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Monster Hunter World: Iceborne
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Foro Monster Hunter World: Iceborne
Por Theplaceofhunter2
Hace 3 años / Respuestas: 0 / Lecturas: 103

Monster Hunter World: Iceborne: Saga Hunter, Capítulo 1: "Memorias Antiguas" Una aproximación a nuestros ancentros.

[i]Esta no es una historia corriente como a las que están acostumbrados a escuchar. Si desea disfrutar de toda la historia mire bien a su izquierda o su derecha, si aun es capaz de ver el mundo real, por favor, cierre este libro, lo que va a presenciar no requiere de su lógica, sino de su imaginación.
[/i]
[b]Para que termine una pesadilla, simplemente hay que despertar.[/b] Sin embargo, para Gerald la vida en sí misma carecía de sentido y significado, él lo tenía muy claro. Se levantó del suelo y suspiró. Hacía demasiado frío en aquellas montañas heladas. Solo habían pasado tres días desde que se despertó. Pero, ¿Por qué no recordaba quién era? ¿Donde estaba? ¿Qué hacía allí? Eran tantas las preguntas que se hacía, que se tambaleó hacia un lado, aunque por suerte, aún le quedaban fuerzas para mantenerse de pié. Recuperó la compostura, ajustó su cota de malla y miró a su alrededor. Llevaba repasando los rincones de esa cueva durante trés días y solo había podido explorar los dos primeros pisos de aquel inmenso lugar. Por un instante, se mantuvo contemplando las frías y cristalinas corrientes de agua, que se desplazaban rapidamente, como si advirtiesen el peligro de alguién que la estuviera persiguiendo. Acto seguido, agarró sus pieles, aquellas sobre las que habría dormido y le habrían protegido hasta el momento, impidiendo que su cuerpo hubiese sido consumido por la escarcha. Las colgó a sus hombros y prosiguió con la investigación de aquel misterioso lugar. 

A medida que avanzaba, solo podía escuchar el sonido de sus pisadas que rompían con el silencio sepulcral de aquel inhóspito lugar. Miró hacia arriba, entre los fragmentos cristalinos clavados en el techo, pudo divisar varios agüjeros que permitían que una luz tibia pero cálida penetrase en su cuerpo y le diese esperanzas a continuar. Puesto que una vez la luz menguase, sería imposible continuar buscando una salida a ese laberinto sin final.
Continuó andando hasta que se encontró un pequeño arbusto fructífero que rescato su atención, eran una especie de frutos herbáceos que le recordaron a los arándanos de primavera de su pueblo... [b]¡Alto![/b] – gritó para sí mismo, acababa de recordar la existencia de esas semillas dentro de su ciudad natal. Gerald intentó aferrarse a esos pensamientos, pero todo fue de balde. Su frustracción se manifestó de forma acentuada en su rostro, aunque su templanza interior apaciguó los fantasmas que lo recorrían por dentro, al menos, la experiencia que lo acompañaba lo hacía una persona sensata y astuta. Recogió los frutos y se dirigió al lugar que le había dado cobijo durante su prematura estancia en ese [b]Nuevo Mundo.[/b]

A la mañana siguiente se despertó sobresaltado, aunque lo achacó a la falta de hambre y sed que lo acompañaban desde el primer día que llevaba allí (las bayas no eran un alimento demasiado saciante). Gerald sentía una sensación rara dentro de su cuerpo, como si algo no funcionase correctamente dentro de esa rutina que llevaba repitiendo desde que apareció en aquel lugar. Su sabiduría le decía que había algo que no encajaba dentro de esos patrones que llevaba repitiendo una y otra vez. 

Nuestro héroe tomó precauciones, se colocó su casaca y agarró el mango de su brillante espada. Por un momento, se quedó pensativo mirando aquella espada de acero pulido, donde solo el hecho de contemplar su filo, le hizo estremecerse de manera inmediata. Gerald tomo la iniciativa y empezó a dar pasos de manera sigilosa en posición de alerta, no había escuchado ningún atisbo de vida dentro de aquella cueva, si descubría de donde provenían aquellos sonidos, implicaría la existencia de vida y quién sabe si una salida, la cual le permitiese observar a gran escala el lugar en el que se encontraba.

Siguió caminando con cautela, hasta que de repente empezó a escuchar el sonido de unas gotas cayéndose, como si el de una fuente a la que se le está acabando el agua se tratase.Volvió a mirar a su alrededor, pero no fue capaz de ver nada nuevo, en esa cueva que hasta el momento no había dado ningún indicio de vida, o eso pensaba hasta el momento. 
Paulatinamente, el sonido de las gotas se fue haciendo más notorio hasta que de repente, escuchó un gruñido que provenía del piso inferior de donde se encontraba. Se trataba de la planta que aun no había explorado, seguramente porque la escasa luz que llegaba a la misma dificultaba enormemente la exploración del lugar. Aunque para Gerald, sentimientos como la duda o el miedo no eran razón suficiente para frenar su determinación, así que decidió seguir investigando por aquel caminio. 

Una vez dentro de la zona, comprobó que habían un par de huellas repartidas por el piso y junto a ellas, un conjunto de [b]fragmentos brillantes[/b], los cuales proporcionaban cierto brillo sobre aquél inhóspito lugar. Al agarrar uno de esos minerales en la mano, pudo contemplar como se trataba de un cristal de brillo vivaz y de gran densidad, incluso el solo hecho de tenerlo en su mano le resultaba costoso. En ese instante, el fuerte gruñido que perseguía lo volvió acechar girando su cabeza hacia el lado derecho, apenas podía ver nada, más allá de lo que el cristal podía iluminar. Pero sus sentidos le decían que se mantuviese alerta, el sabía que no era la única especie dentro de aquel sitio.

Como si de un [b]trueno[/b] se tratase, un [b]manto blanco[/b] se abalanzó sobre él, a lo que Gerald respondió saltando hacia su lado derecho. Reincorporó su mirada al frente, cuando de repente volvió a perder de vista a su objetivo. Confioso en sus habilidades decidió centrar sus esfuerzos en la utilización de su formidable sentido del oído, y poder así identificar cual era el siguiente movimiento de la criatura. Durante un par de segundos, sintió unas ansias de matar muy grandes, lo que aumentó su adrenalina y su guardia. Si algo se le había dado bien a Gerald era su versatilidad y capacidad de adaptarse a cualquier situación de extrema necesidad, era un superviviente por naturaleza.
De repente, observó como una [b]hoz de electricidad[/b] estática se dirigía a gran velocidad hacia su posición ,siendo capaz de evadirla, con cierta dificultad. 

Aquel combate que estaba librando no era justo, podía ver como la criatura se desenvolvía correctamente en ese ambiente, era como si viese en la oscuridad, parecía que era capaz de anticiparse a cualquiera de sus movimientos, por lo que optó por la opción más sensata de llevar el combate a otra zona que ofreciese una mayor visibilidad. Rapidamente corrió hacia las enredaderas que daban acceso a la planta en que la que se encontraba su campamento, allí estaba seguro de que podía derrotar a la “cosa” que lo estuviese acechando y ver con sus propios ojos, a lo que se estaba enfrentando.
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