Análisis de Rumble Roses XX

Análisis de Rumble Roses XX
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Las chicas sexys de Konami vuelven a la carga. Tras el éxito de Rumble Roses para PS2, las exuberantes luchadoras de Rumble Roses debutan en Xbox 360 con un juego que desborda erotismo por los cuatro costados. Un título de peleas destinado a un público masculino muy determinado, que ha sido lanzado con grandes expectativas, ¿las cumplirá? Descúbrelo con nosotros.

El lanzamiento que nos ocupa está orientado a la lucha libre, lo que se conoce como “wrestling”, pero enfocado claramente a lo arcade, y con sugerentes protagonistas femeninas. Rumble Roses XX es la segunda incursión de Konami en este mundo tras Rumble Roses, que apareció hace casi un par de años en PS2, y que si bien tuvo unas ventas muy respetables, no presentaba una alternativa seria a los juegos de lucha de la plataforma, basando su único atractivo en el “carisma” de sus personajes. Lo que era una propuesta medianamente interesante fundamentada en el empleo de voluptuosas féminas haciendo algo tan visceral y bárbaro como luchar en un ring, rápidamente derivaba en un aburrido juego de peleas sin muchas opciones a la hora de realizar golpes o estrategias; y un modo de campaña verdaderamente atroz y casi podríamos decir que insultante, en el que íbamos conociendo las historias de las diferentes protagonistas, enlazadas por unos hilos argumentales lamentables, siguiendo la tradición de las pantomimas de la WWF. La segunda entrega cambia de plataforma y soluciona muchos errores de la anterior, mejora algunas características obvias para un juego de estas características, pero sigue cayendo en los mismos clichés del anterior.

Las peleas
Tratándose de un juego de lucha libre obviamente el punto fuerte deben de ser las peleas. El número de golpes y llaves por personaje ha aumentado con respecto a la primera entrega, pero es ciertamente limitado, y con el paso del tiempo puede llegar a generar aburrimiento en el jugador, pues rápidamente y sin grandes esfuerzos llegaremos a saber hacer todas los movimientos del personaje y la falta de variedad acabará por aburrir. Por otro lado la curva de aprendizaje ha sido muy bien graduada, y a gran velocidad nos haremos con los controles, y podremos ir avanzando fácilmente en los diferentes niveles de dificultad.

Básicamente la estrategia consiste en golpear a nuestras rivales hasta aturdirlas o tumbarlas para poder hacer llaves, y a su vez con los impactos rellenar una barra de potencia de nuestra jugadora que, al completarse, nos presentará la posibilidad de hacer diferentes y más potentes llaves. El juego, con pocas diferencias según el modo en el que estemos jugando, se fundamenta en la repetición de esos principios.

Por suerte, a ampliar el abanico de acciones en los combates contribuye la posibilidad de encaramarse a las esquinas del cuadrilátero para saltar sobre los contrincantes; apoyarse sobre las cuerdas para tomar impulso o pasar bajo ellas para salir al exterior y proseguir la pelea fuera del ring, donde podremos encontrar objetos con los que atizar al rival.

Hay una cierta sensación de que los golpes son blandos o no llegan a impactar en el cuerpo de las luchadoras, contrastando seriamente con los pesos pesados de los juegos de combate de Xbox 360. Títulos como Fight Night Round 3 o Dead or Alive 4 presentan un gestor de impactos sensacional que ayudan tremendamente a nuestra inmersión en las luchas, Rumble Roses falla desdichadamente en este aspecto, los golpes no parecen tener la suficiente fuerza, lo que unido a los habituales problemas de clipping, como miembros de personajes atravesándose entre ellos, hacen que la experiencia no resulte todo lo satisfactoria que podría haber sido.

Existe en el juego un cierto componente de evolución del personaje, y también una ligera personalización. A lo largo de los combates la chica a la que hayamos elegido irá progresando en las artes que se habitúe a emplear. Asimismo con los avances del juego también podremos alterar su aspecto agrandando o reduciendo el tamaño de algunos de sus atributos corporales y músculos, además de cambiar sus ropas que podremos ir desbloqueando con las victorias en torneos y combates, y comprando con el dinero que ganemos en las peleas.

Podremos elegir entre las mismas chicas de la primera parte, diez. A su vez cada una de ellas tendrá una versión “mala” de si misma; y, si conseguimos desbloquearla, una versión “superstar” con pequeñas variaciones. También se podrá crear una luchadora, pero en realidad esta opción no ha sido muy bien planteada, y no presenta apenas posibilidades de personalización.

Modos de juego
Encontramos 5 modos de juego. En el primero, las exhibiciones, podremos enfrentarnos en combates rápidos eligiendo los dos contrincantes para jugar solos o acompañados, y escogiendo el lugar y la clase de combate en el que queremos participar, (incluyendo los clásicos Royal que no aparecían en la primera parte por las limitaciones gráficas de la plataforma PS2 a la hora de presentar simultáneamente más de dos personajes en pantalla).

En el modo carrera es donde mejor observaremos la evolución de nuestra luchadora y de sus habilidades según el uso que hagamos de ellas, y mediante un pequeño mapa podremos elegir la clase de torneo en el que queremos participar.

Encontraremos el modo “Street”, un combate sin reglas en el que dos personajes pelearán en un habitáculo rodeado de rejas, del que no se podrá salir hasta que una de las dos caiga. El planteamiento es el más clásico, con una barra de energía por chica y con libertad total de llaves y golpes hasta reducirla a cero.

Muy similares entre ellos son los modos “Estadio”, “Valle Rojo” y “Rascacielos” que solo diferirán en el entorno donde se llevan a cabo. En ellos podremos intervenir de vez en cuando a luchas por parejas en las que podremos turnarnos en el ring con la compañera que elijamos, a decir verdad este es uno de los modos más entretenidos e impredecibles por las mayores posibilidades que presenta.

En la isla podremos participar en lo que se ha denominado “La Partida de la Reina” donde en una suerte de torneo en un paraíso tropical competiremos contra otras luchadoras. El premio no queda definido, pero el castigo para la perdedora es una ridícula e incomprensible penalización que consiste en realizar diferentes bailes.

Otro modo, por otro lado bastante sorprendente en un juego de peleas, es el de fotografía, que no aparece disponible desde el principio, pero que se puede desbloquear según avance el juego. Este sub-apartado nos permitirá fotografiar a nuestras luchadoras en el lugar que elijamos y con diferentes atuendos.

A su vez también podremos competir en combates mediante Xbox Live con otros usuarios, y también compartir nuestras fotografías.

Se ha cambiado el bochornoso modo “historia” de la primera parte. Era obvio que resultaba imprescindible trabajar más ese aspecto y aportar nuevas ideas y argumentos, y diálogos algo más trabajados. Los chicos de Konami, ni cortos ni perezosos, han decidido eliminar de un plumazo cualquier atisbo de argumento o de enlace entre unos combates y otros. Lo confuso de los menús e interfaces, y la inexistencia de algún nexo de unión entre unos combates y otros puede llevar a la desesperación del usuario. No encontraremos unos torneos definidos o unas eliminatorias en las que sepamos claramente a donde nos lleva el ganar la siguiente pelea, simplemente dispondremos de una especie de mapa en el que podremos alternar unos torneos con otros; y al final de cada combate nuestras habilidades experimentarán incrementos, y nuestra fama oscilará, subiendo o bajando puntos dependiendo de si hemos ganado o perdido.

Sólo para voyeurs
El apartado gráfico es sin duda uno de los puntos fuertes del videojuego. Si bien no se observan grandes cambios con respecto a la versión PS2, si es verdad que sobre estas bases del juego de hace dos años todo está muy mejorado, y presenta un aspecto mucho más “next gen”.

El modelado de las chicas es sensacional; las texturas de los cuerpos, el realismo de los (escasos) ropajes, el balanceo de los cabellos y la naturalidad de sus acciones son excelentes. Mención especial merece el apartado del movimiento de pechos y glúteos, prodigiosamente trabajado, y que da a estas exuberantes chicas una apariencia de lo más humana. No solo las chicas están sobresalientemente detalladas, si no que los escenarios también están bastante cuidados y presentan muy interesantes efectos de luz y constantes elementos en movimiento.

Por suerte han desaparecido los sórdidos primeros planos de ropa interior que plagaban la primera entrega; y, si bien también podremos mover la cámara a nuestro gusto en ciertas acciones, las imágenes no serán tan obvias.

El sonido no pasa de correcto, y una apropiada banda sonora a caballo entre los punteos de guitarra y temas más pop nos acompañará durante los combates. Los golpes suenan apropiados y potentes, y el trabajo de voces (única parte sin traducir al español) no pasa del aprobado.

Rumble Roses es una especie de cóctel; preparado con dos dedos de las peleas de Pressing Catch que de pequeños veíamos en las aburridas mañanas de sábado en Telecinco; y aderezado con unas gotitas del erotismo desaforado de las réplicas virtuales de chicas que lo protagonizan; todo ello mezclado y servido por unos programadores que parecen amantes de las películas de vixens de Russ Meyer, tan escasas en historia como generosas en monstruosos escotes. Lo simple de su planteamiento y lo rápido e intuitivo de sus controles, lo hacen una opción excelente para partidas rápidas y breves con amigos. El aburrido modo campaña desaconseja su uso en solitario a no ser que se juegue de forma esporádica. Su duración es muy razonable, y además dispone de muchos extras que se pueden ir desbloqueando. El modo online, si bien no es precisamente variado, contribuye a aumentar la vida útil del juego.

Konami ha tenido un “target” comercial muy claro, ha buscado un público de entre 16 y 20 años, más interesado en ver a neumáticas chicas con escasa ropa dándose guantazos, que en una mayor profundidad en los combates. Quizá si los programadores no hubieran centrado tanto sus esfuerzos en la física de los pechos de las protagonistas y hubieran prestado más atención a los modos de juego, a crear un desarrollo menos repetitivo y a ofrecer una mayor profundidad en el uso de los golpes estaríamos hablando de un gran juego, pero Rumle Roses XX desgraciadamente se queda a medias en todos los aspectos menos en el erótico.

Discreto

Sin sello

Rumble Roses XX

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

Correcto juego de peleas que prometía ser un añadido imprescindible al catálogo de Xbox 360, pero que queda lejos de ello. Resulta ser finalmente una interesante segunda opción tras Dead or Alive 4, que muchos ni siquiera se tomarán el tiempo de sopesar por su carácter semierótico y su sencillo planteamiento. Ideal para consumir con cervezas, y acompañado de amigos aficionados a Playboy.

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