Cómo funciona el chip Telepathy, cómo es su operación y qué riesgos implica tenerlo en tu cabeza
Hace unas horas Elon Musk aprovechaba su cuenta de Twitter para anunciar que la primera cirugía para implantar el chip Neuralink en un humano había sido completada con éxito, que la persona ya se estaba recuperando de la intervención y que las primeras pruebas mostraban una prometedora recepción de picos neuronales. Sin embargo, pese al prometedor gran paso del invento, muchos nos preguntamos, ¿para qué sirve ponerte un chip Neuralink en el cerebro?
Qué es realmente el chip Neuralink. Con un tamaño de 23 x 8 milímetros, el primer chip cerebral de Neuralink, llamado Telepathy, pretende conectar nuestro cerebro a otros dispositivos. La electrónica dentro del chip permite procesar picos de señales neuronales para traducirlos en datos que sirvan como órdenes electrónicas. La idea no nace exclusivamente de Elon Musk, se trata de un proyecto que ya estaba en marcha adquirido por el multimillonario y un equipo de siete científicos e ingenieros en campos como la neurociencia, la bioquímica y la robótica.
Instalando el chip en el cerebro. Mediante un proceso quirúrgico, el chip Neuralink se conecta a la parte del cerebro que controla nuestros movimientos mediante 64 hilos flexibles con 1.024 electrodos que son los encargados de captar las señales neuronales y llevarlas hasta el dispositivo. En el proceso, un robot automatizado de la misma compañía se encarga de realizar la operación con la intención de evitar cualquier daño cerebral provocado por un error humano. A partir de aquí el usuario al que se le implante el chip sólo deberá preocuparse de cargar la batería del mismo mediante un dispositivo inalámbrico.
Y todo esto, ¿para qué? La idea detrás del chip de Elon Musk promete la posibilidad de controlar otros dispositivos como ordenadores o teléfonos aprovechando la mente, traduciendo esas señales neuronales en acciones con la intención de que, en esencia, las personas que lo lleven puedan comunicarse y realizar tareas informáticas más rápido que el resto. El objetivo inicial, y también el grupo al que se le ha abierto las puertas a entrar en este programa piloto, apunta a personas que hayan perdido el uso de sus miembros para intentar mejorar su día a día.
Los riesgos que entraña tener un chip en el cerebro. Además de todo lo relativo a una intervención cerebral, junto a todos los atados a cualquier tipo de cirugía, como posibles rechazos a daños cerebrales por el propio procedimiento o los electrodos que se encargan de leer las señales; a nivel ético se plantean no pocas cuestiones que van desde la privacidad de los datos cerebrales hasta el riesgo de sufrir posibles ataques informáticos.
Imagen | NASA HQ
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