En este mundo existen dos realidades bien diferenciadas: luz y oscuridad. Un escenario perfecto para solucionar un buen puñado de puzles que pondrán a prueba nuestra capacidad espacial y temporal. En el análisis de The Sojourn comprobamos cómo de originales son sus desafíos, mientras nos deleitamos con su onírico y colorido mundo.
Creo que el puzle es el género que me demuestra ser el más imaginativo año tras año. En otros más prolíficos como la aventura o el rol, muchas de las mecánicas centrales son idénticas o, al menos, muy parecidas. Pero en este campo, inspirarte en otro juego es el primer paso para fracasar. Su premisa tiene que ser nueva, incluso aunque utilice elementos ya vistos, como hace este The Sojourn con la teleportación o la redirección de haces de luz. Y, tras presentar unas cuantas mecánicas frescas, profundizar en ellas y llevarlas al extremo de sus posibilidades te augura un buen futuro.
Pero claro, es que si encima lo presentas en un envoltorio tan atractivo que es lo que hace The Sojourn, resulta un verdadero placer recorrer cada una de las estancias y disfrutar de los vivos colores y los paisajes surrealistas mientras te exprimes un rato el cerebro. También intenta, según parecen querer hacer todos los juegos de puzles últimamente, coser un sutil hilo narrativo, aunque es posible que sea el único que sale ileso de este asunto, porque no molesta ni entorpece el desarrollo. Su premisa, tan etérea, tan efímera que nos habla en líneas muy débiles sobre la realidad, lo que se ve a simple vista y lo que se oculta en el velo de la oscuridad, es una estructura fácilmente ignorable y que se aleja de la pretensión. Sabe que es un juego de puzles y, por lo tanto, no utiliza este recurso más que como elemento conductor para llevarte de un lugar a otro con un poco más de significado.
Una vez que los niveles empiezan a acelerarse y aumentar los desafíos, el juego te atrapa
Porque aquí lo que importan son los puzles, perdonad la perogrullada. Y los de The Sojourn siempre intentan jugar con estas dos caras de la realidad, en la que podemos interactuar con determinados objetos desde un plano de la misma, el luminoso; y con otros tantos desde el lado más oscuro. Así, podemos teletransportarnos a determinados lugares, intercambiar nuestra posición con la de objetos clave, reconstruir escalones y puentes derruidos mediante notas musicales que duran un tiempo o construir caminos de oscuridad a través de proyectores. Sé cómo suena en papel: extraño. Simple. Aburrido. En el videojuego, que es lo que importa, te verás atrapado rápidamente una vez que los niveles empiecen a acelerarse y los desafíos pongan tus neuronas en funcionamiento.
Las leyes de este mundo quedan claras cuando comenzamos un nuevo nivel y se aplica una nueva regla. Por ejemplo, una vez que entramos en contacto con una plataforma que nos lleva al mundo de Oscuridad, tenemos un tiempo límite mientras nos desplazamos antes de volver al de la Luz. Eso limita nuestros movimientos y nos obliga a buscar formas creativas de desplazarnos y mantenernos en el mundo oscuro, que es por lo general donde más podemos interactuar con los objetos. El juego busca llevar cada una de sus ideas al máximo, hasta el punto de que muchos de esos “momentos eureka” llegan explorando las vías menos ortodoxas.
The Sojourn, la realidad es un puzle
Es posible que en unos pocos retos no logre dar con la tecla adecuada, ya que algunas soluciones parecen un tanto rebuscadas. En ocasiones he tenido una sensación parecida a esos momentos en Breath of the Wild, en los que parecía que estabas rompiendo el juego, aprovechando un pequeño descuido del desarrollador (solo que no). Pero en The Sojourn, a diferencia de lo que ocurre en The Legend of Zelda, aquí solo hay una solución posible que es la que se espera que encuentres, y no siempre se resuelve con la misma elegancia.
Eso sí, no se puede decir que este onírico rompecabezas no sea condescendiente con el jugador. El camino principal está muy bien equilibrado y aunque en algunos momentos puede llegar a resultar un tanto forzado, en líneas generales avanzarás en él a buen ritmo. Eso no significa que el título no sea desafiante, sino que los puzles más complejos suelen venir acompañados a la ruta principal en forma de desafíos extra. Los hay completamente adyacentes; es decir, niveles nuevos que realmente pondrán a prueba nuestra lógica y comprensión de los principios aprendidos en el videojuego. También hay otras formas de cumplir con algunos de los niveles obligatorios, que incluyen recoger un pergamino completamente opcional. Claro, que para hacerlo tendrás que resolver el puzle en un orden distinto y no es fácil.
Visualmente es muy agradable de contemplar. La elección de colores es siempre evocadora y no tiene miedo a explorar otras paletas y entornos muy distintos a medida que avanza la aventura. Podría resultar, como ocurre en otras obras, que en determinado progreso se nota un diseño menos atractivo, pero creo que el de The Sojourn se mantiene muy bien trabajado. La música es algo más ambiental y ese es en el fondo su trabajo: mantenerte concentrado sin robar el verdadero protagonismo al enigma que tienes entre manos o distraerte demasiado de tu tarea de resolverlo.
The Sojourn ha sido muy agradable, siempre estimulante
La versión lanzada para Epic Store, además, está bien trabajada. No he tenido ningún problema en configurar el juego para el monitor ultrapanorámico ni tampoco para disfrutar de su buen diseño visual al máximo sin ningún tipo de errores técnicos. Su control tanto con el teclado y ratón o con un mando en las manos está bien implementado, ya que tampoco se requieren muchas acciones, aunque sí he de destacar que algunos movimientos muy rápidos que he tenido que realizar, sobre todo de cámara, se antojan más eficaces con el ratón que con el segundo stick.
Hay cuatro capítulos en The Sojourn que no lo hacen un reto excesivamente largo, pero sí en la media de lo que suelen ofrecer este tipo de juegos del género. Tengo que volver a insistir en esos desafíos extra, sobre todo los que componen un nivel en sí mismo, que alargan y mucho las horas de juego porque son los que más me han hecho estrujarme la cabeza hasta dar con la solución. Quitando el hecho de que algunas soluciones para puzles muy concretos no son tan elegantes como otras, el otro obstáculo que he encontrado es que el movimiento de nuestro personaje es algo lento y eso puede ralentizar esos momentos de ensayo y error cuando tienes que desplazarte mucho por los niveles. Es algo que no se puede alterar, porque la velocidad de nuestro personaje es un factor determinante para algunas soluciones, aunque no deja de ser cierto que puede llegar a perder un poco de ritmo en el proceso. En cualquier caso, el viaje por The Sojourn ha sido muy agradable, siempre estimulante y es no espero más ni menos de un puzle que esa capacidad genuina de inventar un ingenioso sistema, una acción/reacción, y llevarla al máximo de sus posibilidades.
The Sojourn logra atrapar gracias a un sistema de puzles creativo que se mantiene fresco y en el que profundiza al máximo. A destacar el magnífico añadido de unos niveles extra realmente desafiantes, pero que merece la pena completar. Se acompaña con un diseño artístico espléndido y aunque no siempre se resuelven sus acertijos con la misma elegancia y su velocidad puede entorpecer las dinámicas de ensayo y error, logra que llegues a la meta con gran satisfacción.
- Mecánicas ingeniosas para los puzles que lleva al máximo de sus posibilidades
- Retos adicionales que ponen a prueba realmente al jugador
- Diseño artístico muy atractivo, colorido y hermoso
- Algunas soluciones a puzles concretos que resultan poco intuitivas
- La velocidad del movimiento es algo lenta y puede afectar a la juagabilidad
