Por fin aterriza la nueva obra de Keita Takahashi, el creador de Katamari Damacy. Una producción que una vez más sorprende por su alocado y original planteamiento. Análisis de Wattam.
En unos tiempos en los que cuesta encontrar nuevas propuestas que intenten abarcar nuevos géneros o que, por lo menos, traten de insuflar ideas que resulten innovadoras, encontrarnos con juegos como Wattam es toda una bendición. Diseñado por el padre de esa producción tan (bajo mi parecer) infravalorada como extraordinaria llamada Katamari Damacy, el gran Keita Takahashi, en esta aventura vamos a descubrir un nuevo mundo de ideas, personajes y fantasías tremendamente extravagantes.
De esta forma lo primero que me gustaría dejar claro es que no estamos ante un título mass market o masivo, de esos capaces de atraer a miles de usuarios de diferentes gustos o preferencias. Al contrario. Lo que nos ofrece esta nueva IP es de todo menos eso, siendo un juego nicho que posiblemente va a ser considerado como de culto por un grupo selecto de jugadores. ¿Estaréis vosotros dentro de dicho grupo? Seguramente eso depende de lo abierta que esté vuestra mente a nuevas ideas.
La trama que está detrás de esta locura creativa es meramente funcional y, sin duda, se trata del aspecto menos trabajado y sorprendente que muestra toda esta obra. En un mundo de fantasía compuesto por varias islas de reducidas dimensiones, el llamado alcalde que ejerce como protagonista principal (y el primer tipo al que controlamos) debe recuperar a sus amigos. Y, de paso, también tiene que conseguir que el mundo recupere su color dado que se halla sumido en un tono grisáceo y sin vida.
Wattam, un mundo increíble y desternillante
Por fortuna, a esta poca inspirada narrativa se ha integrado una fórmula de juego muy alegre, desenfadada, divertida y bastante absorbente una vez te sumerges dentro de ella. Eso sí, insisto en que no va satisfacer a cualquier tipo de usuario por sus numerosas peculiaridades.
La experimentación es una de las principales tareas que es necesario ir llevando a cabo a lo largo de todo el juego, siendo muchas veces la forma de solventar las distintas “misiones” o situaciones que nos va planteando esta obra. Como nuestra meta principal es hacer amigos, debemos interactuar y acercarnos a cualquier objeto nuevo que veamos en el escenario. ¿Y por qué? Pues porque cualquier piedra, semilla, rama, florecilla, roca y demás elementos en principio insignificantes, seguramente se conviertan en nuestros colegas en cuestión de minutos. Eso es, porque casi siempre dichos objetos inanimados pasan a tener ojos, boca y extremidades a poco que hagamos algo en concreto ¿Como qué? Pues eso depende de cada situación, que en muchos casos viene a ser una especie de pequeño puzle o, incluso, minijuego.
Se nota muchísimo la mano del gran Keita Takahashi, padre de Katamari Damacy
Usar nuestras lágrimas para hacer brotar un árbol del suelo, hacer una especie de corrillo alrededor de un objeto para que cobre vida y demás acciones así de particulares y puntuales suelen ser la llave para “desbloquear” a un nuevo amiguito para el alcalde. Precisamente aquí estriba uno de los principales valores que presenta Wattam, lo orgánico que resultan las interacciones entre los diferentes personajes y objetos, pudiendo realizar un buen número de acciones de una forma muy sencilla. Agarrarnos de la mano, trepar, hacer explotar objetos, tragar a personajes para que experimenten transformaciones, poner a unos personajes encima de otros y demás acciones se llevan a cabo de manera muy fluida y natural, por no hablar de lo sencillo que resulta efectuar todos estos movimientos y actividades.
El sistema de control es de lo más simple que os podáis imaginar y, de hecho, parece haber sido diseñado casi para niños (o para jugadores novatos). Además, es uno de esos títulos en los que no se nos propone reto alguno que sea capaz de acabar con nosotros dado que la progresión es tan simple como lo que os hemos comentado: todo se basa en experimentar, efectuar una acción concreta para dar con uno o varios amigos nuevos y seguir explorando los escenarios. Por eso mismo el nivel de dificultad es realmente bajo y, salvo algún que otro puzle que a veces es posible tardar un poco más en dar con su solución, estamos ante una producción muy relajada en este sentido que puede ser superada en unas cinco horas o incluso menos. Pero debido a sus características, se trata de una obra rejugable… o, casi mejor dicho, “redisfrutable”, dado que a muchos usuarios seguramente les gustará regresar una y otra vez al mundo tan colorido, alegre y desternillante que propone esta aventura.
Lejos de estar ante una producción ambiciosa y desbordante en lo técnico, estamos ante un juego que parece sacado de PS2… y de los más simplones, además. Todo lo que se deja ver en el juego, desde los personajes a los escenarios e incluso las texturas o la iluminación es de lo más simple, básico y sencillo que os podáis imaginar. Y, encima, de vez en cuando se producen ciertos problemas de rendimiento (al menos en la versión para PS4) como bajadas en la tasa de cuadros de animación, por ejemplo. Sin embargo y a pesar de eso, Wattam es un título que llama mucho la atención por su extravagante y divertida línea artística. Es imposible no esbozar una sonrisa viendo hacer el tonto a los protagonistas que se dan cita en esta aventura, incluyendo hasta zurullos de diversos colores dotados de vida propia. ¿En qué otro juego habéis visto algo así?
Una parcela gráfica muy curiosa y particular que ha sido aderezada, cómo no, por una banda sonora marca de la casa. ¿Os acordáis del tema principal de Katamari Damacy? Sí, ese que os perseguía incluso por las noches y que no os dejaba dormir porque era imposible sacarlo de vuestra mente. Bien, pues la banda sonora que nos acompaña a lo largo de toda la aventura es de ese mismo estilo, aunque es cierto que no llega a ser tan pegadizo como el que os acabo de comentar (casi mejor). Una banda sonora curiosísima que ha sido acompañada por un puñado de efectos sonoros que me han parecido demasiado escasos.
La nueva producción del creador de Katamari Damacy no decepciona y se convierte en una de las obras más originales, curiosas y extravagantes de cuantas han aparecido en lo que va de año. Y teniendo en cuenta que estamos en Navidad y en una temporada en la que hemos podido disfrutar de infinidad de títulos, esto alcanza más mérito si cabe. Wattam es una aventura que no se parece demasiado a nada que hayamos probado últimamente y que anima al jugador a experimentar e interactuar con una serie de personajes de lo más raro y desternillante. Un título único y muy divertido que, eso sí, no será de la conveniencia de todo tipo de usuarios por su extravagancia estética y jugable.
- Su mecánica de juego resulta muy original
- El modo cooperativo para dos jugadores es muy bueno
- La posibilidad de poder controlar a más de 100 personajes
- Destila simpatía y vida por todos sus poros
- Ciertos problemas de rendimiento, sobre todo ralentizaciones
- La historia principal da para unas 4 o 5 horas
