The Age of Disclosure se ha convertido en el tema más comentado en la política estadounidense
Su éxito en cines y estar disponible en Amazon Prime Video habla por sí solo
Durante los últimos días el tema de conversación al otro lado del charco ha sido el documental The Age of Disclosure que puede verse en Amazon Prime Video. La idea de una película destinada a desvelar el secreto de los UAP, de las siglas en inglés para Fenómenos Anómalos No Identificados, está lejos de ser nueva, pero esta vez es distinta.
Podría decirse que lo de los extraterrestres, los OVNIs y las bases secretas a lo Área 51, nunca me han quitado el sueño. La idea de verte arrastrado hacia esas historias me ha parecido desde siempre algo con las patas muy cortas. Una fantasía que se viene abajo tan pronto las únicas pruebas que te presentan son las declaraciones de un granjero de Arkansas lo suficientemente desangelado como para no generar confianza. El documental The Age of Disclosure cambia eso por completo.
Lo que cuenta el documental de Prime Video
Dirigido por Dan Farah y centrado en la figura de Lue Elizondo, La Edad de la Revelación, como se conoce a la película en España, abandona las voces clásicas que normalmente rodean a este tipo de producciones para centrarse en personalidades infinitamente más impactantes. Una colección de 34 oficiales, muchos de ellos en activo y dispuestos a jugarse su carrera, entre los que se encuentran mandos militares, científicos de Stanford y políticos de alto nivel, dispuestos a contar que, efectivamente, los OVNIs existen y hay pruebas de ello.
El documental gira alrededor de Lue Elizondo, un militar encargado de investigar el fenómeno de los UAP y su impacto en la seguridad nacional de los Estados Unidos que, al descubrir que no sólo hay pruebas, sino que también existen programas secretos destinados a explotar la tecnología encontrada en estas naves que no figuran en los registros oficiales y se hacen a espaldas de mandatarios y el propio presidente, termina acallado.
Apoyado por el resto de voces que aparecen en el documental para profundizar en todo lo que se sabe sobre la idea de que no estamos solos, el documental se centra en cómo durante los últimos años la política estadounidense se ha abierto más a reconocer que, más allá de lo que veíamos hasta ahora como pura ciencia ficción, es una realidad tan fascinante como preocupante. Una situación en la que países como Estados Unidos, Rusia y China tienen programas especialmente dedicados a monitorizar y estudiar esas visitas.
La lógica que emplean para ese hermetismo, y la idea de que incluso presidentes y altos oficiales no conozcan los entresijos de estos programas, se centra en que acuerdos realizados entre el departamento de defensa y compañías armamentísticas sirven para evadir la ley de libertad de información y suponen un negocio bestial para dichas empresas que, evidentemente, no están dispuestos a dejar escapar.
Suman, además, que la tecnología extraída de esos estudios mediante ingeniería inversa supondrían un salto tan grande que, cualquiera con acceso a ella, podría dominar el mundo durante siglos, lo que a su vez empuja que el miedo a una Rusia o China en posesión de esa información supondría un peligro brutal para la estabilidad de nuestra civilización.
Lo que demuestra The Age of Disclosure
Los militares, políticos y científicos que han decidido dar el paso para hablar sobre lo que saben en el documental, hablan de que se tiene constancia de que hay inteligencia no humana interactuando con la Tierra desde hace al menos 80 años. Los vídeos grabados por pilotos de la aviación demuestran que, con una tecnología mucho más avanzada, una a la que difícilmente cualquier potencia mundial puede tener acceso porque está a un nivel que no alcanzaremos hasta dentro de muchas décadas, estas naves se mueven a velocidades que ningún piloto actual podría soportar.
Sin emitir manchas de calor de combustible o perturbar los terrenos que les rodean, tampoco podrían ser drones avanzados. No hay alas, rotores o sistemas de propulsión convencionales, y pueden acelerar de 0 a Mach 20 en instantes e incluso mantenerse en suspensión durante horas. La hipótesis que manejan es que estos objetos en realidad no vuelan, sino que manipulan la gravedad y el espacio a su alrededor para evitar cualquier resistencia marcada por las leyes de la física.
En esa hipótesis está otro problema adicional y la principal premisa a la que se agarran los científicos de Stanford que estudian el fenómeno para querer que se desclasifique cualquier documento e investigación sobre los UAP. De alcanzar esa tecnología, el programa armamentístico no sería lo único que viviría una revolución, sino que supondría tener a nuestra disposición una fuente de energía limpia e infinita que acabaría por completo con la dependencia de combustibles fósiles.
Que senadores y políticos estén dispuestos a exponer su carrera para sacar a la luz esa información clasificada y que se legisle sobre ello, da buena cuenta de hasta qué punto están convencidos de la documentación y pruebas que han visto. Aunque el documental disponible en Prime Video no ofrece acceso directo a esas pruebas, lo que se relata en él es más que suficiente como para, como mínimo, ser hoy la mitad de escéptico de lo que lo era ayer.
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