Tenía 1 millón de seguidores y la vida resuelta, pero lo dejó todo tras descubrir el daño que estaba causando

  • Decidió dejar de ser creadora de contenido al entender los problemas que comportaba

  • Ahora ha perdido buena parte de sus seguidores pero está más contenta con su salud mental

Madalin
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Convertirse en creador de contenido se ha convertido en la profesión soñada para muchos jóvenes y es fácil entender por qué. Millones de seguidores valorando tus aportaciones diarias, jugosos contratos con marcas, y una ingente cantidad de dinero entrando a espuertas en tu cuenta corriente mientras haces lo que te gusta. Pero cuando algo falla en ese engranaje, anteponer tu salud mental y la de tus followers puede suponer un salto al vacío aterrador. Esta influencer decidió dar ese salto.

Tal y como cuenta Madalin Giorgetta a Business Insider, tras alcanzar 1 millón de seguidores en redes sociales descubrió que su impacto sobre la vida de otras personas no era ni justo ni saludable, así que decidió dar un giro de 180 grados a su vida para romper con todo: con sus seguidores, con las marcas que le patrocinaban, y con una suma de ingresos que prácticamente le había resuelto la vida.

Tener 1 millón de seguidores no significa ser feliz

La ex-influencer cuenta cómo, tras seguir el programa de la app de fitness de otra conocida influencer, ésta publicó entre sus seguidores una foto del antes y el después de su paso por la aplicación. La foto vivió un reposteo recurrente y, cada vez que volvía al timeline de la gente, Giorgetta veía cómo sus seguidores subían como la espuma.

De los likes y los seguidores pronto saltó a las preguntas de muchos de ellos pidiendo consejo para poder conseguir el cuerpo que ella había alcanzado y, de la noche a la mañana, entendió que su camino era convertirse en influencer de fitness. Tras estudiar sobre el tema y conseguir un cuerpo aún más definido, creó su propio programa de entrenamiento. Después, saltó a desarrollar su propia app de fitness.

Mientras las ofertas de marcas y los seguidores empezaban a amontonarse, también lo hicieron las dudas sobre su progreso. Lo que pensaban de ella había pasado de ser algo que le preocupaba a algo de lo que dependía su vida, así que encontrar el ángulo perfecto para cada foto, utilizar botox, o incluso no comer hasta dar con la foto perfecta, empezó a minar su autoestima y afectar a su salud mental.

Un día empezó a realizarse preguntas que no se hacía normalmente. A cuestionar con mayor profundidad por qué la gente tenía problemas para perder peso y conseguir el cuerpo que ella estaba vendiendo. Tras leer un estudio sobre por qué las dietas no funcionaban entendió hasta qué punto la fisiología de cada persona o su situación monetaria rompían por completo con ese mensaje de esfuerzo y compromiso que estaba vendiéndole a la gente. Fue entonces cuando decidió dar un giro de 180 grados a su vida.

Dejó de trabajar con marcas de ropa que no tuviesen tallas XL, con suplementos que se apoyasen en mensajes normativos, y empezó a compartir con sus seguidores lo que opinaba sobre la cultura de las dietas, la gordofobia y la salud general. Sin embargo descubrió que aquello no era lo que sus seguidores querían oír y, entre mensajes de odio y abandonos en masa, lo dejó todo para intentar aportar su granito de arena a los problemas que estaba acarreando el que hasta entonces era su mundo.

Tras estudiar para convertirse en nutricionista, ahora dedica su vida a enseñar a otros cómo cuidar su cuerpo en vez de decirles cómo estar más delgados y, aunque sus seguidores ya no se cuentan por millones, está mucho más contenta con su cuerpo y el papel que tiene en redes sociales.

Imagen | Facebook

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