Paradox lo ha vuelto a hacer. Con sus guerras, las traiciones, los asesinatos, casamientos y conjuras, en el análisis de Crusader Kings III descubrirás uno de los mejores videojuegos de estrategia de los últimos años. Una obra excepcional que retrata como pocas las intrigas palaciegas propias de la Edad Media.
Han pasado más de 15 años desde que Crusader Kings irrumpiera con fuerza entre los apasionados a la estrategia, 15 años que pueden parecer un mundo para cualquier mortal, pero que visto desde el prisma de la realiza no son más que un pestañeo, un suspiro, un aleteo de colibrí en la línea sucesoria de estas casas de renombre e historia. Tras deslumbrarnos hace ya ocho años con una secuela que no hizo sino mejorar todo lo visto en el original, Paradox Interactive vuelve a la carga con otro videojuego excepcional que una vez pruebas, ya no quieres abandonar gracias a todas las mejoras que recibe. Porque este brillante Crusader Kings III perfecciona su estilo, pero también corrige la mayor dolencia de sus antecesores, que es la cantidad ingente de sucesos que acontecen de manera continua. Entendeme bien. Digo dolencia porque ese bombardeo constante de acontecimientos puede distraerte de cualquiera que sea tu objetivo principal durante demasiado tiempo, y por lo tanto acabar fracasando en él. Pero todo esto dependerá de lo que tu mente maquine, pues será ella la que urda conspiraciones y planes maquiavélicos con el descomunal torrente de información sobre todas y cada una de las personas que viven y trabajan en cualquiera de las cortes del mundo.
El periodo histórico en el que se ambienta Crusader Kings III comienza en la Alta Edad Media, concretamente en el año 867 DC, o en el año 1066, Baja Edad Media (concretamente Plena Edad Media), sugiriéndonos seis personajes diferentes en seis momentos de la línea temporal distintos con localizaciones geográficas dispares. Tu, claro, puedes optar por ellos o por cualquier otro personaje que quieras, ya que puedes jugar con absolutamente cualquier personaje con, al menos, título de Conde. Estas elecciones vienen acompañadas de tres niveles de dificultad que irán de muy fácil a normal, pues no es lo mismo comenzar siendo un prominente Noble en un pequeño Ducado de Irlanda, que siendo el Rey de Castilla. Por lo que, a mayor volumen de tierras y vasallos, más complejidad, ya que el caudal de recursos, intrigas y peligros es directamente proporcional.
Pero esto no queda ahí, ya que para evitar que te canses de esas seis campañas, el juego te da la posibilidad de crear un personaje a voluntad, situarlo geográfica e históricamente donde te plazca, y ajustar las reglas de esa campaña nueva. No se puede pedir más a un título que solo con su propuesta principal asegura innumerables horas frente al monitor.
Un tutorial que te enseña a ser Rey
Muchas veces en títulos como este, con una variedad monstruosa de opciones, mapas, secciones, subsecciones y posibilidades, siempre se muestra al jugador lo básico en un tutorial más o menos extenso y se nos lanza como un niño que prácticamente no sabe nadar a la parte más profunda de la piscina. Pero en Crusader Kings III no es así gracias a un tutorial majestuoso y prácticamente perfecto que se preocupa de darte todas las herramientas que necesitas saber si eres un recién llegado a la franquicia.
En él se muestra casi el 80% de todo lo que podemos hacer, y lo que no muestra lo deja para cuando lo finalicemos y sigamos en esa partida para seguir instruyéndonos. Incluso si no lo acabas (cosa que desaconsejo) y quieres meterte de lleno en una de sus campañas, el programa seguirá ayudándote con conceptos u opciones que no hayas revisado o controlado del todo. Esto no es solamente útil para el jugador que se introduce en la saga o en el género, sino también para los más duchos en estas lides que tendrán una oportunidad perfecta para refrescar su enorme contenido.
Una de las cosas que más valoro de este videojuego es su mapa estratégico, diseñado con una delicadeza artística altísima, emulando al Orbis Terrarum. Es aquí donde vemos que la historia está en constante movimiento miremos por donde miremos. No sólo en nuestras lindes, también en el resto del mundo; el mapa no deja de cambiar, nada se deja al azar, pues todas y cada una de las decisiones militares o de cualquier índole que he tomado repercuten en esos cambios. Pero como digo, no solo serán las decisiones importantes las que marcan el devenir de la partida. Los casamientos que eliges, dar títulos y tierras a algún vasallo o tener un simple desliz fuera del matrimonio puede derrumbar la mayor potencia que el mundo antiguo jamás haya visto, ya sea por tu inconsciencia o porque alguien se haya ido de la lengua.
Este mapa permite navegar e interactuar con él de manera libre, aunque estaremos limitados por la distancia con algunos reinos o ducados. Sí, puedes investigarlos, y realizar algunas acciones con ellos, pero la gran mayoría de posibilidades que tienes con los que están más cerca tuya estarán bloqueadas. Para acceder a ellas tienes que expandir tu reino y así influir más allá de las fronteras de tu reino. Siempre se puede recurrir a personajes históricos como el emperador de Roma o el Papa, y así ejercer cierto influjo desde la distancia. Pero esta última opción es complicada, pues la cantidad de trabajo que lleva ganarse el favor de estos personajes es muy alta.
Disfrutando de Crusader Kings III
Este es un juego complejo, muy complejo, y dentro de su complejidad nos presenta una dicotomía muy importante, pues en realidad, lo nuevo de Paradox se juega por sí mismo, prácticamente solo. Me explico: si comienzas una partida y vas siguiendo los porcentajes de posibilidad de algunas acciones, así como los consejos y ayudas en forma de iconos que se te ofrecen, te mantendrás sin mucho apuro durante un gran número de horas en el poder, e incluso, podrás ganar territorios sin recurrir al "Casus Belli". Seguramente te preguntarás cómo puede ser posible que, si este título es tan complejo, se pueda jugar solo. La respuesta es fácil, ya que una cosa es jugar a Crusader Kings III y otra muy diferente es disfrutar de Crusader Kings III. Para ello tienes que liberar tu mente y comenzar a elucubrar, maquinar y urdir planes al más puro estilo de Juego de Tronos porque, en esencia, Crusader Kings III es más un título de personajes y lo que pueden hacer que de reinos y territorios.
Esto último pudiera parecer algo disparatado, ya que en un juego de estrategia como este los personajes desaparecen en un instante de la partida, pero estos son los que forman los cimientos de los reinos, por lo que tendremos que invertir muchas horas en conocerlos, ubicarles en el puesto más idóneo para sus características y sobre todo, controlarlos. Sí, controlarlos, pues en Crusader Kings III se ha añadido algo que cambia por completo la forma de enfrentar la partida: las conjuras. Estas son planes a largo plazo para realizar diferentes acciones. Son el eje sobre el que pivota la razón de ser de los personajes, pues con ellas Paradox ha conseguido exprimir la titánica labor realizada con su enorme elenco de protagonistas. Disponer de una cantidad astronómica de ellos y no dotarlos de características, trasfondo y utilidad, hubiera sido un trabajo en vano. Pero por suerte sí que han dotado a estos de todo lo necesario para que por medio de las conjuras se formen historias y una narrativa emergente que no recuerdo haber visto en ningún otro título.
Hay un tutorial majestuoso y prácticamente perfecto que se preocupa de darte todas las herramientas
En Crusader Kings III todo puede suceder. Desde lo más simple y acorde a la época como una unión de familias influyentes y poderosas por medio de un matrimonio concertado, con menores de por medio; pasando por la unión de familiares, excomuniones, hijos bastardos que reclaman un lugar en la línea sucesoria o traiciones de todo tipo hasta, incluso, una guerra santa. Las conjuras están divididas en dos tipos, personales y hostiles. Las segundas comprenden el asesinato de un noble rival, ya sea Duque o Rey, pudiendo elegir si realizamos este cometido con cuidado para no levantar sospechas o sin importarnos las consecuencias. Aquí hay que llevar especial cuidado, porque las hay, y pueden ser devastadoras para el reino o el futuro de nuestro linaje. Tal es así que el enemigo puede hacer una contra conjura, asesinando por ejemplo al único heredero al trono y acabando así con la posibilidad de continuar la partida con todo el trabajo realizado, obligándonos a elegir otro linaje o dinastía para continuar en la partida. Pero no todo tiene por qué acabar en un asesinato; también puedes realizar secuestros.
Las conjuras personales, por su parte, buscan ganarse el favor de alguien usando por ejemplo el espionaje; rebuscar en la vida de otros personajes para descubrir secretos inconfesables, o pasiones ocultas que podamos explotar en nuestro favor. También puedes guardarte un favor que podrás utilizar durante un periodo de tiempo determinado en las negociaciones. Estos ganchos, tal y cómo los denomina el juego, pueden ser fuertes o débiles dependiendo de la gravedad de ese secreto oculto. El nivel de complejidad es increíble y el abanico de posibilidades es incalculable, pero os aseguro que os divertiréis enormemente, pues las situaciones que se dan y el tono humorístico de alguna de ellas puede llegar a ser desternillante.
Tu estilo de vida marcará el devenir de tu reino
Nuestro personaje dispone de cinco categorías diferentes para elegir las habilidades que lo conformarán en un comienzo. Estas repercutirán tanto en el reino como en las relaciones con los demás personajes y son susceptibles de mejora con el pasar del tiempo pudiendo hacerse de diversas formas. Con la Administración aumentarás tu gestión de recursos y la recaudación de oro en tus territorios, la hacienda de la Edad Media. También tendremos la clásica diplomacia. Si te decantas por esta vía, tendrás más facilidad al tratar con otros nobles, más delicadeza en el diálogo y también llevarás con elegancia la etiqueta con los cortesanos, algo que siempre queda bien.
Las conjuras son una de las grandes novedades, y son geniales
Hay otras opciones tan interesantes como la habilidad Marcial, para resolver problemas por la vía militar, ciñéndose al estudio de la guerra y a la habilidad para comandar ejércitos, desplegarlos y realizar tácticas avanzadas de batalla. Pero si por el contrario lo que te interesa es atesorar conocimiento, has de elegir la Instrucción, centrada en el estudio del saber, la Teología y el conocimiento en general. Opción necesaria para tener influencia en los obispos, si elegimos seguir la fe cristiana, o con otras religiones. Y para el final dejo la Intriga, la cual mejorará la planificación de conjuras. De esta forma descubrir esos secretos inconfesables y peligrosos será algo más fácil, aunque también ayudará a influir de manera sibilina en cualquier personaje en tu favor.
Cada una de estas habilidades tiene su árbol con diferentes mejoras, pues tras elegir la principal tendremos que seleccionar el enfoque, centrado en la personalidad de nuestro personaje. Y finalmente los Dones, que son las destrezas especiales que tenemos como, por ejemplo, estratega. Estas habilidades no son fijas e inamovibles tras ser elegidas en el primer personaje de una dinastía; habrá que hacerlo nuevamente tras el fallecimiento de este y el posterior nombramiento de su sucesor.
Así que el juego ofrece la posibilidad de ir variando y probando diferentes estrategias de mando, por lo que este es un punto muy importante para dotar a Crusader Kings III de variedad a lo largo de una misma partida. Pero la cosa no se queda ahí, aún hay más, ya que nuestros personajes tienen rasgos que adquieren en vida, como por ejemplo herido en combate, un factor que puede influir en tener más presencia intimidatoria ante un rival que no haya probado aún el acero en sus carnes, o también enfermo, que limitará el poder de mando hasta que nos curemos. Hay muchos otros: bebedor, despilfarrador, lujurioso, pendenciero…y uno en concreto, que llegará para quedarse, y que aparecerá sí o sí en algún momento y tendremos que lidiar con él: el estrés. A medida que este aumente, tendremos peor salud y también menos capacidades, pero el título nos ofrecerá alguna manera de rebajar el porcentaje de este con acciones buenas o malas. No te diré más para que tú mismo te sorprendas con las opciones que plantea Paradox pues no tienen desperdicio.
Motivo de guerra
Como ya es tradición en la saga, ell "Casus Belli" es la excusa para actuar militarmente contra un enemigo, y también es el filtro que pone el juego, de manera muy inteligente, para que no se convierta en un sindiós de batallas. Por ello siempre tendrás que buscar esa causa o motivo por medio del consejo, un grupo designado por ti para o bien crear conjuras que terminen en ese motivo que necesitas para atacar o reclamar derechos en el territorio que quieres anexionar, o controlar por medio de papeles falsos de algún legado pasado en nuestro linaje. Todo muy bien detallado y presentado para que no sea complicado realizar estas tareas, pero sí que lleve su tiempo a los consejeros el proceso de recopilar la información para conseguirlo, llegando a ser desde unos meses hasta incluso años, todo dependiendo de la complejidad del objetivo.
El oro es la base de la economía en Crusader Kings III. Sin él no podrás pagar a tus huestes o los edificios que construyas. Estos ingresos mensuales son solo una parte del juego. Las otras "monedas" que usaremos serán el Prestigio, el Renombre y la Piedad, siendo esta última la forma en la que pagamos a los diferentes religiosos sea cual sea su autoridad, pues hasta el Papa cobra en esta moneda y será necesaria también para declarar una guerra santa contra algún infiel o rival que nos convenga. Si todo esto te parece poco Crusader Kings III llega con un modo multijugador que permite crear tus propias campañas partiendo desde dos momentos históricos específicos en los años 867 o 1066. Las partidas pueden llegar a albergar hasta 32 jugadores en línea aunque hasta este momento no he logrado encontrar un gran número de usuarios haciendo uso de esta opción.
Crusader Kings III es una obra de arte en movimiento. Cada detalle está cuidado, no solo en lo artístico por su belleza, sino también en los detalles de cada personaje que aparece en pantalla. Estos cambian con el tiempo y con todo lo que nos suceda durante nuestra vida, como heridas de guerra, enfermedades, embarazos, taras físicas de nacimiento y un sinfín más. Técnicamente Crusader Kings III muestra una fluidez excelente, aunque no posea grandes escenarios que renderizar, pues un título de este género requiere mucho trabajo que no se ve, como los cálculos de probabilidad o los movimientos invisibles de todas las regiones y reinos desconocidos.
El estrés influye en la salud de nuestros líderes y afecta a su capacidad de mando
Todas las piezas musicales de Crusader Kings III son excepcionales, tanto en composición como en su tempo musical acorde a lo que ocurre en pantalla. Siempre aportan la dosis de emoción que necesitas en cada momento, pues serán épicas en batalla o joviales en festines y casamientos. Todo el poder de la música queda al servicio de las emociones. Estos temas son acordes a su época con un claro estilo medieval, usando instrumentos muy reconocibles como la cornamusa o la zanfona. La banda sonora está compuesta por dos veteranos de Paradox como Philip Wareborn y Andreas Waldetoft, con otros títulos a sus espaldas como Crusader Kings 2, Hearts of Iron 4 o Stellaris. Todo un lujo. Los efectos sonoros son más que correctos, pues dispone una serie de sonidos para cada notificación que al poco tiempo de estar jugando serán fácilmente reconocibles para el jugador, agilizando así la respuesta a cualquier evento. El programa viene completamente traducido al castellano con algunos problemas de traducción, dando lugar a textos como "Prima de Tú", cuanto menos es gracioso y por fortuna nada molesto.
Crusader Kings III es un juego casi perfecto en todos sus aspectos y se convierte de manera inmediata en uno de los referentes de su género. Su equilibrio entre cantidad de opciones y accesibilidad es soberbio, y si a esto le añadimos la narrativa emergente que parece una fuente inagotable de continuas tramas, historias y conspiraciones, nos queda un título que roza la perfección. Y lo mejor es que no es solo para los más curtidos en este género, si no para cualquiera que se quiera iniciar en él. Por todo ello, Crusader Kings III es un juego indispensable para todo amante de las historias palaciegas más allá de su perfecta gestión y estrategia.
- Un mapa gigante lleno de vida.
- Su narrativa emergente no tiene límites.
- Accesible a todos los jugadores.
- Niveles de profundidad nunca antes vistos en el género
- Alguna traducción al castellano puede sacarte de la experiencia.
- La interfaz puede acabar siendo un tanto invasiva
