La vaca multicolor

Buda, en la ciudad natal, digirió las cuatro verdades por los cuatro estómagos: Dolor, alivio, hambre y plenitud. Buda, por ello, tuvo la autoridad suficiente para juzgar sin juzgar, juzgar desde el entendimiento y la misericordia. Cuando Buda devoró el dolor conoció el abuso, y el abuso le llevo a conocer el poder. Entonces Buda busco en su viaje por la ciudad natal saber que era el poder:

"¡¿Es el poder, hermano mío, someter o ser sometido?!" ¡¿O es el poder, hermano mío, la responsabilidad de buscar el bien genuino o el bien propio?!" "¡¿Es el poder, el que desmascara al hombre, o es hermano mío, el que enmascara ya no solo al hombre sino a la voluntad de la humanidad?!" "¡¿Qué procede del dolor: ganancia?! ¡Y la ganancia que es: ¿poder?! ¿Poder sobre que o sobre quién?" 

Y Buda fue mordido por la víbora venosa para aclarar sus dudas, paso días postrado en cama, delirando y alucinando pesadillas. Hasta que sobreviviente, se le concedió el alivio tras el más extremo dolor. "Y gracias, víbora, por tirarte sobre mí, y hacerme conocer el dolor, porque con el dolor llega el alivio, pero del alivio surge la duda en forma de hambre". Buda ya había digerido por dos de sus cuatro estómagos el dolor y el alivio mostrandole dos revelaciones: 

El blanco y el negro. Entendió que el poder viene de forma individual y el alivio el entenderlo, pero el hambre sigue ahí pues no bastaba para él saber que estaba ahí sino que tenía que poseerlo y dominarle. "¿Por qué, que es el poder sin posesión y que es el poder sin dominio?" Pero el alivio no estaba claro del todo aún, porque "no hay alivio plena sin plenitud dicha, no nos podemos engañar tan rápido o nos quedaremos en la segunda revelación".

Entonces Buda se torno gris. Siguió vagando viendo blancos y negros, y seguía con hambre, nada le saciaba ni nada le satisfacía. Seguía gris, hasta que encontró a otro gris, y conversaron: Del poder y su fuente, del alivio de saber pero del hambre de no saber digerirlo. Entonces, la tercera revelación sería revelada:

"El poder es individual, y el poder se basa en la comprensión y en la piedad donde radica el alivio en el hambre de alimentar de poder a los demás, lo que se le conoce por el nombre de: amor, y el amor tiene varias caras, pero el amor tiene algo común: es volátil y no exclusivo, puedes amarte desde ti mismo a tu mujer, de tu mujer a tus hermanos y hermanas, desde el prójimo hasta la hoja que la mueve el más suave viento, del verde que surge del perfecto ciclo natural de la naturaleza más sabía. Somos energías llenas de poder individual, donde de menos a más, a través del amor, sumamos, donde amor es misericordia y para tener misericordia hay que experimentar dolor, que tras el alivio vendrá el hambre en forma de duda y tras la comprensión de las cosas, el más grande amor, viene la plenitud".

Y así Buda se torno naranja, y amarillo, como señal de la transformación, la plenitud y el amor en perfecto equilibrio como el buque para juzgar sin ser juzgar: la misericordia y compasión como muestra de una perfecta y equilibrada espiritualidad.