Análisis de Wolfenstein The New Order. Histeria shooter

Análisis de Wolfenstein The New Order. Histeria shooter
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Recuerdas lo divertido que era matar nazis, ¿verdad? Pues Wolfenstein nos trae viejos recuerdos con un nuevo título que puede que apenas aporte novedades, pero que definitivamente ofrece a los fans de las experiencias más clásicas exactamente lo que buscan. The New Order es un videojuego de espíritu retro, pero también de diversión irreverente, acción informal y salvaje casquería.

Si eres fan de los shooters seguro que te suena la palabra Wolfenstein, y es que se trata del nombre más grande a la hora de popularizar las normas más básicas del género que ahora conocemos y que se ha hecho tan popular. Desde el lanzamiento de Wolfenstein 3D en 1989 la saga ha vivido buenos momentos y otros algo más discretos, pero con la adquisición de id Software por parte de Bethesda con todas sus licencias se abrió un camino para la esperanza que se apoyaría en el anuncio de The New Order.

El soplo de aire fresco viene por un lado de poner al frente del título a un estudio que debuta como es el de los prometedores Machine Games, y por otro de apostar por abordar la serie desde un curioso punto de partida argumental basado en una realidad alternativa de lo más sugerente a efectos de la serie. Así pues hay retornos imprescindibles como el de BJ Blazkowicz al frente de la aventura, y también debuts sonados como el de toda una horda de huestes nazis de nueva generación que nos van a poner las cosas muy difíciles.

Pero, ¿y qué tal el juego? Este nuevo lanzamiento de la ya veterana serie tenía la arriesgada labor de maridar generaciones tan diferentes como la de los nuevos jugadores, en su mayoría desconocedores de la idiosincrasia de la franquicia, y la de rendir pleitesía a los que disfrutaban con propuestas tan sencillas y maravillosas como la del original. Así The New Order es un shooter directo y sin complicaciones en lo jugable, que es capaz de mantenernos entretenidos con su fastuoso espectáculo de acción frenética y gore sin medida.

Un Nuevo Orden

La historia del videojuego comienza en la Segunda Guerra Mundial, como no podía ser de otro modo, pero en una realidad decididamente alternativa. Es el año 1946 y, al contrario de lo que dictan los libros de historia, el conflicto todavía no ha terminado. Los nazis, lejos de flaquear, multiplican sus fuerzas y se perfilan como ganadores de la confrontación, con máquinas de guerra sofisticadas y monstruosas que les otorgan una ventaja salvaje con respecto a los aliados. En ese demoledor telón de fondo encarnamos al ya legendario soldado BJ Blazkowicz, al que recordamos de Wolfenstein 3D, y que vuelve a encarnar a un hombre de la peleona y sufridora infantería.

En el prólogo vivimos algunas situaciones de tensión y comenzamos a lidiar con las fuerzas de choque alemanas para darnos cuenta de que algo no va bien. Hay perros mecánicos en el enemigo, armas imposibles en sus soldados, vehículos voladores muy avanzados y, en líneas generales, un avance armamentístico en particular y militar en general del todo imposible. Es sólo el comienzo. Con ánimo de evitar spoilers vamos a pasar por alto todo lo que sucede a nivel narrativo en el programa, algo que inexplicablemente ha destripado ya Bethesda Softworks en algunos tráilers y dilatados clips in-game, pero sí te adelantamos que algo sucede para trasladar la narración hacia delante quince años.

Exacto. Tras el soporífero prólogo, bastante pobre en comparación jugable y narrativa con respecto al resto de la aventura, la acción viaja hasta los años 60 con una elegante transición y un renovado interés por el guión que ayudará a hacer avanzar la aventura con mayor eficacia. El argumento de The New Order y su desarrollo no se van a convertir, ni mucho menos, en uno de los grandes representantes de brillantez en este campo para la historia de los videojuegos, sin embargo sí se esfuerza más y dedica algo más de atención de lo que viene siendo tradicional en el género shooter reciente. Hay algunos tópicos, sí, pero también hay algunos momentos impactantes e incluso ciertas secuencias en las que se tratan elementos tan poco habituales como la tensión y el suspense.

The New Order está ambientado en una realidad alternativa en la que los nazis dominan el mundo gracias a un poderoso avance tecnológico.
The New Order está ambientado en una realidad alternativa en la que los nazis dominan el mundo gracias a un poderoso avance tecnológico.

Las cinemáticas están realmente cuidadas en todos los sentidos. El aspecto de los personajes es muy característico, con un estilo fantástico a caballo entre el realismo y las facciones exageradas que dota a los seres que habitan su mundo de un look muy particular lo que, apoyado en la puesta en escena de los vídeos, hace que las CGIs que nos cuentan la historia sean un placer a nivel estético. Además casi todas las misiones tienen algún momento realmente impactante a modo de introducción o de conclusión que viviremos en primera persona en formato in-game para aumentar la inmersión. Todo esto, unido a la generosa variedad de localizaciones, hace que el programa gane algo de diversidad en cuanto a lo que pone en pantalla.

La campaña individual es la única oferta jugable del programa, y se compone de 16 capítulos que podemos superar en una cifra de horas que variará entre las 12 y las 15 en función de la dificultad escogida y de nuestra habilidad. Sin embargo el juego se reserva un as en la manga, y es el de proponer un momento al finalizar el prólogo en el que tenemos que escoger si sobrevive un personaje secundario u otro. Así que en función de si elegimos a Fergus o a Wyatt viviremos pequeñas diferencias entre uno y otro modo off-line a nivel jugable, alguna que otra sorpresa y en general contados cambios de tono en algunas de las cinemáticas. Para algunos aficionados esto y probar otro de los cinco niveles de dificultad disponibles puede ser motivo más que legítimo para superar la historia una segunda vez dada la ausencia de cualquier tipo de componente on-line de corte cooperativo o competitivo.

La campaña individual es todo lo que ofrece el nuevo Wolfenstein, pero ésta tiene una duración dilatada y es muy divertida.
La campaña individual es todo lo que ofrece el nuevo Wolfenstein, pero ésta tiene una duración dilatada y es muy divertida.

Primero Dispara, Después Pregunta

Las dinámicas jugables que propone el nuevo Wolfenstein son tan clásicas y directas como esperábamos. Machine Games, consciente del barniz de la serie y de las obras de id Software en cuanto a su apuesta por la diversión sencilla y sin complicaciones, ha decidido dar la espalda a cualquier tipo de avance que el género de la acción en primera persona ha experimentado en los últimos años. De este modo, y con la intención de sus responsables de hacer que The New Order sea una "carta de amor" a la obra original de Carmack y compañía, hay que olvidarse de coberturas, un mínimo de profundidad táctica, libertad o cualquier otro condimento de los lanzamientos shooter de los últimos tiempos.

Al título que nos ocupa no le preocupa nada de eso y, de hecho, no necesita ninguno de esos aderezos para ser divertido. La obra de debut de este equipo sueco no es un videojuego memorable, pero definitivamente es uno que hace los deberes en cuanto a ser muy entretenido, a contar con algunos momentos espectaculares y a llevarnos de la mano por abundantes escenas de acción, capítulos muy diferentes entre sí y, en general, una violencia tan salvaje y desmedida como atractiva para el aficionado ávido de sangre y desmembramientos. El juego es frenetismo y velocidad, y con un ritmo trepidante nos traslada a una fórmula de acción ágil y audaz en la que los disparos son nuestra forma de comunicarnos con el entorno.

Es cierto que la inteligencia artificial no es nada brillante, cosa que se puede comprobar especialmente en los tramos de combate cuerpo a cuerpo que se resuelven con tristes intercambios de golpes en los que podemos abusar de la escasa destreza mental de nuestros enemigos. Cuando nos referimos a los tramos de uso de armas de fuego, los que por fortuna más abundan, la cosa es otro cantar puesto que a pesar de que su actitud a menudo es suicida, la gran cantidad de oponentes que solemos encontrar y la obligación de ser cuidadosos en los niveles de dificultad más altos hacen de esos encontronazos contra las fuerzas armadas del Reich algo bastante más satisfactorio.

¿El motivo? Disparar en Wolfenstein es divertido, y eso es lo que realmente importa en un juego de estas características. Los pequeños drones y algún otro enemigo de ese perfil no son particularmente divertidos en cuanto a plantarles cara por sus maniobras evasivas, su pequeño tamaño y su algo desproporcionado poder destructivo, pero es un verdadero placer hacer pedazos, literalmente, a los soldados humanos y ver, además, cómo se desconchan las paredes o se rompen algunos objetos en el limitado pero efectivo efecto de destrucción de los escenarios. Además las salpicaduras de sangre desperdigándose por doquier y los efectivos sonidos de las armas (debidamente ecualizados post-parche 1.01) ayudan a crear una sensación de combate bastante lograda. El arsenal, por si fuera poco, es lo suficientemente variado, permitiéndonos una cierta variedad de estilos de combate que van desde arrojar cuchillos a disparar lanzacohetes, pasando por todo tipo de armas recortadas o automáticas que podremos equipar individualmente (con posibilidad de apuntar) o a modo dual en una forma mucho más imprecisa pero siempre devastadora.

Así ya habrás deducido que The New Order no hace nada especialmente novedoso, pero lo que pone en escena lo hace con efectividad. El juego se apoya, además, en generosas cantidades de munición para que no tengamos problemas con el suministro en ningún momento y en una inteligente salud parcialmente regenerable que viene a reeditar en otro elemento más las intenciones de abrazo intergeneracional de Machine Games. La solución pensada para esta ocasión es la de que si, por ejemplo, nuestra salud cae hasta el valor de 16 se regenerará sola hasta el 20, pero necesitará de recoger comida o botiquines para llegar al 100. Esto se completa, además, con la intención de sus responsables de que exploremos el escenario buscando munición o ítems con los que potenciar temporalmente por encima de ese valor la vida o añadir blindaje a nuestra protección.

El nuevo Wolfenstein es furiosamente violento. La casquería y los litros y litros de sangre están a la orden del día en sus cuidadas secciones de disparos.
El nuevo Wolfenstein es furiosamente violento. La casquería y los litros y litros de sangre están a la orden del día en sus cuidadas secciones de disparos.

Buscando la Identidad

Los rasgos de profundidad de Wolfenstein seguramente vengan marcados casi exclusivamente por dos factores. El primero es la posibilidad de inclinar el cuerpo hacia los costados y hacia arriba y hacia abajo para lidiar con enemigos al doblar una esquina o para asomarnos a través de un improvisado parapeto. Así pues tirando del botón apropiado y moviendo el cuerpo en la dirección adecuada podemos disparar teniendo una cobertura tanto en horizontal como en vertical y, además, sacar partido de algunos recursos curiosos como el poder abrir fuego ante un enemigo desprevenido utilizando la ranura de la parte inferior de una puerta.

El segundo elemento que dota de matices a la experiencia jugable reside en el tamaño de algunas secciones de los mapas. Cierto es que en muchas partes las localizaciones son pasillos sin más en los que únicamente el intercambio de disparos solventa las situaciones de peligro, sin embargo en otras el diseño en planta se abre mucho más ya sea utilizando enrevesadas y complejas redes de estancias y conductos que las comunican, o incluso apostando por arenas al aire libre que permiten distintos acercamientos.

La tan cacareada alternativa de apostar por el sigilo o por la acción a pecho descubierto no acaba de funcionar tan bien como para elevar la calidad general del producto a cotas más altas, lo que se traduce en que acabaremos tendiendo más hacia solucionar los problemas a tiro limpio que utilizando las trilladas ejecuciones por la espalda. Es fácil engañar a unos soldados nazis cortos de vista y con graves problemas de sordera, de modo que solventar las metas que propone el programa en este sentido son bastante sencillas. La idea es la de que cuando accedemos a una zona hay una pequeña patrulla de hombres apostados, y que si somos sigilosos podemos acabar con ella sin despertar alarmas. ¿Qué pasa si éstas saltan? Que llegan refuerzos y que la situación se hace peliaguda de veras, aumentándose netamente el número de enemigos.

En la zona segura nos relacionaremos con personajes como Anya. No es la mejor parte del juego precisamente, pero ayuda a dotar de matices al título.
En la zona segura nos relacionaremos con personajes como Anya. No es la mejor parte del juego precisamente, pero ayuda a dotar de matices al título.

Además del sigilo también hay otros aderezos, aunque éstos no acaban de funcionar tan bien. Hablamos, por ejemplo, de la base de operaciones que se desbloquea tras superar con éxito el primer tercio de la aventura y que nos permite relacionarnos brevemente con algunos de nuestros aliados en una zona segura, y que incluso nos permite protagonizar alguna de las menos interesantes misiones sin salir de ella. Se trata de un bunker subterráneo que parece un pequeño laberinto y en el que tendremos que movernos en unos poco acertados y francamente desconcertantes objetivos de recadero.

Por otra parte el título también incluye un sistema de mejoras que, lejos de permitirnos escoger de una forma tradicional hacia dónde volcar nuestros deseos de progreso, fija una serie de incentivos que tenemos que liberar para desbloquearlas. Esto quiere decir que si queremos, por ejemplo, incrementar el número de cuchillos con el que cargamos tendremos que acabar con un número de enemigos determinado utilizándolos; o si queremos mejorar la efectividad de las granadas tendremos que destruir con ellas a un número concreto de bestias mecánicas. Son hasta 32 pequeñas metas a superar que nos convertirán en un verdadero soldado de poder devastador. Los coleccionables, por su parte, también están ahí para que los encontremos, marcándose en cada nivel cuantos se esconden y ofreciéndonos información extra sobre el contexto del conflicto en forma de notas o, por poner el caso, liberando ilustraciones y artes.

Realidad Alternativa -Gráficos y Sonido-

Desde el punto de vista visual muchos aficionados seguían con gran interés el lanzamiento de Wolfenstein: The New Order para comprobar cómo le sentaría a id Tech 5 el ser utilizado por otro equipo tras los poderosos pero también controvertidos resultados de RAGE en su momento. El engine vuelve a demostrar manifiestas virtudes y también algunos defectos, pero en líneas generales nos brinda un acabado general para el título de Machine Games bastante efectivo.

Cierto que depende mucho de desde qué plataforma afrontemos el disfrute del programa, desde luego, aunque todas ellas tienen en común algunos bugs más aparatosos que importantes, pero que definitivamente afean el conjunto. En las consolas de la recientemente estrenada nueva generación la propuesta visual es muy efectiva sin ser sobresaliente, cierto que su diseño centrado a menudo en entornos confinados permite más alegrías que si habláramos de un juego con un prisma más grande, pero nada debe distraernos de las cuidadas texturas, los buenos modelados de personajes y la gran carga de partículas y efectos que siembra cada uno de los tiroteos. Por otra parte en las máquinas del pasado ciclo el rendimiento es dispar, puesto que teniendo en cuenta su potencial el acabado visual está dentro de patrones aceptables pero los contadísimos casos en los que en PlayStation 4 o Xbox One la carga de texturas es tardía se convierten aquí en incidencias de una frecuencia francamente desagradable.

Los niveles que apuestan por desmarcarse son los que mejores resultados ofrecen a nivel visual y de diseño. Hay auténticas locuras en The New Order.
Los niveles que apuestan por desmarcarse son los que mejores resultados ofrecen a nivel visual y de diseño. Hay auténticas locuras en The New Order.

Por lo que respecta a la versión de PC, esta es tan potente y al mismo tiempo exigente como cabía esperar con, además, unos tiempos de carga que apenas nos molestarán. Ya superado el impacto de los 45GB que ocupará en nuestro disco duro, lo cierto es que el juego es francamente disfrutable en nuestros ordenadores. Para empezar tenemos un buen puñado de opciones visuales que pormenorizar a la hora de definir el aspecto del programa para adaptarlo perfectamente a las posibilidades de nuestro equipo. A las clásicas y generales características de resolución, sincronización vertical o campo visual tenemos que sumar las "Avanzadas", donde nos esperan otros nueve valores a definir para lograr exactamente el look que buscamos. En el equipo habitual de pruebas de redacción de gama alta (i7 de 2,8 GHz, 8GB de Ram y GeForce GTX 770) el tratar de disfrutarlo con las opciones visuales a tope ha resultado imposible por el oscilante frame-rate, sin embargo sacrificando algunos elementos relacionados con la resolución de las sombras y reduciendo algunos filtros el rendimiento ha sido mucho más tolerable. En un equipo mucho más modesto la obligación de recortar la experiencia visual es obvia para lograr la fluidez necesaria en un shooter en primera persona, obteniendo una obra mucho más discreta pero también lo suficientemente fluida como para resultar agradable.

Por lo demás artísticamente el título da bastante de sí cuando los diseñadores se separan en algunos niveles de las clásicas instalaciones en castillos que ya hemos visto una y mil veces en la saga, pero que tienen la obligación de perpetuarse para no perder identidad, y nos regalan algunos momentos buenos. En general todo lo que tiene que ver tanto con decorados como con personajes es efectivo y está bien trabajado, sin grandes aspavientos pero componiendo un todo más que notable y con algunas sorpresas. La casquería salvaje sobre los cuerpos de los enemigos, que se desmembran para sangriento regocijo de los aficionados, y los elementos parcialmente destructibles de algunos mapas hacen el resto para redondear el conjunto.

En cuanto al audio tras el parche de varios gigas para las distintas ediciones, se solucionan los problemas del audio de la versión 1.00 que tenía una mezcla bastante poco acertada para el sonido de las armas y la relación con música y voces que, por si fuera poco, la quisquillosa configuración del menú de opciones no deja modificar en cuanto a volúmenes independientes. Los efectos suenan, ahora, debidamente atronadores y con potencia, el juego llega localizado completamente a nuestro idioma con buen nivel y cuenta con una música que no aparece en demasiadas ocasiones pero que hace un buen trabajo en cuanto a score propio, complementando toda la selección de temas licenciados y/o revisitados que con tanto éxito y tan buen gusto han venido aderezando la campaña promocional del programa.

Muy Bueno

Sin sello
Histeria shooter

Wolfenstein: The New Order

Por: El equipo de 3DJuegos
Sin sello

El nuevo Wolfenstein es una invitación al optimismo de cara al futuro de la saga. Es un videojuego que dista de ser sobresaliente o de convertirse en un fenómeno de masas, pero entretiene y divierte. Si futuros episodios corrigen algunas de las flaquezas de The New Order y añaden un buen multijugador estaremos ante algo grande de veras. ¿Qué nos queda por ahora? Una muy divertida propuesta de acción alocada, histérica y salvaje.

Comprar Wolfenstein: The New Order
  • Algunas escenas de acción muy potentes.
  • La propuesta de realidad alternativa es muy sugerente.
  • Es un shooter rápido, frenético y sin complicaciones.
  • Quizá pueda resultar algo simple en cuanto a mecánicas para algunos paladares.
  • Se echa en falta un multijugador de algún tipo, únicamente ofrece campaña individual.
  • No aporta nada nuevo para el género.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en español
Duración: 12-15 horas
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