Análisis de Undertale. Aquél que combate a los monstruos

Análisis de Undertale. Aquél que combate a los monstruos
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No intentes comprender Undertale sin tan siquiera haberlo experimentado durante unas horas. La única forma de hacerlo es jugándolo, y para entonces, puede que ya sea demasiado tarde y estés atrapado en el mundo más extraño, adorable y divertido que hayas visto en un videojuego.

Antes de empezar a leer, mira bien las imágenes y pregúntate cómo un título que puede lucir tan poco atractivo a primera vista está siendo la sensación del momento, no sólo en la crítica sino en un público totalmente entregado que recomienda este Undertale a niveles casi obligatorios. Puede ser lógico preguntárselo, pero sólo quien sea capaz de dar el salto al vacío será capaz de comprenderlo. No te lo puede explicar una imagen ni un vídeo ni un amigo, ni este mismo análisis. Entender Undertale es un acto de fe.

Otra de las razones por las que es tan difícil realizar una crítica de Undertale es por el temor a descubrir demasiado. A eso que le hace tan especial, esparcido y estropeado en un puñado de frases. Intentar explicarlo es como diseccionar un cadáver para encontrar el alma, porque Undertale no es, ni mucho menos, la suma de sus partes. Hay algo intrínseco en él, entre su aspecto absurdo, sus diálogos carentes de sentido y sus situaciones histriónicas que conecta con cada uno de nosotros a diferentes niveles.

Como si de un agujero temporal hubiera surgido un juego programado por el hermano gemelo oscuro de Nintendo. Como si Tim Burton hubiera pasado demasiado tiempo con un mando de NES entre las manos. O mejor aún, lo que pasó en la realidad: como si un fan incondicional con conocimientos de programación hubiera hackeado la ROM de Earthbound demasiadas veces.


Undertale es eso que ocurre cuando un diseñador se sale de la norma y logra desinfectarse de todos los vicios que ha cogido la industria del videojuego desde hace tanto tiempo. Sí, hay elementos de RPG, de arcade puro, de minijuegos, de historia con decisiones morales, pero nada está resuelto como estamos acostumbrados. Quizá esa sea su magia.

Sí, ese extraño ser poco elaborado de cara asimétrica y tez amarilla eres tú.
Sí, ese extraño ser poco elaborado de cara asimétrica y tez amarilla eres tú.


Pero recompongámonos un poco. Undertale es la historia de la caída por la madriguera del conejo. Al inframundo donde habitan los monstruos, exiliados por el hombre en una guerra ancestral. Nosotros, en la piel de un niño a bautizar, tendremos que encontrar el modo de escapar de este lugar. ¿Clásico, verdad? No necesitarás de mucho tiempo para darte cuenta que nada es lo que parece, y que la inclusión de clichés y elementos reconocibles sólo están ahí para ser destruidos.

Así lo demuestra, por ejemplo, el sistema de combate, al que además de las clásicas opciones de luchar o usar un objeto se le añaden la de interactuar con los enemigos, de modo que podamos perdonarles y no acabar con ellos. Sin embargo, si no lo hacemos no conseguiremos EXP, y ya sabemos lo importante que es esto en un juego de rol, ¿no?

Ellos, sin embargo, atacarán, pero no en un combate de estadísticas, sino en uno donde veremos nuestro corazón (nuestra vida) y casi como si de un shoot’em up de la rama de los bullet hell se tratase tendremos que esquivar sus ataques y, a veces, incluso, sus lágrimas. Porque, como hemos dicho anteriormente, nada es lo que parece en el mundo de Undertale.

Aquél que combate a los monstruos...


Undertale es eso que ocurre cuando un diseñador se sale de la norma y logra desinfectarse de todos los vicios adquiridos por la industria del videojuego

Lo que logra el título de forma impecable es luchar contra los hábitos de un RPG como si ese fuera su principal objetivo. La constante rutina de luchar y mirar unos cuantos números se sustituye por esta mecánica casi de minijuego, siempre distinta, siempre divertida que no verás prácticamente repetida durante toda la aventura, menos aún en unos jefes finales que son la guinda a la originalidad y la pura diversión.

Las secuencias de lucha no ocultan las referencias a la saga Mother o los primeros Shin Megami Tensei. Lo que se oculta es otra cosa bien distinta.
Las secuencias de lucha no ocultan las referencias a la saga Mother o los primeros Shin Megami Tensei. Lo que se oculta es otra cosa bien distinta.


Esta premisa se repite en la exploración, siempre con puzles distintos, sin atreverse más que en su parte final, probablemente la menos inspirada de todas, a aburrirte con una mecánica que ya hayas superado. Por tanto, Undertale busca ante nada la sorpresa constante del jugador que debe ser el estar en un mundo completamente extraño, poblado por monstruos aún más extraños y con un par de esqueletos como secundarios, Sans y Papyrus, que podrían llevarse perfectamente el premio a mejores personajes del año.

Es una lástima no poder hablar y profundizar en los temas que quiere tratar Undertale ni en cómo lo hace. Sólo poder mencionar de pasada las sorpresas que guarda y las formas que tiene de romper la cuarta pared hasta puntos que rivalizan contra los ejemplos más consagrados que recuerdes en un alarde de programación visceral. De hecho, en ocasiones tiene tanta tensión por forzar la última sorpresa, retorcer el gag hasta lo insospechado, que esto podría ser lo más repetitivo que tiene el título.

Aquél que combate a los monstruos...


Pero como decimos, las sorpresas nunca se acaban, y si vienes de la generación de juegos como The Stanley Parable y toda la rama experimental, Undertale puede ser la mejor obra del año en ese aspecto, porque además no se olvida de divertirte con mecánicas y no sólo con la narrativa, hasta el punto de que cualquier información externa que leas sobre él y no se encuentre en el juego, es casi un spoiler en sí mismo.

Y por eso no podemos decir nada más, salvo que saltes a la madriguera del conejo o no lo hagas. Elijas lo que elijas, no lo prejuzgues e intenta cuanto menos jugar a la demo que acompaña al juego, porque como habrás leído (o no) a lo largo de este análisis, lo que menos importa de todo es su aspecto gráfico; esas imágenes que te hacen fruncir el ceño y pensar en un título poco trabajado. Pero es que, hasta eso, tiene su sentido.

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  • De lo más original que encontrarás este año
  • La forma que tiene de huir de la repetición
  • No rompe. Revienta la cuarta pared
  • No es algo negativo, pero no es un título para todo el mundo
  • El tramo final puede no estar a la altura del resto
Jugadores: 1
Idioma: Textos en inglés
Duración: 15 horas (mínimo)
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