Teníamos ganas de dejarnos atrapar por la magia de Silencio, el mundo de fantasía que vimos nacer en el gran The Whispered World; y aunque el viaje que propone la nueva aventura gráfica de Daedalic Entertainment es emocionante y cautivador, el videojuego no termina de colmar las altas expectativas. Silence busca ser innovador, más cinematográfico, pero a costa de perder algunas de las señas de identidad del género. Análisis.
Antes de embarcarse en el viaje que propone Silence, la ansiada secuela del gran The Whispered World, conviene hacerse la siguiente pregunta. ¿Qué buscas en una aventura gráfica? Si tu respuesta son puzles enrevesados, diálogos y mucha, mucha exploración… puede que lo nuevo de Daedalic Entertainment no termine de gustarte. Todos estos elementos están ahí, presentes, pero no con el protagonismo esperado. El concepto de aventura moderna por el que apuestan los alemanes tiene más que ver con lo narrativo, con dotar al videojuego de un carácter más cinematográfico, a costa de simplificar, a veces demasiado, los desafíos jugables.
Para que me entendáis. Silence se parece más a The Walking Dead, o cualquier otra aventura de Telltale Games, que al propio The Whispered World. Que no es algo malo por sí mismo, aunque obviamente habrá quien se sienta decepcionado ante esta situación. ¿Qué pasa? Aun poniendo toda la atención en el argumento, en contar una gran historia, el juego tampoco termina de sorprender como lo hizo su antecesor. Tiene momentos geniales; situaciones con las que es difícil no emocionarse con la ilusión propia de aquel que, sabe, está disfrutando de un viaje inolvidable. Pero no lo es tanto y aunque apunta maneras, y tiene potencial, te deja con la sensación de que falta algo; de que no termina de ofrecer todo lo que promete.
Dulce Fantasía
El viaje no podía comenzar mejor. Protegidos de las bombas en el interior de un refugio antiaéreo, Noah y su hermana pequeña Renie descubren un camino que va directo a Silencio, ese extraño mundo entre la vida y la muerte que en su día ya recorrimos en la piel del tristón Sadwick; pero para su desgracia, allí también se libra una guerra de la que no pueden escapar. Suena demasiado típico, en verdad lo es, pero cuando se mira a través de los ojos de una niña, con esa dulce inocencia con la que ve y entiende las cosas, la experiencia es muy distinta, más humana, única.
Ha habido momentos en los que me ha sido imposible no sonreír; emocionarme con la ternura con la que Renie actúa a lo largo de la aventura. Es un personaje fantástico, bien desarrollado, al que deseas ayudar con todas tus fuerzas. Cada vez que la veía interactuar con la oruga Spot, uno de los personajes más entrañables del original, me sentía otra vez como un niño; quería ir allí, donde fuera que estuvieran, para jugar con ellos, para unirme a sus abrazos eternos. Y es increíble. Es una sensación difícil de explicar. Lástima que sean los dos únicos personajes realmente interesantes. Porque sí, la historia de Noah, al que también controlamos, está muy bien, tiene miga; pero esos cambios de carácter que sufre constantemente lo vuelven a veces un tipo aborrecible.
Los puzles tienen un papel casi anecdótico en el juego
¿El resto? La verdad es que estoy decepcionado. Hay muy pocos personajes con los que interactuar y estos, ciertamente, tienen un papel tan secundario, que a veces desaparecen y ya está; nunca más se supo de ellos. Por momentos tenía la sensación de que se han cortado partes enteras del juego. De que algunos de los rebeldes con los que te cruzas tenían un papel mucho más grande del que finalmente muestran. Y es una pena, pues también estos son personajes interesantes a los que quieres conocer más a fondo. Nada de eso. Daedalic ha tirado por la vía rápida; una aventura directa, lineal, que no da mucho margen para la exploración ni la investigación.
Hay diálogos apasionantes, bien escritos, que te hacen disfrutar de la historia. Incluso ¡hay decisiones! Momentos en los que toca decantarse por una u otra opción con interesantes consecuencias. En concreto me viene a la mente una escena que… ¡no puedo creer que hiciera lo que hice! Pero pasa como con el resto de Silence. Hay buenas ideas, potencial, pero se pasa de puntillas por casi todos ellas. Los puzles, sin ir más lejos, tienen un papel casi anecdótico en el juego. Son por norma demasiado sencillos; de coger una cosa y usarla de inmediato en el mismo escenario. Salvo los rompecabezas en los que interviene Spot, que puede adoptar formas de lo más dispares y divertidas, el resto son en su mayoría pruebas que no requieren mayor esfuerzo que clicar sobre un elemento del escenario, arrastrar el ratón, y listo.
Me entristece mucho pues cuando Silence adopta la forma de una aventura más tradicional, y te reta con puzles más ingeniosos, encuentras esa gran aventura gráfica por la que durante tantos años habías suspirado. Y el gran problema es que ni tan siquiera en lo argumental cumple las expectativas. Su historia tiene momentos mágicos, situaciones que dan un pellizco al corazón, pero no termina de llenar. Completas el viaje y sabes que te ha gustado… aunque también sientes que le falta algo. No ya solo más horas de juego, que en algo más de cinco horas puedes terminártelo, sino también más diálogos, más personajes, más momentos inolvidables. Hay calidad, mucha maestría en la forma de narrar la historia, pero también errores que no esperábamos en un título de estas características.
Y el dolor es inmenso cuando tienes ante ti el que puede ser uno de los videojuegos más bonitos de los últimos años. No sé ni qué decir. Mirad las imágenes que acompañan el texto. ¡Es una maravilla! A nivel artístico pocos títulos ofrecen tal grado de genialidad. Los escenarios, los personajes, la iluminación… casi pareciera que estamos ante una película de animación tradicional, de las buenas, de las de antes, incluso con movimientos de cámara que ayudan a sumergirte de lleno en la acción. Y qué decir de la banda sonora. Impecable. La música es otra gran protagonista en esta aventura que cuenta con un buen doblaje al inglés y textos en español.
Regresar al mundo de Silencio para vivir nuevas aventuras en compañía de Sadwick y Spot es una experiencia fascinante, casi mágica, pero desgraciadamente, no a la altura de The Whispered World. La apuesta por un desarrollo de la acción más lineal y casi sin puzles le resta valor a un videojuego que, tampoco en lo argumental, termina de sacar a relucir todo su potencial. Hay mucho encanto y buenas ideas en el emotivo viaje en el que se embarcan Noah y Renie, pero por el camino, Daedalic Entertainment ha dejado caer piezas indispensables para cualquier aventurero.
- Soberbio apartado artístico. Es como estar dentro de una película de animación
- Renie y Spot. La inocencia y dulzura que desprenden es fantástica
- Pocos puzles y demasiado fáciles de resolver
- El argumento. Hay buenas ideas de fondo pero no las termina de explotar
- La aventura se acaba demasiado pronto
