futuro
Para lo grande que es el mapa que se presenta, la cantidad de jugadores simultáneos y, sobre todo, para lo joven que es juego, visual y sonoramente nos encontramos con un título que apunta maneras. El mapa presenta zonas bien diferenciadas y un montón de edificios a los que podemos acceder. Por otra parte, con los inevitables fallos que pueda tener Battleground, el estilo artístico apunta a un realismo asequible que permite entrar al trapo fácilmente. Además, el motor gráfico hace mucho hincapié en el tema de las físicas. A día de hoy aún podemos encontrar problemas con los cuerpos y los vehículos, pero el hecho de que las balas tengan peso es fantástico para que el jugador no se sienta nunca omnipotente, ni siquiera cuando ha hecho los deberes y su equipo le ha convertido en un tanque andante. Quizá por eso abatir a un enemigo en la lejanía es doblemente gratificante. De cualquier manera, Playerunknown's Battlegrounds tiene todo su futuro por delante, y si mantiene el ritmo de publicación de parches y lleva a cabo el plan de completarse en seis meses, logrará mantenerse entre los juegos más vendidos y queridos por la comunidad.