La trilogía de la leyenda de Spyro continúa sus aventuras de plataforma con un nuevo episodio que muestra como el joven dragón es capaz de usar nuevos ataques y habilidades para descubrir nuevos misterios.
Hay tres etapas bien diferenciadas en la vida y saga de Spyro, aunque por desgracia a lo largo de los años han ido decayendo. Una década hace ya desde que Insomniac hizo nacer al simpático dragoncito morado en la veterana PlayStation. Toda una trilogía pasó por dicha consola, y título tras título iba superando notablemente al anterior hasta que la vida de la primera PlayStation acabó y los derechos de la saga fueron vendidos, quedando así Insomniac ajena a los futuros desarrollos y dedicándose en exclusiva a los excelentes Ratchet and Clank. En PlayStation 2 y consolas coetáneas la saga continúo expandiéndose siguiendo el mismo patrón del original, aunque lamentablemente, sin alcanzar ese revulsivo que buscaba y con un repertorio de bugs bastante notable.
Por último y tras esos dos regulares primeros títulos (Enter The Dragonfly y A Hero’s Tale) se decidió darle otra vuelta de tuerca a la saga, comenzando así “The Legend of Spyro”, modificando casi por completo jugabilidad y cambiando los paisajes de ensueño por otros más oscuros y una historia más elaborada.
Alas de dragón
Bajo las anteriores premisas comienza La noche eterna, continuación directa de “Un nuevo comienzo”. El argumento (punto fuerte en la anterior entrega) pierde un poco de fuelle, y a través de varias cinemáticas se sigue contando la historia de Spyro y como va recuperando sus poderes (oportunamente perdidos para aprenderlos en el tutorial), mientras un oscuro poder comienza a dominarlo todo.
Aunque el argumento pueda interesarnos en algún momento, cosa que tras las primeras horas de juego pasará inadvertido probablemente, de lo que no nos olvidaremos es de la jugabilidad que tenemos que aplicar. Si bien los movimientos son sencillos y típicos como la carga en carrera o un combo de golpes, resultan terriblemente lentos e imprecisos, aumentando la dificultad de manera ilógica. Por supuesto que también podremos recurrir al poder de los elementos como el fuego o el hielo (con su respectiva barra de magia), con los que podremos librarnos más fácilmente de los enemigos. También tenemos otro medidor de furia que conseguiremos derrotando a las hordas de enemigos que, al liberarlo, barrerá con todo lo que nos rodee.
Pero no todo van a ser enemigos, en Spyro también hay un importantísimo componente de plataformas con algunos aspectos interesantes, como por ejemplo el hecho de poder crear plataformas de hielo sobre la lava para cruzarla, aunque siempre bajo la premisa de no contar con un control muy preciso. Se ha introducido también otro original añadido que ya hemos visto en otro tipo de juegos, el famoso “efecto matrix” o tiempo bala, que será de obligado uso para algunos saltos imposibles o para ralentizar plataformas inalcanzables de otra forma. Si bien la idea es buena, esta “cámara lenta” no llega a satisfacer plenamente la experiencia de juego, y en muchas ocasiones resulta un pequeño engorro más que una virtud propiamente dicha.
Aunque Spyro es verdad que al final consigue una cierta variedad de movimientos y mejoras de habilidades, es posible que se caiga en una cierta rutina repetitiva de eliminar enemigos y una dificultad algo ilógica. Lo bueno es que no nos tendremos que preocupar por las vidas, ya que son ilimitadas, y además a lo largo de cada pantalla encontramos una serie de checkpoints y unas cinemáticas que no podrán ser saltadas por más que las veamos al haber muerto, donde podremos auto-cargar el último punto de control.
Tierras oscuras
Todo en esta leyenda de Spyro es oscuro, muy oscuro. Quizá sea por la nueva personalidad que se le ha querido dar a la saga, pero la verdad es que al pobre de Spyro no le sienta muy bien. El apartado gráfico es bastante pobre, escaso de polígonos y de animaciones, que si bien pasan, podrían haber estado mucho más trabajadas, como la de Sparx, la libélula que acompaña en todo momento a Spyro. Aún así tiene un efecto de luz interesante parecido al HDR, que hace que las luces brillen al mirarlas tras llegar de un lugar oscuro.
En cuanto al apartado sonoro, su definición sería más o menos la misma, oscuro. A la hora de escribir estas líneas me preguntaba si realmente tenía banda sonora, pero tras comprobarlo estaba en lo cierto, en la mayor parte del juego hay silencio casi absoluto salpicado de alguna nota musical aislada, exceptuando los momentos más épicos contra los jefes finales, donde la banda sonora toma una cierta majestuosidad.
El resto de efectos sonoros no sobresalen en ningún aspecto, gruñidos, pisadas o chisporroteos varios han sido resueltos correctamente aunque sin ningún alarde. También se incluye un doblaje al castellano.
La noche eterna resulta un juego entretenido para aquellos que quieran disfrutar de las aventuras de Spyro o de un plataformas sin grandes alardes técnicos y muchas complicaciones. Un juego de plataformas correcto, que demuestra que el joven dragón aún debe seguir madurando hasta llegar a ser el adulto que ansía.
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