Análisis de Steep Camino a las Olimpiadas. La fantasía de competir

Cuando un deportista profesional está a punto de iniciar la competición, cuando la nieve es a la vez el obstáculo y el vehículo para su proeza, el descenso se convierte en la parte más importante de la vida. Lo que le separa del éxito o el fracaso. Esa sensación busca Steep: Camino a las Olimpiadas. En este análisis valoramos si obtiene medalla.

Hay algo que a veces olvidamos acerca de los videojuegos, y consiste en que generan una fantasía, cosas que no haríamos en la vida real. Steep no se aleja de este principio. Sólo unos pocos se atreven a descender por una ladera nevada a cerca de 100 kilómetros por hora. La noticia sobre la muerte de la esquiadora Matilda Rapaport, rodando precisamente un clip para el videojuego, deja clara la fragilidad del ser humano ante rival tan temible como una montaña.

Lo mejor de Steep: Camino a las Olimpiadas es que es perfectamente consciente de lo que está tratando, y por eso aplica el máximo respeto. El modo trayectoria que incluye nos invita a colocarnos en el papel de un deportista que busca un logro improbable en la vida real, casi imposible: conseguir tres medallas de oro en las disciplinas freestyle. Nosotros somos esa persona, artífices de una fantasía articulada mediante las pruebas que incluye este contenido descargable.

El precio del DLC es de 30 euros actualmente (no viene con el pase de temporada), y requiere del juego base Steep. Sin entrar en la siempre cuestionable relación calidad-precio, el contenido se basa en añadir los macizos de Asia (en concreto, Corea del Sur y Japón), con nuevos desafíos e historias de montaña. Teniendo en consideración que nos encontrábamos ante un título bastante completo, Camino a las Olimpiadas no hace sino contribuir a mejorar lo existente. Puede que la mejor conclusión sea que nos encontramos ante una gran forma de ampliar la experiencia -para los amantes del original- o un buen momento para que los nuevos se animen a lanzarse a la nieve.


La vida en un descenso
Steep captó mi atención desde su anuncio: un videojuego de deportes extremos en nieve, género olvidado desde grandes clásicos como SSX o 1080º Snowboarding. Puede que su acabado no fuera el mejor, con un sistema de físicas bastante irreal y un apartado técnico que, a pesar de su fuerte apuesta por el mundo abierto, dejaba bastantes inconsistencias en el detalle de los entornos.

Los retos acrobáticos suponen unas de las pruebas más divertidas de todo el conjunto. Este DLC pone bastante interés en ellas.


No obstante, siempre acabé centrándome en la experiencia, y lo disfruté. El flujo jugable podía hacerse realmente satisfactorio, con un nivel de control que -aunque mejorable en cuanto a profundidad- te permitía conectar acrobacias para dejar patente tu habilidad. La respuesta no sólo era a los mandos, sino que la propia música se volvía más rítmica para decirte cómo lo estabas haciendo, así como el comentarista, que a pesar de equivocarse en algunas ocasiones, también te ayudaba a meterte más en el papel.

Y a eso quería llegar, que en Ubisoft Annecy parecen tener muy claro que lo más importante es ofrecerte esa fantasía de la que hablaba al principio. No quieren que seas un simple usuario que venía a hacer unos truquillos para ganar puntos y alzarse con el mejor resultado. Quieren que te sientas como un competidor. Por eso, me ha sorprendido que en Camino a las Olimpiadas intercalen entrevistas con medallistas olímpicos a medida que progresamos. Nos explican lo que se siente al bajar, la dureza del entrenamiento, la presión de una final… Son detalles que marcan la diferencia.


Hay más variedad que en el juego original

A veces hacer un videojuego no sólo depende de los sistemas internos, sino de todo lo que lo rodea. Podrías pensar que es un recurso artificial, que el juego no debería cambiar por ponerte unos vídeos, pero recuerda que lo importante es creerte la fantasía de ponerte sobre una tabla o esquís para protagonizar actuaciones espectaculares. Por algo el primer mensaje que se muestra es el clásico "no intentes esto en el mundo real".

La pena es que si no me hubiese costando tan poco alzarme con los oros, la fantasía hubiese sido más creíble… o al menos interesante. La curva de dificultad no está especialmente trabajada, o más bien es prácticamente inexistente durante este modo trayectoria. Aunque, eso sí, luego hay bastantes desafíos, algunos realmente locos dando saltos entre montañas elevadísimas, e incluso un recorrido por los tejados de un poblado nevado japonés. Hay más variedad que en el juego original, y eso es buena noticia.

Las alas propulsadas no es que supongan la mejor de las pruebas, pero están integradas en este DLC para otorgar variedad.


Tenemos los largos saltos de Big Air, halfpipes en los que realizar mil trucos, descensos peligrosos pero apasionantes, el eslalon gigante, o también el Super-G, una suerte de recorrido que combina velocidad y precisión a la hora de girar. Pero si me tengo que quedar con algo es Slopestyle, circuitos de obstáculos, con zonas de salto y barandillas en las que puedes optar por diferentes opciones acrobáticas. Es la prueba más libre del juego, y probablemente la más divertida.

Parte de la diversión consiste en retarte con otros jugadores, estableciendo las mejores marcas, al igual que ocurría en el Steep original.


No lo he recalcado demasiado, pero este DLC se integra dentro de la experiencia Steep, con su mundo abierto y todo lo que implica. Esto quiere decir que se pueden librar desafíos fuera de esta especie de historia olímpica, así como explorar y descubrir nuevas zonas de descenso. Lo mismo ocurre con marcadores online y juego en línea. Nada cambia. Ni tan siquiera los raspones que hemos experimentado en PS4 Pro. No son graves ni frecuentes, pero empañan ligeramente la experiencia.

Por estas razones, y las otras que hemos comentado, no podemos hablar de un DLC que cambie mucho las cosas. Las hace más interesantes, eso sí, debido al uso de la licencia oficial de los Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018 y, sobre todo, por el gran trabajo realizado al hacer realidad la fantasía de invitarnos a ganar esas tres medallas tan codiciadas. Algo tiene un videojuego cuando, tras conseguirlas, te despierta la curiosidad de si alguien podrá lograrlo el año que viene cuando se celebren las competiciones de verdad.

Bueno

La fantasía de competir

Steep: Camino a las Olimpiadas

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Camino a las Olimpiadas es un DLC interesante, orientado a seguir mejorando la base de Steep, la cual poco a poco va adquiriendo una mayor variedad. Lo mejor de este contenido es que logra representar la fantasía de participar en las Olimpiadas, convirtiéndose en un trabajo de pasión hacia los deportes extremos sobre nieve. Una buena opción para aquellos que quieran seguir explorando Steep, e incluso para los que se sientan atraídos por la propuesta y consideren que es buen momento para iniciar sus descensos.

  • Añade variedad a la experiencia Steep
  • Recrea con acierto la fantasía de convertirse en medallista olímpico
  • Ciertos desafíos son interesantes y originales
  • La música sigue siendo uno de los aspectos que más brillan
  • El modo trayectoria se hace algo sencillo de superar.
  • A pesar de los esfuerzos, se echa en falta un mayor esfuerzo para justificar el DLC.
Jugadores: 1-4
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: 3-4 horas (mínimo)

Portada de 3DJuegos

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