Historia Principal (Secuencia.Recuerdo)
Guía de Assassin's Creed IV: 1.1.- Edward Kenway
Autor: Pol Surriel
Primer y único recuerdo de la Secuencia 1: Un día de locos. La historia empieza sin transiciones ni tapujos, nos encontramos en medio de una batalla naval, una vez manejemos el barco destruiremos las naves enemigas. Pero el esfuerzo resultará inútil y nuestro barco se hundirá. Tras un chapuzón, iremos nadando hasta a la orilla de una isla. Pero no seremos los únicos, un extraño encapuchado también ha logrado llegar, un assassin. Tras una breve conversación poco amistosa intentará huir de nosotros por lo que deberemos seguirle. Durante la persecución iremos por un camino abrupto pero claro y lineal, corriendo por troncos y escalando por andamios andrajosos. Encontraremos alguna atalaya y tesoros que podrán sernos útiles en el futuro.
Llegado el momento el asesino nos apuntará con su arma y disparará. Ante este cara a cara la decisión ya está tomada, el assassin es un blanco que debemos eliminar en una pelea que desempeña el papel de tutorial. Matar a nuestro objetivo resultará tan sencillo como efectuar un par de contraataques.
Entre las posesiones del asesino nos llevaremos sus ropajes, un misterioso objeto y una carta hablando de una recompensa por traer dicho objeto a la Habana. Deberemos ir hasta un barco avistado cerca de la isla que podría ser nuestra salvación. Ir con cuidado no vendrá mal ya que hay numerosos guardias. Un mercader, está en peligro acosado por los guardias y debemos rescatarlo del ataque. Tras un par de saltos, al estilo de la saga, tendremos una ruta clara para acercarnos al mercader sigilosamente entre los matorrales de la zona. Ya en el lugar nos daremos cuenta, por el número de soldados, que el enfrentamiento es inevitable. Pero siempre contamos con el efecto sorpresa.
Tras un sencillo e instructivo enfrentamiento, liberaremos al hombre en apuros. Con un par de mentiras, el mercader resultará ser el dueño del barco. Él nos acompañará a la Habana donde curiosamente también se dirigía. Sin una barca de remos tendremos que darnos otro chapuzón para llegar a la nave y pilotarla. Timón en mano emprenderemos un largo viaje hacia la Habana.
Ese viaje será interrumpido, deberemos salir del Animus y seguir a nuestra supervisora de trabajo. La cual, nos cederá el honor de darle al botón del ascensor y nos enseñará nuestro lugar de trabajo como empleados de Abstergo que somos. Es hora de trabajar, así que volvemos al Animus justo cuando Edward y el mercader ya han llegado a la Habana.
Llegado el momento el asesino nos apuntará con su arma y disparará. Ante este cara a cara la decisión ya está tomada, el assassin es un blanco que debemos eliminar en una pelea que desempeña el papel de tutorial. Matar a nuestro objetivo resultará tan sencillo como efectuar un par de contraataques.
Entre las posesiones del asesino nos llevaremos sus ropajes, un misterioso objeto y una carta hablando de una recompensa por traer dicho objeto a la Habana. Deberemos ir hasta un barco avistado cerca de la isla que podría ser nuestra salvación. Ir con cuidado no vendrá mal ya que hay numerosos guardias. Un mercader, está en peligro acosado por los guardias y debemos rescatarlo del ataque. Tras un par de saltos, al estilo de la saga, tendremos una ruta clara para acercarnos al mercader sigilosamente entre los matorrales de la zona. Ya en el lugar nos daremos cuenta, por el número de soldados, que el enfrentamiento es inevitable. Pero siempre contamos con el efecto sorpresa.

Tras un sencillo e instructivo enfrentamiento, liberaremos al hombre en apuros. Con un par de mentiras, el mercader resultará ser el dueño del barco. Él nos acompañará a la Habana donde curiosamente también se dirigía. Sin una barca de remos tendremos que darnos otro chapuzón para llegar a la nave y pilotarla. Timón en mano emprenderemos un largo viaje hacia la Habana.
Ese viaje será interrumpido, deberemos salir del Animus y seguir a nuestra supervisora de trabajo. La cual, nos cederá el honor de darle al botón del ascensor y nos enseñará nuestro lugar de trabajo como empleados de Abstergo que somos. Es hora de trabajar, así que volvemos al Animus justo cuando Edward y el mercader ya han llegado a la Habana.