Probamos el simulador espacial de Frontier con todos los gadgets que te puedas imaginar. Un completo set de Joystick y Pedal unido a la última versión de Oculus Rift. Nos sumergimos en su vasto mundo para resolver algunas de las cuestiones más apremiantes antes de su lanzamiento.
Es fácil coincidir en que Elite: Dangerous es un simulador espacial, uno muy profundo, de hecho. Pero, ¿podríamos decir que es también un MMO? Si nos vamos al propio significado que ofrecen las siglas, no hay duda de ello, pero esto no significa que la nueva obra de Frontier tenga mucha semejanza con la vertiente RPG de este estilo de juegos. Elite: Dangerous es un título basado sobre todo en tu habilidad a los mandos de una nave espacial, no en un sistema de niveles que indica cuál de los pilotos es más poderosos.
Así, tu propio entrenamiento a los mandos puede salvarte de cualquier enfrentamiento, incluso aunque no dispongas de la nave superior. Por supuesto disponer de un buen caza ayudará, claro está, pero lo más importante es que en todo momento tendremos el control, alejándose del estilo de EVE Online más centrado en la gestión.
La versión que pudimos probar venía acompañada por un sistema de control conocido entre los aficionados como HOTAS (Hands-On Throttle and Stick), concretamente el Saitek X52 Pro Flight System. Acompañado por la última versión de Oculus Rift, el DK2, estábamos completamente sumergidos en el interior de la cabina de nuestra nave. Cuando mirábamos hacia abajo veíamos las manos de nuestro piloto en el mismo lugar que estaban las nuestras, y los controles del Saitek eran exactamente igual. El punto de conexión era tal, que cuando movíamos nuestro pulgar en los misiles (un movimiento que evidentemente no puede captar ni Oculus ni el mando) no entendías por qué no se movía en el videojuego.
Entrando en otra realidad
No es la primera vez que nos ponemos un Oculus Rift. Hemos tenido la suerte de probar todas sus versiones. Probamos su primer prototipo compuesto con una cinta de gafas de esquí en la convención de CCP con EvE Valkyrie y probamos el DK1 con resolución mejorada y el juego Hawken en la Gamescom. El modelo actual ha añadido un nuevo eje de rotación y ha solventado muchos de los problemas que planteaba Carmack al concepto de la realidad virtual, como el desenfoque en el desplazamiento y el correcto muestreo de imagen en cada eje. Con todo, parece que aún queda algo de trabajo por hacer en la densidad de pulgadas, ya que los ppp son todavía demasiado bajos para lograr una nitidez similar al de las pantallas tradicionales. Esto se traduce en que, aun teniendo una resolución de pantalla de 1080p, eres capaz de percibir a ojo desnudo los píxeles en la pantalla.
Aun así, la sensación de navegación en cabina es impactante. Desde los primeros Wing Commander, perder el contacto visual con la nave enemiga te llevaba a un ejercicio de visión espacial y rastreo de tus escáners. Aquí, cuando una nave se pierde en la vertical, tu mirada se va hacia el techo pudiendo seguir manteniendo contacto con ella y realizar de manera más eficiente los virajes necesarios en tu nave para poder seguirla. Todo, aunque parezca difícil de explicar y entender, resulta natural cuando lo estás jugando, demostrando que títulos de simulación espacial y conducción (de hecho, cualquier género en que el jugador permanezca inmóvil y sentado) provoca una simbiosis completa con estos dispositivos de realidad virtual.
Elite: Dangerous también ayuda a que esta persecución entre naves, conocida como dogfighting, sea más cómoda. Su escáner a modo de esfera nos presenta los objetivos de forma lógica y el manejo de la nave es grácil y responde a la perfección, provocando una sensación perfecta sin necesidad de llevar unas gafas puestas. Pero la obra de Frontier es algo más que un juego de cazar naves…
Frontier ha echado el resto en una apuesta tan arriesgada como ambiciosa. No es casual que se haya apostado por dispositivos de realidad virtual y altas resoluciones como las 4K para su simulador. Aunque cuando el título llegue a las tiendas el 16 de diciembre estas tecnologías no estén todavía en el mercado, el título pretende tener un largo recorrido, esperando que Elite disfrute de una vida de 10 años. Para ello, el universo que han creado es exactamente una reproducción 1:1 del universo conocido (y más allá). Esto quiere decir que se han respetado las proporciones, las distancias, las escalas entre todos los cuerpos celestes de la Vía Láctea. Con sus nombres reales. Si un planeta o constelación existe, está en el juego. Si te plantas sobre la Tierra y miras al espacio, verías las mismas constelaciones que lo harías desde tu ventana (si no vives en una gran ciudad).
Pero esto son sólo datos y números. Elite: Dangerous es un mundo (universo) abierto centrado en tres aspectos: el combate espacial, la exploración y el comercio. Podemos dedicarnos a ser un soldado más de la Federación o descubrir nuevos planetas, lo cual dará también una experiencia equivalente; o, simplemente, dedicarnos al genial mundo de la especulación económica intergaláctica intercambiando mercancías por todos los sistemas. Todo ello basado en una estructura de misiones que nos permite desde el tráfico de cargamento, actuar como cazarrecompensas o dedicarnos a la minería de asteroides inexplorados, por ejemplo.
Con tantas posibilidades, es lógico que el juego llegue a resultar incluso abrumador. Quizá la mejor forma de aproximarse a él sea entonces el modo historia, que se centra en misiones contra la inteligencia artificial, pero que promete ser tan profunda como abierta, dándonos la posibilidad de elegir cómo queremos proceder en cada una de las tareas.
Empezando de cero
Uno de los mayores problemas en este tipo de juegos tan grandes que, además cuentan con usuarios que llevan jugando meses a sus betas y sus alfas es que los novatos suelen tener las de perder, ya que se enfrentan a todo tipo de jugadores abusivos a la vez que tienen que ir aprendiendo las mecánicas del juego. Este concepto también se ha tenido en cuenta por parte del equipo de Frontier, y por ello se ha creado la Federación. Una organización que pone precio a la cabeza de todos los jugadores que no cumplen con el reglamento galáctico y deciden convertirse en piratas, asaltando a naves que formen parte de ella. Cuanto más infrinjas las reglas mayor será el precio a tu cabeza, por lo que más jugadores irán detrás de ti. También existirán paraísos para los piratas en las colonias exteriores. Se tratan de sistemas donde la anarquía impera y no se aplican las normas de la Federación.
No hay duda de que Elite: Dangerous está apostando fuerte. Y es algo que tiene que hacer porque aunque los contendientes del género son pocos, vienen pisando fuerte, con un EvE Online que intenta renovarse año tras año acompañado de una legión de seguidores, y Star Citizen expandiéndose incluso hasta el género del FPS. Elite: Dangerous, sin embargo, está prácticamente en nuestras manos, con una fecha de lanzamiento final tan cercana.
Lo que hemos podido ver hasta el momento nos ha convencido, tanto en el aspecto técnico como en el jugable, aunque aún falta saber cómo se comporta el juego en la larga carrera que tienen estos juegos online. Lo que más hemos podido probar, el combate, funciona. Pilotar entre un campo de asteroides, con una gran sensación de maniobrabilidad en cada uno de los ejes de la nave hacía de las persecuciones una experiencia tan tensa como divertida. Queda también comprobar cómo se comporta el juego con su modo para un jugador y su sistema de misiones. Si acierta con sus decisiones, podemos estar hablando de un resurgir del género muchos antes de lo que muchos esperaban.