Aunque su invención se remonta a la era Meiji, cuando Japón abandonó su estilo feudal para empezar a abrirse al exterior mientras jóvenes compañías como Nintendo, Nissan o Yamaha colocaban sus primeras piedras, el randoseru se ha convertido en parte de la cultura nipona pese a que su origen ni siquiera es de allí.
Con una estructura rectangular y rígida, cargada de diferentes bolsillos y departamentos, la mochila randoseru aparece en animes, mangas y películas cada vez que se quiere mostrar a un personaje en edad escolar. Pero que todos los niños lleven una mochila prácticamente idéntica, y especialmente cara, está lejos de ser una mera moda, es una cuestión cultural del país asiático.
De las tropas holandesas a las escuelas de Japón
A finales del Período Edo, Japón atravesó una serie de cambios que terminó afectando a todos los campos, desde su tejido industrial hasta el militar. Entre los muchos que sufrió este último, nació un nuevo uniforme obligatorio que, fijándose en unas mochilas que utilizaban los soldados holandeses llamadas ransel, introdujeron el randoseru entre los enseres que se entregaban a las tropas.
Fabricadas en cuero rígido y con forma rectangular, estas mochilas facilitaban que los soldados llevasen todo lo necesario repartiendo el peso en la espalda y protegiendo lo que allí guardaban, así que a finales del siglo XIX una escuela primaria administrada por el gobierno a la que acudía la familia imperial japonesa quiso llevar el diseño hasta las mochilas de sus estudiantes.
La idea partía de la necesidad de acostumbrar a los muchachos a las mochilas que deberían llevar años más tarde cuando, en caso de conflicto, tuviesen que sumarse al ejército. Pese a su elevado coste y el hecho de considerarse un elemento propio de la clase alta, con el tiempo el resto de escuelas empezaron a abrazar la práctica.
Sin embargo fue tras la II GM, con la necesidad de hacer explotar la economía nipona, cuando Japón convirtió el randoseru en algo estandarizado. Convertido ya en un símbolo del país por el uso de sus soldados, es ahí cuando, en una suerte de ceremonia, empresas como Sony empiezan a regalar a sus trabajadores la icónica mochila para que, pese a su elevado precio, todos los niños empiecen a llevarla al iniciar su etapa escolar.
Una tradición que cuesta 500 euros
Es el inicio de una tradición que empieza con una separación, la de los chicos portando randoseru negra y las chicas haciendo lo propio con un modelo rojo, ahora ya caducada en busca de romper con esa distinción entre géneros. Hoy en día las citadas mochilas se ofrecen ya en un inabarcable abanico de colores y bordados distintos que ofrecen desde personajes de anime hasta motivos de diseño más moderno. La esencia alrededor de su impacto cultural, en cualquier caso, sigue siendo idéntica.
La idea detrás de la randoseru parte de un acto casi ceremonial en el que padres o abuelos regalan a los niños la mochila que llevarán durante toda su etapa escolar. No es una regla impuesta desde las administraciones, sino más bien autoimpuesta por la propia cultura. La intención es que lleven la misma mochila hasta que se gradúen, una razón que no sólo atiende a su elevado precio.
Hablamos de tiendas especializadas, una asociación pública dedicada a la figura de la randoseru, y un negocio más que establecido tanto en tiendas físicas y a través de internet valorado en millones de yenes. Asomarse a los portales más famosos que venden estas elaboradas mochilas de cuero y materiales sintéticos implica en muchas ocasiones empezar en precios que suben desde los 469 euros en los modelos más pequeños y básicos hasta opciones que se elevan hasta los 1.140 euros.
Tal y como podría ocurrir con el cuidado que implica que te regalen una mascota en otras partes del mundo, el símbolo del randoseru engloba valores como el compromiso con el modelo elegido desde niños, el cuidado que requiere mantener el objeto durante todos los años siguientes, y la propia resistencia de la mochila como emblema de lo que, a grandes rasgos, deben demostrar también los críos frente a los desafíos que se les presenten.
Imagen | Randoseru
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