Megapost to matativo (me he pasado una hora en esto), de-finitivo y final:

[center]Mi problema con el comunismo[/center]

La dependencia en todo de la empresa pública, el tener que lidiar con ella y todos los problemas que trae consigo. [spoiler="La teoría valor-trabajo"]Tampoco es que sea basura absoluta, pero lo reduce y construye todo en torno al trabajo (tiempo empleado por un obrero en producir x) como si fuese lo único que determinase el proceso productivo. Y no lo es, ni siquiera es lo más que influye. Encima excluye de la ecuación maquinaria y medios externos al hombre, afirmando que no inciden en la misma cuando, en realidad, la práctica totalidad del trabajo moderno recae casi por completo en tales cosas. Mirad la industria, el obrero ha pasado de ser núcleo productivo a una especie de titiritero cuya función se limita a supervisar, con la maquinaria haciendo el resto; y cuyo esfuerzo no es más que una fracción del empleado en la creación de bienes de consumo. ¿Por qué entonces lo toma como centro variable de la ecuación? 

Además, los medios de producción no son adquiridos o desarrollados por ningún trabajor, sino por quien les emplea, haciendo uso de sus propias ideas y capital, y siempre a modo de inversión (cuyo coste asume bajo riesgo personal, de ahí que le pertenezca). Mismo quien luego contrata a otros que hasta ese momento, en lo absoluto, no habían incidido en la creación de dichos medios en primer lugar. ¿Por qué entonces "les pertenecen"? Nada justifica el robo, y eso va en ambos sentidos. 

Plus, el valor de un bien lo determina siempre quien lo usa (independientemente del uso, no así de la necesidad), aquellos quienes consumen y adquieren. Es el propio ser humano quien lo fija, después de todo, "el mercado" es las personas, diferentes compradores con diferentes intereses, cada uno de nosotros. Robo sería fijar un valor artificial a algo solo porque sí. Eso, irreal y falso, nadie estaría dispuesto a aceptarlo. Si quieres vender debes regirte por el mercado, y sin mercado no habrían precios y tendrían que asignarse artificialmente, fantasy land. Esa es la única opción que se acoge a la realidad; así de justa, y así de simple. 

Cada cual valora lo que le interese movido por sus propios deseos y prioridades, siempre de forma distinta y subjetiva. Lo que para ti vale algo para mí puede valer nada. Negar eso es negar la realidad, y es lo que hace el marxismo en su faceta económica. Ningún bien tiene "una propiedad inherente", y ninguna "propiedad inherente" determina el valor de un bien. Nada tiene valor por el hecho de existir, sino porque otros le valoran. Si nadie deseara una pierda x, si a nadie le interesara, pues no valdría nada. Un martillo no vale por ser un martillo, ni por el trabajo que lleve detrás, para una persona flotando en medio de una balsa no tendría ninguna utilidad, no valdría nada, en cambio a un carpintero en su taller podría serle invaluable. Es el posible uso de un bien en un determinado contexto quien determina su importancia, y esta su valor. ¿Tan difícil de entender?

Y la remuneración que una persona reciba por un trabajo no va dada por el esfuerzo invertido en él, sino por la riqueza que produzca. En ese aspecto no importa si el esfuerzo es mucho o poco, intelectual o físico, importa su resultado. Podrías estar 12 horas diarias cortando leña sin descanso que al final del día, el aporte de un diseñador industrial, un ingeniero naval, un piloto o un deportista de alto nivel, va a ser infinitamente superior al tuyo, de ahí que ingresen más. Incluso el propio marxismo, en teoría, lo predica: "a cada cual según su capacidad". 

Del (determinismo) materialismo histórico y la dialéctica marxista mejor no hablo. Como si la propiedad de los medios de producción hubiese sido lo único relevante a lo largo de los siglos y la política, el arte, la ciencia, religión, cultura, guerras, enfermedades y leyes no hubiesen jugado un rol capital en la historia de la humanidad, como si lo primero de alguna manera cayese del cielo y fuese responsable del surgimiento de lo anterior, y su evolución. Como si los unicornios llevasen rosas y el ser humano se redujera únicamente a lo material. Intenso. 

Suerte que este mundo es bastante más complejo que escribir "base y superestructura", sin saber de dónde vienen, y algo menos maniqueo.[/spoiler]. La imposibilidad de realizar el cálculo económico (al no existir precios de mercado) y sus consecuencias: inflación acumulada, precios no-acordes a la realidad, estancamiento del PIB a largo plazo y despilfarro de recursos ya que al no contarse con datos es imposible determinar la opción menos costosa de cuándo, cómo y con qué sacar fruto al capital. La inevitable prioridad a la creación de bienes de inversión sobre bienes de consumo en detrimento del pueblo (y de la economía, a largo plazo), todo lo que ello conlleva y la alocación de recursos y esfuerzos hacia lo que busque y quiera el estado en tanto sea de su interés que, con demasiada frecuencia, no es el de la población.

Luego la carga de todo recae en ese mismo estado, desde lo más grande hasta lo más pequeño, y el estado no es un ente: son personas en posiciones de poder. Y en este caso absoluto y en un sistema que, en la práctica, garantiza no le tengan que rendir cuentas a nadie, ni que esas cuentas, siquiera, jamás se puedan exigir. Y mientras más alto en el entramaje, más peligros y riegos de caída, porque las luchas ahí son titánicas, pero también más cercano a lo divino: la total impunidad. Más si en práctica son casta (y a veces así hasta en leyes, no siempre se ve lo implícito).

Gente, no seres de luz, y con la misma disposición a lo "no-bueno" que cualquiera. Gente con un control total de los medios, la prensa, la economía y los aparatos represivos/de seguridad. Incluso del sistema educativo del cual no tardan en dejar a un lado la enseñanza por números y cuotas (aún si es magia estadística, pero en la Unesco hay que fardar) y en su interés ir creando una máquina adoctrinativa asesina del pensamiento. El vídeo-clip de 'another brick in the wall' lo que con peores profesores y mejor producción de esclavos (sólo que no les muelen: les exprimen, y más tarde, cuando empiecen a trabajar). Y en eso la intolerancia es la bestia y manda, así lo instruyen desde arriba (y si no entonces lo imponen). Y el valor de los abajo es aquel con el que se les pueda usar, siempre y den gracias al partido. Y no conciban hablar. La miseria que se perpetúa y miseria es muchas cosas. Y las clases que se hacen castas y, bien lejos de acabarse, se acentúan aún más. La sublime maravilla. 

En un capitalismo saneado, e incluso en su estado actual (que por cierto es lo más iliberal que existe, pero nadie habla de ello, excepto "los cuatro locos", y a otros, hasta en derecha, conviene que siga así), ese escenario es imposible: va en contra de los mismos intereses básicos del mercado que lo sustenta. No por una cuestión de ideología, sino puro pragmatismo. 

Usando una analogía, el capitalismo sería un mar de tiburones en el que a ninguno le conviene que el de al lado se haga demasiado grande (y le quite la comida). Todos tratan de impedirlo y se muerden, con ayuda de Neptuno (el estado: los políticos), un dios borracho y corrupto. Y al resto, como no tenemos dientes, nos toca nadar. Pero el comunismo y la gloria socialista no es ni tanto lo contrario; es el mismo mar. Lo que en vez de tiburones vive una única bestia, descomunal, absoluta y que hasta se comió a Neptuno: el Leviatán. Siempre rodeada de rémoras (cada vez más y más gordas) y flotando sobre las espaldas de quienes nadamos, que sin embargo le tenemos que alabar, so pena de que nos coma. Y a esa sí no hay quién le toque una migaja en su comida. Porque ni siquiera existen manos para tocar. Queda entonces masticar lo que vomite y pretender como que es oro. Y algunos van y la alaban.
Somos seres miserables hasta en nuestra humanidad.

p.s.: Me dejé a un lado cien matices, y cien mil cuestiones más. Y si vamos a la historia, a lo sucio y a mil temas en nada escribimos libros. Pero eso es otro costal, y bastante ya se ha hablado. Más cuando a algunos da tanta disposición a cegarse y echar mano del fanatismo más irracional (junto de latente intolerancia). Además, y a pesar de que lo parezca, no abogo por un liberalismo sin límites. Hay que saber cuál es lo bueno y cuál es lo malo, ser siempre escéptico, no aislar la crítica y saber tomar. Y hay discursos de la izquierda que los creo bien necesarios, más cuando, más que causas, son la pura realidad.