Análisis de Destiny 2 - La maldición de Osiris. El pasado y el futuro de Mercurio

Tres meses después del lanzamiento de Destiny 2, Bungie firma una muy necesaria actualización de contenidos con la intención de mantener el interés de su extensa comunidad. Cinco niveles adicionales, una nueva campaña, nueva actividad de incursión… ¿estará La maldición de Osiris a la altura de todo lo que se espera?

Para la mayoría de jugadores de Destiny 2, el primer apretón de manos fue una experiencia agridulce. Si bien ponía sobre la mesa buena parte de los ajustes más necesarios en la fórmula, muchos aficionados quedaron insatisfechos con varios aspectos del contenido y la progresión del programa. La maldición de Osiris, primer descargable del juego, se estrena junto con una segunda temporada con la intención de aliviar la monotonía que estaba empezando a azotar al sector más dedicado de la comunidad. En esta ocasión, nos trasladamos a una nueva localización, los Campos de Cristal de Mercurio, para seguir la pista al legendario hechicero que da nombre al DLC y mejorar nuestro personaje hasta el nivel 25. Hasta aquí, todo suena bien. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que esta inyección de contenidos valorada en veinte euros tiene la obligación de mantener enganchados a los jugadores durante al menos un par de meses. Y, en este sentido, se podría haber hecho mejor.

Desde una perspectiva global, hablamos de una experiencia disfrutable, pero breve y desaprovechada a partes iguales. La campaña, que es nuestra primera toma de contacto con la expansión, se puede completar en apenas dos o tres horas dependiendo de cómo la juguemos. De vez en cuando encontramos salpicones de buenos momentos protagonizados por los espectaculares jefes, escenarios —aquellos que nos llevan al pasado y al futuro son realmente sorprendentes— y piezas musicales que sirven de telón de fondo para contar una historia que, eso sí, deja bastante que desear. Una vez la acabamos, tenemos acceso a una serie de aventuras, asaltos, mapas del Crisol y un evento público que nos invitan a quedarnos algunas horas más y donde obtenemos un arsenal renovado con las que prepararnos para la nueva actividad protagonista del apartado "endgame", la guarida de incursión. Todas estas misiones están hechas con una idea en mente: la rejugabilidad. Y todas presentan el mismo problema que afectan al resto del juego como conjunto, que son las barreras y limitaciones absurdas y artificiales para todo el que esté dispuesto a jugar para quedarse.


El mayor encanto llega con la aleatoriedad y variedad de todas las actividades propuestas

Permitidnos sintetizar este problema del que hablamos. La maldición de Osiris es una expansión, y como tal está destinada a aquellas personas que siguen jugando a Destiny 2 y a quienes ya no juegan, pero aguardan nuevas razones para volver. En ambos casos, hablamos de jugadores dedicados. Si visitamos las comunidades que forman estos jugadores y contrastamos sus opiniones, vemos claramente que más que nuevos contenidos, la mayor demanda que existe es de razones para seguir jugando a los ya existentes. Destiny 2: La Maldición de Osiris nos da, en efecto, nuevos contenidos; pero de poco sirve si luego sólo podemos repetir las operaciones una vez al día, y las misiones de campaña siguen apareciendo aleatoriamente en paquetes de tres en el inventario de Ikora Rey. Las armas forjables forman parte de un diminuto círculo selecto de la nueva expansión, y seguimos sin poder elegir manualmente las misiones que queremos jugar, cuando queramos hacerlo.

Naturalmente, una expansión se recibiría con los brazos abiertos de no ser porque no sólo no atiende a las principales necesidades de sus jugadores, sino que además restringe el acceso a las actividades de Prestigio a quienes no cumplan los nuevos requisitos de nivel que plantea este descargable y que dejan atrás a quienes decidan no pasar por caja por el momento. La actitud de Bungie tratando la situación nos recuerda a aquella escena de Stranger Things 2 en la que sólo podemos compadecernos de Nancy Wheeler cuando ésta ensucia su precioso vestido con un poncho, y en su estado de ebriedad, al intentar limpiarse no hace más que extender lentamente la mancha.


De aventuras en Mercurio

Por supuesto, esto que comentamos forma parte del devenir del descargable a largo plazo. La primera vez que lo completamos, sí que encontramos un recorrido corto, pero agradable, que nos hace visitar tanto nuevos mundos como otros que ya conocemos y que reciben segmentos adicionales. Visitamos prácticamente la totalidad de nuevos contenidos durante esta campaña, en una amalgama de misiones variada e interesante. Nos gustaría haber visto un mayor énfasis en la historia en esta ocasión: nunca llegamos a empatizar completamente ni comprender realmente a Osiris ni a su espectro, Saguira; como tampoco terminamos de entender muy bien el trasfondo del nuevo villano vex, Panoptes, si bien se agradece que se haya apostado por tantos personajes y elementos nuevos. Echamos de menos un Osiris más misterioso, siniestro y ambiguo como era descrito en el primer juego, y nos gustaría que se hubieran tomado algo más de tiempo para hablarnos del villano, de lo que supone para el mundo de Destiny, y que en definitiva se le hubiera dado a cada cosa el protagonismo que merece.

El primer cubil de incursión de la serie nos lleva de vuelta al Devoramundos. Es tan breve como precioso.


Sí que podemos recalcar un fuerte interés por darnos misiones variadas que mezclan las plataformas con combate a pie o en vehículos contra enemigos de todo tipo, no sólo contra los vex. Los pocos jefes a los que nos enfrentamos también suman un plus de interés al paquete, pues presentan mecánicas divertidas y que extrañamente no se habían explorado a fondo hasta ahora en la saga. Es una pena que el propio jefe final de la campaña sea tal vez demasiado sencillo o guiado, porque el enfrentamiento es uno de los más espectaculares de toda la saga. Nuevamente, sentimos que sólo se ha arañado la superficie de algo que tiene mucho más que dar de sí.


En conjunto la experiencia es disfrutable, pero también breve y algo desaprovechada

Una vez terminemos el segmento dedicado a la historia, encontraremos en La maldición de Osiris un repertorio extra de mapas de Crisol, operaciones, asaltos y otros modos JcE que visitaremos ocasionalmente a partir de ahora en el inventario de Ikora Rey y la rotación de nuestras listas de juego favoritas. Y ahí es donde reside el encanto del descargable, en el componente de aleatoriedad y variedad que presentan prácticamente todas sus actividades. Tanto las Encrucijadas Vex, el único evento público nuevo, como las tres operaciones adicionales que encontramos después de completar la campaña tienen un interesante componente de generación semi aleatoria de enemigos y fragmentos del propio mapa. Nos remitimos al Bosque Infinito, una extensión de Mercurio que sólo podemos explorar como parte de otras misiones y que cambia cada vez que entramos ofreciendo variantes del mapeado y de los enemigos que hay dentro de él. La idea es buena, aunque realmente sólo se disfruta de verdad durante el recorrido de las operaciones heroicas, que cuentan con modificadores y nos obligan a ponernos las pilas de verdad para limpiar el área de enemigos clave.

Podemos revivir las misiones de la campaña cuando toquen aleatoriamente en el inventario de Ikora.


Buena parte del resto del tiempo que dediquemos a la expansión será para coleccionar sus nuevos conjuntos de armas y armaduras, así como ornamentos para éstas, que se consiguen coleccionando ciertos materiales en el resto de actividades. De entre todo este nuevo equipamiento, nos encontramos con una pieza particularmente molesta, la Lente de Prometeo, que con un grave "bug" pendiente de corregir ha logrado amargar la experiencia a todo el que entrara a probar los dos nuevos mapas del Crisol. Incluso contando con la corrección de este problema en cuestión de días, quienes busquen nuevas razones para entrar en el modo competitivo se darán de bruces al ver que sólo se ha ampliado con dos mapas. La buena noticia es que Bungie ya ha confirmado la llegada de una necesaria lista de juego clasificatoria y también partidas privadas, aunque habrá que esperar hasta enero para probarlas y no podemos emitir un veredicto en estos momentos.


La guinda del pastel es, sin duda, el nuevo cubil de incursión, que nos invita a explorar una porción virgen del Leviatán del juego base. La novedad aquí es que no es una incursión propiamente dicha, sino más bien una suerte de asalto para seis jugadores y con mecánicas ligeramente más livianas que las que esperaríamos de una incursión al uso. O, al menos, en su primera mitad. Como siempre, el requisito de entrar con una escuadra formada previamente hará fruncir el ceño a más de uno. Suponiendo que estemos conforme con ello, encontraremos en el Devoramundos unas dos o tres horas de contenidos más hasta que le pillemos el tranquillo a sus puzles y plataformas. Merece la pena recalcar que se trata de una incursión que pone más énfasis que nunca en la agilidad y el ritmo: el único jefazo al que nos enfrentamos nos hace correr, saltar y comunicarnos entre todos constantemente. Sin embargo, teniendo en cuenta la envergadura y escaso nivel de complejidad de la misión, es difícil determinar si Bungie volverá a apostar por otro cubil de incursión en próximos descargables.

El enfrentamiento contra Panoptes es espectacular. Lástima que nunca lleguemos a empatizar con los vex.


Estamos ante una actividad divertida, sí, y sigue siendo más interesante que el Presidio de los Ancianos, la Forja del Arconte y otras apuestas JcE para el contenido post créditos que Bungie había creado en anteriores ocasiones, pero pero puede darnos la impresión de que se trate más de una incursión descafeinada que de otra cosa. Y lo mismo puede decirse del resto de contenidos. En Destiny 2 - La maldición de Osiris ha habido un gran esfuerzo por ofrecer variedad de contenidos y misiones rápidas y rejugables, y aunque el recorrido se nos hace llevadero, pensamos que tal vez tocar superficialmente todos los palos de Destiny 2 no siempre sea siempre la dirección más acertada.

Interesante

El pasado y el futuro de Mercurio

Destiny 2 - La maldición de Osiris

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

La maldición de Osiris no es lo que Destiny 2 necesitaba para mantenernos enganchados, pero sí se esfuerza por experimentar en sus variadas misiones y mecánicas. Sus breves aportaciones a la fórmula nos dejan con algunas actividades marcadamente rejugables, algunas horas de material extra… y el deseo de haber visto una incursión y una campaña más profundas.

  • Los combates contra jefes están bien trabajados
  • Es todo un despliegue de talento artístico
  • Mercurio y sus misiones son sinónimos de variedad
  • Las operaciones heroicas son bastante rejugables…
  • … aunque este aspecto está limitado artificialmente
  • La figura de Osiris desaprovecha el trasfondo labrado en el primer juego
  • Una cantidad discutible de contenidos para el precio que tiene
  • Privar de las misiones de Prestigio a quienes no compren el DLC
Jugadores: 1-6
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: 2-3 horas (mínimo)

Portada de 3DJuegos

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