Tomando como base una jugabilidad casi idéntica a la del The Legend of Zelda original, lo nuevo de Devolver Digital añade una interesante mecánica de muerte capaz de plantear divertidos rompecabezas. Te contamos qué tal nos ha parecido Minit en este análisis.
Inmediatamente después de hacer clic en el botón de "comenzar partida", encontramos a nuestro pequeño y simplón avatar digital en medio de su casa, con su perro. Hay poco que hacer, así que salimos fuera y vemos que nuestro hogar está en mitad de… algún sitio. Podemos ir a la parcela del norte, sur, este u oeste, y escojamos la que escojamos, es probable que no entendamos muy bien lo que se cuece allí. ¿Derrotar a un cangrejo, sin arma? ¿Un arbusto que nos impide pasar? ¿Cruzar un río, sin puente? Mientras intentamos comprender nuestras limitaciones, los últimos segundos de un reloj en una esquina de la pantalla retumban con cada vez más fuerza, como si fueran los pasos de un gigante que se dirigen hacia ti. El contador llega a cero, y nuestro personaje cae redono al suelo, como si le hubiera dado un infarto. Hemos muerto. Pero ya sabemos qué nos vamos a encontrar en esa parcela la próxima vez. Esto es Minit.
Puede que al principio no nos demos cuenta, pero realmente hemos vivido toda una aventura en un minuto, en la que salimos de casa para explorar lo desconocido y descifrar un misterio. Lo que nos queda es el recuerdo de esa aventura. Dicho de tal forma, puede parecer muy poca cosa, pero así es como funciona este juego. Es simple, es directo, sabe lo que busca y es capaz de sorprenderte con una particular mecánica de muerte cronometrada. No es el primero en hacer esto, pero creo que es legítimo pensar que, como mínimo, es el que mejor la aplica al género de aventuras.
Redescubriendo las aventuras de 8-bits
La progresión de Minit sigue una estricta norma de ensayo y error: avanzamos en la aventura explorando y muriendo, dibujando poco a poco un mapa mental del área, y no desbloqueamos un nuevo fragmento a explorar hasta que somos capaces de cartografiar cada pista que tenemos y cómo aplicarla. ¿Recuerdas el arbusto del que hablábamos antes? En cuanto encuentres la espada en otro cuadrante, ya no será un problema. Y es que precisamente la clave para avanzar, a menudo, consiste en descubrir un objeto, arma o técnica que nos permita resolver cierta mazmorra o rompecabezas. Por el camino, puede que encontremos también pistas, monedas o corazones extra que nos hagan la vida más fácil en el futuro.
Tal vez ya te hayas dado cuenta, pero casi todo lo que hemos dicho hasta ahora también se puede aplicar a uno de los juegos más influyentes de la historia: el The Legend of Zelda original. A un nivel muy básico, Minit es lo mismo. Tiene un mapa dividido en casillas o parcelas, que recorremos desde una vista cenital. Algunas casillas tienen retos para los que aún no estamos preparados, y vamos construyendo una progresión real conforme entendemos lo que nos rodea y desciframos sus misterios. Si Minit no tuviera esa característica mecánica de muerte, sería un juego de aventuras aceptable. Lo que lo hace especial es la frescura con la que salpica la reverenciada obra de Miyamoto.
El juego sabe explotar sus mecánicas para dar lugar a situaciones originales
Pongamos un ejemplo, ¿sí? Tras unos pocos minutos de juego, llegamos hasta un faro. A los pies de éste, un anciano nos da una pista sobre el paradero de un tesoro. Debido a lo rápido que debes actuar en este juego, el bocadillo de texto de la mayoría de personajes se llena muy rápido. Pero el de este señor mayor va despacio, como si hablara con torpeza. Y además, pierde el hilo de la conservación. Lo que en cualquier otro juego no sería más que una broma simpática, aquí es todo un rompecabezas. No te da tiempo a terminar el diálogo. Mueres antes de que el anciano termine de hablar. Pero sabes dónde está, así que en la siguiente vida vas corriendo, anticipándote a los setos que te interrumpen el camino, ganando terreno; hasta que finalmente llegas hasta el anciano y tienes tiempo suficiente para leer todo su diálogo… justo antes de morir. ¡Ya sabes dónde está el tesoro!
Creo que es un ejemplo muy bueno para ilustrar dónde está el encanto y la simpatía de Minit, pero realmente hay muchos más: una casa encantada en la que debes comprobar el mismo objeto repetidamente para encontrar la salida a tiempo, una cola enorme para hablar con el servicio de atención al cliente de una fábrica o un laberinto pensado para "rascar" hasta el último segundo de tu tiempo son otras simpáticas formas de reinterpretar la fórmula zeldera clásica, y lo cierto es que funciona muy bien. El juego sabe explotar sus mecánicas para dar lugar a situaciones originales de su propia cosecha, y mantiene el listón bien alto de principio a fin.
No sería justo, por otra parte, limitarnos a hablar de lo bueno sin señalar que no todos sus apartados están a la altura, y en este punto podemos remarcar que los controles del juego nos dejan con alguna que otra situación frustrante. Por ejemplo, la animación de golpear con la espada deja a nuestro personaje totalmente expuesto durante un segundo, y sólo se puede golpear en vertical y en horizontal; atacar termina siendo una decisión táctica y a menudo, desaconsejable. El mero hecho de andar puede dejarnos con algún traspiés en las partes donde tenemos que empujar ciertos objetos con precisión o pasar por un lugar estrecho, aunque por suerte son detalles pequeños que no afectan gravemente al resultado.
Minit sabe cubrirse de encanto y proponer situaciones divertidas
Donde sí presenta algo más de problemática es en el tema de 'backtracking', y es que no podemos completar absolutamente todos los rompecabezas del juego tan pronto como los descubrimos. A veces, toca volver sobre nuestros propios pasos más adelante, cuando hayamos desbloqueado cierto objeto. E incluso contando con los atajos que podemos abrir, recordar una ruta que habías visitado tiempo atrás sólo por conseguir una moneda o corazón puede hacerse tedioso. Tal vez se habría hecho mejor dando la opción de teletransportarse entre los diferentes hogares a los que llegamos, y que hacen las veces de 'checkpoint'.
Con todo, nuestra valoración global para Minit es bastante positiva porque sabe cubrirse de encanto y proponer situaciones divertidas. A ello ayuda también un apartado artístico igual de simplista, con un simpático estilo 'pixel art' de 8 bits; y una banda sonora sorprendentemente pegadiza en algunas ocasiones. Quizás se podría haber pedido la recreación de escenarios más ambiciosos —las parcelas del desierto literalmente presentan unos pocos píxeles aparte de nuestro protagonista— pero no hay nada que objetar al respecto en lo tocante a la jugabilidad. El juego cuenta con localización al español, y ocupará un espacio insignificante en nuestros discos duros.
Minit es una simpática y original reformulación del primer The Legend of Zelda, que añade una mecánica de muerte cronometrada capaz de dejarnos con situaciones cómicas y rompecabezas ingeniosos. Nos hubiera gustado ver una acción algo más pulida y escenarios algo más inspirados, pero no cabe duda de que es una experiencia refrescante para los amantes de las aventuras clásicas.
- Su mecánica de muerte se mantiene fresca y original
- Introduce y replantea mecánicas y rompecabezas constantemente
- Su particular y minimalista sentido del humor
- A veces, volver a visitar lugares conocidos puede tornarse molesto
- Presenta ligeras asperezas en el control
