Español (ES)
Usuario anónimo
Iniciar sesión | Regístrate gratis
Foro de Off Topic y humor

Responder / Comentar
Foro Off Topic y humor
Por ElFumiDeMorata2090
Hace 5 años / Respuestas: 11 / Lecturas: 366

Desenlace a la historia de Carla (+18)

[b]Capítulo 3 - “Carla, me lo vas a pagar”[/b]

Buenas tardes, camaradas foreros y fieles devotos de este mi desdichado episodio, por última vez hoy me dirijo a vosotros, no para pediros ayuda como ya ocurriese en las dos entregas anteriores, sino para ofreceros el desenlace a la historia que comenzó harán tres semanas, por la que me convertiría sin previo aviso en el protagonista de una enrevesada trama que veía en Carla, la compañera de trabajo por la cual mi razón se vio cegada, a la villana más inesperada que me hubiera imaginado. Si tú, lector, no estás al tanto de mis andanzas, aquí te dejo un par de links a los temas previos:
[b]
1)[/b]
[url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/49945707/0/estoy-en-un-aprieto-en-el-trabajo-ayuda/]https://www.3djuegos.com/foros/tema/49945707/0/estoy-en-un-aprieto-en-el-trabajo-ayuda/[/url]

[b]2)[/b]
[url=https://www.3djuegos.com/foros/tema/50012565/0/el-lio-se-me-ha-ido-de-las-manos-y-con-ello-la-extension-de-este-tema-ayuda/]https://www.3djuegos.com/foros/tema/50012565/0/el-lio-se-me-ha-ido-de-las-manos-y-con-ello-la-extension-de-este-tema-ayuda/[/url]


En base no solo a la opinión popular sino a la de mi propio juicio, supe que debía enfrentarme a ella, que no podía darle el gusto de salirse con la suya después de habernos dejado tanto a mí como a mi familia en la cuerda floja en relación a nuestros ahorros, y más aún cuando mi padre está siendo tratado de cáncer, cuyos costes, para quienes no estáis familiarizados con ello, pueden ascender hasta los 30.000 y 40.000 euros solo en fármacos. Gracias a Dios, contamos con una póliza que cubre gran parte de estos, pero ello no significa que estemos exentos de pagar lo restante, he ahí la razón por la que el agobio y la exasperación se apoderaron de mí cuando Victoria me desveló la verdadera naturaleza de Carla, para posteriormente despedirme, o lo que es lo mismo, tirarme a la fosa de los cocodrilos cual alma desamparada. Alevosías aparte, el hecho de observar a mi madre lamentándose acerca de nuestra situación mientras se haya recostada sobre la cama donde mi padre descansa, limpiándose las lágrimas con el pañuelo que ésta le regaló a él durante la celebración de su trigésimo aniversario de bodas… Esa imagen… No puedo perdonarla, y todo esto sin contar el dolor que su astucia maligna ha provocado en mí, resultando en un corazón hecho añicos que en estos momentos adorna el interior de mi busto. Ahora que he dejado mis motivaciones bien claras, pasemos a la acción, y a cómo Carla ha acabado pagando los “platos rotos”.

Tal y como os conté la última vez que os parasteis a leerme, sabiendo dónde vivía Carla, solo me quedaba una cosa por hacer, tan sencilla en la práctica como turbadora en en plano psicológico de este servidor, aceptar la malicia que por sus venas corría y recriminarle su comportamiento sin más armas que la mera osadía. Así pues, me puse en marcha hacía su domicilio aún a sabiendas de que en cualquier momento podría tener que hacer frente a aquel coloso, seguramente burdo, pero de pavoroso vigor. Nada más llegar, me planté frente al portal y pulsé el timbre una primera vez. Al ser correspondido con nada más que la brisa del aire que hacía bailar a los famélicos troncos desnudos que adornaban aquella calle, presioné nuevamente la campanilla.

—[i]Vamos, sé que estás en casa, furcia[/i] —me decía en un intento de mantener la compostura valerosa con la que me presenté allí —.[i] Tienes muchas cosas que explicarme.[/i]

Al no recibir respuesta alguna, golpeé por tercera vez aquel dichoso timbre cuando me percaté de que del vértice de la rambla surgió el mismo Ford Fiesta de brillante índigo que ya se había presentado en la anterior ocasión, y como si de un déjà vu se tratara, me volví a esconder rápidamente en los ahora familiares arbustos al otro lado de la acera, donde de alguna manera me sentía a salvo. Imperceptible mi presencia al ojo humano, contemplé como el musculitos, en esta ocasión solo, aparcaba el coche para posteriormente mimetizar mis acciones: portal, timbre y a esperar. No pasaron más de 10 segundos cuando del altavoz del citófono sonó el zumbido que garantizaba la entrada a todo aquel que lo hubiera pedido. Cuando se disponía a entrar, crucé corriendo el asfalto sin mirar (disculpen la imprudencia) y le grité:

—[i]¡Espera, espera, espera![/i]

Éste se dio media vuelta y cortésmente sostuvo la puerta hasta que llegué a ella. Seguro que ahora os estaréis preguntando por qué hice tal cosa, y aunque concuerdo con vosotros en que aposté demasiado al azar, necesitaba colarme en el edificio como fuera si quería cumplir con mi objetivo, y además, ese hombre y yo no nos conocíamos, nunca antes nos habíamos visto las caras, por lo que a primera instancia, acercarme a él en ese escenario no creía que fuera a traerme problemas. 

Aún habiéndose tomado la molestia de sujetar el portón, el tipo parecía desconfiar de mí, o al menos eso reflejaban sus ojos azules y níveos, por no hablar del zarpazo ocular con el que me degolló anímicamente nada más situar mi cabeza delante de sus abultados pectorales. Para haceros una idea, podría comparar nuestros cuerpos haciendo alusión a las dos figuras más famosas del personaje bíblico “David”, una esculpida por Donatello, y la otra por Miguel Ángel. No creo que haga falta indicar a quién representa cada una de ellas.

Superado el silencio sepulcral de la incomodidad que parece haberse instaurado en la rutinariedad de mi vida éstas últimas semanas, el tipo se dispuso a hablar:

—[i]¿Vives aquí?[/i] —me preguntó en un marcado acento ruso.

—[i]Aaah, no, simplemente vengo a visitar a mi tío, es el portero[/i] —le contesté, ya que si quería salirme con la mía, debía inventarme la mejor trola que se me viniera a la cabeza.

—[i]Uhm, ya veo, y aunque que tu tío es el portero, ¿no tienes las llaves para entrar?[/i]

—[i]Bueno, sí que las tengo pero se me han olvidado, ¿ahora podrías dejarme pasar?[/i]

—[i]Claro, quién sabe si nos acabaremos volviendo a ver.[/i]

Torcí el gesto ante esa frase, y antes de que nuestros caminos se fueran a separar, se le ocurrió preguntarme una última cosa.

—[i]Por cierto, ¿cómo te llamas?[/i]

—[i]Antonio[/i] — una mentirijilla más por si acaso conocía mi nombre real.

—[i]Oleg, encantado[/i] —me tendió la mano y al cogérsela noté todos mis huesos crujir, puesto que, no sé si con maldad o no, lo hizo con tal fuerza que me lo tomé como una advertencia sobre donde me estaba metiendo.

Sucedido ese improvisado interrogatorio, pude introducirme en el inmueble. A pesar de ello, era consciente de que Oleg no las tenía todas consigo, y que por ello aún mantenía sus ojos puestos en mí aún dándole la espalda, por lo que me mantuve fiel al papel de sobrino torpe, y bajé las escaleras que daban al subsuelo. Cerca del último escalón, escuché el mecanismo del ascensor ponerse en marcha, por lo que lentamente regresé sobre mis pasos, y tras observar cómo el ruso se metía dentro del elevador, poco a poco lo fui acompañando hasta llegar al tercer piso, donde se paró. Al salir, Oleg se dispuso ante la letra B y con dos ligeros toques sobre la madera barnizada, dejó constancia de su presencia. Cuando aquella puerta se abrió, el brazo de una mujer acicalado con el tatuaje de lo que parecía ser un lobo blanco, se asomó a través de la puerta, agarrando con fuerza el cuello de la camisa de Oleg. Mientras éste sonreía, lo introdujo con fiereza dentro del apartamento.

—[i]¿Que demonios está pasando aquí?[/i] —. Mi ignorancia en torno a este asunto me estaba volviendo loco.


[b]Capítulo 4 - Buceando en busca de respuestas[/b]

Recuerdo que siendo un niño, me sentía fascinado por aquellos personajes detectivescos tales como Philip Marlowe, que inundaban las calles de la América Noir ideada por Raymond Chandler entre otros, y en muchos casos encarnados por el mítico Humphrey Boggart, pero lo cierto es que nunca antes me había imaginado a mí ejerciendo tal función, pero menos aún me había imaginado tumbado sobre los peldaños de una escalinata, esperando a que la fortuna me volviera a sonreír y que en algún momento ese musculitos ruso se marchara, para así yo poder llegar a Carla y librarme del peso que llevaba tantos días seguidos cargando. Cuando por fin la cerradura volvió a dar señales de vida, me hice a un lado de la baranda que seccionaba por la mitad a la pequeña escala de mármol y contemplé como Oleg salía acompañado de una mujer la cual no parecía conseguir mantenerse en pie puesto que era el gigante ruso quien la sostenía agarrándola de la cintura.

—[i]¿Será esa la mujer que le recibió?[/i] —me preguntaba.

Juntos esperaron y metieron en el ascensor. Asegurándome de que ambos habían salido del edificio, volví a la puerta que, gracias a muchos años de tutoriales en Internet debido a una gran afición generada en su mayoría por los videojuegos, abrí con una más que digna habilidad de Lock Picking o Ganzuado (uno nunca sabe en qué momentos de la vida cosas así le van a venir bien), y ahora sí llegó el momento de confrontar a Carla.

Nada más adentrarme en el piso, lo primero que noté fue el olor. No es que resultase pestilente como la oficina de Victoria, pero sí os puedo garantizar que el aroma por el que navegaba mi nariz era intenso y penetrante, demasiado fuerte para ser solo comida india como algunos listillos podrían llegar a decir. Nada más encender las luces, llamó mi atención una gran montaña con seguramente decenas de miles de euros que emergía de la mesilla de cristal afincada en el centro de la sala de estar. 

—[i]Pero, ¿qué...?[/i] —me murmuraba, puesto que eran las únicas palabras que en ese momento se me ocurrían.

Al acercarme a esa prominente sierra de tonos anaranjados y verdes, me dispuse a remover un poco cuando de repente me di cuenta de que un polvillo blanco emanaba de su interior. Aparté unos cuantos bloques de billetes y debajo me topé con lo que supuse que era cocaína, porque sabor ni a sal ni a azúcar tenía. Exclusivamente, negué con la cabeza, porque si ya me resultaba difícil guardarle el ya conocido rencor a Carla, lidiar con todos esos nuevos descubrimientos… Ni os lo imagináis.

Prosiguiendo con la “investigación”, me dirigí al pasillo que conectaba las distintas habitaciones de la morada, siendo el baño la primera estancia que exploré. Éste gozaba de un aspecto impoluto, sin embargo hallé dentro del cubo de basura asentado al lado del inodoro un amplio número de jeringuillas, todas y cada una de ellas manchadas en su interior de un algún tipo de sustancia de color marrón tirando a gris. Dada las múltiples temporadas que he visto de CSI, deduje que aquello no podía más que haber sido usado para inyectar heroína, puesto que además era la única droga que yo conocía que se inoculaba a través de las venas. Perplejo, me puse en pie de nuevo y caminé hasta la siguiente puerta, que en esa ocasión se encontraba cerrada, por lo que me saqué del bolsillo el tensor y la ganzúa y la abrí, aunque lo que me esperaba dentro de ese cuarto daría un giro de 180 grados a esta historia.

Pese a la falta de luz (no había lámpara), el dormitorio se percibía prácticamente vacío. A mi siniestra, advertí un armario empotrado cuyas puertas estaban adornadas por decenas de pegatinas aleatorias de estas que por un módico precio puedes comprar en cualquier chino, así como una cama desarropada e inmunda tirada en el suelo. Para poder hacerme una mejor idea de lo que allí se escondía, saqué el teléfono y encendí la linterna. Un par de pasos después, escuché lo que parecía ser el lamento de una persona, por lo que hice un barrido con mi pequeño foco de luz y para sorpresa mía, me encontré con una mujer afincada en una de las esquinas de aquella habitación. Boquiabierto, como la mayoría de vosotros se abría quedado, me dirigí en su dirección para ver si necesitaba algún tipo de ayuda (siento la tremenda ineptitud vista en mi comportamiento, ¿pero de verdad creías que estaba preparado para encarar una situación así? No sabía qué hacer). Cuanto más me aproximaba, más me parecía reconocer a aquella chica. Cabellos rubios aunque revueltos, piel color beige… Sí, era ella.

—[i]¿Carla?[/i] —le inquirí mientras apartaba con suavidad la caterva arremolinada de pelos que se amontonaban sobre su cara pálida, adormecida y enjuta.

—[i]Manu, ¿eres tú de verdad?[/i] —replicó en un tono amodorrado, claro reflejo de su débil y frágil estado de salud —. [i]Ayúdame…, por favor[/i] —agregó.

—[i]¿Qué cojones está pasando?[/i] —le cuestioné con la intención de entender que le había llevado a acabar de esa manera —. [i]¿Tiene esto que ver con Oleg?[/i] —pregunté, cuando me fijé con atención en su brazo derecho.

Al cogerlo y darle la vuelta, lo que predominaba era un gran moratón atestado de pequeños agujeros situado sobre las venas que se dan lugar en la parte anterior del codo. A su vez, también distinguí unas esposas que unían su muñeca con la cañería del radiador que se daba bajo la ventana. Abatido por el aspecto no solo físico sino también psíquico que mostraba, apoyé la espalda sobre la pared a mi izquierda. No podía parar de mirarla, lo que hacía que me acordara inequívocamente de mi padre, quien al igual que ella lucía agotado y exhausto, falto de fuerzas a causa del cáncer que sufría, tal y como os conté al principio de este texto. Después de reflexionar un rato, solo me surgía una idea para darle sentido a todo lo que estaba viendo, y ésta era que Oleg la había mantenido allí recluida, o casi mejor dicho, secuestrada, y que le había estado drogando durante todo ese tiempo, siendo esa la razón por la que no había vuelto a trabajar, tal y como ya me había informado Dani; aunque entonces, ¿por qué el primer día que los vi juntos, parecían comportarse de una manera tan ufana? ¿Qué había ocurrido para que acabase todo así? Decidido a averiguar la respuesta, cogí el grillete con el que Carla había sido retenida y logré soltarla. La cubrí con mi jersey debido al frío e intenté levantarla, aunque ella era incapaz de ponerse de pie, por lo que haciendo gala de todas las horas de gimnasio que he invertido a lo largo de mi vida, la cogí en brazos y me la llevé, pero justo cuando estábamos a punto de llegar al diminuto hall del piso, escuché como la puerta principal se abría.

—[i]¡Mierda![/i] —exclamé.

Rápidamente me llevé a Carla de vuelta a la habitación. Después de tumbarla sobre aquella cama sucia y quitarle el jersey que le acababa de dejar, cerré la puerta y me escondí dentro del armario empotrado. Haciendo el menor ruido posible, tomé el móvil para así enviarle un mensaje a Dani, pidiéndole que llamara a la policía, así como mi ubicación. Si tenía suerte, antes de que pasara nada, ya habrían llegado los agentes librándome así de lo que fuese que pudiera ocurrir, aunque una cosa es lo que se desea, y otra la que se acaba dando lugar.

Refugiado dentro del guardarropa, el único sonido que era capaz de distinguir era el de los pasos firmes de quien yo en ese instante sospechaba que era Oleg, los cuales a cada segundo que pasaba se iban acercando más y más al cuarto donde Carla y yo nos encontrábamos. Ya me temía lo peor, pero eso no impedía de que cuando estos se detuvieron tras la entrada a la habitación, me meara un poco encima, y no me da vergüenza decirlo porque creo que las circunstancias a las que estaba haciendo frente le dan todo el sentido del mundo a que esto inevitablemente llegara a pasar. Al escuchar rotar el pomo, sabía que estaba condenado a ser descubierto, pero para colmo de mi persona, el móvil comenzó a sonar a todo volumen (sí, se me había olvidado dejar en silencio el dispositivo, disculpad mi ineptitud). Dani me estaba llamando supongo que con la intención de asegurarse de que el mensaje que le envié iba en serio. Lo que el pobre no sabía es que lo hizo en el momento más inadecuado, y a sabiendas de que iba a sufrir una paliza rotunda, acepté la llamada únicamente para que mi amigo pudiera oír los gritos que ya de antemano tenía planeado soltar en cuanto las puertas del ropero se abrieran. Cuando éstas me descubrieron de par en par, mi mandíbula literalmente quedó desencajada, puesto que no podía creerme lo que ante mis ojos se dio lugar. Carla, con una sonrisa cínica en su cara, fue quien destapó mi escondite para posteriormente dejar su sitio a Oleg, quien me cogió y tiró al suelo con tal facilidad que me llegué a preguntar, aunque totalmente fuera de lugar, si de verdad la gente que me llama gordo está en lo cierto. Tirado en el suelo, lo último que recuerdo es el puño de ese titán ruso a un par de centímetros de mi cara. Lo que vino después no es nada más que un largo y doloroso fundido a negro.


[b]Capítulo 5 - A su merced[/b]

Si bien me hallaba desmayado, todavía logro evocar los delirios a los que mi consciente subliminal tuvo que hacer frente, la mayoría de ellos relacionados obviamente con Carla. ¿Había estado esa canalla fingiendo todo el rato?¿Se había aprovechado de mi ingenua compasión?¿Me conocía Oleg desde el principio?¿Era yo un idiota pensando en que podría salirme con la mía? Solo quería una respuesta que le diera sentido a aquellas interrogantes, nada más, porque siendo honesto, estaba cansado de tantas sorpresas hirientes.

Por fin lúcido, desconocedor de cuánto tiempo llevaba inconsciente, me desperté debido a que una sensación embriagadora de placer circundó todo mi cuerpo. Primeramente, noté como ambas de mis manos estaban inmovilizadas, así como la boca, la cual había sido sellada usando cinta americana. Al abrir los ojos aún fatigados, advertí a la perturbada brincando sobre mí. Con cada pestañeo, conseguía distinguir mejor los diferentes elementos que componían la imagen difuminada que avistaba, hasta que un rato después me di cuenta de que no solo estaba retozando encima de mi cadera. En efecto, me tenía maniatado y desprovisto del habla, a la par que me obligaba a penetrarla en contra de mi voluntad. El gozo era ineludible, eso es cierto, tanto ella como yo estábamos siendo víctimas del atractivo y vistoso solaz fecundado por el ideal de regocijo carnal que ella tenía, pero la impresión de ese momento era tan desconcertante… Desde que la conocí, siempre me imaginé a los dos besándonos y haciendo el amor al ritmo de una canción como por ejemplo “Creep”, de Radiohead, pero que mi fantasía se hubiera cumplido de la manera que lo hizo… Por Dios, qué grotesco.

Culminado el acto, Carla se detuvo unos instantes para retomar el aliento. Tras volver en sí, me dedicó una mirada impasible y mueca burlona que sintiéronse como una nueva puñalada en mi ya fracturado corazón. Tanto el pulgar como el índice de su mano derecha marcharon en busca de una de las esquinas del cacho de cinta aislante que me impedía articular palabra alguna, y súbitamente lo arrancó.

—[i]¡Aaarrgggh![/i] —berreé por culpa de ese tirón.

—(suspiro de satisfacción) [i]No sabes las ganas que tenía de que me follaras[/i] —expresó denotando alegría y complacencia a su dulce pero ahora vil voz.

—[i]Puta demente sádica, ¿qué cojones estás haciendo, zorra?[/i] —le repliqué.

—[i]Vaya, pero qué desconsiderado, creía que tú también querías follarme, Manu.[/i]

—[i]Te juro que te voy a matar, infame buscona.[/i]

—[i]¿Sabes? Una de las cosas que más me ha gustado de haberte conocido es la manera de la que hablas. Creo que tendrías futuro escribiendo, una pena que nunca lo vayamos a saber.[/i]

—[i]Te odio, desearía no haberte conocido nunca.[/i]

—[i]Vamos, no es para tanto, mira el lado positivo, al menos ahora sabes lo que es, ¿cómo dirías tú? Ah, sí, ya lo tengo, copular.[/i]

—[i]¿Cómo sabías que iba a venir?[/i]

—[i]¿En serio? No me puedo creer que seas tan estúpido.[/i]

Hincando sus ocho largas uñas en la parte más alta de mi pecho (excluyendo los pulgares), comenzó a rascar mi piel de arriba a abajo, surcando todo el abdomen hasta parar sobre el ombligo, entonces se levantó, e hizo a un lado del catre. Recogió sus pantalones tendidos sobre el suelo, y tras fundir sus dos piernas desabrigadas con ellos, agarró una silla cercana y se sentó a mi derecha. Un instante después tomó un cigarrillo, y lo encendió. El humo que desprendía fue abarcando el espacio de la habitación.

—[i]Es increíble[/i] —le dije —. [i]De no tener nada en común con Victoria, a ser la viva imagen de esa arpía ante mis ojos[/i] —concluí.

—[i]Díscolo Manuel, ¿por qué tenías que meter el dedo en la llaga?[/i] —cuestionó —. [i]¿Por qué tenías que jugar a hacerte el héroe?[/i]

—[i]No tienes ni idea de todo el daño que me has hecho.[/i]

—[i]Venga ya, no irás ha decirme que el trabajo de tus sueños era darle la vuelta a centenares de hamburguesas el resto de tu vida, ¿verdad?[/i]

—[i]Para tu información, infame bellaca, necesitaba ese trabajo[/i] —repliqué, y viendo que no tenía nada más que perder, tiré de amargura y le confesé —: [i]Mi padre tiene cáncer, y con ese dinero estaba pagando su tratamiento. Da igual lo que hagáis tú y Oleg conmigo, a quien le has jodido la vida es a él, y eso no te lo perdonaré ni muerto[/i] —le reprendí con toda la aversión que sentía por ella.

—[i]No me jodas, en ese caso…, lo siento[/i] —me contestó reflejando poca o nula misericordia por lo que le acababa de contar —. [i]Es una pena que por tu culpa ahora también vaya a sufrir la pérdida de su único hijo.[/i]

—[i]¡¿Qué?![/i] —grité sorprendido por lo que ella recién me reveló —.[i] ¡¿Vais a matarme?![/i]

—[i]Pues sí, aunque lo cierto es que no has sido demasiado molesto, pero sí te has acercado demasiado a nosotros.[/i]

—[i]¿Me estás diciendo que voy a morir tirado en este colchón canoso y mugriento?[/i] — pregunté acongojado.

—[i]Ya, tienes razón, debería haberlo limpiado un poco y eso.[/i]

—[i]Pero, ¿por qué?, si ni siquiera sé nada.[/i]

—[i]Dime, ¿qué has visto cuando entraste aquí?[/i]

—[i]Uhm, ¿dinero y drogas?[/i]

—[i]Por eso mismo, tonto, has descubierto nuestro escondrijo, ¿y quién nos va asegurar a mí y a Oleg que no vas a denunciarnos? Tenías que haber dejado que todo pasara, que siguiera su curso, buscar un trabajo nuevo, una chica, lo que sea, pero tomaste la decisión menos acertada al querer regresar a mí.[/i]

Confundido, le hice una ultima pregunta—: [i]Dime solo una cosa, porque al menos me merezco saber esto antes de morir, ¿cómo sabíais que venía[/i]

Carla comenzó a reírse en mi cara —: [i]No me creo que lo estuvieras preguntando en serio, ¡¿Oleg?![/i] —llamó al gigante subyugado, y cuando éste se presentó allí, le pidió —: [i]Oleg, cuéntale como nos enteramos de que nos estaba siguiendo el rastro.[/i]

—[i]¿De verdad no lo sabes? No puedes ser tan gilipollas como para no haberte darte cuenta, chaval[/i] —se me acercó y haciendo un gesto con la mano como para que me lo imaginara escrito en un letrero o representado por unas grandes letras de neón en Broadway, prosiguió —. [i]Deje que te refresque la memoria: “Estoy en un aprieto en el trabajo, ¿ayuda?”, o, ¿qué tal… “El lío se me ha ido de las manos”?[/i] —soltó en un tono burlón.

Perplejo es quedarse corto para describir cómo me sentía nada más escuchar al ruso.

—[i]¿Lo has leído?[/i] —musité

—[i]Si hay algo por lo que aprecio a España es la particularidad de la gente que escribe en ese foro, y cuando leí lo tuyo…, digamos que me partí el culo riendo[/i] —dijo cachondeándose de mí —. [i]Tienes talento, debo de admitirlo[/i]

—[i]Gracias, supongo.[/i]

—[i]Pero para esto, chico…, has demostrado ser todo un inútil[/i] —Oleg se marchó de la habitación riéndose y negando con la cabeza en un claro destello de incredulidad, dejándonos nuevamente a mí y a Carla a solas.

—[i]A punto de palmarla, y aún tan atento como siempre[/i] —ella añadió —. [i]Voy a echarte de menos, Manuel.[/i]

—[i]¿Puede ser poco doloroso?[/i] —le rogué abochornado.

—[i]No te preocupes, ni lo notarás, primero pondremos un cojín sobre tu cabeza y después Oleg , “BAHM”[/i] (haciendo un gesto de explosión con las manos),[i] se encargará de disparar.[/i]

—[i]Joder, ¡¿va en serio?![/i] —exclamé angustiado.

—[i]Créeme, es menos de lo que parece[/i] —indicó al tiempo que se levantaba de la silla y seguía los pasos de Oleg.

—[i]Carla, antes de que te vayas, ¿y ese moratón en tu brazo?[/i]

—[i]¡Ah!, esto[/i] —comenzó a frotarse la extremidad, desvelando no solo que todo aquello era maquillaje, sino también el dibujo de un lobo blanco. Sus ojos se dirigieron una última vez a mí antes de salir, y matizó —:[i] Puro Hollywood[/i] —.

—[i]¿Por qué?[/i] —mascullé apesadumbrado.

Tras meditarlo un par de segundos, me contestó —: [i]Para cachondearnos de ti[/i] —y se marchó.

Con la puerta cerrada y envuelto por los tentáculos opresores de la soledad, me tragué todo el honor, valor, coraje, bravura, intrepidez, etc… Todos aquellos adjetivos de los que ya no era digno. ¿Cómo podía haber sido tan tonto, imbécil, idiota, memo y corto de intelecto, todo al mismo tiempo? Mi única intención era contar con el apoyo moral de un grupo de desconocidos que, al leer mi historia, pudiera aconsejarme, ¿pero a dónde me había llevado eso? A casi palmarla.


[b]Capítulo 6 - El Enfrentamiento[/b]

Habiéndome hecho a la idea de que no me quedaban más que unos cuantos minutos de vida, intenté por lo menos luchar contra la enredadera que me chafaba las manos. No podía perder la esperanza de como mínimo forcejear un poco con Oleg o algo parecido cuando regresara a la alcoba, tal y como pasa en el cine. Mientras tiraba y tiraba, comencé a notar un dolor punzante proveniente de la muñeca derecha hasta que en un momento dado, me la disloqué.

—[i]Coño, mierda, qué puto dolor[/i] —me decía agonizando en voz baja al mismo tiempo que observaba como había quedado la articulación…, y si aún no habéis caído —: [i]Coño…, lo he conseguido[/i] —exacto, para mi sorpresa logré romper la cuerda merced al sacrificio que supuso perder la movilidad de mi mano.

—[i]Vale, ¿y ahora qué?[/i] —dirigí la vista a una de las esquinas del cuarto donde vislumbré una jeringuilla rota (sí, ese cuchitril era asqueroso). Con ayuda de la boca conseguí rasgar una de las mangas de mi camisa y cogí con cuidado para no pincharme y contaminarme aquel vestigio. Lo sostuve, cerré mi único puño diligente y volví a tumbarme sobre la cama y a estirar los brazos como si nada hubiera pasado. El factor sorpresa sería mi billete a la libertad si jugaba bien mis cartas.

Esperé un rato hasta que volví a escuchar aquellos mismos pasos firmes característicos de Oleg encaminándose a la habitación. Cuando éste abrió la puerta, consigo traía una pistola y una almohada.

—[i]¿Preparado?[/i] —preguntó.

—[i]¿Quién cojones crees que está preparado para que lo asesinen?[/i] —le repliqué indignado.

—[i]Solo intentaba ser educado.[/i]

—[i]Pues has quedado retratado, estúpido soviético.[/i]

— (Suspiro denotando gracia) [i]Lo cierto es que no sé para que me molesto, al fin y al cabo en menos de un segundo ya estarás bien calladito.[/i]

—[i]¡Muerto![/i] —maticé.

—[i]Sí, exacto[/i] —dijo trancando la puerta.

Cuando se aproximó a la cama, hincó la rodilla diestra en el suelo y, antes incluso de que levantara la mano con la que sujetaba el cojín, raudo lancé mi zarpa izquierda directa a su cara, resultando en que aquel resto de jeringa atravesara uno de sus ojos. La sangre no paraba de brotar de la cuenca, abriéndose paso entre los dedos de la mano con la que se tapaba la herida, y mientras gritaba de dolor, cogí la 9mm y con la culata, le di lo más fuerte posible en su cabeza., de la cual surgió otra fuente incesante de flujo escarlata. Su pesado cuerpo cayó exánime sobre el suelo. Juro que no olvidaré jamás su cara impávida, era la primera vez en mi vida que le hacía daño a una persona adrede, y ello había acabado en asesinato. Sé que era en defensa propia, pero no por ello dejé de sentirme culpable.

—[i]Acabemos con esto[/i] —me dije.

Me dirigí a la puerta, tomé aliento y salí.

—[i]¿Oleg?, ¿por qué has tardado tanto?[/i] —escuché preguntar a Carla desde el salón.

No respondí, simplemente di unos pasos más e hice acto de presencia en la sala. Ella, primero de espaldas, al girarse dejó caer el vaso de agua que estaba bebiendo. Por su expresión conmocionada, deduje que no hacían falta palabras para explicarle lo que estaba a punto de ocurrir, por lo que sencillamente levanté la mano, y con ambos ojos bañados en lágrimas mudas, apreté el gatillo. Un disparo certero que dio de lleno en su frente, provocando que los restos de su cerebro y partes de la cabellera irrigaran el ventanal del piso. Su cadáver, al igual que a posteriori hice con el de Oleg, lo cubrí con una manta que encontré en el dormitorio principal. Ante todo, no era un tarado, sino una persona decente a pesar de las circunstancias.

Falto de fuerzas, me senté en el sofá de tres plazas que adornaba la estancia y permanecí en silencio con la mirada perdida un buen rato, hasta que percibí un zumbido que provenía de la mesilla de cristal. Tirado a un lado, descubrí mi móvil recibiendo una llamada de Dani, a quien contesté.

—[i]¡¿Manu?! !¿Qué coño está pasando?! ¡¿Por qué demonios querías que llamara a la policía?![/i] —reclamaba que le contestara.

—[i]Lo he hecho, tío, Carla me ha pagado todo el daño que me hizo[/i] —le respondí apáticamente.

—[i]¿De qué estás hablando?¿Qué has hecho?[/i] —seguía rogando una respuesta más directa.

—[i]La he matado.[/i]

—[i]¿Pero qué…[/i] —antes de que pudiera completar su frase, colgué el teléfono y me mantuve mudo al son de  “Atmosphere”, de Joy Division.

Interesados: @SELKU, @Mriza, @Sheikah76, @DanielaBrocoli, @SoyMuyBello, @Devilkenshi, @Ironpit, @Legion101, @Carambanales
Carla, Elfumi y Joy division
EDITADO EL 05-04-2019 / 23:35 (EDITADO 1 VEZ)
9 VOTOS
Devilkenshi6621Hace 5 años1
Una historia casi real de un pajillero empedernido era entretenida, esta historia ya se te fue de las manos. Tendrías que haber acabado de otra forma tío. Pero aún así, si sacases un libro me lo leería, jajajajaja me he reído mucho fenómeno. Un saludo.



PD: Si te gusta leer, que sueles leer?
3 VOTOS
Ironpit8396Hace 5 años2
Las 2 primeras entregas cojonudas

Esta, no ha sido lo esperado

No dejes de escribir.
2 VOTOS
ElFumiDeMorata2090
Expulsado
Hace 5 años3
@Devilkenshi
Mostrar cita
Una historia casi real de un pajillero empedernido era entretenida, esta historia ya se te fue de las manos. Tendrías que haber acabado de otra forma tío. Pero aún así, si sacases un libro me lo leería, jajajajaja me he reído mucho fenómeno. Un saludo. PD: Si te gusta leer, que sueles leer?
Me he marcado un Mass Effect 3, ¿verdad? Hasta yo me he dado cuenta al acabar de escribirlo y releerlo una y otra vez, pero me gustaba la idea de que de la rutinariedad de la vida de Manuel pasáramos a una situación que lo superase en todos los sentidos. Gracias por el comentario
1 VOTO
ElFumiDeMorata2090
Expulsado
Hace 5 años4
@Ironpit
Mostrar cita
Las 2 primeras entregas cojonudas Esta, no ha sido lo esperado No dejes de escribir
Bueno, al menos seguro que todo el que lea la trilogía se llevará una sorpresa por el tipo de desenlace que he decidido darle a la historia. No te preocupes, no voy a parar de escribir, y gracias por el comentario
Carambanales5290Hace 5 años5
Joer no me digas que este es el fin , dios pareces Tarantino . No se si es real o no la historia , pero toma mis dieces joer , me sabe a poco ...
2 VOTOS
Sheikah76708Hace 5 años6
Se te ha ido la olla en esta parte, pero es una buena historia. Y ya que me pones en "interesados", escribe bien mi usuario.
ElFumiDeMorata2090
Expulsado
Hace 5 años7
@Sheikah76
Mostrar cita
Se te ha ido la olla en esta parte, pero es una buena historia. Y ya que me pones en "interesados", escribe bien mi usuario.
Lo siento, la segunda “h” me la he comido, es cierto Sí, lo he llevado a otro nivel, pero al menos creo que el final con “Atmosphere” de Joy Division no está mal después de todo lo que ocurre. PD: Gracias por el comentario
3 VOTOS
LordOfNight2579Hace 5 años8
Mmm interesante
Mriza5287Hace 5 años9
"[i]ya se había presentado en la anterior ocasión, y como si de un déjà vu se tratara, me volví a esconder rápidamente en los ahora familiares arbustos al otro lado de la acera, donde de alguna manera me sentía a salvo. Imperceptible mi presencia al ojo humano[/i]"

SoraBlade98Hace 5 años10
Está chida la historia, la verdad es que no la he leído, pero está chida 
EDITADO EL 06-04-2019 / 11:12 (EDITADO 1 VEZ)
ElFumiDeMorata2090
Expulsado
Hace 5 años11
@SoraBlade
Mostrar cita
Está chida la historia, la verdad es que no la he leído, pero está chida
—Gracias, supongo.
Responder / Comentar
Subir
Foros > Off Topic y humor > Desenlace a la historia de Carla (+18)

Hay 11 respuestas en Desenlace a la historia de Carla (+18), del foro de Off Topic y humor. Último comentario hace 5 años.

  • Regístrate

  • Información legal
Juegos© Foro 3DJuegos 2005-2024. . SOBRE FORO 3DJUEGOS | INFORMACIÓN LEGAL