Somos Kai, una niña que debe viajar a una misteriosa isla llena de mutantes para visitar a su abuelo. Allí, conociendo a los extraños, pero familiares miembros de esta singular comunidad, aprenderá que las apariencias engañan. En este análisis de Mutazione, te contamos cómo es realmente esta nueva aventura narrativa.
No son muchas las historias costumbristas que se acercan a los videojuegos. Quizá por ello sorprendió hace unos años Night in the Woods con una fórmula que eliminó las mecánicas para centrarse exclusivamente en el aspecto narrativo. Mutazione, al igual que el trabajo de Infinite Fall, quiere explorar hasta dónde se puede llegar en este terreno con un relato implícito, de esos que nos devuelven a la tranquilidad casi rural de un pueblo donde todo el mundo se conoce, solo que sus lugareños, en esta ocasión, son mutantes.
Realmente, da igual si lo son, o si el mundo que nosotros conocemos se ha ido a la porra. Quizá Die Gute Fabrik haya escogido este extraño futuro post-apocalíptico, pero tanto o más pacífico que el nuestro, precisamente para demostrarnos que hay cierta universalidad en su mensaje. A través de nuestro paso por Mutazione, que es como se llama esta isla habitada por extraña fauna y flora y aquellos que vieron alterada su genética, experimentamos en el fondo un retorno a las raíces del ser humano. Los habitantes de la isla tienen aspectos variopintos cuya fisiología se mezcla con la de animales, plantas u otras menos conocidas, pero es precisamente este contraste el que deja más patente que son personas como nosotros, con los mismos problemas, miedos, esperanzas e inseguridades. Probablemente, cada uno de los jugadores que se acerquen a él tendrán una experiencia distinta, y eso es, en esencia, por el carácter universal que mencionaba antes. Para mí, la forma en la que se crean esas dinámicas entre los personajes, que forman una pequeña comunidad en la que todo el mundo sabe lo que le pasa a todo el mundo, me recuerda inevitablemente a mi pueblo.
La melodía del jardín
Cuando hablan de su forma de intercambiar bienes sin dinero de por medio, mediante trueques en los que cada uno aporta lo es capaz, sus diálogos sencillos me llevan a aquellos momentos en los que alguien nos traía comida o madera de olivo simplemente porque mi padre les arreglaba los ordenadores. Las reuniones a la luz de una hoguera, los problemas que causa un individuo o los líos sentimentales entre los habitantes que son imposibles de ocultar... Hay algo único en ver retratada esa sencillez en un videojuego, sobre todo porque a veces parece que el medio se esfuerza demasiado en sentirse complejo y, por complejo, que se le tome más en serio. Pero son con este tipo de situaciones costumbristas, en las que se nos permite conocer a un grupo de estrambóticos seres, raros como ellos solos y a la vez con los que es fácil identificarse, donde radica la verdadera naturaleza de Mutazione. Una que, igual que a mi me lleva a la nostalgia de mi propio pueblo, a cada jugador puede llevarle a un lugar completamente distinto.
Luego están los jardines, que vienen a componer la parte más mecánica de la obra, con una serie de siete entornos que cuidar y hacer florecer mediante una partitura de melodías mágicas que aceleran el crecimiento de la flora mutada. Podemos elegir qué semillas plantar y en qué parecelas en cada jardín, pero siempre tendremos que cumplir un requisito para que florezcan de la forma adecuada. Quizá la parte más floja del videojuego, porque más allá de crear un sistema donde plantar las semillas que has ido recogiendo durante toda la isla, no busca ir más allá. La cantidad de plantas que podemos recoger es muy numerosa y variada, dividida en varias clases y, en teoría, con diversas propiedades.
Busca salirse de lo cotidiano
Sin embargo, quizá porque el juego busca llevarte de la mano en todo momento, no parece que las conversaciones secundarias que suceden a lo largo de nuestra semana nos permitan utilizar ninguna de estas propiedades especiales, más allá de la meta principal. Creo que relacionar estas mecánicas de cultivo con las propias historias de los personajes a través de misiones secundarias habría logrado una mejor cohesión y una mejor justificación de su condición de videojuego, para equilibrar sus fortalezas. Sin esta profundización en el sistema del jardín, más allá de lo que parece, una aventura gráfica, el resultado se asemeja más al de una novela visual en tercera persona.
Pese a lo que para cada uno evoque las pequeñas situaciones que ofrece Mutazione, que estoy convencido que ahí radica el misterio de la obra, también hay una historia explícita, más tradicional que oculta el misterio de la isla, que ir averiguando por el camino. Una que lleva a nuestra protagonista Kai a abandonar la comodidad de su hogar para visitar a su abuelo, que ha caído enfermo. Recuerda casi a esa premisa de Stardew Valley, que bajo el pretexto de cumplir los deseos de tu abuelo, te hace salir del mundo hiperconectado para ponerte en contacto con otro más tranquilo donde las cosas se mueven más despacio. Dado que la isla tiene propiedades únicas y sus habitantes son producto de la mutación, lo natural se mezcla siempre con lo raro y también con lo místico. Y también con lo cómico.
Así es Mutazione, uno de esos juegos con lo que es difícil realizar cualquier tipo de crítica formal, porque busca, precisamente, salirse de lo cotidiano. No quiero animar, por tanto, a nadie que no guste de los experimentos narrativos que intente tan siquiera darle una oportunidad. Pero si eres de los que no tienes problema en sentarse al teclado o al mando con una dosis de tranquilidad y paciencia lectora, es posible que descubras en el proceso un mundo que, cuanto menos, no estás acostumbrado a ver plasmado en este medio. Quizá te hable de ciertas cosas de tu propia vida, como a mí, o quizá te deje completamente indiferente. Pero eso es lo que siempre pasa cuando navegas rumbo a lo extraño y lo desconocido.
Mutazione ha sido un gran viaje, que logra calar en el espectador gracias a demostrar que hasta en el rincón más inhóspito del mundo, una isla poblada por mutantes, puedes encontrar las historias más humanas. Es una obra atípica en el medio, costumbrista, y dedicada a aquellos interesados exclusivamente en la experiencia narrativa, que busquen otras fórmulas de interpretar el medio.
- Personajes que logran que te intereses por sus vidas.
- Una historia imaginativa y que maneja sus temas con sutileza. Tiene un misterio que resolver, pero es el camino el que cala.
- Los jardines podían haberse aprovechado más para introducir tramas secundarias.
- Algunas indicaciones pueden no quedar claras, haciendo que nos perdamos un poco.
