Análisis de Tohu. Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios

Análisis de Tohu. Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios
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TOHÚ es una aventura gráfica muy clásica. Apuntamos con el ratón y hacemos clic, recogemos objetos e interactuamos con los del entorno. Lo más difícil del juego es averiguar qué narices hay que hacer en cada estancia. Lo más fácil es disfrutar con el diseño artístico de cada uno de sus lugares. Te lo contamos en su análisis.

Me encantan las aventuras gráficas, es uno de mis géneros favoritos, Soy un enamorado de los juegos clásicos de LucasArts, adoro The Secret of Monkey Island (¿y quién no con dos dedos de frente?), a Manny Calavera, a los chicos que entraron en Maniac Mansion (en especial a Bernard), e intento estar bastante atento a los títulos de este estilo que se publican en la actualidad. Personalmente, creo que es uno de los géneros en los que es más complicado destacar. El motivo es que esos juegos de finales de los 80 y los 90 son obras maestras incontestables. Una aventura gráfica necesita tener un mundo precioso, interesante y lleno de matices. Cada vez que no sepamos cómo solucionar un puzle lo recorreremos de arriba a abajo, así que es importante que tenga cosas que mirar, con las que reírse y con las que disfrutar. Tiene que tener personajes encantadores, que o bien ofrezcan unas charlas fantásticamente bien escritas, o que su presencia sea imponente. Sus acertijos tienen que estar bien equilibrados. No pueden ser ni muy fáciles ni muy difíciles [Hola, Mundodisco de PSX. Te odio], y todos estos elementos tienen que estar perfectamente cohesionados. Vamos, que no es un género fácil.

Lo normal es que salgan producciones que naveguen por acierto en alguno de estos apartados pero que naufraguen en el resto. Y aquí no valen de nada las mejoras técnicas, las nuevas generaciones ni esas historias. La aventura gráfica es un género puro que solo necesita buenos textos, una buena presentación artística y buenos enigmas. El resto es apuntar y hacer clic. Os he contado todo esto a modo de introducción porque TOHÚ es una aventura gráfica point and click de corte muy, muy clásico. Somos una niña pequeña que tiene el poder de convertirse en robot. Cuando lo hace puede cargar y mover grandes pesos. Cuando es humana puede colarse por pequeños huecos y dar brincos. Esa es la particularidad del juego, el resto de las mecánicas de acción se basan en mover el puntero por la pantalla, comprobar con qué podemos interactuar y con qué no, recoger objetos y mantener diminutas charlas con los personajes con los que nos encontremos.

El universo de TOHÚ se forma sobre las espaldas de miles de peces que flotan en el aire

El desarrollo también es clásico. Cada nueva sección a la que llegamos compone un nuevo mural con objetos, gente y entornos que se relacionan entre sí para completar un misterio, un “algo” que conecta con otro “algo” para generar otro “algo” que se usa para abrir esa puerta que has visto al llegar. Es decir, TOHÚ no reinventa la rueda, no intenta usar los ritmos propios de una aventura gráfica para hacer una historia conversacional con decisiones, tampoco nada nuevo. Respeta las convenciones a pies juntillas, lo que hace que las comparaciones con más de treinta años de historia de aventuras gráficas sean inevitables. Y salga perdiendo.

Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios


Como aventura gráfica, no aporta nada a un género tan veterano
Como aventura gráfica, no aporta nada a un género tan veterano

De todos los elementos que tienen que estar perfectamente equilibrados en estos juegos, TOHÚ aprueba con nota en el estético, en lo artístico. Si algo tenemos en común los fans de Xenoblade Chronicles y los de la obra de Terry Pratchet, es que sentimos predilección por los mundos que se crean encima de grandes animales. El universo de TOHÚ se forma sobre las espaldas de miles de peces que flotan en el aire. Sobre cada uno de ellos hay una ciudad, una persona y ocurre algo; casi como con El Principito. El título comienza sin darte demasiada explicación sobre su contexto, por lo que viajar con la niña de pez en pez es maravilloso. Sus habitantes son tremendamente variopintos; pero suele haber siempre una constante en la representación de cada zona: el cruce entre lo animal, lo humano y lo mecánico para generar arquitecturas y artilugios imposibles. TOHÚ sabe que este planteamiento es muy atractivo, y lo pone de manifiesto con un estilo artístico dibujado, muy de cómic infantil europeo.

A mí me ha recordado un poco a la serie británica Hilda, que podéis ver ahora mismo en Netflix; muy de Apple Arcade, en realidad. En este aspecto, el videojuego es incontestable. Es bonito a rabiar y está plagado de detallitos muy chulos. A veces combina este estilo colorista, pero un pelín ocre, con destellos anime; en otras ocasiones le hace un guiño a las míticas escaleras de Escher… y en mirar, en observar y en toquetear estos espacios ayuda un montón que el juego sea una aventura gráfica. En este aspecto, sí se apoya bien en el género. Por desgracia, TOHÚ pierde fuelle en sus demás apartados capitales.

¿Es TOHÚ una aventura gráfica digna de los clásicos?

El mundo de TOHÚ es bonito y muy sugerente
El mundo de TOHÚ es bonito y muy sugerente

Me he pasado la aventura sin tener nunca del todo claro por qué hacía lo que hacía

Hay un problema en usar escenarios preciosistas, cargadísimos de detalles y repletos de elementos que se mueven: ¿cómo sé lo que sirve para algo y lo que no? Cuesta muchísimo saber con qué puedes interactuar y con qué no, qué cosas son cruciales para avanzar a la siguiente pantalla y cuáles están de adorno. Para empeorar la legibilidad de la escena, TOHÚ no ocurre en un identificable mundo pirata, en un futuro cyberpunk o en la bendita Lordran. Sus eventos ocurren en una realidad propia con sus reglas propias. Es decir, que entender lo que hay que hacer y cómo es un lío enorme. Por poner un ejemplo. La niña llegó a un sitio y tenía que lograr que su nave espacial volara. Tenía atados alrededor de ella cinco palos y había mosquitos volando por ahí. Tras volverme loco con la solución a esta escena, resulta que la maldita nave usaba a estos mosquitos como animales de tiro. Es decir, tenía que cogerlos y llevarlos a cada uno de los palos. Este sinsentido me devolvió a los obtusos puzles de aquel Mundodisco de PSX. Os juro que me he pasado la aventura sin tener nunca del todo claro por qué hacía lo que hacía.

Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios


Consigue ser entretenido gracias a su historia y ambientación
Consigue ser entretenido gracias a su historia y ambientación

Y os preguntaréis: “entonces, ¿cómo has conseguido terminarte el juego?” Pues porque el mismísimo TOHÚ sabe que es imposible entender lo que hay que hacer e introduce pistas. Accediendo al menú, y solucionando un pequeño enigma, el juego te presenta un cómic dibujado con bocetos, un storyboard, explicándote lo que tienes que hacer. Me ha ocurrido muchísimas veces que llegando a un sitio nuevo y, mirando esta ayuda, ni así le encontraba sentido a lo que tenía que hacer. Y esto nos lleva a otro problema del juego: ¿cómo es la exploración en esos momentos en los que estás perdido? ¿Hay cosas divertidas que encontrarse mientras estás pensando? Pues no, es mala, porque es inexistente. Nuestra protagonista no puede hablar con casi nadie. Salvo algunas pantallas que sí tienen varias zonas, solo se nos deja mirar lo que aparece en pantalla; y sí, todo es precioso, pero te acaba fastidiando que sea tan lindo y presumido a costa de volver tan opaca la información de qué hacer.

Mundodisco suavizaba el problema de sus acertijos inverosímiles con fantásticas conversaciones bien escritas. Machinarium también tiene un mundo propio con reglas propias que da mucho gusto mirar, como este, pero agiliza el ritmo de juego con puzles cuyo razonamiento es parte de la narrativa. Aquí se hacen difíciles porque cuesta muchísimo entenderlos y, además, son enrevesados de por sí. ¿Esto quiere decir que TOHÚ es un mal juego o una mala aventura gráfica? Lo que quiere decir es que su faceta como tal queda relegada a ser un juego bonito de ver. Su diseño gráfico entorpece la agilidad de la acción, el ritmo, e impide que lo que hay que resolver sea divertido. Y es una pena, porque como he señalado en la introducción de este análisis, no faltan referentes para saber cómo hacer una aventura gráfica bonita a la vez que divertida.

Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios

Además, como he dicho, el juego lo sabe. Ya no solo te da esas pistas totalmente obvias para que avanzar no sea un problema, sino que llegado a un punto de la aventura, el título ya pasa de retarte a encontrar cosas y te reta con minijuegos. Algunos son muy génericos, otros son una tortura para los sentidos y otros se nota que están hechos por hacer. Entonces, ¿por qué sí me lo he pasado bien llegando hasta el final del juego? Pues porque la historieta que te cuenta está bien y sirve para explicarte el pasado de un mundo que genera curiosidad y, como este es tan bonito, la verdad es que te apetece saber cosas de su origen y de su futuro.

Para facilitar ver su final sin aburrirte, TOHÚ no es demasiado largo. Haciendo uso de las pistas, te lo puedes ventilar en tres sesiones no demasiado intensas. Eso sí, si te atreves a intentar adivinar por tu cuenta qué hay que hacer en cada zona, tienes juego para rato. En definitiva, TOHÚ es un videojuego que te lo terminas por lo bonito, pero al que le falta mucho músculo como aventura gráfica.

Bonito, pero discreto

Sin sello
Una preciosa aventura gráfica repleta de robots, planetas a lomos de un pez y misterios
Sin sello

Tohú es muy bonito y tiene un mundo de juego precioso. Jugarás para verlo todo y para conocer su historia, pero como aventura gráfica falla en la comprensión de sus acertijos, en su ritmo y hasta en la coherencia de lo que te pide hacer. La excesiva cantidad de elementos móviles en pantalla juegan a favor del placer estético pero en contra de lo jugable.

5 Cosas que debes saber:
  • Artísticamente, TOHÚ es precioso.
  • Su historia, sin ser ninguna maravilla, es interesante.
  • No consigue comunicar bien lo que hay que hacer.
  • El desarrollo de sus eventos es muy inconexo y les falta pegada.
  • ¿Novato en aventuras gráficas? No tengas miedo. Hay ayudas de sobra.
Jugadores: 1
Idioma: Textos en español y voces en idioma inventado
Duración: 6-8 horas
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