Stitch se ha convertido en la nueva gallina de los huevos de oro de Disney
Va cerca de ganarle la partida a los 5.000 millones de dólares de los Looney Tunes
Entre las películas de Disney hay cintas de primera y cintas de segunda. Desde siempre han estado los personajes que merecen estanterías plagadas de peluches y los que como mucho recibían una segunda entrega que iba directa a VHS. Sin embargo, desde hace 23 años, Lilo & Stitch ha estado en un limbo entre ambos lugares.
Vendió lo justo en taquilla, tuvo un par de secuelas que casi nadie recuerda, e incluso intentaron darle una atracción en Disneyland. Es el ejemplo perfecto de una historia que podría haber caído en el olvido de no ser por el clavo ardiendo que la ha mantenido a flote: las madres Millenial.
Disney ya tiene a su Piolín
Nacida como proyecto que apuntaba a quedarse en Disney+, los 1.000 millones recaudados en taquilla han terminado convirtiendo a la nueva versión de Lilo & Stitch en la película más taquillera del año. Además de ser el revulsivo que necesitaba la marca, ahora también es la mascota capaz de cubrir los huecos a los que Mickey Mouse y las princesas no llegan.
Como la música que va evolucionando saltando de una sociedad a otra, mientras Disney daba por perdido a Stitch en Occidente, una transformación se estaba cociendo a fuego lento al otro lado del mundo. Fue Asia, con países como China y Japón a la cabeza, el lugar que mantuvo al persona presente en la mente de grandes y pequeños y, para cuando llegó Vaiana y resucitó el escenario hawaiano, Stitch volvió a casa convertido en gigante.
La mezcla de criatura cuqui y rebelde se sumaba al concepto de la familia, y entre quienes habían crecido con aquella película se disparó una sobredosis de nostalgia en la que Disney vio un filón a nivel de merchandising. Si la estrategia había funcionado en Japón, también podía hacerlo aquí, así que Stitch empezó a hacerse un hueco donde antes estaban Mickey y Minnie: los escaparates de Primark.
El negocio no estaba en los peluches o los muñecos de acción, y tampoco en las series infantiles o una película 3D. Donde Stitch podía triunfar era en los pijamas, los tatuajes en el hombro y, sobre todo, en las mochilas de aquellos niños a los que sus padres estaban a punto de meterle su nostalgia por el gaznate. ¿El resultado? Un auge en el mundo del merchandising que, sólo en 2024 y a medio año de estrenarse la nueva película, cerraba unas cifras de 2.600 millones de dólares.
Capaz de plantar cara a la última Misión Imposible de Tom Cruise, y convirtiéndose en una de las pocas películas live-action capaces de alcanzar los 1.000 millones de dólares con un presupuesto de 100 millones o menos -están ahí Oppenheimer, Joker y Jumanji: Welcome to the Jungle-, parece evidente que lo alcanzado ahora es sólo la punta del iceberg.
El objetivo de Disney es convertir a Stitch en lo que Piolín fue en los 90, un producto capaz de alcanzar los 5.000 millones de dólares. De la mano del canario y el resto de Looney Tunes, su ejemplo es el de un pelotazo al que no todas las mascotas pueden apuntar: ser un producto lo suficientemente versátil como para encandilar a niños y padres por igual mientras exprime sus bolsillos al unísono.
Imagen | Instagram
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