Ya sabemos qué trabajos nos va a quitar la IA. Ha llegado el momento de ver cuáles nos dará

  • Buena parte de los trabajos de hoy en día no existían hace 40 años

  • Pensar en ello puede ayudarnos a resolver el desafío de la inteligencia artificial en el mercado laboral

Rubén Márquez

Editor - Trivia

Ya nos conocemos la cantinela al dedillo: la IA ha llegado para acabar con nuestros trabajos y, frente a un mundo que parece estar plenamente convencido de ello, hay poca resistencia que poner a no ser que sea de la mano de regulaciones y limitaciones que, admitámoslo, tardarán en llegar. Si llegan. Pero frente a ese escenario, no todo puede ser pesimismo. 

Hay una famosa frase que asegura que buena parte de los trabajos que tenemos hoy en día no existían hace 40 años. Agarrándose a ese mantra como a un clavo ardiendo, frente a la desaparición de puestos del mercado laboral ante el avance de la inteligencia artificial, hay una resistencia centrada en intentar adivinar no sólo qué nuevos empleos creará la IA, sino en cómo podemos adaptar los ya existentes para que la combinación entre ChatGPT, Google Gemini y los trabajadores de toda la vida, sean compatibles. 

Los trabajos que traerá la IA

El mejor ejemplo de esa combinación se encuentra precisamente en la cuna de la IA, en una región de Silicon Valley que, pese a los discursos negativos sobre el avance de la inteligencia artificial devorando puestos a su paso, ha demostrado necesitar más empleados y oficinas de las que tenía. Tal y como recogía recientemente Business Insider, el alquiler de oficinas está viviendo un resurgimiento que no se experimentaba desde la época prepandemia. 

En busca de qué nuevos trabajos puede traer consigo ese cambio, y dando por hecho que la transición puede ser tan dura como aparenta ser, el New York Times se aventuraba a soñar con qué nuevos puestos de los que hoy en día no se tiene ni constancia ni nombres podrían derivarse de ese cambio. Frente a esa realidad que pintan los Sam Altman y Mark Zuckerberg de la industria de la IA en la que las máquinas lo harán todo, hay mucho más que rascar.

Para empezar, que ese paso se dé, antes de que robots y sistemas automatizados se encarguen de todo, la industria de la inteligencia artificial va a necesitar integrarse a todos los niveles. No puedes quitarte de encima cientos de puestos y oficinas de la noche a la mañana y, para los trabajadores que se mantengan ahí, las empresas van a necesitar educadores sobre la IA que ayuden a hacer esa transición más fácil. Si no ves a tus padres y familiares trabajando codo con codo con ChatGPT para sacarle pleno rendimiento, es precisamente porque esa figura va a resultar crucial

Aún así, en ese escenario en el que la IA se encarga de todo hacen falta dos puestos clave. Sabemos, por ejemplo, que la inteligencia artificial tiende a tener fallos y que la información importante debe ser verificada antes de poder darla por buena. La idea de un auditor de la IA, incluso en fases avanzadas de esa expansión, se antoja imprescindible. La otra, muy de la mano, está en la responsabilidad detrás de cada uno de sus movimientos. Si alguien tiene que encargarse de dar la cara no sólo ante clientes, sino también a nivel legal, ese peso debe caer sobre hombros humanos para no generar un vacío legal. 

Incluso los puestos creativos tienen salida

Incluso en aquellos ámbitos en los que la IA ya se ha hecho un hueco considerable, como en esos chats de atención al cliente que te tienen dando vueltas por sus opciones hasta que no da más de sí, la idea del pásame con el encargado sigue muy presente. Ese escenario es, sin lugar a dudas, el mejor ejemplo al que podemos agarrarnos para rebajar con agua esa ambición de compañías como OpenAI y Meta sobre cómo la IA servirá para todo el día de mañana. 

Pero sumemos además las necesidades básicas de esa IA, porque como cualquier otro trabajador junior va a necesitar un entrenador o integrador, alguien que se especialice en poner en contexto a la inteligencia artificial para asegurarse que hace lo que debe hacer y que sigue los pasos más ágiles y las normas más estrictas para llevar a cabo sus tareas. Puede que un humano virtual parezca inteligente, pero necesita un trabajo previo detrás que no va a caer del cielo. 

Incluso así, pese a que alguien vaya saltando de empresa en empresa ayudando a que la IA sea lo más eficiente posible, abandonar ese puesto y que dentro de 10 años siga funcionando a pleno rendimiento está lejos de ser una realidad plausible. Esos automatismos precisarán de una evaluación continua que vaya maquillando y retocando aquí y allí en busca de los mejores resultados.

Ideas como las de los mecánicos de robots están ya más que extendidas entre los jóvenes que se plantean que futuro laboral elegir, pero eso no descarta por completo a quienes, desde una perspectiva más creativa que técnica, siguen escribiendo, dibujando y diseñando. La originalidad, los enfoques disruptivos y la innovación no pueden agarrarse a lo que ya hay creado, necesitan un girito frente al que la IA poco puede hacer hoy en día. Puede que se valgan de ChatGPT o Gemini para darle forma con mayor agilidad, pero las bases sobre las que trabajar van a estar, de una forma u otra, muy presentes en ese proceso de trabajo. 

Imagen | Rolancho en Midjourney

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