Ante el poder destructivo de Godzilla nada puede… a excepción del aburrimiento provocado por las pobres mecánicas jugables de este título de acción que sí, algo divierte, pues a todos nos encanta arrasar ciudades en la piel de un gigantesco monstruo atómico, pero no lo suficiente como para justificar el gasto en él. Ni tan siquiera siendo un gran apasionado de las criaturas Kaiju.
La intensidad de su acción, la cantidad y variedad de criaturas monstruosas a nuestro alcance, sus opciones de juego incluyendo un modo multijugador, la posibilidad de arrasar ciudades enteras… con esta lista en la mano, lo lógico sería hablar de Godzilla como ese gran videojuego por el que todo fan de las historias Kaiju (monstruos gigantescos a la japonesa) suspiraría, pero la triste realidad es que este nuevo título de acción no está a la altura ni de los augurios más pesimistas. Y no precisamente por lo pobre de sus gráficos, que lo son, sino más bien por lo aburrido y frustrante que se torna a causa de un sistema de control torpe e impreciso que no ayuda lo más mínimo a disfrutar de la obra.
Destruir ciudades, machacar al ejército en grandes batallas o combatir contra otros monstruos son acciones que tienen gracia y divierten lo suyo, pero también son en el caso que hoy nos ocupa un espejismo que no dura más que un par de minutos. El tiempo suficiente para darse cuenta que Godzilla no tiene mucho más que ofrecer. De entrada, el diseño de sus misiones es horroroso. Todo el rato lo mismo. Llegar a una zona, buscar los generadores de energía y destruirlos en un tiempo determinado previa lucha contra otros Kaiju si se tercia. ¡Y ya está! Ni hay sorpresas, ni nuevas formas de enfrentar al enemigo ni nada de nada. Siempre lo mismo. Que tampoco tendría por qué ser negativo, insistimos, pues arrasar con todo siempre es divertido… hasta que deja de serlo por culpa de un sistema de combate simplón hasta el extremo y, peor aún, un manejo de las bestias difícil de digerir.
Desastre Atómico
Guiar los pasos de un monstruo de más de 50 metros de altura es un dulce al que muy pocos podrían resistirse. Y más cuando te dan la oportunidad de arrasar ciudades en un festival de explosiones y rayos atómicos de lo más intenso. ¿Por qué entonces Godzilla no es ese juego tan divertido que muchos deseaban? Lo repetitivo de su acción es una pega, está claro, pero no la principal. Si algo echa por tierra todo el trabajo desempeñado por Natsume, que lo ha clavado especialmente a la hora de captar la esencia de aquellas clásicas películas de monstruos japonesas con las que muchos de nosotros crecimos, es la torpeza de su sistema de control, que no responde a los mínimos exigidos por su imprecisión y lentitud con la que se ejecutan nuestras órdenes. Tanto, que al final controlar a estos seres se convertirá en un auténtico suplicio.
Porque son lentos; extremadamente lentos. Se mueven mal. Giran aún peor. Y para más inri, cuando de lo que se trata es de pelear, tienen la movilidad de un tullido sin brazos, piernas ni tan siquiera cabeza. Y no, no exageramos. Ni hay movimientos de evasión, ni hay velocidad, ni hay precisión en los golpes… ni hay nada de nada. O sí, algo todavía peor. Un exasperante retraso entre el momento en el que pulsas un botón y el que la criatura responde con una acción, lo que dificultará enormemente el combate contra ciertos Kaiju, y terminará frustrándoos hasta un extremo peligroso –al menos para el DualShock, que podría salir volando-.
La simpleza del sistema de combate, que contempla una nula variedad de movimientos de ataque, termina por culminar este desastre de juego llamado Godzilla. Hay buenas ideas de fondo y se nota pasión por las criaturas y el universo creado por la Töhö hace ya más de 50 años, pero no es suficiente. O no debería serlo para cualquiera que aprecie esta clase de videojuegos, pues merecemos algo mejor. Y es triste, la verdad, porque hay mucho potencial en esta obra.
De entrada, la enorme cantidad y variedad de Kaiju a nuestro alcance es encomiable, con seres tan queridos como Mothra, Destoroyah, Jet Jaguar o varias de las encarnaciones del propio Godzilla, incluyendo la primera de sus apariciones. Cada ser tiene sus propios movimientos de combate y ataques especiales, con alientos atómicos, ondas de choque, rayos, terremotos o incluso la opción de saltar y golpear brutalmente a los contrarios entre otros. Pero como nada funciona como debiera, al final lo que podría haber sido puro espectáculo de serie B, ha terminado convirtiéndose en un esperpento jugable en el que hasta para bloquear los ataques enemigos conviene tener dotes adivinatorios, pues hay que ejecutar este movimiento defensivo segundos antes siquiera de que el rival haya iniciado su ataque. Un despropósito.
Godzilla también presenta una buena variedad de modos de juego con montones de objetos y secretos por desbloquear. Hay una campaña principal, llamada El Dios de la Destrucción, que nos pondrá a los mandos de Godzilla en una sucesión de misiones de dificultad creciente que terminaremos completando en no más de dos horas. Hay varios caminos a escoger con sus respectivas misiones, cambios de guión y enfrentamientos contra diversos Kaiju, que en algunos casos aparecerán en condiciones de partida especiales. También podemos completar esta campaña con cualquiera de los monstruos que hayamos desbloqueado, así como meternos en la piel de un kaiju para defender los intereses de la humanidad.
El modo Rey de los Kaiju, por otro lado, nos propone vencer a seis monstruos en combate singular y el menor tiempo posible, mientras que el multijugador en línea nos da pie a medir fuerzas contra tres jugadores más en batallas francamente divertidas, aunque muy desaprovechadas por la simpleza del sistema de combate. Tampoco en lo visual el juego está a la altura de lo que esperaríamos ni tan siquiera de un título aparecido en mitad del pasado ciclo de consolas.
Nos gusta mucho el que se pueda derribar prácticamente todo a nuestro paso, pero los escenarios son extremadamente sosos y sus estructuras, un copia y pega constante que resulta cantoso ya desde el segundo nivel de juego. El diseño y modelado de los monstruos, en cambio, sí presenta mejores resultados, con un estilo que recuerda indudablemente al de las películas, con ese regusto inocentemente cutre que tanto nos gusta. Si es que ¡falta verle las costuras del disfraz a muchos de los kaiju contra los que nos enfrentaremos! Por no hablar de las humeantes explosiones y coloristas rayos atómicos que se sucederán constantemente. Así que sí, técnicamente hablando Godzilla es muy discreto, pero a su vez tiene encanto; posee algo de gracia.
Aunque tiene los ingredientes necesarios para contentar a cualquier seguidor de Godzilla, con destrucción a mansalva, grandes explosiones y montones de monstruos contra los que pelear, Godzilla suspende por culpa de su mediocre sistema de control y la simpleza de sus combates, que pierden la gracia casi en el mismo instante en el que se inician. Hay potencial en esta obra que posee montones de extras por desbloquear, pero creemos que no el suficiente como para recomendar siquiera su compra entre los acérrimos seguidores de las historias kaiju. Una lástima.
Comprar Godzilla- La gran variedad de Kaiju que podemos controlar. Están muy bien recreados
- Arrasar todo al paso de monstruos gigantescos tiene su gracia
- El sistema de control es torpe e impreciso
- Nula variedad de misiones. Los combates son extremadamente simples
- Es demasiado fácil y a los pocos minutos la acción se vuelve repetitiva
