Después de bastante tiempo de duro trabajo, el estudio alemán Mimimi Productions por fin nos trae lo que viene a ser su gran obra. The Last Tinker: City of Colors es una aventura cuidada y dotada de un encanto especial que seguro que sabrán apreciar los usuarios de plataformas PC y Mac, en especial los más infantes.
El estudio independiente alemán Mimimi Productions acaba de firmar un título de esos que entran directamente por los ojos. The Last Tinker: City of Colors es una aventura de acción y plataformas en 3D a la vieja usanza, de aquellas que apenas existen en nuestros días como más tarde veremos. Y lejos de ofrecernos un mundo oscuro y tenebroso como últimamente está de moda, en esta ocasión se ha optado por todo lo contrario, siendo un juego muy alegre de esos a los que apetece siempre sumergirse. Sin embargo y debido a ciertas facetas jugables y artísticas que posee el juego, el público que más jugo conseguirá succionar de esta producción será el más infantil.
La aventura nos traslada a un mundo multicolor y repleto de fantasía llamado Tinkerworld. Dicho universo está compuesto básicamente por papel, pegamento y materiales básicos, por lo que su aspecto es bastante curioso y llamativo. Y Tinkerworld se compone de diversos distritos o ciudades que, por desgracia, andan a la gresca debido a las tensiones existentes entre sus habitantes, los cuales poseen sus tonalidades propias.
Y para empeorar aún más este panorama, Koru desencadena de manera fortuita un problema mayor: la Monocromía. Merced a su llegada el mundo se tiñe de tonos monocromáticos y, lo que es peor, sus habitantes quedan convertidos en estatuas vivientes y una horda de viles criaturas campa a sus anchas. Por fortuna no todo está perdido, ya que el propio Koru se convierte en el héroe que debe cambiar esta situación tan poco alentadora, personaje que puede hacer acopio de poderes especiales gracias a su condición de Tinkle. ¿Y qué es un Tinkle? Pues un ser que es capaz de controlar los colores a su antojo. Junto con la ayuda de su inseparable amigo Tap, juntos emprenden un viaje irrepetible que les llevará a superar y recorrer múltiples decorados y peligros.
Así se plantea a grandes rasgos el argumento de esta aventura, el cual nos recuerda mucho al vivido en el divertido de Blob, que apareció primero en Wii y más tarde en otros formatos. Eso sí, en este caso el sentido del humor que derrochaba el juego de THQ ha sido sustituido por un tono más infantiloide y sencillo, aunque en su lugar también se han añadido ciertas gotas de dramatismo. Y sin ser la trama más elaborada ni original concebida en un título de estas características, por lo menos se hace relativamente interesante a medio plazo.
Jugabilidad clásica
En cuanto a su desarrollo, resulta bastante sencillo definir el estilo de juego que propone esta producción. A nosotros nos ha recordado bastante lo exhibido en el primer Jak and Daxter, el súper éxito de Naughty Dog para PlayStation, aunque en este caso la mecánica de juego -sin ser mala en absoluto- resulta más predecible, simplificada y mucho menos cautivadora y sorprendente que la mostrada en dicha clásica producción.
Uno de los aspectos más llamativos del título es la introducción del salto automático, elemento que se introdujo por vez primera en el grandioso The Legend of Zelda: Ocarina of Time de N64. El caso es que para ir recorriendo los diferentes escenarios que se dan cita en Tinkerworld es necesario efectuar multitud de estas acciones, a las que se suman otras propias del género como trepar, correr, etc. También se han añadido ciertos minijuegos, como secciones en las que debemos ir haciendo surf y grind sobre raíles al más puro estilo Sonic, por ejemplo. Por otra parte, la aventura también está salpicada de diferentes puzles, muy sencillos eso sí, de esos en los que es necesario activar interruptores para habilitar puertas y planteamientos similares.
Sin embargo el componente más importante y el que más peso ostenta es el que tiene que ver con las frecuentes batallas. Aquí es donde entran en juego las aptitudes del protagonistas para dominar los colores, pudiendo efectuar golpes que desprenden tres tonalidades diferentes y, en función de cada una de ellas, ofrecen unos resultados u otros. Dichas peleas no son ni demasiado excitantes ni, menos aún, complicadas de superar, aunque sí que se hacen entretenidas.
Como veis, estamos ante un título que recuerda mucho a las obras realizadas durante mediados y finales de los 90, aquellas que aparecían sin cesar siguiendo el boom que supuso el gran Super Mario 64. En términos generales se hace divertido y muy ameno, posee la variedad suficiente y en ciertas ocasiones consigue cautivarnos con su adorable estética. Pero también es necesario dejar claro que los que más van a disfrutar de esta propuesta plataformera van a ser los más pequeños o, al menos, aquellos usuarios no demasiado experimentados en estas lides. Y es que si jugamos en el nivel de dificultad normal, la aventura apenas supone reto alguno y puede extenderse durante no más de cuatro o cinco horas. Tened esto en cuenta.
Explosión de creatividad
En nuestra opinión, el aspecto más destacado de todo el juego con diferencia es el que tiene que ver con su sensacional planteamiento estético. Y es que esta aventura consigue transportarnos a un lugar increíblemente bello y atractivo, siendo una de esas aventuras en las que deseamos avanzar a cualquier precio simplemente por descubrir qué nuevo lugar idílico vamos a tener el placer de contemplar.
Y a esta cualidad se une un diseño de personajes bastante acertado, sobre todo el que muestran los protagonistas, los cuales muestran una buena colección de animaciones que, eso sí, no resultan especialmente suaves. El colorido también es magnífico, así como la suavidad en la generación de los fondos, y la única pega que se le puede achacar a su conjunto es la aparición de leves caídas en la tasa de cuadros de animación. En cualquier caso nada grave que afecte a la jugabilidad ni por asomo.
El sonido se encuentra a un nivel algo inferior, aunque no ha sido descuidado. Las melodías son bastante alegres y animan la acción sin destacar ni molestar, a lo que se suman efectos de sonido correctos sin grandes alardes.
En consecuencia de todo lo que acabamos de comentaros, nos encontramos ante una producción plataformera en 3D que resultará muy apetecible para muchos jugadores, sobre todo para los más pequeños o menos experimentados.
The Last Tinker es un juego de plataformas de esos que hoy en día apenas se dejan ver y que sigue la estela de los clásicos que nos hicieron disfrutar durante la era de los 32 y 64 bit. Debido a su planteamiento estético y, en especial, a su bajo nivel de dificultad, se trata de una aventura dirigida sobre todo a los más pequeños pero, si os gustan este tipo de planteamientos jugables y ya echabais de menos un título similar, podéis darle una oportunidad porque seguro que lo disfrutáis.
- Jugabilidad atractiva y amena.
- La estética es muy destacada.
- El control es inmejorable.
- Su nivel de dificultad es demasiado bajo.
- Le falta más chispa para competir contra los mejores clásicos del género.
