Un robo, años en prisión, infiltración, sigilo y buenas expectativas iniciales. Algunas veces las cosas no terminan como se esperaba.
MonteCristo y Eko Software han producido un juego que en cuanto a planteamiento e intenciones podría haber destacado especialmente aportando aire fresco al género del sigilo con acción. Pero el mundo no está sólo hecho de buenas intenciones, hace falta que las buenas ideas se materialicen y desdichadamente en esta parte no se ha acertado. Se ha cogido el camino fácil en cuanto a realización técnica y quizás los desarrolladores de TH3 Plan no han sabido ponerse en la piel del jugador, porque el resultado ofrecido en términos de jugabilidad deja mucho que desear. Es un caso bastante claro de compañías que se proponen juegos de un estilo y planteamiento. que luego no son capaces de desarrollar satisfactoriamente, ya sea por falta de experiencia, o de recursos, o las dos cosas a la vez. Todos los otros títulos de la desarrolladora principal del juego – Eko Software – son de plataformas basadas en marcas registradas como Garfield o el Inspector Gadget y en todos ellos se observa un muy pobre despliegue tecnológico. Lo mismo pasa con el título que nos ocupa, que además tiene algunas influencias plataformeras inevitables en un juego con tantos “hermanos” de éste género.
Inspirado en lo decorativo
Por justicia debemos hablar ahora de algo que sí está bien desarrollado – aunque no sea algo que influya demasiado cuando tenemos que decidir si adquirir un juego de su género –, la línea argumental. La historia empieza cuando el ladrón profesional Robert Taylor es traicionado por su antiguo compañero de universidad y ahora de trabajo, Stephen Foster, mientras roban unos famosos cuadros de Rembrandt. Foster se queda con todo el botín y provocan la detención de Taylor, que se pasa los siguientes años en prisión hasta que sus otros dos colegas, Alan y Valiere le ayudan a escapar y le confían un plan para ajustar cuentas con Foster, que ahora tiene muchos amigos en la mafia.
Esta es la versión corta de la introducción a un argumento muy de thriller hollywoodense donde ladrones, mafia y policía juegan su papel, contado también de una forma bastante peliculera.
El papel que tomaremos nosotros es el de los ladrones, desde el punto en que tenemos que escapar de la prisión de “alta seguridad” donde se encuentra retenido Taylor. Observamos enseguida una notable variedad de acciones posibles. Podremos andar sigilosamente, correr, hablar a alguien para distraerle, atacar por la espalda, manipular dispositivos e interruptores o escondernos en armarios entre otras; todo ello combinando a varios personajes, que se pueden controlar de forma simultánea gracias a la pantalla partida. Cada uno de ellos tiene unas habilidades específicas o especialidad por una acción concreta. Encima le podemos añadir una importante cantidad de objetos que podemos usar en nuestras misiones, incluyendo armas. En resumen, todas aquellas características que giran entorno a la jugabilidad han estado bien pensadas, pero no son la jugabilidad en si.
Odiosas comparaciones
En TH3 Plan nos encontramos con una jugabilidad muy cerrada y restringida, no tenemos libertad de acción en las misiones; en todas y cada una de ellas sólo hay un camino a seguir para superarlas con éxito, y los pasos de ese camino vienen marcados de antemano en la pantalla de “objetivos”. Aún asumiendo eso, se podrían haber diseñado unas misiones simplemente divertidas que salvasen la alta linealidad del juego, pero posiblemente nos cansaremos de su monotonía cuando le hayamos cogido la mecánica, ya que en mi opinión es bastante sosa, y esta vez sí, poco inspirada. Poco realismo tanto de los personajes controlados por la IA, como de las situaciones y la forma de resolverlas.
Contrasta con otros juegos de infiltración y sigilo como Splinter Cell por ejemplo; un poco más abierto en lo jugable, con un poco más de acción y un desarrollo mucho mejor llevado a cabo con unos entornos claramente más dinámicos, donde cada acción tiene sus consecuencias ya sean positivas o negativas. En esto radica de hecho la dificultad de los buenos juegos de sigilo y en eso precisamente no radica la de TH3 Plan, cuya dificultad se asemeja más bien a la de una aventura gráfica de la cual ya tenemos una guía para resolverla.
Visualmente atrasado
Los apartados gráfico y sonoro del título de Eko Software están en la línea de casi todos sus otros aspectos. Visualmente está en el punto medio entre lo mediocre y lo llanamente correcto. Escenarios con un diseño bastante simple y poco detallado, unas texturas bastante pobres, los personajes están correctamente modelados y animados pero la poligonización y el texturizado son de un nivel bastante bajo para lo que estamos acostumbrados en la mayoría de juegos actuales.
La iluminación y las sombras también rozan la mediocridad en general, sólo en algunos escenarios se puede considerar buena la ambientación lumínica. La única consecuencia positiva de éste bajo nivel técnico es el buen rendimiento del juego, cortos tiempos de carga y unos requisitos del sistema muy asequibles. Sonoramente, aún está a un nivel más bajo. La mejor forma de valorarlo es decir que poco después de haber jugado, uno se olvida rápidamente del apartado sonoro del juego, y es que pasa muy desapercibido por los escasos y no muy buenos efectos de sonido, y por la banda sonora casi inexistente.
Las cinemáticas bidimensionales y semi-estáticas que se reproducen entre las misiones para contarnos la historia están bastante más logradas, puesto ya que poseen un estilo bastante propio y cuentan con unos diálogos en inglés interpretados con cierta calidad.
TH3 Plan tiene la desafortunada virtud de haber desvirtuado una muy buena idea por haberla llevado a cabo de una forma bastante desastrosa. Principalmente recomendable a los amantes del género que tengan cierta paciencia, y sepan bajar suficientemente el listón, tanto en lo técnico como en lo jugable, para apreciar las buenas ideas que se encuentran detrás de malos desarrollos.
