Tras una primera aventura no demasiado inspirada, el osito Malote se va de vacaciones a una isla paradisíaca donde vuelve a hacer de las suyas. Y es que a pesar de su aspecto, Malote es un peluche capaz de llevar a cabo las acciones más bestias y despiadadas.
La primera parte de Naughty Bear fue el típico título que a priori presentaba una serie de buenas ideas que, por desgracia, fueron ejecutadas de manera no especialmente inspirada por los desarrolladores. Sin embargo con esta segunda entrega que lleva por nombre Panic in Paradise los responsables de Behaviour Interactive han querido solventar los problemas que lastraron dicho título, algo que han conseguido en parte (os recordamos que al primer Naughty Bear le otorgamos un 4,2), pero que aún así no terminan de hacer de esta aventura un título altamente recomendable.
Terror en el paraíso
La trama que da pie a la aventura no es la más interesante ni la más absorbente jamás escrita. Pero pensamos que tampoco lo pretende. La acción nos lleva a una isla tropical a la que van a parar una buena remesa de osos de peluche de nombres tan empalagosos como Abracitos o Pudín, lugar en el que reinan las fiestas, el desparrame y el "colegueo". El contrapunto a todo esto lo pone el protagonista, el oso Malote (Naughty), tipo que se cuela en la misma con las "sanas" intenciones de sembrar el caos y, también, dar su merecido a una buena cantidad de víctimas de peluche. Y por dar su merecido queremos decir eliminar de las formas más originales y salvajes a dichos personajes.
Y poco más podemos contaros acerca de la trama. Como veis los desarrolladores no se han quebrado el cerebro concibiendo el argumento, algo que tampoco resulta fundamental en este tipo de producciones, y más en las que son en formato descargable como ésta.
¡Acaba con todos!
La aventura consta de más de una decena de niveles en los que debemos ir eliminando a diversos objetivos, siendo éstos precisamente las misiones principales a desempeñar. Pero para añadir más interés al asunto y, de paso, sumar horas extra de vida útil a la aventura también se suman varios objetivos secundarios, tan variopintos como igualmente "poco edificantes".
La fórmula de juego se basa en la utilización del sigilo para acercarnos a nuestras víctimas sin ser descubiertos para, después, llevar a cabo nuestro objetivo: matar a quien (o quienes) sea menester. Lo bueno es que existen múltiples formas de pertrechar cada una de las misiones, algo que aporta bastante gracia al asunto.
Y es que Malote es un tipo con recursos. Por ejemplo, si no le apetece mucho romperse la cabeza para elaborar un plan, puede ir a pecho descubierto contra sus víctimas y liarse a tortas con ellos. En estos casos es posible usar una buena cantidad de armas y "útiles" tales como bates, palas, barras de hierro, rastrillos y demás objetos contundentes. El problema es que esta forma de encarar cada fase es bastante tosca, aburrida y también difícil, ya que el resto de los personajes no dudarán en atacarnos, dificultando de esta forma nuestra misión.
Además si actuamos de esta guisa descubriremos uno de los principales problemas que presenta el título, su sistema de combate, que resulta demasiado básico, invariable y poco satisfactorio. Y como es evidente, la jugabilidad se ve dañada por este importante defecto.
Por fortuna la aventura nos permite ser mucho más creativos y diseñar planes algo más rebuscados, pudiendo disfrazarnos para pasar desapercibidos y acercarnos a las víctimas sin ser detectados, asustarles para que cometan ciertas locuras (incluyendo suicidios en masa), electrocutarles, tirarles a un mar infestado de tiburones… Las posibilidades son bastante cuantiosas y aunque en ocasiones la inteligencia artificial de los rivales deja mucho que desear y estropea en parte la experiencia, por lo menos se nota el esfuerzo que han dedicado los desarrolladores en ofrecer a los jugadores algo más que la de repartir leña a diestro y siniestro. A pesar de esto también debemos señalar que la jugabilidad termina resultando algo repetitiva a medio plazo, aunque por otra parte nos encontramos ante un título bastante largo teniendo en cuenta su carácter digital, con una duración cercana a las 10 horas.
A medida que avanzamos y superamos los diferentes objetivos principales y secundarios podemos ir mejorando las habilidades del protagonista, pudiendo hacer acopio de nuevas armas y complementos para el protagonista. Y éstos nos permiten ir aumentando su resistencia, salud, armadura y demás aspectos del oso Malote.
En cuestiones gráficas estamos ante un título del montón. Los decorados poseen un nivel de detalle aceptable pero, por el contrario, presentan texturas no muy definidas y, peor aún, una brusquedad en la generación de muchos de sus elementos ciertamente alarmante. A esto se unen animaciones irregulares y un diseño de personajes digno, conformando un título que presenta luces y sombras en este sentido, aunque debemos decir que prevalecen las primeras. Además esta segunda parte soluciona uno de los inconvenientes principales que presentó el original, la cámara, que en este caso es posible controlar a nuestro antojo y que se muestra mucho más eficiente.
En cambio el sonido ha sido uno de los grandes sacrificados en esta segunda parte de Naughty Bear, ya que el doblaje que presentaba el original en nuestro idioma ha dejado paso a un narrador angloparlante que, además, es bastante pesado y molesto. Menos mal que la banda sonora y los efectos de sonido elevan un tanto el listón de calidad de este apartado…
Por todo esto estamos ante una segunda parte que supera en casi todos los ámbitos a la original… algo que tampoco es que sea mucho decir teniendo en consideración el bajo rendimiento experimentado en dicha entrega.
El despiadado oso de peluche regresa con ganas de marcha en este juego destinado exclusivamente a los servicios de descarga online. La secuela, sin ser nada brillante, supera al original, y su combinación de sigilo, acción y humor "malote", presenta algunos buenos momentos.
